ÉRASE UNA VEZ MELILLA

ÉRASE UNA VEZ MELILLA
GRUPO DE ESCUELAS MIXTAS

EN EL BARRANCO DEL LOBO

lunes, 1 de noviembre de 2010

EL CEMENTERIO DE LA SEGUNDA CASETA


Hace unos cien años, la prensa local promovió su construcción
por iniciativa de Rafael Fernández de Castro

por Juan Díez Sánchez
( de la Asociación de Estudios Melillenses )

Desde comienzos del mes de febrero y hasta los primeros días de diciembre de 1912, un tema de piedad cristiana mantuvo la atención de los melillenses: La existencia de un pequeño cementerio levantado en septiembre de 1909 que permanecía sumergido por las aguas de la Mar Chica desde agosto de 1910.
Entonces, a los dos años, gracias a la iniciativa de Rafael Fernández de Castro y Pedrera secundada por el diario local "El Telegrama del Rif", así como colaboración económica de la ciudadanía local se erigiría un sencillo Mausoleo sobre las aguas de la laguna a fin de asegurar el reposo eterno de los compatriotas que en aquel lugar descansaban.


En el transcurso de las Campañas de Marruecos, entre los años 1909 y 1927, en algunos parajes se establecerían pequeños cementerios provisionales en donde encontrarían cristianas sepultura los restos de muchos soldados españoles que en sus cercanías murieron.
Estos cementerios se construirían generalmente próximos a campamentos y posiciones militares. Cuidando las guarniciones de éstos las sencillas tumbas que coronadas de cruces con breves inscripciones se resistían al olvido.
El minúsculo camposanto de la Segunda Caseta se ubicaría en las inmediaciones del campamento militar denominado Segunda Caseta, frente al cerro de Sidi Musa, más tarde convertido en cantera donde se extraería la piedra necesaria para la construcción del Puerto de Melilla. Y junto a la antigua entrada que desde Nador conducía al poblado de Beni - Enzar.
Según describió en el diario "El Telegrama del Rif" su autor, Teodoro Fernández de Cuevas y Ramón. En septiembre de 1909 al realizar un reconocimiento de los barrancos de Sidi Musa como capitán de Infantería y al mando de un grupo de soldados, encontró varios cadáveres, ya descompuestos, que fueron trasladados en mantas al campamento de Segunda Caseta.
Los fallecidos resultaron ser soldados de los regimientos de Africa y Melilla que perdieron la vida en la madrugada del 23 de julio de 1909 en un enfrentamiento bélico en el que también pereció un hermano de Teodoro Fernández de Cuevas.
Tras abrir algunas fosas en terrenos de un antiguo huerto, se cubrieron las sepulturas con conchas, se cercó con alambre de espino y se colocó una cruz de madera con el siguiente texto: "Juntos supieron dar la vida por la Patria y juntos también duermen el sueño eterno de la Gloria".
Se formó entonces un pequeño cementerio que desde los primeros días del mes de agosto del año 1910 adquiría notoriedad al quedar sumergido por las aguas de la laguna de Mar Chica. Al mismo tiempo que fue cubierta por las aguas una gran extensión de terreno en su entorno y el Muelle de Nador, al restablecerse con medios mecánicos la comunicación de las aguas de la Mar Chica con las del Mar Mediterráneo.
No obstante, sobresalían de la superficie del agua cuales brazos humanos demandantes de atención, tres cruces de madera. Todo un lamentable espectáculo que incluso sería observado por el Rey Alfonso XIII en la jornada del 10 de enero de 1911, en el transcurso de su segunda visita a Melilla.
Ante tal situación, casi a la vista de la ciudad, Rafael Fernández de Castro, entonces empleado de la Compañía Trasatlántica, tomaría la feliz iniciativa secundada por el diario "El Telegrama del Rif" del que era redactor, de iniciar una suscripción pública para recaudar fondos." Un puñado de pesetas... pudiera asegurar para siempre el reposo de los gloriosos muertos...". Escribiría en el mencionado periódico el 9 de febrero de 1912.
Una iniciativa más que calaría hondo en el corazón de los melillenses, quienes ya hicieron gala de sus buenos sentimientos con motivo de suscripciones populares, como la abierta en agosto de 1904 por "El Telegrama del Rif" a la muerte del general Venancio Hernández para levantarle un sencillo monumento en el parque que lleva su nombre. Los melillenses años más tarde respondería de igual manera ante la suscripción nacional pro damnificados de la catástrofe de la explosión del polvorín de Cabrerizas Bajas, ocurrida el 26 de septiembre de 1928.
En 1912, los conciudadanos respondieron como cabía de esperar, de forma inmediata y entusiasta; pues al día siguiente tan sólo el Sr. Antonio Rivas, de la cervecería "La Inglesa", había logrado recoger entre sus parroquianos 130 pesetas.
El 22 de abril del mismo año 1912 comenzarían las obras del nuevo cementerio de la Segunda Caseta, cubriéndose el antiguo con piedra y comunicándolo con la playa. Formándose una pequeña península-Mausoleo presidido por una gran Cruz de cemento armado y rodeado por una verja de hierro.
Su construcción costearía unas dos mil pesetas y fue bendecido por el vicario Miguel Acosta el 19 de septiembre de 1912, acudiendo al emotivo acto un gran gentío gracias a contar los organizadores con la colaboración de la Compañía Española de Minas del Rif, que aportó un tren de forma gratuita.

A finales de noviembre del mismo año tendría lugar un nuevo acto patriótico en este Cementerio al llevarse a él los restos de algunas tumbas dispersas por la zona. En esta ocasión la Compañía Española de Minas del Rif dispuso dos trenes especiales y prueba de su gran trascendencia fue que el diario "El Telegrama del Rif" publicara a los pocos días fotografías del acontecimiento, algo poco usual entonces.

Fernández de Castro
Como hemos mencionado anteriormente, la iniciativa de la construcción del Cementerio de la Segunda Caseta partió de Rafael Fernández de Castro y Pedrera, un insigne melillense de adopción que trabajó por su ciudad de mil maneras diferentes.
Como periodista, su gran vocación, fue director y fundador del diario "EL Cronista", redactor de "El Telegrama del Rif" y colaborador de algunas publicaciones nacionales y regionales.
Investigador y divulgador de la historia de Melilla y su entorno geográfico, plasmaría sus trabajos en numerosos libros, dirigiría las excavaciones arqueológicas del cerro de San Lorenzo ( 1913 - 1916 ) y Cazaza ( 1939 - 1942 ), sería Cronista Oficial de la Ciudad, Académico de la Historia y fundador del primer Museo Municipal de Melilla.
Igualmente cabe reseñar que desempeñó el cargo de secretario de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Melilla, y representó a los melillenses durante más de veinticinco años como concejal y teniente de alcalde en el Ayuntamiento.
En las páginas del diario “El Telegrama del Rif”, pocas fechas después de la inauguración del nuevo cementerio de la Segunda Caseta, el 20 de septiembre de 1912 publicó unos sentidos versos obra de su popular redactor José Ferrin Fernández.

Honrando a los héroes

Los bravos, los que en instantes
aciagos para la Patria
no rescataron su pecho
al empuje de las balas

Los que entregaron su vida
al grito de ¡Viva España!
desde ayer tienen espléndida,
digna y plácida morada,
entre el rumor de las olas
y los besos de las auras

Artículo publicado en los diarios "El Telegrama de Melilla" el martes 3 de noviembre de 1992 y
"Melilla Hoy" del jueves 28 de octubre de 2010. Suplemento Gaceta Local.

domingo, 10 de octubre de 2010

LOS "PACOS", por Francisco Carcaño y José Ferrin


Recopilación e introducción: Juan Díez
( de la Asociación de Estudios Melillenses )

Surgieron los primeros francotiradores en torno a Melilla, en el siglo XVIII al igual que en otros países, cuando los fusiles adquirieron la oportuna precisión. Si bien éstos no tomaron gran protagonismo y fueron conocidos como “pacos” hasta la Campaña de 1909.
El desarrollo de esta Campaña Militar en la zona limítrofe a Melilla, fue un acontecimiento de enorme calado histórico tanto para nuestra ciudad como España.
En Melilla propició su rápida expansión demográfica gracias al nacimientos de los nuevos barrios del Hipódromo, Real, Tesorillo y Príncipe de Asturias. Mientras que en ámbito militar constituyó el inició de un largo periodo de enfrentamientos bélicos por el dominio del territorio encomendado a España bajo la denominación de Protectorado. Unos enfrentamientos que en muchas ocasiones se mostró en la actuación de certeros francotiradores rifeños, quienes además de causar un buen número de bajas, desmoralizaban a bisoños soldados que prestaban servicio en campamentos, posiciones o bien escoltando convoyes. Enseguida estos francotiradores recibieron la denominación de “pacos”, por el sonido que hacían sus fusiles al ser disparados. Siendo el escritor Francisco Carcaño, bajo el seudónimo de “Parravichino” uno de los primeros que de ellos se ocupara con precisión, por su vinculación con Melilla desde su niñez así como condición de oficial del Ejército.
Una visión que a continuación ofrecemos y complementamos con otra humorística, obra del periodista José Ferrin, quien solía firmar su ripios con el seudónimo de “P. Pillo”.
De ambos escritores al final de este artículo glosamos someramente su perfil biográfico.

Cromo alusivo a la Campaña de 1909

“El primer tío Paco
Era la mañana del 10 de julio de 1909, en una de las alturas del Gurugú, ocupada victoriosamente en la jornada del día anterior, y todavía latían nuestros corazones bajo la impresión de la victoria, soñando la guerra tal como se lee en los libros, tal como la siente el alumno de la Escuela Militar lleno de fantasías, no pensando más que en la pelea, sin pensar en las fatigas de las marchas y la permanencia en las posiciones con privaciones de todas clases, que son lo más duro de las campañas.
Dedicados estábamos a la piadosa tarea de dar sepultura a los cadáveres del enemigo ayudados por varios moros presentados en demanda de perdón, y ya iban enterrados veinte, cuando le tocaba el turno al último de los encontrados, un anciano de poca estatura, con barba mitad negra, mitad canosa, una fisonomía de las que no se olvidan nunca por las circunstancias en que se la vio por primera y última vez.
Al disponernos a dar fin a nuestra ocupación , presentase un moro joven de negra barba y brillantes ojos , de mirada penetrante y solicitó, con rostro entre compungido y orgulloso, con una mezcla de tristeza y rencor, que se le permitiera, en compañía de su familia, enterrar el cadáver de aquel anciano, que era el de su padre. Accediese a tal súplica, y se le vio durante todo el día ayudado por las mujeres, cavar primero la fosa y darle después sepultura con arreglo a sus ceremoniosas prácticas.
Habitante de una casa separada unos 500 metros de la posición española, concurría como otros moros a las proximidades del campamento, con una pequeña cantidad de frutas y otros productos de sus tierra, para venderlos; y en uno de aquellos días de verdadera calma transcurridos entre los ataques del 18 y 20, estando conversando con unos soldados de los que adquirían sus artículos, díjoles con osadía, que vengaría la muerte de su padre, haciendo derramar mucha sangre de cristianos.
Generosa fue la conducta de aquellos soldados al no ahogar en garganta de aquel demente las palabras que proferían tan temeraria amenaza; contuvieron lo primeros impulsos de su corazón por obedecer ciegamente las órdenes recibidas respecto al trato que debían de observar con el vencido.
Al terminar en la mañana del 21 el duro combate sostenido en la noche anterior, quedó durante todo el día un fusil enemigo que de tiempo en tiempo disparaba, pero siempre haciendo blanco; fue el azote del campamento en los días sucesivos, y no había manera de hacerlo callar; se le hizo fuego con cañón, con ametralladora, se escogieron los mejores tiradores, pero todo inútilmente, cuando menos se esperaba, cuando más número de fusiles le acechaban, sonaba el tiro hecho en dirección a nosotros con un ruido característico en dos tiempos que parecía decir Pa – co, y simultáneo con aquel ruido una bala que silbaba rabiosa y un ¡ ay ! doloroso en el campamento.
Pasó un día y otro y no había modo de deshacerse de aquél enconado enemigo que deprimía la moral de la guarnición y hacía retrasar los trabajos de fortificación, y cuantos medios se discurrían para darle caza resultaban infructuosos; todos pensábamos en las frases de aquel moro de la barba negra y ojos brillantes que en los días de calma habitó la casa aquella de cuyos alrededores partían los disparos.
Una madrugada, antes de que la luz del día permitiera observar desde lejos lo que se hacía en el campamento, salieron dos bravos soldados, que cansados de soportar uno y otro día a aquel certero e infatigable tirador, decidieron jugarse la vida o darle caza aún a trueque de sufrir después el correctivo que les impusiera el jefe, del cual no habían solicitado autorización.
Empleando su mismo procedimiento apostáronse en las proximidades de la casa, ocultos entre peñascos y chumberas, silenciosos y sedientos de venganza esperaron que al llegar el día comenzara su diaria operación. Ocupó su guarida y al hacer el primer disparo dos balas nuestras lo dejaron sin vida; se acercaron los soldados a reconocerle y el que dejaba de existir no era otro que aquel moro de la barba negra que juró vengar a su padre, el mismo que nos imaginábamos, el primer tío Paco.
Aparecieron posteriormente muchos Pacos que molestaban de día y aún de noche a las posiciones, pero ninguno tiraba con aquel coraje, ni con la puntería que el primero, el que les dio nombre, aquel buen hijo que bien vengó la muerte de su padre con aquellas balas en las que ponía todo su odio, y que parecían silbar con más rabia que todas las que he oído después.

