ÉRASE UNA VEZ MELILLA

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GRUPO DE ESCUELAS MIXTAS

EN EL BARRANCO DEL LOBO

domingo, 10 de mayo de 2009

El combatiente rifeño (1/3)








El Rif y los rifeños
Así lo vió la Prensa española en 1909



“…Hubimos de luchar contra cuatro enemigos: el moro, el cólera, la lluvia tempestuosa que anegaba las tiendas de campaña, el hambre…”
José Martínez Ruíz “Azorín”.
(Guerra de África de 1859)


Así definió la campaña de África de 1859 el alicantino Azorín. En 1909, poco o nada había cambiado, pero en las guerras, el factor humano es fundamental, en el combatiente. Esta vez, le ha tocado al moro del que intentaré efectuar un esbozo sobre él.


Ubicación del Rif
Era la zona de influencia de España, reconocida primeramente en tratados particulares efectuados con Francia e Inglaterra y confirmados más tarde, en la Conferencia de Algeciras, al establecerse que los problemas, cuestiones y otros, que pudieran surgir entre España y Marruecos, relativas a las posesiones en la costa Mediterránea, que los primeros pudiesen tener con los segundos, serían una cuestión particular la solución de los cuales les concernía a ellos, sin intervención de terceros.
Se pensaba de forma errónea, que el Rif, era toda la costa de Marruecos, bañada por el mar Mediterráneo, cuando realmente, el nombre de Rif, era dado por los marroquíes a la región que comenzaba en la kábila de Beni-Bu-Frah, ubicada frente al Peñón de Vélez de la Gomera y que terminaba en Melilla, con la kábila de los Kalaias (Kelayas).
Es una zona geográficamente muy extensa, ya que arriba hasta Tetuán desde las montañas que rodean Melilla. Existe diferencia entre el Rif geográfico y el cultural, ya que las montañas cercanas a Tetuán y Chauén, reciben actualmente el nombre de Yebala y sus habitantes conocidos como “yeblis” o “yebala” (montañeses), quienes étnicamente son bereberes pero de lengua árabe. Los rifeños, residen en las zonas alrededor de Nador y Alhucemas en pueblos poco o nada alterados por la presencia colonizadora de España y Francia.


Organización de las tribus rifeñas
De organización primitiva, los lazos de unión entre sus miembros, son religiosos y étnicos, los cuales entrañan unas costumbres, iguales, dimanantes del mismo ambiente en el que viven. Era muy sencilla y al frente de cada tribu, había un KAID, persona y autoridad de cargo electo dentro de la misma tribu, escogido con ausencia de la intervención del sultán, cuya soberanía solía ser desconocida. El kaid, era una autoridad más bien nominal que efectiva. El nombramiento del kaid, era efectuado por la misma tribu reunida en Yema.
La YAMA, era la asamblea constituida por los integrantes del grupo humano que formaba la tribu y donde cada fusil, era un voto. Institución primitiva y de origen muy antiguo, donde eran tratados los asuntos que podían afectar a la tribu. Ordinariamente, era hecha en los zocos, lugares destinados a las transacciones y que marcaban un período de paz, pasando, al estado anárquico en que vivían las kábilas bereberes.


Sobre las Yemas y Asambleas, “La Ilustración Española y Americana” del 15 de julio de 1909, recogía lo siguiente, en un artículo concerniente al Rif y firmado por Guillermo Rittwagen:
“…Las yamas son instituciones primitivas, los orígenes prehistóricos del régimen parlamentario quizás, y se reúnen cuando se trata de asuntos importantes que afectan a toda la tribu. Ordinariamente lo hacen en los zocos, que son los lugares destinados a las transacciones, y que marcan un período de paz al estado de perpetua anarquía en que viven las kábilas bereberes. En las asambleas tribales se forman partidos tal y como en las cámaras, pero con la diferencia de que si también la mayoría pesa mucho, puede la minoría deshacer a tiros la asamblea, sin que haya presidente, ni campanillas que pongan orden, sino cuando yacen por el suelo algunos hombres…”
La yama, ejercía con los marabuts (MARABÚES, santos locales), la acción moderadora entre los rifeños, proponiendo arreglos pecuniarios para toda clase de litigios entre ellos antes de recurrir a la fuerza. Para la policía de los zocos, tenían establecida una tarifa de multas para todos aquellos que disparasen sus fusiles durante su celebración, llegando al grado más severo del fusilamiento. El rifeño, cuando salía de casa, lo hacía armado “hasta los dientes” y escoltado por servidores.


