EN LOS CAMPOS DE MELILLA
(Los últimos momentos del capitán Melgar)
Las líneas que a continuación vas a leer son una recreación literaria puesta en boca de un personaje real: Manuel Guinzo, cornetín de órdenes de la Segunda Compañía del Batallón de Cazadores de Arapiles nº 9 y muy cercano al capitán Melgar, en aquella jornada aciaga para las armas españolas del 27 de julio de 1909 en el Barranco del Lobo. El desastre del Barranco del Lobo, muy cercano en el tiempo al desastre cubano, hizo florecer una literatura popular que alcanzaban hasta lo musical y denuncias periodísticas llena de temores.
Ángel Ballesteros Villalobos, con alguna pequeña inserción a cargo de José Antonio Fraguas Díaz ha realizado esta composición en recuerdo del centenario de la muerte del capitán Melgar, un hombre recio y curtido como El Romeral, templado como el acero toledano y caballero como español.
Era una mañana apacible la de aquel 27 de julio de 1909. Junto a nuestro campamento había formado la columna que se dirigiría a llevar suministros a la caseta nº 2 y reparar la vía del ferrocarril. Ya partían, cuando vimos los primeros rayos de sol.
(Los últimos momentos del capitán Melgar)
Las líneas que a continuación vas a leer son una recreación literaria puesta en boca de un personaje real: Manuel Guinzo, cornetín de órdenes de la Segunda Compañía del Batallón de Cazadores de Arapiles nº 9 y muy cercano al capitán Melgar, en aquella jornada aciaga para las armas españolas del 27 de julio de 1909 en el Barranco del Lobo. El desastre del Barranco del Lobo, muy cercano en el tiempo al desastre cubano, hizo florecer una literatura popular que alcanzaban hasta lo musical y denuncias periodísticas llena de temores.
Ángel Ballesteros Villalobos, con alguna pequeña inserción a cargo de José Antonio Fraguas Díaz ha realizado esta composición en recuerdo del centenario de la muerte del capitán Melgar, un hombre recio y curtido como El Romeral, templado como el acero toledano y caballero como español.
Era una mañana apacible la de aquel 27 de julio de 1909. Junto a nuestro campamento había formado la columna que se dirigiría a llevar suministros a la caseta nº 2 y reparar la vía del ferrocarril. Ya partían, cuando vimos los primeros rayos de sol.
Mi nombre es Manuel Guinzo y en la fecha del 27 de julio de 1909 yo era cornetín de órdenes de la Segunda Compañía del Batallón de Cazadores de Arapiles n° 9. Han pasado ya algunos años desde aquel día, trágico y heroico, en el que 152 españoles dieron su vida por defender los intereses de nuestra Nación. A todos ellos y en especial al capitán de la Segunda Compañía de Arapiles, D. Ángel Melgar Mata, quiero dedicar un homenaje para que nunca se borre de nuestra memoria su recuerdo.
El capitán Melgar nació en un pueblo de la provincia de Toledo llamado El Romeral, su padre era el secretario del ayuntamiento de su pueblo, aunque otras fuentes me dijeron que era el médico de la localidad. Fuera una u otra cosa lo cierto es que su familia quería que Don Ángel estudiase medicina, pero él llevaba la milicia dentro de su espíritu y cuando se enteró de que abrían la Academia General Militar en Toledo, sita en el glorioso Alcázar, allí se fue, ingresando en ella el 27 de agosto de1893. Sí, un día 27; el número 27, cual enigma cabalístico, acompañó la vida de nuestro Capitán. En 1895 fue a Cuba, luchando con valentía y decisión hasta que tuvo que volver en 1898, cansado y… derrotado. En la península pasó por varios destinos hasta que en 1905 llego a nuestro Batallón, el Batallón de Cazadores de Arapiles. El jefe de entonces don Luis Friedrich, que más tarde pasaría a la Academia General Militar de Toledo, le encargó el mando de la Segunda Compañía.
Aún recuerdo como si fuera ayer, cuando vino a España nuestra reina para desposar con nuestro rey Alfonso XIII, la entonces princesa británica Victoria Eugenia. El Regimiento de Arapiles fue a recibirla y luego, en el palacio de El Pardo, hicimos la guardia hasta el día de su regio enlace. Uno de esos días el 27 ¡otra vez el 27! de mayo de 1906, el Rey eligió nuestra Compañía, la del capitán Melgar, para ponerse al frente de ella y desfilar bajo el balcón de su novia. Por la noche, el Rey felicitó al capitán Melgar y estuvo largo rato hablando con él. ¡Quién sabe que confidencias, requerimientos o indicaciones haría el Monarca a nuestro curtido capitán!
Nuestra compañía era la mejor de Arapiles, el capitán Melgar tenía grandes dotes de oficial, así lo reconocieron sus superiores, incluido nuestro Rey, que lo nombró su ayudante honorífico el 26 de octubre de 1907.