Parravichino
Melilla y agosto 1910”.
(Artículo publicado en la primera página del diario El Telegrama del Rif el 16 de agosto de 1910).
---:--
“Ni pacos…ni pacas
Pues, señor, los cantineros,
los que en la línea avanzada
surten a nuestros soldados
de cuanto les hace falta,
con el consiguiente aumento
de precio, por la distancia,
viendo que las transacciones
están cada vez más malas
y que los negocios dejan
muy reducidas ganancias,
pensaron a sus cantinas
llevar alegres muchachas
que atrajeran a los clientes
y las ventas animaran.
Y tal como lo pensaron
quisieron ponerlo en práctica,
a cuyo efecto, en papel
de oficio, clase barata,
extendieron y elevaron
las oportunas instancias;
instancias que, previo informe
de la autoridad llamada
a darlo, todas han sido
hasta ahora denegadas.
No se me oculta el enojo
de todos cuantos pensaban
llevar mujeres al campo
que las ventas animaran;
más por Dios Santos, queridos
firmantes de las instancias,
¿ ustedes saben lo grave
del paso que dar trataban ?
¿Llevar chicas a Ihadumen,
Izhafer, Ulad Ganen, Harcha,
Kaddur y Segangan,
posiciones guarnecidas
por soldados que se pasan
varios meses sin echar
al aire dos o tres canas…?
Si señor; no deben ir
al Kert las tales muchachas,
pues si malos son lo pacos,
mucho peor son las pacas.
P. Pillo”.
Ripios aparecidos en El Telegrama del Rif, el 25 de enero de 1914.


Fotografía de Francisco Carcaño


Francisco Carcaño Mas
Nacido en la población de Torrevieja, provincia de Alicante en el año 1886, puede considerarse melillense por residir en nuestra ciudad su padre junto a su familia desde aproximadamente 1867.
Aunque sus parientes se dedicaban al Comercio, Francisco decidió seguir la carrera de las armas como oficial de Ingenieros, en cuya Academia permaneció entre los años 1902 y 1907. Pasando a continuación como primer teniente a cubrir destino en Melilla, donde le sorprendió la Campaña de 1909. Participando en la misma en los combates del 20 y 23 de julio así como 29 de septiembre, al igual que dirigió algunas obras.
Volvió a intervenir en la Campaña del Kert ( 1911 – 1912 ) y tras algunos breves paréntesis en que estuvo fuera de nuestra ciudad, al ascender a teniente coronel en 1933 fue destinado a Mahón ( Menorca) y luego a Gijón. Si bien el inicio de la guerra civil española le sorprendió en Mahón, donde encontró la muerte por los republicanos.
Como ingeniero militar, y siguiendo lo habitual entonces. Además de proyectar y dirigir numerosas construcciones del Ejército, en Melilla también ejecutó algunas obras civiles, como el primer Colegio del Buen Consejo y antigua escalinata de acceso al Barrio del Carmen junto a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. No en vano durante unos dos años, entre 1920 y 1922 ejerció la responsabilidad de Ingeniero de la Junta de Arbitrios ( Municipio ). Siendo su obra más conocida la Capilla Castrense que fue inaugurada en 1923.
Más, podemos considerar como más importante su faceta como infatigable escritor. Con numerosas colaboraciones en la prensa melillense, novelas como “La Hija de Marte” ( 1930 ), libros costumbristas como “Melilla - Rifeñerías” ( 1920 ) y “Las plazas menores de África…” ( 1921 ) e incluso alguna obra teatral, tal como la denominada “Proyectos de Boda”. Comedia en un acto estrenada en nuestra ciudad en el teatro Alfonso XIII, el 30 de noviembre de 1928.

Campaña de 1909
Seguro que las fuertes emociones experimentadas en el transcurso del verano de 1909 en la zona próxima a Melilla, desató en el joven Francisco Carcaño el interés de plasmarlas en la prensa. Pues los primeros textos que conocemos de él son los referidos a esta campaña, publicados en “El Telegrama del Rif”( Melilla ) así como “El Imparcial” ( Madrid ) en el año 1910.
Textos iniciales que seleccionó diez años después para que formasen parte de su primer libro de relatos “Melilla – Rifeñerías”, y donde “El primer tío Paco”, precursor en Sidi Musa de los francotiradores rifeños, abre la serie que como él mismo escribiera, recoge “al vuelo algo de lo que impresionó nuestra retina, nuestro cerebro o nuestro corazón, tanto en la paz como en guerra…”
Carcaño también sitúa en Sidi Musa otro de sus relatos publicados en “El Telegrama del Rif”, el 20 de julio de 1916 y titulado “La palabra del morito”.

José Ferrin Fernández
Nació en Málaga y falleció en Melilla en el año 1933 a los 62 años. Luego de llegar a nuestra ciudad en 1905, para trabajar primero como redactor y regente del diario “El Eco de Melilla” y poco después comenzar a trabajar para El “Telegrama del Rif”.
Tipógrafo y periodista, en el año 1921 pasó a ocupar el cargo de redactor – jefe de “El Telegrama del Rif” y además dirigió el periódico “El Heraldo de Melilla” en su última época, cuando pasó a depender también de Cándido Lobera.
Además fue corresponsal en Melilla y su zona de influencia de importantes diarios nacionales así como la agencia informativa “Mencheta”.

Artículo publicado en el suplemento dominical del diario "Melilla Hoy", el 10 de octubre de 2010.

domingo, 27 de junio de 2010

PAÑUELO DE SEDA

Pañuelo de seda con mapa del Marruecos español

Para realzar acontecimientos y eventos diversos, a lo largo de los años en España se han puesto en circulación pañuelos de seda con imágenes impresas alusivas al acto que se pretende inmortalizar.
Este es el caso del pañuelo de seda puesto a la venta en Melilla en 1913, y creemos que en otros muchos puntos de España, referente a la finalización de las conversaciones entre España y Francia que dieron lugar a la implantación del Protectorado en Marruecos.
Novedoso pañuelo del que se hizo eco el diario melillenses El Telegrama del Rif en su edición del 7 de enero de 1913:



“Un documento
Acaba de recibirse en esta Plaza ( Melilla ) un documento de verdadera actualidad. Apenas terminadas las negociaciones franco – españolas sobre Marruecos, ya pueden todos conocer la extensión de la zona de influencia de España.
Se trata de un precioso pañuelo de seda que representa el mapa de dicha zona, coronado por los retratos de Sus Majestades los Reyes de España. En el mismo se ven los valientes soldados de las distintas armas y cuerpos…
Depositario para Melilla y la provincia del Rif: Malpartida Hermanos”.

Croquis de bolsillo
Similar a los pañuelos de seda, serían los croquis de bolsillo que puso a la venta en el mes de septiembre de 1921 José Cabrera Gómez ( Almuñecar,1883 – Melilla, 1950 ), propietario de la papelería La Española, ubicada en la calle principal de Melilla. Quien, distribuyó en exclusiva en la zona un croquis de bolsillo muy útil para los militares españoles desperdigados bélicamente por el entorno geográfico de nuestra ciudad. Y años después, en 1924, nuevamente puso en circulación otro croquis.

jueves, 6 de mayo de 2010

CONCIERTO EN EL ROMERAL ( Toledo )


Concierto de la Unidad de Música de la Academia de Infantería de Toledo

El pasado día 23 de abril de 2010 se celebró un concierto en El Romeral [ Toledo ] a cargo de la banda de música de la Academia de Infantería de Toledo. Dicho acto, en homenaje al capitán Melgar, natural de este pueblo, puso fin a los fastos que con motivo del centenario de su muerte heroica el día 27 de julio de 1909 en los campos de Melilla, han tenido lugar en El Romeral, a la vez que acto inaugural de la XIII ``Fiesta de los Molinos´´ de El Romeral.
El concierto fue brillantísimo, muestra del gran nivel musical de la banda de música de la Academia de Infantería de Toledo. El Romeral es un pueblo con banda de música desde hace 150 años, con una gran tradición musical, un público entendido que agradeció el estupendo trabajo de los músicos de esta banda y de su director D. Celio Crespo Esparza con grandes aplausos.
En el escenario, como fondo de la actuación, un retrato de gran tamaño de nuestro capitán Melgar y una leyenda con sus últimas palabras: ``... no abandonéis nunca a la Patria ... ´´. Ese fue su testamento, su legado a la posteridad, la razón y el por qué de su heroísmo y su entrega. Una frase que todos deberíamos llevar grabada a fuego en nuestra conciencia.

La ``Fiesta de los Molinos´´ en El Romeral es una exaltación de las raíces manchegas de este pueblo, un recuerdo a nuestras tradiciones, a la forma de vida anterior, a nuestros antepasados. El Romeral es un pueblo rodeado de cerros coronados de molinos; por eso los molinos son una de nuestras señas de identidad. Se celebra esta fiesta el penúltimo domingo de abril, coincidiendo más o menos con la fecha de la muerte del autor del libro del Ingenioso Hidalgo Manchego. Son fiestas dignas de visitarse, donde hay de todo, incluida la degustación de gastronomía manchega, representaciones del libro del Quijote por las calles del pueblo, etc.

ANGEL BALLESTEROS VILLALOBOS

viernes, 19 de marzo de 2010

Capitán Melgar, por J.A. Fraguas






CAPITÁN D. ANGEL MELGAR Y MATA, calle del

Por José Antonio Fraguas
( Texto obtenido de su libro “Calles del Romeral” )

Fecha oficial de su denominación....... l.909.
Longitud.............................................. 215,40 metros.
Entrada................................................ plaza de la Constitución.
Salida................................................... plaza de Mariano García Rodríguez.
Es calle principal y antigua siendo conocida en el Catastro de la Ensenada como la calle que va de la plaza al mesón y como perteneciente a ella se incluía la fachada de casas que da a la Plaza donde hoy se ubican el hogar del jubilado y el consultorio médico.

Su nombre
Ante la falta de datos definitivos, apunto la del otoño de 1909 y, en una fecha poco anterior al primero de noviembre ya que en ese día se descubrió la placa en la casa natal del Capitán y que aún hoy día se puede ver en la calle de Cervantes 18. A ello debo añadir que en la relación de calles que aparece en el padrón de habitantes de 1910 nombra ya a esta vía de la siguiente forma: calle de la Aduana o Melgar. Aparte de esta circunstancia, sobre las fachadas de la calle del Capitán Melgar aún perduran dos rótulos originales de la calle que por sus características de los azulejos son seguramente los primitivos.

Calle del Capitán Melgar fue, sin embargo, una denominación que tardó en cristalizar entre la población, ya que en distintos documentos éste se combina junto con su precedente de calle de la Aduana. A partir de 1924 el padrón de habitantes sólo se refiere a ella con el nombre que hoy todos la conocemos, y prácticamente desde esa fecha, se impone de manera definitiva siendo aceptada de manera inequívoca por toda la población de una manera plena pues ni tan siquiera, esa es al menos es la idea que se saca tras leer los libros de acuerdos municipales, en tiempos de la II República hubo intentos de suprimir del callejero el nombre de este militar romeraleño tan unido a la monarquía.

