ÉRASE UNA VEZ MELILLA

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GRUPO DE ESCUELAS MIXTAS

EN EL BARRANCO DEL LOBO

lunes, 9 de marzo de 2009

9.07.1909 : El general Marina en Sidi Ahmed el Hach








El general Marina en Sidi Ahmed el Hach


El 9 de julio de 1909, al conocer el general Marina, jefe de la Plaza de Melilla, de la agresión a los obreros españoles que trabajaban en la construcción de un puente para el paso de la vía del ferrocarril de la Compañía del Norte Africano, empresa conocida popularmente en la ciudad como la francesa. Dispuso la salida de un fuerte contingente de soldados que además de perseguir a los indígenas agresores, ocupó diversas posiciones: Segunda Caseta, Sidi Musa, Atalayón y Sidi Ahmed el Hach.

Esta última posición, Sidi Ahmed el Hach se terminó de tomar el mismo día 9 de julio, a las 13 horas. Y nueve días más tarde fue la primera en sufrir un grave ataque. Un combate en el que perecieron tres figuras de las armas españolas: Royo, Guiloche y Ceballos.


18.07.1909: Muerte del tte. coronel D. Federico J. Ceballos








Sidi-Ahmet-el-Hach, muerte en combate del teniente coronel de Infantería, D. Federico Julio Ceballos.

El teniente coronel de infantería D. Federico Julio Ceballos.

De fisonomía apacible y sonriente, nació el 27 de septiembre de 1851 e ingresó
con 19-20 años en el Ejército en 1871. Ocupaba el número 362 de su clase en el
momento de su muerte. Desde la propuesta del mes de abril de 1909, mandaba el
Regimiento de Infantería de Melilla y anteriormente, había sido Juez Instructor
de Melilla. En el momento de su finamiento, su hijo mayor servía como cabo de
Infantería en el Regimiento de dicha Arma de Melilla.

Tras recibir la herida que le causó la muerte, aún tardó algunas horas en
traspasar. Su muerte fue descrita en el periódico madrileño “El Imparcial” de
fecha 20 de julio de 1909, de la forma que se cita a continuación:

“…Aunque tardó algunas horas en morir desde que fue herido, el dolor no había
dejado huella en el rostro. Naturaleza de mártir y de héroe la del teniente
coronel Ceballos había cumplido bien siempre sus deberes. Uno de ellos era morir
por la Patria, y moría sonriendo…”

Como nota curiosa, el Sr. Canalejas, recibió un saludo del teniente coronel
Ceballos, una vez este último hubo entregado su vida por España, dicho deseo de
saludo, quedó recogido así en prensa por el corresponsal que se entrevistaba con
Ceballos una hora antes de su muerte:

“…Una hora antes de morir, el teniente coronel Sr. Ceballos vióme en el
campamento y suponiéndome un periodista madrileño me preguntó: -¿Conoce usted a
D. José Canalejas?- Le contesté afirmativamente y entonces me encargó que le
escribiera expresándole su cariñoso recuerdo…”

Su cadáver, fue llevado al Hipódromo junto al del capitán Guiloche y allí se
les rindieron los Honores de Ordenanza en ceremonia breve pero inolvidable.

Los combates.

Los asaltos a las posiciones españolas en Melilla, fueron conocidas por los
periódicos catalanes a través de telegramas enviados como el siguiente, publicado
en el rotativo barcelonés “La Vanguardia” de fecha 20 de julio de 1909, en él,
ya se daba la noticia de la muerte en combate del teniente coronel de Infantería,
D. Federico Julio Ceballos y lo hacía así:

“…Telegramas oficiales. Madrid 19, 23:40. En el Ministerio de la Guerra se han
facilitado los siguientes telegramas:
.-Gobernador de Melilla a Ministro de la Guerra. 18, 10:20 de la noche. Esta
tarde rompió el fuego el enemigo sobre nuestras posiciones ocupadas
valerosamente. La guarnición de la plaza salió a reforzar a las tropas del
general Marina y posiciones inmediatas.

El comandante militar de Alhucemas me comunica que varios moros agitadores de
aquellas cábilas han conseguido que vengan unos 5.000 hombres a engrosar el
harka, ofreciendo más si preciso fuera. En las plazas menores y campamento de La
Restinga sin novedad.