Aunque su progresión en la carrera militar, al lado del soberano, era notable y continua, nuestro capitán era consciente de la situación real de España. Tenía la convicción que la Guerra de África se podía convertir en un problema enquistado que podía corroer los cimientos de la sociedad española, desmoronados tras el llamado Desastre de Cuba. Sólo han pasado 11 años y España no puede abocarse a otro precipicio.
Cuando los rifeños atacaron a los trabajadores del ferrocarril minero del Rif el 7 de julio de 1909, se movilizó a toda la brigada de Madrid en la que estaba encuadrado nuestro Batallón y así el 22 de julio, a las 5 de la mañana salió el tren con los 850 soldados de nuestra unidad de la estación de Atocha, camino de Málaga para embarcamos rumbo a Melilla. El convoy se detuvo durante un cuarto de hora en la estación de El Romeral y de él se apeó el capitán Melgar para despedirse de su familia y su prima y a la vez novia, Isabel Luisa Melgar Villarejo. Llegamos a Málaga a las 7,30 del día 23. Una vez en Melilla no unimos al resto de la Brigada.
Así llegó el 27 de julio de 1909.Toda la Brigada se puso en marcha para colocarse en las posiciones que nos habían asignado el día anterior. Nunca olvidaré la cara del capitán González Villamil cuando nos vio salir del campamento. Lamentaba profundamente tener que quedarse. A nosotros nos tocó situamos en reserva en el flanco izquierdo junto al lavadero de mineral. Era mediodía cuando toda la Brigada estaba situada y lista para atacar. Los rifeños nos disparaban desde el monte Gurugú (auténtico vigía sobre Melilla) de manera permanente. Recuerdo vivamente como arreciaba el fuego enemigo cuando las dos columnas en que se dividió la Brigada, avanzaban hacia El Gurugú, después desplegarse en guerrillas, conforme ascendían la ladera,. Fue en ese momento cuando una bala rifeña alcanzo a nuestro jefe, el teniente coronel Ortega. Puesto que el Comandante estaba de servicio en otro lugar, se reunieron los capitanes y, decidieron que tomara el mando el capitán Melgar ya que era el más antiguo y además era ayudante de Ortega. Al recibir la orden de avance, dispuso al batallón en columna de a cuatro y avanzamos un trecho a paso ligero. Después desplegó el batallón en guerrillas y comenzamos a subir por las alturas que rodean al Barranco del Lobo. Frente a nosotros estaban los batallones de Las Navas y de Llerena muy castigados por los rifeños. El capitán Melgar, al frente de nuestra tropa, nos alentaba continuamente. De pronto vi que caía al suelo. De su pierna manaba abundante sangre. Le sugerimos retirarle para hacerle una cura, pero él insistió en seguir adelante. Animaba a la tropa sin cesar hasta que una bala y otra más le alcanzaron mortalmente. Calló al suelo y antes de morir me dijo: "dame un abrazo y quítame estos cordones y este lazo que me dio el Rey y son mi mayor honra…", y algo más que no pude entenderle porque la muerte le estaba ya cercana. Lamento desde lo más hondo de mi corazón no haber cumplido el deseo del capitán Melgar pues en es instante me hirieron a mi.
Todos los que le han conocido especialmente los que hemos estado a sus ordenes, le recordaremos siempre como ejemplo de hombre honesto, valiente y amante de España hasta el punto de entregar su vida por Ella.
Melgar no abandonó África, no abandonó a los suyos, no abandonó su compromiso con España. Su cuerpo, rescatado a los dos meses de su muerte, fue depositado en el Panteón de Héroes de Melilla. Nuestro rey Don Alfonso XIII, honró con su presencia los restos de nuestro bravo capitán en 1912.
Después de su muerte su madre regaló a nuestro Rey dos retratos de nuestro capitán El Rey dijo que uno lo pondría en su mesa de despacho y otro para la sala de ayudantes de Su Majestad. Pero el monarca quiso colaborar en el legado para la Historia que hicieron los compañeros de promoción de Melgar. Como bien reza la placa al pie de su estatua situada en la plaza de Oriente de Madrid, frente al Palacio Real “Su Majestad el Rey Don Alfonso XIII honró su memoria cediendo sitio y mármoles para este monumento. Recuerdo de sus compañeros de promoción en homenaje al valor que acreditó y estímulo para su ejemplo”
También su pueblo de El Romeral fue pionero en perpetuar su recuerdo. El día de Todos los Santos de 1909, en la fachada de la casa que le vio nacer el 11 de febrero de 1876, con nutrida presencia de compañeros de armas y de todos sus paisanos se descubrió una placa para perpetuar su recuerdo entre sus vecinos.
Loor a los héroes.
Ángel Ballesteros Villalobos
Artículo publicado en la revista "Romeral Vivo" , agosto de 2009.
FOTOGRAFÍAS:El Romeral, 26 de julio de 2009. Autoridades y un piquete de honores del Batallón de Cazadores Arapiles número 9, rindieron recuerdo al capitán Melgar junto a su casa.