Sobre sus datos biográficos existe además de su hoja de servicio un sabrosísimo libro editado a los dos años de su muerte, escrito por su compañero Rafael Villegas en noviembre de 1911, ejemplar patrocinado por sus, también, compañeros de promoción de la Academia de Infantería en el que se expresa, a través de sus líneas, el respeto y admiración de que fue objeto nuestro paisano. Sin embargo, como ocurre siempre, cuando empiezas a interesarte por un personaje salen nuevos datos que aumentan sensiblemente tu bagaje sobre la persona en cuestión.
Lo que viene a continuación y a modo de preámbulo, son pequeñas notas, unas sacadas de la tradición oral, otras extraídas de reseñas de libros que servirán para tener en conocimiento más exhaustivo de este oficial de nuestro ejército. Tras ellas transcribiré el pequeño libro antes reseñado al que he adjuntado de mi propia cosecha unas notas a pie de página con el fin de aclarar lugares, datos y fechas para una mayor y fácil comprensión.

Ángel Melgar y Mata
Ángel José Higinio de Melgar y Mata nació en El Romeral el 11 de enero de 1.876 en la casa hoy numerada con el 18 de la calle de Cervantes. Su padre don Sebastián de Melgar y Díaz era un hacendado de la villa y hermano del general Francisco Antonio de Melgar que hoy también disfruta de una calle en el pueblo. Su madre, doña Eloisa Mata y Parra era vasca, natural de la villa guipuzcoana de Motrico.
La tradición oral dice que el padre del capitán Melgar deseaba que su hijo estudiase medicina, pero era tanto el amor que profesaba por la milicia que en una ocasión, estando ayudando a los jornaleros de su casa en las viñas que la familia tenía por el Presado, pasó por la carretera de Andalucía un contingente de militares que venían de efectuar unas maniobras, el joven Ángel Melgar se unió a ellos de forma voluntaria y ahí empezó su carrera militar. Evidentemente no sé si esto se ajustará total o parcialmente a la realidad pero aunque no fuera así, el intento de enrolarse voluntariamente en la milicia hubo de tenerlo de manera muy temprana.
De la vida privada del capitán Melgar sabemos que fue soltero, aunque cuando murió estaba prometido con su prima hermana doña Isabel Melgar Villarejo, hija del general don Francisco Antonio Melgar y Díaz. Tuvo más hermanos, alguno de ellos como Alfredo también siguió la carrera militar, pero sólo le sobrevivió una hermana doña Sagrario Melgar y Mata que falleció en León en 1942.
Un dato muy poco conocido sobre Melgar tiene como escenario la estación de El Romeral: el día 22 de julio de 1909, el capitán Melgar, enrolado en las tropas que habían de participar en las Campañas de África, fue embarcado en el convoy ferroviario que desde Madrid le habría de conducir a Málaga para, desde su puerto, zarpar para Melilla donde arribó el día 24. En su viaje por ferrocarril obtuvo permiso de la superioridad, dado su jerarquía y su relación con el Rey, para que el tren parase durante 15 minutos en su pueblo y poder despedirse de la familia y de su novia. Cinco días después (el veintisiete de julio) de este encuentro, el capitán Melgar moría en las cercanías de Melilla, en el llamado Barranco del Lobo.

El cadáver del capitán Melgar junto con el de otros muchos oficiales y tropa no pudo ser recogido inmediatamente tras su muerte sino que se hizo dos meses después, el 27 de septiembre, merced a la incursión que el Teniente Coronel de las Navas al mando de su batallón, hizo por el Barranco del Lobo. Recuperado su cuerpo fue trasladado al Panteón de Héroes de Melilla donde reposan sus restos.

Resta añadir que por su acción y a título póstumo finalmente se le concedió, en 1912, la Gran Cruz Laureada de San Fernando que solicitaban sus compañeros y su madre; y en Madrid, un año antes, en los Jardines de Lepanto al costado de la plaza de Oriente y frente al Palacio Real se le erigió un busto sobre un alto pedestal cuyo autor es el escultor Julio G. Pola. La obra fue erigida por propia iniciativa del rey Alfonso XIII quien, según reza la leyenda situada al pie del monumento, cedió terreno y materiales para que ello se llevara a cabo.

A ÁNGEL MELGAR
Sus Compañeros de la 1º Promoción de la Academia de Infantería
Entre cerros de yeso coronados de aspados molinos, no muy lejos de lugares inmortalizados por el gran Cervantes, en la región manchega, duerme la arcaica villa del Romeral, cuna del bravo cuya memoria enaltece esta loa y el monumento que, como compañeros y admiradores, nos hemos honrado en ofrendarle.
Y si es ley no desmentida que en el carácter del hombre hay destellos espirituales, reflejos del ambiente que primero respiró, si cada comarca con su naturaleza viva y cada pueblo con sus caserones yertos influyen en nuestra modalidad, no es de extrañar que en el alma de Melgar hubiese amasijos de noblezas linajudas con seriedades de hidalgo, llanezas de labriego y arranques quijotescos de señorón castizo. Amor á su tierra, culto del deber y orgullo del bien obrar, fueron la mejor herencia que le dejaron los que por su honradez y ejemplaridad tuvieron nombre envidiable y reputación bien cimentada.

Vicisitudes y apremios alejaron á nuestro camarada del pueblo en que vió la luz primera, y en la vida movediza del empleado, profesión póstuma del padre de Melgar, en peregrinación pródiga en vicisitudes y escasa de bienandanzas, comenzó éste la suya. Educación de niño, inspirada en la austeridad y sanas doctrinas de nuestra clase media, hizo germinar en su infantil corazón sentimientos precursores de inmaculado proceder y espíritu esforzado, características de una existencia tan lealmente inmolada á la Patria.

Primero en la corte, en la ciudad imperial después, cursó los estudios del bachillerato, y profesores tan doctos como Commelerán, Ibo-Alfaro, Serrano Fatigati, Araujo, Reyes, Milego, Navarro Ledesma y Borges, modelaron su inteligencia y dieron cultura á un espíritu templado para toda clase de empresas. El inolvidable teniente coronel Solá, maestro de alumnos y aspirantes, lo fué también de Melgar. En su honrosa compañía se preparaba el que al escribir estos párrafos llora al amigo del alma, íntimo desde aquellos días, sólo amargados por las negruras del encerado y los sobresaltos de las clases. La resultante de estos trances henchidos de ilusión fué nuestro ingreso, el 1.893, en la Academia de la inmortal Infantería, siendo filiado Melgar con el número 397, el 27 de agosto. En día 27 ofreció su vida á España; en día 27 cumplió la promesa... Arcanos insondables del destino...

Aquellos muros perdurables del Alcázar de Carlos V, inconmovibles á la destrucción y al tiempo, comunicaron al apuesto alumno su fortaleza inquebrantable, y la gallardía de aquellos macizos torreones tuvo refracción gloriosa en su cuerpo recio, coraza de un alma forjada para lo imperecedero en la histórica mole toledana, solar de virtudes y amores patrios.

El proceso de esta metamorfosis, la formación del héroe fué labor santa de aquel profesorado admirable, de aquellos dignísimos jefes y oficiales de Mayoral, San Pedro, Villalva, Ostenero, González Iragorri, Renter, Díez Vicario, Dema, Hilario González, Gómez de Salazar, Ortega, Riera, Borja, Arraiz, Gastalber, García Ramírez, Castaños, lniesta, Caturla, Ruiz Fornells, Casanova, Lanza, Valero, Navarro, Berenguer, Fernández España, Calero, Melgar, Araujo, Montemayor, Bellini, Solchaga, Ruiz, Bonet, Budia, Tiralaso, Suárez Madariaga, Pérez Navajas, Moreno Vega, Monedero, Bosmediano, Escudero, Monjo... todos en fin; que a todos recordamos con igual veneración y son inolvidables de los que por llamarse sus discípulos procuraron honrar en paz y en guerra esta título de estirpe distinguida y preclara procedencia.

La insurrección cubana, iniciada en febrero de 1.895, motivo de aceleración en los cursos militares, lo fué también de estímulo y de anhelos para los que, como Melgar, deseábamos probar aptitudes en funciones de más fuste que los ejercicios y supuestos de los Alijares. No fué larga la espera ni hubo tiempo de impacientarse. Destinado á Cazadores de Manila en fin de junio, después de ajetreos y preparativos en Aranjuez, Alcalá y El Pardo, en octubre marcha á la campaña con el batallón de Puerto Rico. En Sancti-Spiritus, con la columna del general Segura, comenzó las operaciones, y en su primer encuentro en Cañada Majagua, perdió caballo y dinero. Acaso fué profecía... Sin caballo no le era fácil proseguir la campaña. En su postrer combate del Gurugú perdió también dinero y el vehículo material de la existencia sin él no ha podido seguir la lucha mundial, y su alma hubo de emigrar al cielo.

En La Habana y Pinar del Río, á las órdenes del malogrado general Pintos, cumplió como bueno en las reñidas acciones del “Callejón del Brujo”, “Ojo de Agua”, “Salto del Chivo”, “Lomas del Rubí” y en cuantas, por la actividad de su columna volante, se vió en el deber de tomar parte. Su decisión y comportamiento le valieron, entre otras recompensas, el ascenso á primer teniente, con que continuó la campaña. Unida entonces su suerte á la del que era coronel Pintos, sirviendo después con él, ya general, en la normalidad de la paz, sucumbieron ambos en el mismo día y con igual gloria.

En las márgenes palúdicas del río Cauto, por los escarpados farallones y abruptas lomas de Santiago de Cuba, continuó las operaciones dando siempre, como en “Guisa” y “Monte Obscuro”, pruebas de serenidad y arrojo. Con desalientos y amarguras del lastimado orgullo patrio, volvió Melgar á España, buscando en el estudio y la enseñanza tregua para los sufrimientos de su espíritu; en el Colegio de María Cristina, al lado de los huérfanos sagrados de la Infantería, demostró, en algunos meses de laboriosidad y constancia, aptitudes para el profesorado, paciencia inagotable y bondad para hacerse querer de aquellos simpáticos niños.

En los diez años siguientes, hasta la reciente expedición al Rif, su vida militar fué, no obstante la normalidad de la paz, movida y variada, sin las prolongaciones monótonas de la localización ni las persistencias en los mismos servicios. Por el contrario, con continuos viajes y tragines, quiso la Providencia hacerle pasar, en poco tiempo, por vicisitudes y peripecias que podrían acreditar á veteranos pensionistas de la Placa.

De esta manera, el destino, sabio en sus predicciones y mandamientos, completó una existencia militar eficaz y sin tacha.
Así, en 1900, desde Cáceres, con el batallón de Talavera forma en el cordón sanitario con Portugal, y la vida montaraz, de un verano bien medido, se repite en toda la primavera siguiente con la extinción de langosta en Ciudad Real.

Ascendido á capitán en junio de 1901, sirvió en el batallón de Ciudad Rodrigo, de cantón en Alcalá, y los nublados de África le hicieron marchar con su tropa á Ceuta, en cuya plaza permaneció de enero á fin de noviembre. Otros nublados que cuajaron en tormentas de desgracias y desolación íntimas, le volvieron á un destino de aproximación á los suyos: en el regimiento de San Fernando, desde Leganés, pudo consolar aflicciones y llorar él mismo infortunios de un año cruel.

Estaba escrito que su permanencia sosegada en la guarnición de Madrid fuese para él un sueño irrealizable, y el conjuro siguió persiguiéndole. Nuevo pretexto para ello fueron las previsiones que por la guerra ruso-japonesa obligaron á movimientos de fuerzas, marchando su regimiento á Lugo, donde pasó un año entero. A su término volvió á la corte, destinado al Inmemorial del Rey, y seis meses después al batallón de Arapiles, en que trabajó con perseverancia y buen deseo. Su paso por esta unidad tampoco fué sedentario. Aparte de excursiones de prácticas y acantonamientos al Campamento, Leganés, El Pardo y Navalcarnero, para que nada faltase en sus menesteres profesionales, las huelgas mineras de Santander le hicieron visitar el Astillero, en el verano de 1906.

Después... ya sabéis lo que ha ocurrido. Salió de Madrid con muchos reservistas y pocos soldados para dar gloria á su nombre y honor á la Infantería. Fué su postrer viaje y... no vuelve ya. Ha ido más lejos, está en el cielo...