Telegrama del segundo jefe (general Del Real). El 19 a las cinco de la mañana.
Sigue el fuego iniciado ayer. En este momento las bajas que conozco son el
teniente coronel señor Ceballos de infantería, comandante de artillería señor
Royo, capitán de igual arma señor Guiloche y varios oficiales y tropa heridos.

Se han reforzado las posiciones durante el combate con batería y media, seis
piezas de montaña y dos de campaña y además el Regimiento de Sevilla.
Al amanecer marcharon nuevos refuerzos convoyando víveres y municiones.

Telegrama del general segundo jefe de Melilla, puesto el 19 a la una de la
tarde. Esta madrugada marchó el general Imaz, jefe de la brigada expedicionaria a
las posiciones ocupadas por el general Marina para conferenciar. El batallón de
Alba de Tormes irá con el convoy de raciones y municiones apoyado por fuerza de
la Plaza que pasa todas las noches en sus posiciones en previsión de lo que pueda
ocurrir.

Ampliando noticias acerca del número de bajas he de comunicar a V.E. que éstas
son además de los expresados, ocho de tropa muertos, y un capitán y dos tenientes
de infantería, más veinticinco soldados heridos…”

Otra noticia sobre la rudeza del asalto a las posiciones españolas el día que
murió el teniente coronel de infantería D. Federico Julio Ceballos, queda
recogido en un artículo publicado en “La Vanguardia” del martes 20 de julio de
1909, en el que queda recogida la noticia de la muerte de dicho teniente coronel
junto al comandante de Artillería señor Royo y del capitán de la misma, señor
Guiloche, conociendo además, el nombre de un oficial que resultó herido y
adjuntaré al listado posterior y que cita textualmente lo siguiente:

“…De Africa: Doce horas de combate. Melilla 19. 12:30 tarde. Ayer a las ocho y
minutos de la noche, poco después de haber cesado el cañoneo habido durante la
tarde, los marroquíes, que se mantenían alejados de nuestras posiciones por los
disparos de artillería, intentaron en un ataque decisivo envolver nuestro
campamento, combatiéndolo por tres sitios al mismo tiempo y dejando únicamente
libre el lado correspondiente a la plaza.
Hacía el Atalayón se había reunido una gran masa de moros, en número de unos
cuatro mil, con fuertes núcleos de caballería.

El ataque fue rudísimo acercándose los moros con gran denuedo a pesar de las
bajas que les causaba el certero fuego de nuestros soldados. Estos resistieron
heroicamente, demostrando admirable serenidad y sangre fría, al obedecer con gran
disciplina las voces de mando.

Los moros a pesar del fuego horroroso que sobre ellos hacían los defensores del
campamento, aprovecharon la indecisa claridad del crepúsculo para correr sin
descanso hacia nuestros soldados, pasando por encima de los muertos que les
causaban las descargas.
Unos grupos numerosísimos avanzaron tanto, que fue preciso disparar botes de
metralla a cincuenta metros de distancia.
Sobre un campo muy próximo a la alambrada quedaron doce moros muertos.

En ese momento murieron, cayendo sobre los cañones, el comandante de
artillería, don Luís (José) Royo y el capitán del mismo cuerpo señor Guiloche.
Ambos jefes hallaron heroicamente la muerte, mientras dirigían el fuego con gran
acierto, animando a los soldados con voces de cariño y energía.

En las guerrillas de la posición avanzada murió el teniente coronel de
Infantería del Regimiento de Melilla, Don Federico Julio Cevallos.

Además tenemos 10 muertos más, entre tropa y moros amigos. Está herido el
capitán de cazadores de Barcelona, don Manuel Mena que tiene un balazo en el
brazo, no grave.

Las tropas se han batido con imponderable heroísmo luchando durante doce horas
contra fuerzas infinitamente superiores.

La Infantería disparó en silencio sin dar ninguna clase de voces durante todo
el combate, obedeciendo las voces de mando y demostrando gran disciplina en el
fuego.

Esta madrugada se ha verificado la descubierta sin novedad. Los moros
permanecen en las posiciones lejanas. Se espera la llegada con el convoy de los
muertos y heridos. Han sido enviados al campamento furgones de sanidad, camillas
y artolas. Los heridos son veintidós.- Lovera.

