ÉRASE UNA VEZ MELILLA

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GRUPO DE ESCUELAS MIXTAS

EN EL BARRANCO DEL LOBO

domingo, 20 de septiembre de 2009

LA MARINA MERCANTE EN LA CAMPAÑA DE 1909 ( Y 2 )







LA MARINA MERCANTE EN LA CAMPAÑA DE 1909. ( y II )

EL VAPOR “SIGLO” Y LAS REIVINDICACIONES ALMERIENSES


por Carlos Esquembri Hinojo
( de la Asociación de Estudios Melillenses )

El vapor “Siglo” era un buque de 100 TRB que el banquero y empresario almeriense Antonio Acosta fletó a su costa para unir Almería y Melilla tres veces por semana con motivo de la guerra. Estaba mandado por Vicente López con una tripulación de seis hombres y transportaría correo público y privado, ofreciendo algunas plazas de pasaje para almerienses a precios reducidos.
Salió el “Siglo” para su primer viaje el 27 de julio, llegando en la mañana del 28 a Melilla. Según relataron los pasajeros y tripulantes a su vuelta a Almería, pudieron presenciar los entierros de algunos caídos en el combate del día 27, el día del llamado Desastre del Barranco del Lobo.
En este primer viaje llevó a Melilla unas 300 cartas y varios paquetes de periódicos y volvió con 3000 cartas, 28 certificados y numerosas tarjetas postales. El 28 de agosto “La Correspondencia de España” informó que el “Siglo” transportó a Melilla 15 barriles de uvas que un cosechero almeriense donó par el ejército de operaciones.
Esta iniciativa de Antonio Acosta hay que enmarcarla en una campaña de reivindicación de un mayor protagonismo de la ciudad de Almería en el tráfico con Melilla tanto militar como comercial en detrimento de Málaga. Esta campaña se inició desde el diario “La Crónica Meridional” que dedicó su editorial del 27 de julio a este tema. Basaba estas reivindicaciones en existencia de un buen puerto en Almería, la proximidad con Melilla y que la distancia con Madrid vía ferrocarril era menor que Madrid-Málaga, con lo que se acortarían los viajes a efectuar por las tropas. Con todo, el diario reconocía el fracaso de las gestiones llevadas a cabo por el diputado almeriense Bellver para que desde el puerto de Almería se realizaran embarques de tropas.
Esta campaña fue apoyada por el resto de diarios almerienses. Así “El Radical” en su editorial del 15 de agosto volvió sobre el tema haciendo el cálculo de lo que hubiera durado el viaje del batallón de Figueras a Melilla vía Almería. Según el diario entre la hora y media que tarda menos del tren Madrid-Almería y las dos horas que se recortan en el trayecto marítimo con Melilla, los soldados hubieran tenido tiempo de descansar algo antes de entrar en combate el día 23 y tal vez el resultado del mismo hubiera sido diferente.
Denunciaba este diario que Málaga poseía la exclusiva del tráfico con Melilla debido a que los empresarios malagueños con intereses en el mismo mantenían turbias relaciones con políticos de primera fila en Madrid que eran los que les aseguraban el negocio.