Tan pródiga como en viajes fué su alternativa en comisiones y servicios; pasó por todos los cargos de confianza; fué abanderado, profesor de clases y ayudante, sirviéndolos con el celo y amor que ponía en todo. Como instructor y capitán de filas, de aptitudes excepcionales y brillantes, mereció del Excmo. Sr. Conde del Serrallo, General Inspector, en la revista de 1907, la siguiente nota estampada en su hoja de servicios:

“Me conformo con la anterior conceptuación (excelente), pero ampliándola, como procede en justicia, para que se pongan más de manifiesto, para mayor relieve y le sirvan de recomendación en su carrera, las excelentes cualidades que en él concurren, por su disposición, energía y tacto para el mando. Este oficial será un brillante jefe”.
Poco después de este elogio inusitado obtuvo de S.M. la alta distinción de ser nombrado su ayudante honorario, enalteciendo los méritos de Melgar con una elección recibida por la Infantería con unánime aplauso. Fué para nuestro querido Soberano una iniciativa simpática en favor de la oficialidad modesta y laboriosa, y con ella acreditó, como siempre, su solícito interés por el Ejército.

Las dotes de mando de mi biografiado, su apego á las cosas del oficio y la nobleza de su carácter, le valieron tan preciadas recompensas y el concepto de militar celoso y cumplidor que á todos nos merecía. Sus arrestos póstumos y el sacrificio viril de su existencia, han correspondido á tanto honor; el lema “Nobleza obliga” no fué por él olvidado.

La odisea trágica, epílogo de su vida, bien merece especial mención, dando á conocer detalles y pormenores tan gloriosos como interesantes.

En los días que precedieron á su marcha trabajó con ardimiento y fe; la idea de ir á Marruecos con sus soldados y pelear en un batallón que creía invencible, lo sugestionaba por completo. La realidad de una movilización amargada por actitudes bastardas del pueblo, contristó algo su ánimo, aunque sin quebrantar entusiasmos ni los optimismos del triunfo, que hasta la muerte le acompañaron.

Desde el campamento del Zoco escribía en su última carta del 26: “Estos reservistas ya están de otra manera que cuando salimos; las privaciones y los tiroteos de estos días van transformando en soldados los que sacamos de Madrid con tanto alboroto, pero da pena oirlos recordar á sus familias... Uno de los heridos, pedía por Dios que no se abandonase á sus pequeños...”

Este párrafo encierra una completa enseñanza de lo que pudo haber sido y el destino no quiso que fuera. Faltó tiempo para que los reservistas se convirtieran por completo en soldados, sobrevino el combate imprevisto y cruento. Y esas frases de cariño por el soldado, proverbiales del oficial español, pintan el carácter bondadoso de Melgar. Deberían ser estudiadas por los que en los andenes del Mediodía, y á las puertas mismas de los cuarteles, encomiaban la sedición y la cobardía.

Según testigos presenciales y relatos de autoridad bien notoria, al iniciarse el combate del 27, tres compañías de Arapiles quedaban en reserva del flanco izquierdo; pero el desarrollo de la acción fué tan rápido y sangriento, que allí mismo llegaron los proyectiles rifeños, produciendo bajas tan perturbadoras y sensibles como la del teniente coronel Ortega, jefe principal del batallón. Como el comandante estaba en otra función del servicio, el capitán Melgar, ayudante, y más antiguo que los tres restantes, asumió el mando, en condiciones graves de responsabilidad, que en circunstancias menos difíciles no le habría alcanzado. Y porque fué preciso, y era el partido más propio de su espíritu y honor, dispuso tácticamente el avance; y á la cabeza de una de las compañías, con empuje epopéyico y ansias inquebrantables de llegar, corrió delante de los suyos gallardo y animoso. En aquel torneo de bravura, presagiando la gloria que vislumbraban, muchos le siguieron con el mismo ímpetu: Navarro y Pazos, entre ellos, con los demás valientes de tropa que entraron en la inmortalidad á un tiempo mismo. Y á ella llegaron, porque á más de su arrojo, en la situación creada, para Melgar sobre todo, de no vencer era preciso morir. Por eso se negó á ser retirado, y prefirió, después de herido, quedar en su puesto.

El castizo y culto escritor López Alarcón, en su obra Melilla-1909.-Diario de la Guerra, relata con gran colorido y verdad los momentos de varonil decisión en que se pusieron en movimiento estas fuerzas.
“Las Navas y Llerena –dice- estaban triturados, desechos por el fuego enemigo. Pero había que subir á la posición marcada en la conferencia del Hipódromo. Entonces avanzó Melgar con las compañías de Arapiles. Llevaba, según decían los suyos, emocionados, llorosos, llenos de estupor y de rabia, de desaliento y coraje, llevaba un gesto digno de Prim. Gritaba á los suyos, enardecía á los oficiales y electrizaba á los soldados. La nueva falange de hombres heroicos, rebasó la línea donde habían sido destrozados Llerena y Las Navas...”.

Leed las versiones de algunos que presenciaron este final heroico:

El teniente D. Bernardino González, que como sargento asistió y fué herido en aquella jornada, decía en carta á la vista: “...al poco tiempo de la baja del jefe, tomó el mando de la fuerza el capitán Melgar (q.e.p.d.), y después de dar las órdenes para el avance, comenzó éste, saliendo las compañías formadas en línea de columnas de á cuatro, con grandes intervalos, marchando la primera por el flanco izquierdo, la tercera por el derecho y la segunda por el centro. A la cabeza de ésta iba el capitán Melgar, y el que subscribe formaba en la primera sección de ella. Las compañías recorrieron á la carrera, y en la forma dicha, unos setecientos metros, desplegando en guerrilla á esta distancia y continuando el avance á igual aire. Durante este avance, el enemigo, oculto en los accidentes del terreno nos batía de cerca, siendo numerosas las bajas que nos produjo. Pero á pesar de esto, la sección , alentada por el ejemplo del capitán Melgar, que va á su frente, á la derecha de la guerrilla y animando á la gente con aquellas sublimes voces, que todos los que no sucumbieron tendrán grabadas en su memoria ¡Viva España !, ¡arriba, valientes!, ¡arriba, Arapiles! ¡Ese es un héroe !... (señalando al que caía), atraviesa el barranco de la derecha y avanza por la loma que existe entre este barranco y el del Lobo. En este momento el fuego que nos hace oculto el enemigo, es horroroso. El capitán Melgar, que marcha unos diez pasos á mi derecha, está herido, se le ve una mancha de sangre en la parte superior de su pierna izquierda. A pesar de esto, sigue alentando á la tropa y avanzando con ella hasta que tomamos posiciones á media ladera y dominando el Barranco. La guerrilla aprovecha los accidentes del terreno, él permanece de pie, siempre animando á su gente y dirigiendo el fuego. Llega un momento en que no se oye su voz, miro y veo que yace en tierra. El soldado Laureano Herrero Basilio, que fué su ordenanza de caballos, le asiste, me acerco, habla unas palabras imperceptibles y expira... No se avanza más. Empieza el desaliento, el enemigo, al ver que disminuye el fuego, se nos viene encima, se oyen voces de “que nos copan”, y, á retaguardia, un corneta toca retirada... No puedo precisar el momento en que el capitán fué herido por primera vez, ni si fué invitado por alguno para retirarse; la sangre se le vió momentos antes de llegar á la última posición, donde murió. Mi opinión es que se sintió herido, y sin dar cuenta a nadie siguió avanzando con desprecio de la herida y de su propia existencia, hasta caer mortalmente en tierra”.

“Cuando comenzábamos á dar el ataque,-escribía desde El Cubillo (Guadalajara), el soldado Félix Rivas,- subía el capitán Melgar delante de la fuerza, caían proyectiles como agua y también soldados, y el capitán subía diciendo “Esto es hermoso”. Cuanto más avanzábamos más fuerza caía, y entonces, encolerizado, con los brazos abiertos, subía diciendo “Tirar á mi pecho, cobardes”. A poco nos mandó por la izquierda en guerrilla, porque vió que abajo, en el barranco del Lobo, había muchos moros. Todos hicimos el movimiento que nos mandó, estaba á mi derecha, y según estábamos haciendo fuego, vi que cayó de rodillas herido. Otro muchacho y un servidor le dijimos mi capitán, ¿le bajamos? Y no permitió que le bajáramos, sino que cogió el revólver y decía así “Arriba, hijos míos, no hay que retroceder”. “Al que retroceda le pego un tiro”... Cuando yo avancé quedó allí. Al cornetín Guinzo no le vi entonces, sería después que me bajaron á mí dos soldados de Llerena”. Este cornetín de órdenes, Manuel Guinzo, herido al lado de Melgar, decía en una carta: “El capitán Melgar, el 27, salió de los Lavaderos al frente del batallón con dirección á la cañada del Gurugú, animándonos con arengas entusiastas de un buen patriota, hasta que tuvo, la desgracia de ser herido en la pierna izquierda. El cual, al verse herido, con mayor furia que antes gritaba, al mismo tiempo que le decíamos: “Mi capitán, está usted herido y le hace falta curarse”. Nos respondía diciendo que hasta no vengar la muerte de todos sus soldados no era su deber el retirarse. Transcurrieron algunos minutos después de arengarnos diciendo que teníamos que matar á esos sabandijas, y tuvo la desgracia que en el momento de decir una voz: “mi capitán, los moros vienen por la derecha”, al volver la cabeza, una maldita bala moruna le hirió en el cuello para no volverse á levantar más. En el momento de verse herido de muerte me dijo las siguientes palabras: “Muchacho, dame un abrazo y quítame estos cordones que son mi mayor honra y... no pude entenderle más porque la muerte se le acercaba... Tengo grandes recuerdos y la honra de haber sido herido por querer recogerlo, que era un buen jefe y valiente, y yo lo hubiera recogido si no hubiera sido por la desgracia de, al mismo tiempo de ir á cogerle los cordones, caer herido; se los hubiera cogido si no es esa desgracia”.

¿Y para qué seguir copiando cartas que acreditan el temple de un soldado ideal? Todos le conocimos, y así debió ser forzosamente.
La comprobación oficial de este heroismo ha sido solicitada, como era de deber, por la espartana madre de Melgar, y es de desear que la justicia humana pueda honrar la memoria de nuestro compañero con la recompensa más preciada para el militar: la cruz de San Fernando.

Esta tragedia del 27, como para tantos mártires, fué para Melgar digno remate á una existencia de treinta y tres años consagrada al servicio de su Patria y de su Rey. El valor con que cumplió el juramento á la bandera, ha justificado su reputación y fervor militar. Con su comportamiento distinguido, logró unir á la gloria merecida, la gratitud nacional y el orgullo de los que fuimos sus compañeros.

jueves, 11 de marzo de 2010

Capitán Gil Sánchez ( 1 )




D. Gabriel Gil Sánchez, capitán de Infantería


del Regimiento de Melilla núm. 59 ( 1 )

Por: Hans Nicolás i Hungerbühler



Villanueva de los Infantes
Ubicada al sureste de la provincia de Ciudad Real, en La Mancha, en una comarca regada por sus aguas subterráneas que dan lugar a algunos manantiales y arroyuelos, los cuales, verterán sus aguas al Jabalón y por este, transcurrirán hasta el Guadiana, a unos 30 kilómetros de Valdepeñas, entre jaras, tomillos y romero entre otros, en llanuras que anteriormente fueron encinares, dentro de un clima mediterráneo, en un territorio vinculado a la caballería, a las Órdenes Militares de Calatrava y de Santiago, la tierra que vio morir al autor de la “Historia de la vida del Buscón llamado Don Pablos”, D. Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas, encontraremos Villanueva de los Infantes, pues en esta villa fue donde finó el escritor. (0), (25).

En esta población, nació en la segunda parte del siglo XIX el que con el tiempo, sería el comandante de Infantería D. Gabriel Gil Sánchez, un oficial que resultó herido gravemente en los combates del 23 de julio de 1909,en unos sangrientos encuentros con los rifeños, acción que el diario “El Telegrama del Rif” del día 24 de julio, diría “ …Es de las que deben de escribirse con letras de oro en el libro de la historia de la patria…” (1). Este oficial, cuya historia irá ligada a la del entonces segundo teniente de Infantería D. José Fernández de Guevara y Mackenna, el cual, iba al frente de la segunda sección, de la segunda compañía del tercer batallón del Regimiento de Infantería de Melilla núm. 59, mandando la compañía, el capitán D. Gabriel Gil Sánchez, de la cual, tres secciones, protegían un repliegue de la Brigada Disciplinaria que iba a municionar.