El rotativo madrileño, “La Correspondencia” de fecha 20 de julio de 1.909,
describía los combates del día 18, de la forma siguiente, dando también la
noticia del fallecimiento del teniente coronel de Infantería D. Federico Julio
Ceballos y del comandante D. José Royo de Diego y del capitán Guiloche, ambos
pertenecientes al Arma de Artillería. Dicha noticia rezaba así (textualmente):

“…Una sangrienta jornada. Quince muertos y veintidós heridos. Los primeros
tiros.-Táctica rifeña.-Salvajes ataques.-Los moros llegan casi a tocar nuestros
cañones.-Carga suprema.-Los moros retroceden.-Asalto del Atalayón.-Los cazadores
de a caballo se baten a pie.-Una bala certera.-El fuego dura toda la noche.-Las
bajas españolas.

Melilla. (Lunes tarde). Todos los detalles y referencias acusan que el ataque de
los moros fue verdaderamente formidable. A la carrera llegaron hasta el sitio que
ocupaban nuestras tropas. Les hacía fuego constantemente; pero era tal la
avalancha de moros, que éstos en compactos grupos seguían avanzando. Los moros
disparaban y continuaban avanzando, empleando su táctica especial. Algunos
llegaron hasta la boca de los cañones, tratando de apoderarse de ellos. Los
artilleros los defendían valerosamente, haciendo fuego continuo. Los momentos
eran de verdadera angustia y de peligro para nuestras tropas.

El general Marina, acompañado de sus ayudantes el comandante Morales y el
capitán Morris, dictaba órdenes, sereno y tranquilo.

En torno a la posición llovían los proyectiles, y la tenacidad de los moros no
cesaba. Una compañía del Regimiento de África, a las órdenes del capitán Sr.
López Ochoa y de los tenientes Reyes, Moullar e Imperial, salieron decididos a
contener el ataque del enemigo e impedir que este se apoderara de los cañones.
Con la bayoneta calada se lanzaron al campo al grito de ¡Viva España! Logrando
rechazar el ataque y poniendo en fuga a los moros.
Las tropas que efectuaron esa salida volvieron de nuevo al recinto alambrado,
ocupando cada cual su puesto.
Es difícil precisar el comportamiento individual, porque todos han dado pruebas
admirables de heroísmo, según los testigos presenciales.
Mientras tanto, el combate se generalizó, pues los moros aumentaban en número
pudiendo decirse que salían de todas partes.

El general Marina estuvo constantemente en todos los puntos, mandando a las
tropas y dictando las disposiciones propias del caso. El general Marina logró
salvar el material y rechazar briosamente el ataque de los moros, que retrocedían
sin dejar de disparar. Simultáneamente, centenares de moros que coronaban las
estribaciones del Gurugú, sobre las cañadas de Sidi Musa, se reunieron en una
imponente masa y avanzaron fieramente lanzándose sobre el Atalayón.
Estaba este defendido por un destacamento que mandaba el teniente Gil. En este
punto el combate fue vivísimo. La columna mora componíase de hombre de
infantería, armados de fusiles con bayoneta. En el Atalayón, como en los demás
puntos, el fuego duró toda la noche. Al amanecer, los últimos tiradores moros se
replegaron, quedando todo en silencio.

Han menudeado los actos heroicos, pues en algunos momentos los combatientes se
aproximaban de tal modo, que las descargas de nuestros soldados causaban bajas
horribles en el enemigo.

El teniente Sr. Ibarreta se encontraba con un escuadrón de cazadores de a
caballo en una posición muy avanzada, que atacaron haciendo fuego nutridísimo,
numerosos grupos rifeños. Mandó el teniente Ibarreta echar pie a tierra a su
gente, y durante todo el día batierónse denodadamente sus soldados, haciendo
certero fuego con sus carabinas.
La conducta de este puñado de valientes ha sido admirable, y en todas partes se
habla de ellos con entusiastas elogios.

En otra posición más avanzada el capitán Maquieira y el comandante D. Carlos
Cos-Gayón luchaban, al frente de sus soldados del Regimiento de España, apoyados
por una compañía de la brigada disciplinaria, que manda el teniente coronel
Aizpuru, y a las órdenes directas del capitán Nieto.

La Caballería mora se ha batido, desarrollando una táctica muy hábil. Avanzaba
en grupos de a tres, haciendo fuego y cubriendo un extenso campo. De este modo
procuraba esquivar los proyectiles de nuestra Artillería. Lograban con esta
táctica acercarse sin dejar de disparar y luego concentrabánse de pronto en
columnas numerosas para lanzarse imprevistamente sobre nuestras tropas a galope
tendido. En algunas ocasiones se acercaban tanto que se les oía cantar y lanzar
gritos salvajes.