Zoco (Mercado)
Se celebraba una vez por semana, y por kábila , en lugares estipulados tradicionalmente. Sí el territorio de la kábila era muy grande, podían celebrarse dos o más, cosa no obstante no muy frecuente. Los zocos, se efectuaban cada 7 días, es decir cada 7 kábilas, en las cuales, no se repetía hasta pasado ese tiempo (una semana). Los viernes (domingos musulmanes), se celebraban numerosos mercados.
En los zocos, se vendía y compraba productos del país y los que procedían de Europa, traídos por los caravaneros desde Melilla mayormente, los cuales por eso, estaban reducidos a pocos artículos como podían ser el azúcar, el té, las velas, las cerillas, la sémola para elaborar el “cuscus”, plato nacional de todo Marruecos.
Solían terminar los zocos a tiros, sin que la reglamentación de la Yama lograra intimidar a los “merodeadores”, deseosos de sacar “ganancia de río revuelto”. Explicaba Rittwagen que “…Las exhortaciones de los santones y jeques de las tribus no logran poner paz, y a veces ni ellos mismos son respetados, cayendo atravesados por algún balazo, aún a pesar de sus respetables barbas blancas…”
Era por ese motivo, que en algunos zocos, estaba prohibido llevar armas de ninguna especie, en otros, sólo podían asistir las mujeres como en la de Beni-Uriaguel, delante del Peñón de Alhucemas


El rifeño y su carácter belicoso
Sobre dicho rasgo, Guillermo Rittwagen, explicaba en su artículo sobre el Rif (textual):
“…Pero con todas estas aficiones guerreras, los rifeños no son tan temibles como pareciera, aún a tener la ventaja sobre cualquier invasor, de conocer palmo a palmo el terreno. Porque faltándoles repuesto suficiente de municiones para sostener una larga lucha, y viviendo exclusivamente de los escasos productos del suelo, carecerían inmediatamente de recursos para sostener una prolongada contienda, aún a pesar de su excesiva sobriedad.
Entre ellos, sin embargo, las luchas no cesan; solamente en las épocas de la recolección se marca en el Rif un compás de tregua que sólo sirve para que la lucha recomience con nuevo vigor. Combaten unas tribus con otras, cuyas enemistades son seculares, o familias dentro de una misma tribu, por vendetta. Y como la vendetta no tiene nunca fin, resulta que hay familias enemistadas hace siglos por una cuestión baladí que sobrevino entre alguno de sus antepasados.
En caso de guerra contra los cristianos, se hace inmediatamente en cada tribu la estadística de las armas y municiones, que se distribuyen equitativamente entre todos los hombres útiles de ir a la guerra…”
¿Qué pasaba si un miembro de la tribu, rehusaba ir a la guerra?. Era enviado a prisión de forma inmediata, sus bienes y los de su familia, confiscados y no podía recobrar la libertad sino donaba a la tribu una cantidad de dinero por su propio rescate, la cual, iba en consonancia con su riqueza. Aún así,era expulsado de la tribu como hombre sin dignidad ni honor. Si quería permanecer en la tribu, debía de volver a pagar otra cantidad pecuniaria a la Yama.