LA FLOTILLA DEL DIARIO “LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA”
Otra iniciativa privada para asegurase comunicaciones marítimas con Melilla fue la de Leopoldo Romeo director del diario madrileño “La Correspondencia de España” que fletó el buque “Sirena” para dar servicio a sus corresponsales en la zona de operaciones, entre los que estaba Romea. Entre estos servicios estaba el de intentar burlar la férrea censura que los militares imponían a las informaciones periodísticas enviadas desde Melilla. Aprovechando el “Sirena” los corresponsales del diario iban a Chafarinas para enviar desde su estación telegráfica sus crónicas y cuando no podían hacerlo desde las islas, se llegaban hasta Nemours, la actual Gazahuet en Argelia, para hacerlo desde allí. Por su lucha para informar libremente del desarrollo de la guerra, Romeo se granjeó el odio de los mandos militares que consiguieron hacerle detener y someterlo a un consejo de guerra que le condenó a seis meses de cárcel. A pesar de todo, el “Sirena” estuvo en todo momento a disposición del mando militar por si las circunstancias lo requerían.
El “Sirena” era un pequeño vapor, algún otro diario lo rebaja a pesquero, capaz de desarrollar una velocidad de 11 nudos. Salió de Málaga para Melilla el 9 de agosto tras cargar 100 toneladas de carbón. En el número del 17 de agosto de “La Correspondencia de España” se relata un primer viaje que hizo su vapor hasta Alhucemas transportando al corresponsal de ese diario Guillermo Rittwagen acompañado de otros periodistas y el melillense Manuel Ferrer. Se aprovechó el viaje para conducir a la isla a seis soldados de artillería para reforzar la guarnición y diverso material militar y víveres. Durante el viaje, hecho de noche y entre bancos de nieblas, el “Sirena” perdió el rumbo y vivió un episodio que entrañó cierto peligro ya que confundieron una gran linterna que los rifeños encendieron en la costa con la farola de Alhucemas. El barco se acercó a tierra y unos cárabos salieron a su encuentro pero dándose cuenta de su error, escaparon a alta mar a toda máquina. Según pensaron, al ir navegando a oscuras, los rifeños les confundieron con algún barco de contrabandistas que estuvieran esperando y de ahí que les hicieran señales, descartando el que se tratara de alguna acción de piratas costeros.
El 26 de agosto, se publica una crónica de Leopoldo Romeo que acompañó a la columna del general Aguilera en una operación. La crónica se envió a caballo hasta la Restinga, desde allí en el “Sirena” hasta el puerto de Melilla donde la recogieron unos corresponsales del diario que la llevaron a la estación telegráfica.
En octubre, conquistada toda la orilla de la Mar Chica, despidieron el “Sirena” y contrataron una lancha automóvil con capacidad para seis pasajeros y algo de carga llamada “Carmen” que ya llegó a llevar izada una bandera con el nombre del periódico. La lancha fue transportada hasta el interior de la Mar Chica y quedaba en Nador a la espera de las crónicas enviadas por los corresponsales que acompañaban a las columnas de operaciones, la lancha llevaba estas crónicas hasta la Bocana y desde allí en tren a Melilla.