Palabras que irán ligadas a la personalidad de este militar, el cual, participó en un período de 15 años, en tres guerras, (Margallo, Cuba y Campaña de Melilla), son “valor, abnegación y disciplina”, De hecho, la calificación obtenida en lo que a Valor se refiere, es “Acreditado”. De hecho, sobre el capitán Gil, escribiría el que sería su superior D. Enrique Guardado Corrás, a la hora de dar curso en Santa Clara el 19 de septiembre de 1897, a una petición de licencia, justificaría la misma diciendo del capitán:
“…Es de irreprochable conducta e inmejorables antecedentes según sus hojas de servicio y hechos, haciéndose acreedor al buen concepto en que está con sus jefes…” (4).

El capitán Gil, cayó mortalmente herido una vez desplegadas las secciones, motivo por el cual, el 2º teniente Fernández de Guevara, tomó el mando ya que creyó que su superior había fallecido y observando que el resto de oficiales, habían muerto o se hallaban heridos. Por esa acción, Fernández de Guevara que también murió, fue recompensado con el ascenso a 1r teniente y la Cruz Laureada de San Fernando.

D. Gabriel Gil Sánchez, datos biográficos (3)
Nació en Villanueva de los Infantes, provincia de Ciudad Real, el 15 de octubre de 1867, siendo hijo de D. Pascual Gil Gómez y de doña Teresa Sánchez Moreno. Opositó desde la vida civil, a la Academia General Militar en 1885, aprobando los exámenes de ingreso y haciendo efectivo el mismo, el 24 de septiembre del citado año. Estaba destinado en la 5ª compañía.

Tras superar con aprovechamiento, la primera etapa del plan de estudios establecido en dicha Academia, obtuvo el empleo de Alférez a los tres años de haber ingresado en la misma, el 13 de julio de 1889. Ampliaría a continuación sus estudios en el Arma de Infantería, los cuales finalizará con aprovechamiento hasta ser promovido al empleo de Alférez efectivo de Infantería el 21 de marzo de 1890.

Ascendió al empleo de primer teniente el Arma anteriormente citada, el 13 de julio de 1892. Casi un año después, el 22 de junio de 1893, solicitó a petición propia, el certificado de soltería para contraer matrimonio, cosa que hará el 13 de enero de 1894, al contraer matrimonio con doña Josefa de los Reyes Cañamaque Elías.
Aún, vendrían dos ascensos más, a capitán el 9 de octubre de 1897 y a comandante el 23 de julio de 1909.

Genesis de su carrera militar (3)
Ingresó tras haber superado los exámenes de accesos, el 24 de septiembre de 1885 en la Academia General Militar, lugar en el que permaneció hasta que tras haber superado el plan general de estudios establecido, y tras pasar los tres años reglamentarios en la misma, fue promovido al empleo de Alférez el 13 de julio de 1889, con antigüedad de esa fecha. A continuación, pasó a ampliar el plan de estudios en la especialidad del Arma de Infantería. Terminados los mismos, con aprovechamiento, fue promovido al empleo de de Alférez efectivo de Infantería el 21 de marzo de 1890, con antigüedad de esa misma fecha.

Su primer destino, al que se incorporó el 10 de abril de 1890, fue el Batallón de Cazadores de Cataluña núm. 1, de guarnición en Córdoba. Entró por primera vez en acción el 17 de agosto, aunque no era de guerra sino más bien de policía, en Jaén, lugar al que marchó encuadrado en la oficialidad de las tres compañías de su Batallón destinadas para restablecer el orden público, al frente de las cuales, iba el Teniente Coronel 1r Jefe del mismo, por los sucesos que en Jaén, tenían lugar. Posteriormente, marchó destacado a Linares, permaneciendo allí hasta el 2 de enero de 1891, fecha en que regresó a Córdoba, quedando en esta plaza de guarnición.

Este mismo año, a partir del 1º de octubre, pasó a desempeñar, nombrado por el Teniente Coronel 1r Jefe de su Batallón, la Comisión de Abanderado del mismo. Este nombramiento, había sido aprobado por el Capitán General de la Región Militar.

Por Real Orden de 13 de julio de 1892, le fue concedido el empleo de 1r teniente de Infantería, permaneciendo en su Batallón pero en destino del grado recién concedido, cesando eso si, en la Comisión de Abanderado del mismo.

Con motivo del viaje de los Reyes de España a Andalucía, su el Batallón de Cazadores de Cataluña núm. 1 y el 1r Teniente de Infantería D. Gabriel Gil Sánchez con él, recibió la orden de trasladarse a Sevilla el 4 de octubre de 1892, plaza en la que permanecería durante 1 mes, hasta el 4 de noviembre, fecha en que regresó a Córdoba, estando en esta hasta el 22 de diciembre, fecha en que marchaba a su ciudad natal Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), con 1 mes de permiso con motivo de las fiestas navideñas.

Transcurría el año 1893 y en junio, D. Gabriel Gil Sánchez, solicitó el Certificado de Soltería el cual precisaba para contraer matrimonio con la que sería su esposa doña Josefa de los Reyes Cañamaque y Elías, nupcia, que se celebraría medio año después en Córdoba, concretamente el 13 de enero de 1894.

De servicio de cuartel y de guarnición, fue pasando el año hasta el mes de octubre. El día 9 del citado mes, junto a su Batallón, Cazadores de Cataluña núm. 1, salió para Málaga con la finalidad de embarcar con destino a Melilla, ya que la citada fuerza, iba a tomar parte en las operaciones militares que en territorio del norte de África, tenían lugar, hechos que serían conocidos como “La Guerra de Margallo”. El 28 del citado mes, embarcaba en el vapor de guerra “Isla de Cuba”, arribando a Melilla a la mañana siguiente, quedando alojado en El Polígono.

Entró en fuego con los rifeños, los días 30 de octubre, 1, 3 y 17 de noviembre, protegiendo a las fuerzas y trabajos de fortificación y, a la conducción y retirada de los convoyes que llevaban alimento, agua, municiones y otros pertrechos militares a los fuertes ubicados fuera de la plaza de Melilla. El 31 de diciembre, regresaba junto a su Batallón a Málaga. El fin de año, le sorprendió en el mar navegando.

Una vez en Málaga, marchó a Córdoba, hasta el día 13 de enero en que como ya se ha comentado, contrajo matrimonio, pasando muy tiempo después a disfrutar de dos meses de licencia, concedida por el Excelentísimo Señor Comandante en Jefe del 2º Cuerpo de Ejército. D. Gabriel Gil Sánchez, junto a su esposa, marcharon hacia Villanueva de los Infantes en Ciudad Real. Mientras, mediante una Real Orden de 28 de marzo de 1894, publicada en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra núm. 67, le eran dadas las gracias por su valor, abnegación y disciplina, observadas durante las operaciones practicadas en Melilla.

Se reincorporó al servicio activo una vez finiquitado el permiso concedido el 13 de mayo de 1894, quedando en servicio de guarnición en Córdoba hasta principios del mes de octubre (día 5), saliendo a Carmona para tomar parte en unos ejercicios particulares, los cuales habían sido ordenados por la Autoridad Militar que meses atrás le había concedido su licencia por matrimonio. Aquellos ejercicios, tuvieron una duración corta, de 5 días ya que el 10 de octubre, volvía con su Batallón a Córdoba.



En Cuba
Transcurría en sus tres cuartas partes el año 1895, efectuando servicio de cuartel y de guarnición, hasta que al año y muy pocos días (21 de octubre) de haber regresado de aquellas maniobras militares en Carmona, recibió la orden de ir a Ávila a recoger a los reclutas que se incorporaban al Batallón de Cazadores de Cataluña núm. 1, regresando con ellos a Córdoba el día 31. Su Batallón y él integrado en el mismo, marchaba a la Isla de Cuba ya que en sorteo celebrado y mediante Real Orden de 18 de octubre de 1895, se le mandaba marchar.

Salieron para Cádiz por ferrocarril el día 21 de noviembre y a la mañana siguiente, embarcaba en el vapor “Buenos Aires”, arribando a dicha isla el 7 de diciembre, desembarcando en el puerto de “Cabasieu”. A la mañana siguiente, emprendían la marcha hacia “Placetas”, para prestar servicio en conducción de convoyes y trenes y, recomposición de líneas telegráficas.

1896 no sería precisamente un año tranquilo para el primer teniente de Infantería D. Gabriel Gil Sánchez. Nombres como “Guaracabuya”, “Baez”, “Fomento”, “Potrero Hernando”, “Barrabás”, “Pedro Barba”, “Paso del río Perindingo”, “Río Zaza”, todos ellos en la jurisdicción de Placetas, irán ligados a su historial militar ya que a unos, condujo convoyes y en otros, mientras los conducía, sostuvo fuego con el enemigo. Así estuvo D. Gabriel, bajo las órdenes de su capitán D. Alfredo López del Castillo, durante el primer semestre del año, es decir hasta el 8 de junio, fecha en la que se incorporó a las demás fuerzas de su Batallón en el poblado de “Camarones”.

El día 23 de ese mismo mes, se incorporó a la Representación de su Batallón en la Plaza de Cienfuegos, donde se haría cargo de la Sección de Convalecientes, destino en el que estaría hasta finales de octubre (día 27), fecha en la que se incorporó a la columna mandada por el Teniente Coronel Jefe de su Batallón, D. Enrique Vázquez Sánchez con la que operó en la jurisdicción de Cienfuegos, lugar en los que entró en acción en “Terrenos de Ingenio Progreso”, enfrentándose al cabecilla rebelde C. Álvarez, en “Loma Mala”, “¿Tiquima” y “Platano”, acompañando a estos, de otros posteriores como fueron “Ociye”, “Harrabamiya”, “Tamarindo”, “San Narciso”, “Junco de Hoyo Padilla” y “Río Sanjuán”.

Si 1896, fue un año de acciones, combates y escaramuzas con los insurgentes cubanos, 1897, no se quedó atrás. Durante los primeros seis meses, es un corolario de lugares donde d. Gabriel Gil Sánchez, mantuvo en la provincia de Santa Clara, bajo las órdenes del Teniente Coronel D. Enrique Vázquez Sánchez en unas ocasiones, otras bajo las del General de División D. Luís Prats, en otras, bajo el mando del General de Brigada D. Juan Manrique de Lara, combates. (Ver relación en Anexo 1). Durante una de esas acciones de armas, destruirá el campamento del rebelde Quintín Banderas.

El segundo semestre de 1897, será más tranquilo ya que tuvo D. Gabriel que presentarse en la Representación de su Cuerpo en la Plaza de Santa Clara, por haber sido elegido “Suplente Habilitado” para el ejercicio económico de 1897-98, según constaba en Acta aprobada por el Excelentísimo Señor General Subinspector del Arma, en fecha 21 de junio. A este destino, se incorporó en la citada plaza en fecha 21 de julio, y en el que estuvo hasta el 21 de octubre en que cesó.

Durante este período, le fue concedida su primera recompensa, la Cruz al Mérito Militar de 1ª clase con distintivo rojo, por los méritos contraídos y el comportamiento observado, en la acción de armas que había tenido lugar en “Canseiro” el 9 de mayo de 1897.

El 1º de noviembre, marchó a La Habana, al objeto de disfrutar de 2 meses de licencia por asuntos propios.(A). Embarcó ocho días más tarde en el vapor “Isla de Panay”, desembarcando en Cádiz el 26 de ese mismo mes, marchando acto seguido a su ciudad natal, Villanueva de los Infantes (Ciudad Real).
Durante su estancia en Villanueva de los Infantes, ascendió al empleo de Capitán de Infantería, ascenso que le fue concedido por Real Orden de 9 de noviembre (D.O. núm. 153), a propuesta efectuada con anterioridad en 9 de octubre de ese año. También, en su ciudad natal y de permiso, pasó destinado a las Comisiones Activas y Reemplazos del Distrito de Cuba, en el cual, causaría baja el 19 de febrero de 1898, por haber resultado “excedente”.

Durante el año 1898, el recién ascendido a capitán de Infantería D. Gabriel Gil Sánchez, continuó disfrutando de la licencia concedida, la cual fue ampliada el 27 de enero, con dos meses más. (A).Habiendo causado baja en el destino anteriormente citado, como ya se ha comentado, por haber resultado “excedente” , pasó a la Primera Región (Madrid) hasta que por una Real Orden, publicada en el Diario Oficial núm. 89, pasó destinado a la zona de Reclutamiento de Córdoba número 17, destino al que se incorporó el día 1 de mayo de 1898 y en el que permaneció hasta ser destinado de nuevo por otra R.O., de 5 de julio, al Batallón de Cazadores de Cuba núm. 17, al que se incorporó el 1º de agosto en la ciudad de Córdoba.