Uno de los momentos más empeñados de la lucha fue aquel en que los rifeños
concetraban todos su esfuerzos en intentar, vanamente, apoderarse de algunos de
nuestros cañones.
Con un fanatismo ciego, despreciando la lluvia de balas que sobre ellos caía,
se lanzaban los moros siempre sin cesaren sus disparos, y a pocos metros de
distancia eran barridos por el fuego de nuestras piezas.
A unos diez metros de distancia de una de nuestras baterías han sido recogidos
diez y ocho moros muertos.

El general Marina ha estado admirable de serenidad. En lo más reñido del
combate sintió sed el general, y pidió que le dieran un vaso de agua. El capitán
Zegri, ayudante del general Marina se acercó a éste y le ofreció un vaso de
latón, donde había agua mezclada con ron. En el mismo momento en que el general
Marina iba a coger el vaso, una bala arrebató éste de manos del capitán Zegri,
que dio muestra también de gran serenidad.
Sin duda un grupo de moros se había fijado en el blanco que ofrecía el general
Marina y su Estado Mayor. Viendo esto el general, dijo a los oficiales que le
rodeaban: “Váyanse ustedes a sus respectivos puestos, que aquí hay mucho peligro,
y no es cosa de exponerse inútilmente”. Los oficiales, sin embargo pidieron
permiso para permanecer a su lado.

Se calcula que el número de combatientes ascendía a unos 2.800 infantes y 1.000
jinetes según afirmación de los más expertos en esta clase de cálculos.

De conformidad con los informes facilitados oficialmente, nuestras bajas en el
combate de ayer, se elevaron a 15 muertos y 22 heridos.
Algunos de los heridos están de gravedad. Entre los muertos se encuentran el
teniente coronel del regimiento de Melilla, sr. Ceballos, el comandante de
Artillería Sr. Arroyo (Royo), y el capitán de la misma Arma Sr. Guiloche.

Aunque los moros no llegaban a 4.000, según las evaluaciones a que me refiero
más arriba, como peleaban en orden abierto y generalmente en pequeños grupos,
parecía que el número era muchísimo mayor.

Se han batido con gran habilidad, y la presencia de algunos santones, que les
alentaban con sus gritos, parecía redoblar su fanatismo..
Ha causado sorpresa la forma de iniciar el combate, pues se creyó en los
primeros momentos que se trataba de una simple escaramuza. No llegaban a 80 los
moros que se presentaron frente a Nador para hostilizar a las tropas. Comenzaron
estos moros a pasar frente a nuestros soldados a galope tendido, disparando sus
fusiles. Mientras la atención de nuestros soldados se fijaba en este sitio,
numerosos grupos de moros se corrían para atacarnos en grandes masas por nuestros
flancos, empeñándose entonces el verdadero combate.

Nuestra artillería hizo disparos muy certeros en los momentos en que los
pequeños grupos de caballería mora concentrábanse para realizar ataques a fondo.
Algunas granadas caían en medio de dichos grupos, estallando en ellos y haciendo
infinidad de víctimas. Cuando esto sucedía, los moros dispersabánse, lanzando
gritos salvajes. El campo estaba sembrado de cadáveres moros. Algunos caballos
sin jinete seguían a los grupos de rifeños cuando estos cargaban y ensordecían el
aire con sus relinchos.

Durante la noche el combate ha sido a larga distancia. Los tiradores moros,
aprovechando los accidentes del terreno, disparaban sobre nuestras filas,
procurando no ser vistos.
En el Gurugú fueron encendidas hogueras, convocando a las tribus, sin duda para
proseguir la lucha.

Respecto de nuestros soldados, todos los elogios la valor que han demostrado en
este combate serían pequeños ante la realidad.

La táctica de los moros fue traidora, según su costumbre, y ha sido gran mérito
descubrirla desde el primer momento y apercibirse a la defensa contra posibles
sorpresas. El valor sereno de nuestros soldados se impuso al fanatismo salvaje de
los enemigos, cada vez que estos se lanzaban a aproximarse.