La religión
Los rifeños, todo y que eran musulmanes, su mahometanismo, era muy relativo. Profesaban el Islam a su manera, Rittwagen, lo explicaba a sus lectores de la forma siguiente (textual):
“…A pesar de ser nominalmente musulmanes, el mahometismo de los rifeños es muy relativo. Profesan un Islam muy particular que difiere por completo de la interpretación convencional que a las doctrinas de Mahoma dan las tribus árabes. En efecto: muchas kábilas rifeñas comen jabalíes que cazan en los espesos bosques que coronan sus sierras, y no observan tampoco muy fervientemente el ayuno del ramadán. Y la contravención de estas dos esenciales disposiciones de la religión musulmana son decisivas para considerar como fuera de la comunión mahometana a sus contraventores.
Muchas tribus bereberes profesaban antiguamente el cristianismo, en los buenos tiempos de la iglesia en África, que llegó a contar, según los historiadores, nada menos que doscientas y pico iglesias episcopales. Los autores árabes han tenido también buen cuidado de decir cuanto tuvieron que luchar los primeros apóstoles mahometanos que llegaron a Marruecos, por convertir a ciertas tribus bereberes, que si se convirtieron nominalmente al islamismo, fue debido sin duda, a que los árabes tuvieron el buen acuerdo de asociar a los bereberes a sus conquistas, abonándoles el botín. Bereberes marroquíes fueron los que iniciaron la invasión de España, bajo dirección de los árabes…”


Independencia política de los rifeños con el Sultán
Continuando con la narración de Rittwagen, (textual).
“…Esta primera alianza entre bereberes y árabes no fue muy duradera, cuando estos se erigieron a su vez en independientes de Oriente, fundando Muley Dris la monarquía marroquí. De entonces data ya el antagonismo secular que separa a los bereberes autóctonos de las árabes invasores, y esa dualidad persiste, se manifiesta aún hoy día por esas luchas sempiternas entre las kabilas, casi todas de origen bereber, y el poder central del Sultán, del Majzen, descendientes de los árabes invasores, que ejercen la hegemonía política del país. Y si algunas tribus bereberes como las de los Sanhayas, Masmodas y Zanetas, han llegado también a las alturas del poder, no han variado de norma de conducta respecto a las demás kábilas bereberes, porque al llegar al mando se adquieren los mismos vicios. Ello ha dado lugar a que muchas tribus bereberes se arabicen, adoptando las costumbres e idioma árabe, pero subsistiendo siempre esa dualidad entre los elementos directores que se disputan el poder, y la masa autóctona del país.
El Rif ha sido una de las regiones marroquíes donde más libres se han visto de las conmociones políticas. Los rifeños han sido siempre independientes de la autoridad central, y ningún sultán, ni aún en los tiempos de Muley Hassan, el padre de Muley Hafid, Sultán guerrero por excelencia, que sometió las más indómitas tribus del Atlas, pudieron ser dominadas las indómitas tribus del Rif, defendidas mejor que por sus armas, por lo abrupto del terreno que habitan…”


¿Quiénes eran los rifeños?
¿Quiénes eran los rifeños?, ¿moros?, ¿bereber?, ¿habitante del Rif?. Inicialmente, toda la masa humana que habitaba en aquella zona, eran bereberes, toda la masa kabileña que poblaba todo el norte marroquí y entre los cuales, no existían ninguna diferencia étnica y, social, existían entre un yebala de Gomara, un rifeño de Temsaman y un zeneta de Kebdana (Quebdana), según el articulo sobre el Rif, publicado el 15 de julio de 1909 en la revista “La Ilustración Española y Americana”, el cual iba firmado por Guillermo Rittwagen.
En La Vanguardia del 26 de julio de 1909, se les definía bajo el título “Datos para la guerra”, “Los Rifeños”, se intentaba dar una pincelada sobre estas gentes, su organización, las funciones de cada uno, la forma de escoger a los kaides, las fracciones de cada tribu. Tribus compuestas por labradores en su mayoría y sedentarios debido a la práctica de la agricultura como “modus vivendi”. La influencia de la religión, sus poca formación académica, se reducía a un pequeño conocimiento de versículos del Corán, en contraposición otra tribu, los yebala que se jactaban de que todos los hombres sabían leer, y otras como se verá en la noticia citada, que si tenían formación académica en teología y derecho, la organización religiosa, de ahí, la importancia de los santones entre las filas rifeñas de las tribus más levantiscas contra España. La economía rifeña, basada en la agricultura y en las manufacturas. Otro factor importante del que vivía el rifeño, era de la caza. El corresponsal de La Vanguardia, lo explicaba así (textual):
“…Los rifeños se dicen independientes del Sultán; pero, en realidad, la mayor parte del Rif reconoce, en circunstancias normales, la soberanía de éste. Esas circunstancias son raras y duran poco, a lo que se añade que la soberanía del Mahjzen nunca es completa y efectiva; allí como en las montañas del Atlas, el Sultán es dueño del país mientras le ocupa su majala (mehalla). La expedición contra los Bocoyas y los sucesos de Melilla humillaron un tanto la independencia rifeña.