El 21 de septiembre, marchó a Linares, para hacerse cargo de la 1ª Compañía de dicho Batallón de Cazadores, la cual se hallaba destacada en dicha localidad andaluza. Cabe decir, que en todos los destinos en los que estuvo durante este ño, prestó servicios de guarnición.

En enero, también se la había concedido una nueva condecoración, la Cruz de 1ª clase del Mérito Militar con distintivo rojo, por el comportamiento observado y los méritos contraídos, durante la acción de armas, que había tenido lugar el día 9 de abril del año anterior (1897), en “Hoyo Padilla”.

Tras los años de acción, vinieron en la carrera del capitán de Infantería D. Gabriel Gil Sánchez, que habiendo sido nombrado Ayudante de su Batallón por el Teniente Coronel Jefe del mismo y, aprobado por el General Subinspector de la Región, un período más tranquilo entre 1899 y 1907, en los cuales, irá de un punto a otro del sur de la Península Ibérica, prestando servicios de guarnición y efectuando maniobras militares, hasta que en 1907, marchará a Melilla y en la cual permanecerá hasta el final de sus días. Durante este período, recibió tres nuevas condecoraciones, una de las cuales, le fue concedida en permuta de una Cruz de primera clase del Mérito Militar con distintivo rojo.

Inició el año 1899 con su destacamento en servicio de guarnición en la plaza de Linares hasta que en abril se incorporó con la fuerza bajo su mando, a la Plana Mayor de su Cuerpo en Córdoba, ciudad en la que será nombrado Ayudante de Batallón por su Teniente Coronel Jefe hasta el 2 de diciembre de ese año en que cesará en el mismo. Será de nuevo nombrado Ayudante pero esta vez, desempeñará el cargo hasta el 10 de septiembre de 1906, fecha en la que cesará definitivamente en el mismo, por haber sido trasladado al Regimiento de Infantería de Melilla núm. 59, de guarnición en la plaza del mismo nombre.

Durante este año de 1899, concretamente y por Real Orden de 7 de enero, su Batallón sufrirá una modificación en su nombre ya que de Cazadores de Cuba núm. 17, pasará a denominarse, Cazadores de Chiclana núm. 17 y posteriormente, mediante otra Real Orden ,esta vez 31 de mayo, se denominará 2º de Montaña.

De Córdoba, marchará en julio por ferrocarril a Algeciras a los efectos de constituir su guarnición, quedando en la misma hasta el 2 de diciembre día en que regresará de nuevo a Córdoba y de esta a Cádiz, para regresar de nuevo a Algeciras, para incorporase de nuevo a su Batallón y ser otra vez nombrado Ayudante y que en fecha 2 de diciembre, había cesado en la misma.

Con la llegada del año 1900 y el cambio de siglo, D. Gabriel Gil Sánchez, no experimenta grandes cambios ya que en enero, se había incorporado de nuevo a su Batallón, y nombrado Ayudante del mismo. Sí que recibió “Mención Honorífica” por los servicios prestados durante la Campaña de Cuba no recompensados hasta el 10 de noviembre de 1897, fecha en que había regresado a España.

Continuó ese año y el siguiente, hasta el 5 de diciembre de 1901, efectuando servicio de guarnición en Algeciras, fecha en que por ferrocarril, se trasladó a Ronda (Málaga) a los mismos efectos de constitución de guarnición tal y como ya había pasado el 27 de julio de 1899 en Algeciras. Durante este año de 1901, le fue concedida por el General Subinspector de Andalucía, la Cruz de Carlos III, libre de todo gasto e impuestos, en permuta de la Cruz de 1ª clase del Mérito Militar con distintivo rojo que le había sido concedida el 16 de octubre de 1897 como recompensa a los méritos contraídos y el comportamiento observados durante la acción de “Canseiro” en Cuba y en fecha 9 de mayo de 1897.

Entre 1902 y 1904, continuó de guarnición en Ronda (Málaga), efectuando servicios propios y participando en las maniobras militares que tuvieron lugar, desempeñando a la vez, el cargo de Ayudante de Batallón.

En mayo de 1903, le fue concedida la “Medalla de Alfonso XIII”, creada en junio de ese año mediante Real Decreto y con la cual, se conmemoraba el Acto de Jura de Fidelidad a la Bandera de S.M. el Rey D. Alfonso XIII.

En octubre de 1904, marchó de Ronda a Sevilla a los efectos de dar guarnición a dicha plaza, para regresar una vez finalizado el servicio el 29 de ese mes a Ronda. Este año, lo fue también de guarnición y maniobras hasta el 10 de septiembre de 1906, fecha en la que cesa como Ayudante de Batallón al pasar destinado al Regimiento de Infantería de Melilla núm. 59 de guarnición en dicha plaza y a la que se incorporó el día 1 de octubre del último año citado y al cual, recién llegado, en el mes de noviembre, asistirá a la maniobras efectuadas por este Regimiento las cuales, eran dirigidas, por el Excelentísimo General Gobernador de la Plaza, D. José Marina Vega y las cuales una vez finalizadas, el capitán Gil, pasó a desarrollar servicios de guarnición.


El 19 de enero de 1907, sin moverse de la plaza de Melilla, pasó destinado al Regimiento de Infantería de África núm. 68, incorporándose a la mañana siguiente. En febrero, era nombrado Ayudante de Campo del General de Brigada D. Julián Alguacil García, cargo en el que cesó en agosto de ese mismo año, por haber sido de nuevo destinado al Regimiento de Infantería de Melilla núm. 59.

En este Regimiento del cual, ya no se movió, entró de nuevo en servicio de campaña, alternándolo con el de guarnición en Melilla, por haberse desatado la lucha entre rifeños y las entonces tropas imperiales del sultán. El capitán Gil, estará de servicio de campaña, alerta de día y de noche, vigilando los límites de Melilla con el territorio rifeño, desempeñando servicio de vigilancia y de seguridad y, en el relacionado con la seguridad de Melilla.

1908, fue un año de guarnición en Melilla, hasta el 14 de octubre que marchó con su compañía a La Restinga, hasta el 21 de diciembre que formando parte de la columna del General D. José Marina Vega, sale a practicar reconocimientos por los alrededores en territorio del Rif, llegando al Llano de Arkeman y el Zoco-el-Arbá, vivaqueando en el poblado de Muley-Alí-Cherif, hasta las estribaciones de Kebdana, y al regreso, practicó reconocimiento en los Pozos de Zenis. Regresó posteriormente a Melilla incorporándose al Cuerpo.

1909 : Los hechos
Según se publicó en la prensa, concretamente en “La Correspondencia de España” del 30 de julio de 1909, que los mismos tuvieron lugar de la forma siguiente cuando el Regimiento de Infantería de Melilla, acudía en apoyo de la Brigada Disciplinaria de Melilla, la cual, empezaba a tener problemas de escasez de munición. Había que sustituirla para que pudiera municionar. De este apoyo, se encargó el Regimiento de Melilla, entre los que destacó entre otros el jovencísimo 2º teniente D. José Fernández de Guevara y Mackenna, el cual, al resultar de las compañías desplegadas la mayoría de la oficialidad muerta o herida, tomó el mando y se lanzó al ataque, resultando muerto en el mismo, siendo por esta acción, recompensada con la Cruz Laureada de San Fernando y, el ascenso con antigüedad de ese mismo día a 1r teniente. En ese preciso momento, fue cuando el también valeroso capitán de Infantería D. Gabriel Gil Sánchez, cayó gravemente herido, creyéndose que había fallecido en el combate. “La Correspondencia de España”, recogió y dio a conocer a la opinión pública de toda España, el hecho, con la siguiente noticia (textual): (10).

“…El día 23 a las cinco de la mañana las compañías mandadas por los capitanes Nieto y Serena, rompen fuego contra numerosos y nutridos grupos de moros, que ocupan unas lomas que nuestros bravos. El enemigo no cesa de hacer fuego. A las siete de la mañana, a consecuencia del fuego constante que se viene haciendo, escasean las municiones. Aizpuru manda al teniente Carranco que marche al Hipódromo, en donde se provee de ellas.

El enemigo se percata de la terrible situación de las compañías disciplinarias, abandona las trincheras y acomete con terrible coraje a los bravos soldados, que resisten con serenidad y heroísmo, sufriendo muchas bajas. Entonces es cuando el capitán Gil de Melilla, acude en auxilio de sus compañeros, avanzando con denuedo. Al llegar el teniente Carranco, nuestras fuerzas se ven obligadas a replegarse, constantemente batidas por el nutrido fuego de los kabileños. Aizpuru con energía suprema, reorganiza a los disciplinarios y manda cargar a la bayoneta, coronando las alturas.

En esta acción recibieron heridas gravísimas el capitán Gil, el teniente Alberto Molina y el médico Moreno, que se portó valerosamente. Igualmente el teniente Sánchez Prats, el sargento Blanquer y el cabo Martínez son bajas en las filas, víctimas de graves heridas de balas…”

De hecho, sobre el fallecimiento en combate del capitán D. Gabriel Gil Sánchez, “ABC” del 28 de julio de 1909, llegó a publicar (textual): (18).
“…El capitán D. Gabriel Gil Sánchez tuvo también gloriosa muerte. Lanzóse como un león sobre el enemigo y una bala le dio en el pecho. En el momento en que caía en tierra una granizada de proyectiles acribillaba su cuerpo. Pero las tropas avanzaban, el enemigo huía, y más de 50 moros cayeron a tierra, destrozados por la furia heroica de nuestros infantes…”

Del capitán Gil, se habló también de su comportamiento en el combate y del que se decía en el mismo períodico (textual). (10).
“…El bravo capitán Gil, herido gravemente tres veces durante el combate del día 23, sin que se preocupase para nada de su estado ante el peligro que corrían sus soldados, es un ejemplo más de heroísmo…”

De hecho, según el parte oficial de los combates del 23 de julio, (Sidi-Musa) en el momento de caer el capitán Gil herido gravemente, dándole incluso inicialmente por muerto, acababan de desplegar las compañías del Regimiento de Infantería de Melilla núm. 59, de las que Gil, se hallaba al mando de una, que siguiendo órdenes del General del Real, acudían en auxilio de la Brigada Disciplinaria de Melilla, la cual empezaba a tener serios problemas de carencia de munición. (11).

La Brigada Disciplinaria, había salido el 23 de julio de 1909 junto a una sección de la Batería de Montaña y a una parte del Escuadrón de Caballería de Melilla, habían salido del Campamento del Hipódromo a las 04:30 horas de la mañana, con destino a las alturas próximas del poblado de Mezquita y en las que fue recibida dicha fuerza con nutridísimo fuego rifeño. (11).

La Artillería entró en acción incluso en ocasiónes con fuego rápido y a una distancia inferior a los 800 metros, hasta agotar las municiones, cosa que la obligó a ponerse a cubierto, a la espera de ser de nuevo municionada. (11).

Detrás de la columna ya mencionada (Disciplinario, Artillería de Montaña y parte del Escuadrón de Caballería), salió el General 2º Jefe del Gobierno Militar de Melilla al frente de 2 compañías, una de cada regimiento de la fuerza que guarnecía la plaza, las cuales llegadas hasta el momento al Hipódromo y que habían sido designadas para participar en las operaciones, además de parte del ya referido Escuadrón de Caballería y de una sección de la Batería de Artillería del grupo Mixto de Melilla. (11).

Esta fuerza, fue ubicada delante de los Lavaderos de Mineral, procurando extenderla hacia la izquierda, hacia el Barranco del Lobo e intentar entablar contcato con la columna del coronel D. Venancio Álvarez Cabrera de Nevares de la cual, no se tenían noticias (dicha columna, había salido la noche del 22 de julio, a los efectos de sostener la posición de Sidi-Musa y a la cual, había llegado al amanecer tras una lenta marcha durante la cual había sido ligeramente hostigada por los rifeños sin contestar al fuego. Parte de la columna, entró en Sidi-Musa y el resto, quedó junto a la Artillería en la explanada exterior. Álvarez Cabrera, sobre las 06:00 horas de la mañana, con parte de la fuerza a sus órdenes, marchó sobre las laderas del Monte Gurugú, desde donde les hacían fuego, avanzando unos 500 metros, expulsando a los atacantes y consolidando la posición, dejando no obstante junto a otros oficiales como el capitán D. Fernando Fernández de Cuevas y Ramón del África 68, la vida en dicha acción), ignorando la fuerza del General del Real lo que había sucedido, suponía a la columna entre Sidi-Musa y el Barranco del Lobo. La Caballería, envió también patrullas a los efectos de localizar a la columna de Álvarez Cabrera, con resultados negativos. (11).