Nuestra artillería, como queda dicho, hizo disparos muy certeros, y demostró
gran habilidad. Una vez más se ha demostrado el heroísmo y bizarría de los
soldados españoles, que han defendido gloriosamente los intereses de la
Patria..”.

Otros hechos durante el combate, fueron la entrada de las fuerzas moras en el
campamento, habiendo salido fuerzas a reprimirlos, no obstante, se perdió
material y mulos. Tal hecho, queda recogido en la siguiente noticia, publicada en
el periódico madrileño “La Correspondencia” (textual):

“…Los moros invaden el campamento..-Fuerzas que salen a contenerlos.-Material
de campaña y ganado apresados-.

Melilla. (Lunes tarde). He aquí los detalles de la operación librada por las
columnas del general Marina con el –harka- enemiga. Los moros se habían
aproximado durante la noche. A eso de las once de la mañana, mientras un pequeño
grupo escaramuceaba por Nador, una considerable masa de moros atacó el flanco
derecho de la columna del general Marina.
Avanzó el comandante Cos Gayón con una compañía del Regimiento de África, al
mando del capitán Vázquez Maquieira.

El general Marina dispuso que avanzara a su vez la Artillería, protegida por la
brigada disciplinaria, mandada por el teniente coronel Aizpuru y por el capitán
Nieto. También avanzó una compañía del Regimiento de Melilla con otras fuerzas,
al mando del teniente coronel del Regimiento de Melilla ,D. Julio Ceballos.

Simualtáneamente los moros aparecieron en las alturas del Gurugú, al mismo
tiempo que mil jinetes cargaban con furia contra nuestras posiciones en el
Atalayón. Según fuentes fidedignas, el jefe del harka enemiga era El Chaldy.

De la plaza salieron para reforzar el Cuartel general un batallón de Mérida y
dos compañías del Regimiento de Melilla, al mando de D. Teodoro Cuevas y D.
Ildefonso Infante con los tenientes Caro, Abao y Rubio, de la primera compañía, y
Deleito, Aizpuru y Reyes, de la segunda.
Unierónse dichas fuerzas en la caseta con la segunda compañía de Melilla,
mandada por el capitán Otegui y los tenientes Quintana y Suárez Labrao.
Todas estas fuerzas defendieron el barranco de Lidi (Sidi Musa ), por donde se
corrían los moros. El combate duró todo el día.

A las ocho y media de la noche, cuando se organizaba el servicio para la
defensa del campamento, varios grupos de moros llegaron sigilosamente al
campamento, le acometieron, cortaron con herramientas las alambradas, entraron, y
en medio de una gran confusión se llevaron 2 tiendas, 17 mulas y el caballo del
teniente de Administración Sr. Bremón.

Rechazado este nuevo ataque, continuó el fuego, no cesando hasta el amanecer…”





“Me han matado” .Muerte del teniente coronel de Infantería, D. Federico Julio
Ceballos

Según queda recogido en prensa, el teniente coronel Ceballos, que mandaba uno
de los batallones del regimiento de Infantería de Melilla, murió heroicamente
dando un alto ejemplo de valor militar y patriótica abnegación. Cayó mortalmente
herido, diciendo –“Me han matado”. En seguida, abrió los brazos y se desplomó
muerto. Varios soldados cogieron el cadáver del teniente coronel y se lo llevaron
inmediatamente, porque en aquel instante los moros estaban tan cerca que existía
peligro que se apoderasen de él.

En prensa, la llegada a Melilla del cuerpo del teniente coronel Ceballos, quedó
recogida (textualmete):

“…La llegada de los cadáveres..-El entierro.-Tristes escenas-. “…A las cinco de
la tarde se reunieron en la puerta de Santa Bárbara una compañía del Regimiento
de África y otra del de Melilla a pie con la música, a tributar los honores de
ordenanza a los cadáveres de los jefes y oficiales que sucumbieron en el
campamento.

Llegó al Hipódromo preguntando por el teniente coronel Ceballos su hijo mayor
que es cabo del regimiento que mandaba el heroico militar. Se le había dicho que
estaba herido, procurando ocultarle la verdad del suceso. Iba a llegar el convoy
que traía el cadáver del teniente coronel Ceballos y con mil piadosos engaños se
logró apartar al joven que, trémulo y convulso, adivinando su desgracia, lloraba
en silencio.

En un principio se dijo que el cabo Ceballos estaba junto a su padre cuando
este fue herido de muerte. Luego se ha rectificado la versión.