EL APROVISIONAMIENTO DE ALHUCEMAS Y VÉLEZ
En Alhucemas y el Peñón Vélez los buques se encontraban las mismas dificultades para operar que en Melilla debido a la falta de puerto en ambos enclaves, dificultades que se unían a los ataques y tiroteos de los rifeños que montaron un cerco a estas posesiones españolas.
Los buques que iban y van al Peñón de Vélez fondean en la ensenada de poniente del mismo. En la cara occidental del Peñón era donde se encontraba su pequeña marina, hoy en desuso, y la puerta de la plaza. Este es un fondeadero malo por pequeño y escaso abrigo ante los vientos reinantes en esas aguas y que queda dominado por las alturas que rodean la ensenada. El Derrotero de la Armada edición de 1893 indica que se podía fondear proa al oeste y cabos a tierra en el freu existente, entonces, entre el Peñón y “La Puntilla”, lugar bastante angosto para que un buque de ciertas dimensiones pudiera estar con seguridad y que fue cegándose con la arena proveniente del rio que desemboca en la playa de Bades, de ahí que los buques correo fondearan más hacia la medianía de la ensenada. En la edición de 1940 del Derrotero, cuando ya se había cegado totalmente el freu, se indica como lugar de fondeo la medianía de la ensenada de poniente con 18 metros de fondo. En esta posición se puede estar a la gira sobre un ancla con un buque de hasta unos 60 metros de eslora pero como podemos ver en alguna foto antigua, el vapor correo de turno fondeaba con proa al oeste y con una codera al embarcadero del Peñón para asegurar la popa, procedimiento que utilizábamos alguna vez con el “Capitán Mayoral” al fondear allí para descargas de material hará unos doce años. Según el mencionado Derrotero de 1893, el Peñón disponía como ayuda a la navegación de un faro en la parte NO de la plaza que daba una luz roja fija con alcance de unos 8 a 9 millas.
En Alhucemas, según el Derrotero de la Armada en su edición de 1893 y posteriores, se aconsejaba fondear al sur de la isla con 5,8 metros de fondo o al E o ENE de la isla en 12 a 13 metros con fondo de arena fangosa que es un buen tenedero para el ancla. El faro de la isla de Alhucemas estaba en la torre del vigía con altura de 38 metros y mostraba una luz blanca fija con alcance de unas 7 millas.
Al inicio de las hostilidades había una población en Vélez de unas 413 personas entre guarnición y personal civil. En Alhucemas eran unos 390 habitantes. El personal civil lo componían familiares de los militares destinados allí, funcionarios de la administración y sus familiares y comerciantes y sus familiares. Algunos de estos civiles, sobre todo mujeres y niños fueron evacuados en el “Sevilla” al inicio de las hostilidades.
El 1 de agosto, “La Correspondencia de España” informó que el “Sevilla” abasteció al Peñón de Vélez con 49 toneladas de agua y víveres y aunque fue tiroteado no recibió daños, pero a partir de esta fecha el cerco se estrechó y el vapor correo no pudo volver a descargar allí hasta septiembre. El 13 de agosto se intentó abastecer esa plaza pero el fuego rifeño lo impidió aunque el “Sevilla” iba escoltado por el cañonero “Martín Alonso Pinzón” ya que, como vimos antes, tanto el fondeadero como los posibles puntos de descarga están totalmente dominados por las alturas circundantes desde donde abrían fuego los rifeños.
Siendo la bahía de Alhucemas más amplia que la ensenada de Vélez, los buques tenían más margen para operar bajo el fuego enemigo. El mismo día 13 de agosto el “Sevilla” fondeó en Alhucemas fuera del alcance de las armas rifeñas, que llegaron a utilizar hasta un viejo cañón de avancarga para dispararles balas macizas de hierro, y desde el fondeadero fueron despachando la carga en barcazas que se abarloaban al “Pinzón” para que les hiciera de parapeto móvil hasta llegar al punto de descarga que era el conocido como “la Pulpera” en el extremo este de la isla, lugar más a cubierto que el embarcadero de la misma que quedaba en su cara sur, frente por frente a las posiciones rifeñas.
El “Sevilla” también tenía que cumplir otros servicios como suministrar agua y provisiones a Melilla, Chafarinas y el campamento de La Restinga que iba acogiendo más y más tropas.
El 4 de septiembre el “Sevilla” volvió a intentar llevar suministros a Alhucemas y Vélez. Iba escoltado por el guardacostas acorazado “Numancia”, antes fragata acorazada y primer buque acorazado que dio la vuelta al mundo. Ese día mientras se procedía a la descarga en Alhucemas se produjo la acción que motivó la concesión de la Laureada de San Fernando a los tripulantes del “Numancia” Melchor Uso y Benigno da Vila, dicha acción esta descrita pormenorizadamente en un artículo de Hans Nicolás i Hungerbühler publicado en el blog “Melilla-Campaña de 1909”.
Abastecida Alhucemas, el “Sevilla” y su escolta prosiguieron viaje al Peñón de Vélez, donde llegaron por la tarde pero no fue hasta la noche, buscando protección en la oscuridad, cuando empezaron la descarga. En esta ocasión utilizaron como desembarcadero la caleta llamada “el Charcón” situada en el extremo sureste del Peñón y que, al menos, quedaba a cubierto de los disparos provenientes de “La Puntilla” lugar de la costa más cercano a la plaza.
Con el fin de las hostilidades, se normalizarían los viajes semanales a los llamados Presidios Menores.

EL FINAL DE LA CAMPAÑA
La campaña de 1909 fue un revulsivo extraordinario para el desarrollo de Melilla. Esto se tradujo en un aumento de los buques y frecuencias que la unían con la península y resto del Norte de África. Estos enlaces marítimos experimentarían además un cambio radical en base a la entrada en vigor en La Ley de Comunicaciones Marítimas que definía las llamadas “Líneas de soberanía” entre las que estaban las que unían Melilla con el resto de España.






Artículo publicado en el diario "El Telegrama de Melilla", el domingo 20 de septiembre de 2009