Mientras tanto, se abrió fuego sobre los rifeños por parte de la sección de la Batería de la Artillería Montada y posteriormente de toda la misma, la cual era protegida por una compañía del Regimiento de África núm. 68, llegando el aviso de que no sólo las baterías de Montaña enmudecían por falta de munición sino que como ya se ha referido, la Brigada Disciplinaria estaba a punto de agotar las suyas y que carecían de medios para reponerlas. En ese momento, el General del Real, disponía que la 2ª Compañía del 3r Batallón del Regimiento de Infantería de Melilla núm. 59, relevara a la Disciplinaria para municionar, arreciando y endureciéndose en ese momento el fuego enemigo. Es en ese instante del despliegue de las citadas compañías en que cae el bravo capitán de Infantería D. Gabriel Gil Sánchez. Desplegaba además de la 2ª Compañía del 3 Batallón de Melilla 59, la 1ª del mismo batallón, siguiendo las órdenes dadas por el teniente coronel jefe del Disciplinario al capitán Gil.(11). (14).

Sobre como cayó herido el capitán Gil, se llegó a escribir en “La Correspondencia de España” del 26 de julio de 1909, que había sido uno sólo el tirador y que fueron cuatro los disparos que le alcanzaron. Dicha nota decía (20):

“…En las posiciones de Mezquita la lucha es terrible. Un moro, situado detrás de un parapeto de piedras dispara cuatro veces contra el capitán Sr. Gil del Regimiento de Melilla, que le producen otras tantas heridas en el pecho, en la pierna izquierda y en un brazo…”

De la dureza del combate ya calificada de “terrible” en la noticia anterior, y en el momento de caer el capitán Gil, quedan los testimonios de algunos declarantes en el expediente de Juicio Contradictorio iniciado a los efectos de concedérle la Cruz de la Orden de San Fernando al entonces 2º teniente D. José Fernández de Guevara y Mackenna, del mismo regimiento de Infantería que el capitán D. Gabriel Gil. (12).

Así pues, el General D. Pedro Del Real y Sánchez Paulete, declaraba el 1 de enero de 1910:

“…Sé como testigo presencial que el citado segundo teniente que mandaba una de las secciones de la 2ª compañía del 3r batallón del Regimiento de Melilla, y con ella se mantuvo en el flanco izquierdo de la posición, batiéndose bizarramente y siendo la única fracción que se sostuvo en su puesto, cuando las fuerzas de la Brigada Disciplinaria tuvieron que retirase ante el vigoroso ataque del enemigo y que se desbordaba por todas partes…”, más adelante en su declaración, el General del Real, manifestaba refiriéndose a la compañía ya citada, “…que era la que mayor número de bajas, pues fueron 10 los muertos y 22 los heridos, entre aquellos el citado teniente y entre los heridos el capitán de la compañía (Gil Sánchez) fallecido después en el Hospital Militar…”. (12).

Otro de los declarantes, fue el primer teniente D. Narciso Villalón en Melilla el 10 de enero de 1910:
“…Como testigo presencial sabe que encontrándose el teniente Guevara en fuego con su sección desplegada en guerrilla en el sitio en que el ataque del enemigo fue más enérgico vió que animaba a sus soldados con su ejemplo y que en el momento en que el enemigo llegaba a asaltar por la posición por áquel sitio y en que el capitán (Gil) de la compañía era herido, él poniéndose al frente de los suyos para contener y dominar la momentánea vacilación de la tropa producida por el efecto que le causaba las numerosas bajas de su sección, cuyas clases fueron todas muertas o heridas al mismo tiempo que el capitán de la compañía (Gil) se sostuvo en su puesto hasta que fue herido al llegar al combate cuerpo a cuerpo…”. (13).

El sargento de Infantería D. Ramón García, manifestaba el 16 de enero de 1910 al describir la situación:
“…Como testigo presencial sabe que haría un cuarto de hora estaba en fuego con su sección cuando inopidamente se presentó un grupo de moros por el ala izquierda con tendencia a envolver la guerrilla y a distancia de 50 metros…” (15).

El cuerpo herido del capitán Gil. Fue al parecer rescatado por la compañía del Regimiento de Infantería de Melilla núm. 59, mandada por el capitán D. Ildefonso Infante, el cual, dejando mantas y morrales, cargó a la bayoneta contra el grupo de moros que se hallaba ya entretenido en saquear a los cadáveres y heridos, entre ellos el del capitán Gil. Fueron rescatados los cuerpos de heridos y muertos, siendo recuperadas cajas de municiones, destacándose en esta acción, el soldado D. Agustín Coronado Ortíz. (17).

Capitán Gil Sánchez ( y 2 )




D. Gabriel Gil Sánchez, capitán de Infantería del


Regimiento de Melilla núm. 59 ( y 2 )

Por: Hans Nicolás i Hungerbühler


Fallecimiento del capitán Gil

Inicialmente, al capitán Gil, se le dio por caído en el combate, cosa que se creyó hasta que un diario madrileño, “La Correspondencia de España”, dio la noticia que no era así y que estaba vivo. Dicha noticia, bajo el título “…El Capitán Gil vive…”, decía textualmente: (9).

“…Málaga (Lunes mañana). El capitán D. Gabriel Gil, a quien se creía muerto vive, por fortuna. Recibió cuatro balazos en el pecho, con orificio de entrada y de salida y dos en las piernas. Tiene además quemada la cara a consecuencia de un fogonazo. No obstante la gravedad de sus heridas, los médicos dicen que vivirá. Su esposa creyéndolo muerto trasladóse a Melilla a bordo del “Menorquin”, encontrándose con la agradable sorpresa de que era falsa la noticia de su muerte. Entre el capitán herido y su esposa, desarrollose una conmovedora escena, en la que ambos dieron rienda suelta a sus sentimientos de esperanza y alegría…”

Las noticias que daba la prensa sobre su estado eran esperanzadoras, algunos ejemplos de ello fueron:

29 de julio de 1909. (22)

Rodríguez de Celis, se limitaba a informar que el estado del capitán Gil, era grave.

26 de agosto de 1909. (20)

“…Visitando a los heridos. Hoy he visitado a los heridos que se encuentran en Hospital Militar, Casino y Teatro. Solo seis revisten alguna gravedad; los otros mejoran notablemente. Aun encuentrase en la sala de oficiales el capitán Gil, herido gravemente en el combate del día 23. Su estado es bueno, pues las heridas casi las tiene ya cicatrizadas; pero una pequeña complicación del estómago, según me dijo le tenía muy molesto, creyendo el médico que se trate de una infección…”

04 de septiembre de 1909. (21)

“…Un héroe. En el Hospital de Melilla continúa curándose el bravo capitán D. Gabriel Gil Sánchez, que en el combate del día 27 de julio (se cometió un error al escribir 27 en vez de 23), recibió cinco balazos, tres de ellos en el pecho, uno en un hombro y otro en una mano. El valiente capitán padece además, como si los cinco balazos fuera poco, fiebre tifoidea…”

Incluso, cuando falleció el 12 de septiembre, “El Imparcial” decía bajo el título “…Muerte de un héroe…”

“…En el Hospital Militar de la plaza falleció esta mañana el capitán del Regimiento de Melilla D. Gabriel Gil y Sánchez, herido en el combate del día 23 cuando luchaba heroicamente contra la horda enemiga. En los días que siguieron a aquella fecha desgraciada hubo esperanza de que sanara el bravo militar, más desgraciadamente, cuando ya había llegado a abandonar el lecho y se juzgaba próxima su total curación sufrió algunos derrames internos. Esta mañana expiró rodeado de su esposa, sus hijos y sus hermanos, que residen aquí…” (23).

El fallecimiento del capitán de Infantería D. Gabriel Gil Sánchez, tras una larga lucha por restablecerse de las heridas recibidas en el combate del 23 de julio ocurrió a las 7 de la mañana del domingo 12 de septiembre de 1909. La noticia era dada a conocer por el rotativo madrileño “La Correspondencia de España” de esa fecha, en los siguientes términos bajo el título “…Muerte del capitán Gil…” (textual) (8).

“…A las siete de la mañana de hoy ha fallecido en el Hospital el capitán del regimiento de Melilla D. Gabriel Gil Sánchez. Iba a ser operado hace tres días; pero se hubo de desistir en vista de la gravedad de su estado. El capitán Gil fue uno de los que resultaron heridos en el sangriento combate del 23 de julio.
A las cinco de la tarde de hoy se celebrará el solemne acto de dar sepultura al cadáver. Comisiones de todos los Cuerpos asistirán al entierro. El duelo será presidido por el general. Dos compañías tributarán al cadáver los honores correspondientes. Como hasta hace ocho días se creyó al capitán Gil fuera de peligro, su muerte ha producido tristísima impresión, aumentada por el alto concepto de que gozaba el finado, por sus excelentísimas condiciones personales…”

El entierro (8)
“…A la hora que ya anuncié se ha efectuado el entierro del cadáver del capitán del Regimiento de Melilla D. Gabriel Gil. Iba presidido el duelo por el hermano del difunto, el coronel Benedicto y los ayudantes de los generales Arizón y del Real. Han formado también parte de la fúnebre comitiva representaciones numerosas, Comisiones de todos los cuerpos y lucida representación del elemento civil. La compañía de Melilla que mandaba el capitán Gil en el momento del combate que le ha costado la vida ha rendido honores al cadáver. Jefes y oficiales de todas las armas llevaban las cintas del féretro. Al entierro, que, como se esperaba ha sido muy solemne, han acudido muchos paisanos…”.

La Vanguardia de Barcelona de 14 de septiembre de 1909 publicó, “…El fallecimiento del heroico militar don Gabriel Gil Sánchez, en Melilla, ha causado aquí penosa impresión. Su hermano, que es secretario de este gobierno civil, ha recibido innumerables pésames. -Cano…” (24).

Sus restos, reposan en el Panteón de los Héroes, fila 3, núm. 15. (6)

Atrás quedaban 23 años, 10 meses y 9 días de una vida consagrada al Ejército y a España, su paso por tres conflictos bélicos, “Margallo”, Cuba y la Campaña del “9” en Melilla, otro como tantos muchos, que consagraron su vida a la milicia, “una religión en la vida de los hombres honrados”.

Condecoraciones. (3)
Cruz de 1ª clase del Mérito Militar con distintivo rojo, otorgada por los méritos y comportamiento observados durante el combate en Carrizo (Isla de Cuba), el 9 de mayo de 1897. Otorgada por R.O. de 16 de octubre D.O. núm. 234.

Cruz de 1ª clase del Mérito Militar con distintivo rojo, otorgada por los méritos y comportamiento observados durante el combate en la acción de “Hoyo Padilla” en Cuba. Otorgada por R.O. de 12 de enero de 1898, D.O. núm. 9.

Mención Honorífica por todos los servicios de campaña no recompensados hasta el 10 de noviembre de 1897. Otorgada por R.O. de 29 de septiembre de 1900, D.O. núm 216.

Cruz de Carlos III, en permuta por la Cruz al Mérito Militar de 1ª clase de 1897, la cual era libre de todo gasto e impuesto. Otorgada por R.O. de 07 de agosto de 1901. (B).

Medalla de Alfonso XIII, otorgada por R.O. de 01 de mayo de 1903, D.O. núm. 70.

Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, otorgada por R.O. de 25 de agosto de 1909, D.O. núm. 191.

Otra recompensa que recibió, fue el ascenso a comandante de Infantería con antigüedad de 23 de julio de 1909. Dicho nombramiento, decía (textual):

“…Excmo Sr: El rey (q.D.g.) por resolución de esta fecha ha tenido a bien conceder el empleo de Comandante de Infantería con la antigüedad de 23 de julio último al capitán del Rgto. Infantería de Melilla nº 59 D. Gabriel Gil Sánchez, como recompensa a los extraordinarios servicios y méritos contraídos en los combates que tuvieron lugar en las inmediaciones de Melilla, siendo gravemente herido el expresado día y falleciendo el día 11 del actual a consecuencia de las heridas recibidas …” (5). Este ascenso fue publicado entre otros, en el diario madrileño “ABC” de fecha 23 de septiembre de 1909 con las siguientes palabras: (7).