A las doce de la mañana apareció el convoy fúnebre. Venía por la línea férrea
minera y una locomotora conducía varias vagonetas y los carruajes de la
ambulancia sanitaria. En las vagonetas venían las camillas cubiertas con mantas y
dentro de ellas los cadáveres de jefes, oficiales y soldados. Los espectadores
llenos de emoción, se aproximaron a las vagonetas y levantando las cubiertas de
las camillas vieron los cadáveres.

Allí estaba el del teniente coronel Ceballos, con su fisonomía apacible y
sonriente. Aunque tardó algunas horas en morir desde que fue herido, el dolor no
había dejado huella en el rostro. Naturaleza de mártir y de héroe la del teniente
coronel Ceballos, había cumplido siempre con sus deberes. Uno de ellos era morir
por la patria, y moría sonriendo.

El capitán de Artillería Guiloche yacía también en la segunda de las camillas,
murió luchando con el enemigo a pocos pasos cerca de la batería. Su rostro
contraído por la trágica emoción de la lucha, parecía recordar el espantoso
trance.

El cadáver del comandante Royo no venía en esta conducción.

Fueron llevados al Hipódromo los cadáveres de Ceballos y de Guiloche y allí se
les rindieron los honores de ordenanza. La ceremonia fue breve pero inolvidable…”

Según publicaba el diario “La Época” de Madrid, en fecha lunes 9 de agosto de
1909, se solicitaba según noticia aparecida en “El Telegrama del Rif” en el cual
se publicaba la orden de apertura de juicio contradictorio para la concesión de
la Cruz Laureada de San Fernando a varios jefes y oficiales, entre los cuales,
figuraba el teniente coronel de infantería D. Federico Julio Ceballos, por el
mérito contraído el día 18 de julio pasado, en el combate sostenido con los
moros, en la posición española de Sidi-Ahmed-El-Hach, infundiendo en la tropa
que mandaba la serenidad necesaria para rechazar al enemigo, que llegó cerca de
las bayonetas, muriendo el teniente coronel Ceballos en el campo de batalla.


Las unidades militares que combatieron ese 18 de julio de 1.909, fueron:

Cuarta compañía del tercer batallón del Regimiento de África núm, 68
Primera compañía del segundo batallón del Regimiento de Melilla núm.59.
Primera compañía del tercer batallón del Regimiento de Melilla núm. 59.
(Ocupaba posiciones avanzadas).
Tercera compañía del tercer batallón del Regimiento de Melilla núm. 59.
(Ocupaba posiciones avanzadas).
Segunda compañía del batallón disciplinario. (Ocupaba posiciones avanzadas).
Grupo Mixto de Artillería. (De Montaña y Montada).

Otros españoles muertos en el combate, los cuales casi todos presentaban herida
de bala en la cabeza, fueron :

- Del Regimiento de África:
Sargento D. Prudencio Alonso.
Soldado, D. José Brocal, de la 4ª compañía del 3º de África..
Soldado, D. Silvestre Martínez, de la 4ª compañía del 3º de África..

- Del Regimiento de Melilla:
Soldado, D. Leandro Bueno Clemente Identificado por llevar en el bolsillo un
pase del coronel de su regimiento para las avanzadas.

- Del Regimiento Disciplinario:
Soldado, D. Eduardo Díez.
Soldado, D. Antonio Villalonga.

- Del Grupo Mixto de Artillería. (Montaña y Montada).
Comandante D. José Royo de Diego.
Capitán D. Enrique Guiloche Bonet.

- El ordenanza del teniente Suárez.

Listado de los heridos en el combate:

- Del Regimiento de África:
Soldado, D. Lorenzo Roselló.
Soldado, D. Rafael Martínez.
Soldado, D. Rafael Zorroche.
Soldado, D. Juan Aparicio.
Soldado, D. Mariano Colera.
Soldado, D. Juan González Sánchez.
Soldado, D. Francisco Doleda.
Soldado, D. Juan Diego Barcelona.
Soldado, D. Diego Sánchez.

- Del Batallón de Cazadores número 3 de Barcelona.
Capitán, D. Manuel Mena, herida en un brazo. Pronóstico reservado.
Un teniente del mismo, herida en un brazo. Pronóstico reservado..
Soldado, D. Roque Sánchez.
Soldado, D. Miguel Hernández.
Soldado D. Nicolás Jordán.
Soldado, D. Alonso Gay.

- Del Regimiento de Melilla.
Teniente 2º, Sr. Navarro, herida en un brazo. Pronóstico reservado.
Soldado, D. Andrés Blasco.

- Del Disciplinario.
Sargento, D. Luís Pablo, herido grave.
Soldado, D. Eusebio López, herido grave..


- Grupo Mixto de Artillería ( Montaña y Montada).
Artillero, D. Celedonio Aguilera, herido grave.
Artillero, D. Francisco García, herido grave.
Artillero, D. Faustino Ruíz, herido grave.
Artillero, D. Esteban Pedrosa, herido grave.
Artillero, D. Salvador Manuel Moreno, herido grave.
Artillero, D. Francisco Pacheco, herido grave.

- Otro oficial
Teniente Conde.

Ascenso a coronel.

Ascensos, por haber dado la vida por España en acción de guerra, se concedió
entre otros, el ascenso al empleo superior al teniente coronel de infantería, D.
Federico Julio Ceballos. Según notificaba La Vanguardia del lunes 2 de agosto de
1909, y que decía así:

“…Ascensos. El Diario Oficial del Ministerio de la Guerra publica la siguiente
Real Orden: El Rey (q.D.g) por resolución de esta fecha, ha tenido a bien
conceder el empleo inmediato, con la antigüedad que se expresa, a los tenientes
coroneles de infantería que figuran en la siguiente relación como recompensa a
los extraordinarios méritos contraídos y bizarro comportamiento observado en los
combates que tuvieron lugar en Melilla los días 18, 23 y 27 del mes actual, en
los que murieron gloriosamente, al frente de sus tropas.-De Real Orden
etc.-Madrid 29 de julio de 1909.-Linares.

Los tenientes coroneles a que se refiere la anterior Real Orden son: don
Federico Julio Ceballos, don José Ibáñez Marín, don Tomás Palacios Rodríguez y
don José Ortega Lores…”.

A título póstumo y por Real Orden, el teniente coronel de infantería D.
Federico Julio Ceballos, ascendió a coronel de dicha Arma. En el cuarto de
Banderas del Regimiento de Melilla, fue colocado en…… junto a otros héroes el
cuadro de honor, obra del escultor Alcalde (teniente) con el retrato del coronel
Ceballos.

Vacantes.

La vacante dejada por el teniente coronel D. Federico Julio Ceballos, fue
anunciada su cobertura por La Vanguardia de fecha 2 de septiembre de 1.909, según
anuncio publicado en el Diario Oficial, y en el cual, también se anunciaban la
cobertura de plaza vacantes dejadas por el comandante de Artillería D. José Royo
de Diego y por el capitán de dicha Arma, D. Enrique Guiloche Bonet, fallecidos
todos en glorioso acto de servicio. Fue cubierta por el teniente coronel de
Infantería D. Adolfo Pahissa, el cual marchó desde San Sebastián a Melilla en
fecha 30 de julio de 1.909. (Por lo que vengo observando, primero eran cubiertas
las vacantes y luego se publicaba la misma en el Diario Oficial).


Por Hans Nicolás Hungerbuhler



- Fuente: “La Vanguardia”, pág. 3, Barcelona, de fecha lunes 2 de agosto de
1909.
- Fuente: “La Vanguardia”, pág.3, Barcelona, de fecha jueves 2 de septiembre de
1909.
- Fuente: “La Vanguardia”, pág.5-6, Barcelona, de fecha martes 20 de julio de
1909.
- Fuente: “La Correspondencia de España”, Madrid, núm.18.787, págs. 1-2, de
fecha martes 20 de julio de 1909.
- Fuente: “La Correspondencia de España”, Madrid, núm. 18.797, pág 3, de fecha
viernes 30 de julio de 1909.
- Fuente: “El Imparcial”, Madrid, núm.15.215, págs. 1y 2, de fecha martes 20 de
julio de 1909.
- Fuente fotografía del teniente coronel D. Federico Julio Ceballos, “La
Ilustración Española”.
- Fuente: “La Correspondencia de España”, Madrid, núm. 19.925, pág.4, de fecha
sábado 10 de diciembre de 1910.
- Fuente: “La Época”, Madrid, núm. 21.117, pág. 1, de fecha lunes 9 de agosto
de 1909.