“…Concediendo el empleo superior inmediato al capitán de Infantería D. Gabriel Gil Sánchez, muerto a consecuencia de las heridas recibidas en el combate contra los rifeños el 23 de julio…”

Su esposa, recibió de la Sociedad de Socorros Mutuos de Infantería, una cuota de auxilio de 1.000 pesetas según apareció publicado en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra. núm. 278, de fecha 10 de diciembre de 1909, previamente, había recibido igual cantidad en concepto de anticipo, según publicó el Diario Oficial núm. 253, de fecha 10 de noviembre de 1909 del mismo Ministerio. (6).

Notas de concepto a lo largo de una vida militar

Las notas de concepto con que se calificó al ya comandante de Infantería D. Gabriel Gil Sánchez, las cuales estaban firmadas por el coronel D. Miguel Primo de Rivera, el 23 de octubre de 1909 fueron: (16).

Valor : Acreditado.
Aplicación: Mucha.
Capacidad : Mucha.
Conducta : Buena.
Puntualidad en el servicio : Buena.
Salud : Buena.
Estado : Casado.
Estatura : 1 metro y 670 milímetros.

Instrucción.

En ordenanza : Mucho.
En táctica : Mucho.
En procedimientos militares : Bueno.
En detall y contabilidad : Bueno.
En teoría y práctica del tiro : Mucho.
En arte militar : Mucho.
Traduce : El francés.

Resumen de los empleos que obtuvo el comandante D. Gabriel Gil Sánchez:

24 de septiembre de 1885, Alumno.
13 de julio de 1889, Alférez personal.
21 de marzo de 1890, Alférez de Infantería por promoción.
1 de julio de 1892, Primer teniente de Infantería por antigüedad.
9 de octubre de 1897, Capitán de Infantería por antigüedad.
23 de julio de 1909, Comandante de Infantería por méritos de guerra.

Notas:
(A). Sobre la licencia concedida inicialmente de 2 meses, ampliada por dos más, la cual había sido solicitada en Santa Clara (Cuba) el 19 de septiembre de 1897, lo fue por problemas familiares relacionados con el fallecimiento de su suegro y las disposiciones testamentarias dimanadas a raíz del óbito. Además, habían enfermado gravemente su madre y su esposa doña Josefina Reyes Cañamaque y Elías, señora de Gil, motivo por el cual, su presencia era reclamada en Córdoba e Infantes (Ciudad Real). (4).

(B). Esta condecoración, procedía de canje por una del Mérito Militar de 1ª clase con distintivo rojo, solicitado el cambio por el capitán Gil. Sobre esta permuta, primero solicitando el cambio al Rey y después a la Reina, la primera firmada en Infantes (Ciudad Real), el 2 de abril de 1898 y en la cual se pedía el cambio, haciendo constar que se hallaba en situación de reemplazo por haber regresado de Cuba y, la segunda en Algeciras el 4 de junio de 1901, en la que solicitaba a cambio, la Cruz de Carlos III y en la cual, hacía constar que se hallaba destinado en el 2º de Montaña.


Para el canje de la Cruz de 1ª clase del Mérito Militar con distintivo rojo, por la Cruz de Carlos III, la primera que había sido concedida por Real Orden de 16 de octubre de 1897 y publicado en el Diario Oficial núm. 234, siendo este cambio autorizado por otra Real Orden de día 7 de agosto de 1901, y haciéndose efectivo, el día 23 del mentado mes, elevó D. Gabriel Gil Sáncez una instancia firmada en Infantes el dia 2 de abril del 98 alegando para que el mismo fuese concedido que, siendo primer teniente y destinado en Cuba, había sido propuesto para recompensa en 2 ocasiones distintas, una por el encuentro ocurrido con el enemigo en “Hoyo Padilla” el 9 de abril de 1897 y la otra, en la habida en “Canseiro” (Veguita) el 9 de mayo del mismo año.

En ambas ocasiones y publicado en el Boletín Oficial de la Capitanía General de Cuba, fue premiado por el comportamiento observado y méritos contraídos en los combates, con Cruces de 1ª clase del Mérito Militar con distintivo rojo, sencillas y sin pensión, justificaba el canje que habiendo sido resuelta la concesión de la segunda con posterioridad a la primera y, según se disponía en el Reglamento de Condecoraciones vigente en la época, la segunda debía de ser pensionada, cosa que no había sido así y que las condecoraciones debían de ser entregadas a los interesados en escala gradual ascendiente y que la Cruz de 1ª clase del Mérito Militar con distintivo rojo sencilla, ya se hallaba en sus haberes. (4)- Posteriormente y en Algeciras, manifestaría mediante escrito a S.M. La Reina, su deseo de que el canje fuese por la Cruz de Carlos III, gracia que el 23 de agosto de 1901 alcanzó.

Anexo 1 que se cita, referente a acciones y combates en Cuba en 1897. (3)
Mes de enero
Día 8, en el encuentro de “Teresa”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 15 en el encuentro de “Breñas”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.

Mes de febrero
Día ,2 en el encuentro de “Vizcaíno”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 10, en el encuentro de “Lomas de la Paloma”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 12, en el encuentro de “Lomas de la ¿Seguama”?. Bajo las órdenes de su teniente coronel, vencen a los insurrectos cubanos en el campamento que tenían en la sierra.
Día 14, en el encuentro de “El Morro”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 15, en el encuentro del “Sitio Infierno”. Bajo las órdenes de su teniente de coronel.
Día 19, en el encuentro de “Tamarindo”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 22, en el encuentro de “Guanayará”. Bajo las órdenes del General de División D. Luís Prats.
Día 24, en el encuentro otra vez de “Guanayará”. Bajo las órdenes del General de División D. Luís Prats.

Mes de marzo
Día 6, en el encuentro de “Hoyo Manicaragua”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 14, en el encuentro de “Potrerillo”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 29, en el combate de “Gracejal”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.

Mes de abril
Día 2 de abril, en el encuentro de “Montañas del Nicho”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 3 de abril, en el encuentro de “Guanayará”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 7 de abril, en el encuentro de “Tamarindo”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 9 de abril, en el encuentro de “Hoyo Padilla”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Días 10 y 11 de abril, en el encuentro de “Sitio Infierno”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
15 de abril, en las tomas de “Buenos Aires” y “Mayaré”, donde se tomaron “Talleres de Armas”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 21 de abril, en el encuentro de “Figueras”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 23 de abri, en el encuentro de “Baja”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 24 de abril, en los combates de “Quemadas Grandes”, “Loma del Rasgo”, “Mabuquinas delmedio”, y “Bocas de ¿Jualla?”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.

Mes de mayo
Día 6, en el encuentro de “Loma de Almagra”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 7, en el encuentro de “Loma Fabrucal”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 8, en el encuentro de “Potrero Canseiro” y de “Veguitas”, en el que se destruyó el campamento del cabecilla rebelde, Quintín Banderas, causándole numerosas bajas. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 21, en el encuentro de “Veredas de las Trampas” en el que se tomó otro campamento enemigo, causándole muchas bajas. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 22, en el encuentro en “Lomas Veguitas”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 24, en el encuentro de “Loma de los Santos”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 25, en el encuentro en “Minas Ricas”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 27, en el encuentro de “Mabujina Fantadas”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Día 29, en el encuentro de “Picos Blancos”, en el que se destruyeron los talleres de talabartería y de zapatería enemigas.

Mes de junio
Día 14, en los encuentros de “Loma Guinea”, “Mabujina de en medio” y “Loma Yabunas”. Bajo las órdenes del General de Brigada D. Juan Manrique de Lara.
Día 17, en los encuentros de “Piedra Gorda y Seboruco.
Día 25, en el encuentro de “Mabujina Fontada”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.

Mes de julio
Dia 18, en el encuentro en “Resbalosa”. Bajo las órdenes de su teniente coronel.
Su teniente coronel, era D. Enrique Vázquez Sánchez.



Fuentes:
Fotografías facilitadas por la familia del capitán Gil y Juan Díez Sánchez, de la Asociación de Estudios Melillenses.
(0). Web oficial de Villanueva de los Infantes en Ciudad Real.
(1). “El Telegrama del Rif” pág. 1, Melilla, sábado 24 de julio de 1909.
(3). “Hoja de servicio del comandante de Infantería del Regimiento de Melilla núm. 59, D. Gabriel Gil Sánchez, (AGMS).
(4). Instancias adjuntas a la Hoja de Servicios del comandante de Infantería del Regimiento de Melilla núm. 59, D. Gabriel Gil Sánchez, (AGMS).
(5). Circular adjunta a la Hoja de Servicios del comandante de Infantería del Regimiento de Melilla núm. 59, D. Gabriel Gil Sánchez, proveniente del 5º Negociado de la Subsecretaria del Ministerio de la Guerra, sellada el 23 de septiembre de 1909 e insertada en el Diario Oficial de dicho Ministerio.
(6). “Nombres para la Historia Militar de España” pág. 141, “Campaña de Melilla 1909 – 2009), de Isabel María Migallón y Eduardo Sar Quintas, ambos de la Asociación de Estudios Melillenses, primera edición 2009, Depósito Legal ML-41/2009, editado por la Comandancia General de Melilla.
(7). “ABC” 1ª edición, pág. 10, Madrid, jueves 23 de septiembre de 1909.
(8). “La Correspondencia de España”, núm. 18.841, pág. 1, Madrid, domingo 12 de septiembre de 1909.
(9). “La Correspondencia de España”,Edición de la mañana, núm.18.808, pág.1, Madrid, martes 10 de agosto de 1909.
(10). “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, núm.18.797, pág. 1, Madrid viernes 30 de julio de 1909.
(11). Parte oficial del combate del 23 de julio de 1909, extraído de la Hoja de Servicios del 1r teniente D. José Fernández de Guevara y Mackenna, del Regimiento de Infantería de Melilla núm. 59, adjunto a la misma a los efectos de conceder al citado oficial, la Cruz de la Orden de San Fernando. (AGMS).
(12). Declaración del General D. Pedro Del Real Sánchez Paulete, en las diligencias practicadas para la concesión de la Cruz de la Orden de San Fernando al 1r teniente D. José Fernández de Guevara y Mackenna, el 1 de enero de 1910. (AGMS).
(13). Declaración del 1r teniente D. Narciso Villalón del Regimiento de Infantería de Melilla núm. 59, en las diligencias practicadas para la concesión de la Cruz de la Orden de San Fernando al 1r teniente D. José Fernández de Guevara y Mackenna, el 10 de enero de 1910.
(14). Declaración del cabo de Infantería D. Manuel Huertas García del Regimiento de Infantería de Melilla núm. 59, en las diligencias practicadas para la concesión de la Cruz de la Orden de San Fernando al 1r teniente D. José Fernández de Guevara y Mackenna, el 18 de enero de 1910.
(15). Declaración del sargento de Infantería D. Ramón García del Regimiento de Infantería de Melilla núm. 59, en las diligencias practicadas para la concesión de la Cruz de la Orden de San Fernando al 1r teniente D. José Fernández de Guevara, el 16 de enero de 1910.
(16). “Notas de concepto del jefe del Cuerpo”, (5ª Subdivisión), Hoja de Servicio del comandante de Infantería D. Gabriel Gil Sánchez.
(17). Notas facilitadas por Juan Díez Sánchez, de la Asociación de Estudios Melillenses.
(18). “ABC” Madrid, 28 de julio de 1909.
(19). “La Correspondencia de España”, núm.18.824, pág.2, Madrid jueves 26 de agosto de 1909.
(20). “La Correspondencia de España”, núm.18.793, pág. 2, Madrid lunes 26 de julio de 1909.
(21). “La Época”, Últimos telegramas y noticias de la tarde, núm.21.143, pág. 2, Madrid, sábado 4 de septiembre de 1909.
(22). “La Correspondencia de España”, núm.18.796, pág. 1, Madrid jueves 29 de julio de 1909.
(23). “El Imparcial”, Diario Liberal, núm. 15.269, pág.1, Madrid domingo 12 de septiembre de 1909.
(24). “La Vanguardia”, Barcelona martes 14 de septiembre de 1909.
(25). Viquipedia, enciclopedia libre en Internet.

Fotos:
1.- Capitán Gil
2.- El capitán Gil en el centro y a su izquierda el laureado teniente D. José Fernández de Guevara Mackenna.
3.- Nicho donde reposan los restos del capitán Gi. Panteón de Héroes del Cementerio de Melilla
4.- Lápida en recuerdo del Capitán Gil y otros caídos el 23 de julio de 1909.