En el Rif las tribus eligen su kiad (Kaid). Las más dóciles (Quebdana y Guelaia por ejemplo), someten la elección al beneplácito del Sultán. Otras como las de Senhayda y Taryist, no se cuidan de solicitarle. Algunas no nombran kiad, y no tienen más gobierno que el anfaliz (yemaa en árabe) o concejo, formado por los cabeza de familia. Asi lo hacen los de Gsennaia. El kaid sirve de mediador entre el Sultán y la tribu; ejerce además, la policía, y es árbitro en las contiendas que surgen en su jurisdicción. Interviene también en los conflictos con las tribus vecinas, y capitanea a los hombres de la suya en escaramuzas y peleas que con ellas suele haber. Si la campaña es importante, se nombra para el mando de la hueste un amrar o un jip-errebea, es decir capitán de la tribu.
Cada tribu comprende varias fracciones (rboa), compuestas de uno o más poblados, y cada poblado se divide en barrios (of), gobernados por otros tantos concejos.
Los rifeños son labradores, y, por consiguiente, sedentarios. Tienen pocos caballos. Sólo una tribu, Lemtalsa, dispone de considerable número de jinetes. Es también la que posee más extenso territorio. Después viene Gnsennain. La más pequeña es Tafersit. La más poderosa y poblada y la mejor armada la de Bocoya , donde los soldados del Sultán lo han destruido todo.
Los rifeños son fanáticos porque son bárbaros, pero pasan por medianos creyentes, y su actitud en las mezquitas, así como su manera de vivir, poco conforme con la ley del profeta, acreditan de justa la acusación de tibieza sobre ellos. La gente del pueblo es ignorantísima. Su saber se reduce a algunos versículos del Corán y goza de las preeminencias que acompañan al título de taleb (plural tolba), las cuales consisten en el derecho de vivir errantes, del solo oficio de pedir limosna, y sin que nadie pueda maltratarles ni perseguirles. Los estudios se reducen a comentarios del libro santo hechos en comunidad. Los imanes y marabús rifeños no forman verdadero clero, pues difícilmente se puede advertir en ellos vislumbres de jerarquía religiosa. A veces los eligen los fieles. Otros heredan el cargo. Pero ni en aquel caso ni en éste gozan de sueldo ni emolumentos fijos de ninguna especie. El marabú rifeño vive de las ofrendas de los devotos.


No hay poblado sin su santo, sus maragús (marabús) y sus chorfa (plural de cherif). La sepultura del santo local puede ser humilde , sin techumbre que la cubra (mzara), o hallarse en un bonito templo. El viandante no debe pasar ante el edificio sin añadir una piedra al montón (hauita) que allí existe, o sin besar la puerta. Al mismo tiempo ha de invocar al santo que en aquel seid o kabba se venera, llevando las manos juntas a la frente, a la boca y al pecho.
Los Derkaua y los Taibia tienen muchos afiliados en el Rif. A pesar de las doctrinas radicalmente monoteístas de estas asociaciones, los rifeños conservan las tradiciones politeístas de los tiempos preislámicos. La influencia de los chorfa de Uazzán es considerable en todo el Rif, y muy antigua.
El país es independiente: bled-es-siba, que dicen los marroquíes. En él no hay más kiad o funcionarios del Maizén (Mahjzen) que los del Tsul, Branés, Senhadya y Hiaina. La ciudad de Tánger es cabeza de la de Tetuán. La región comprendida entre Tánger, la frontera del Rif y Fez, quebradísima, desconocida y habitada por gente indómita, es la más impenetrable de Marruecos. De aquí que el valor de Ceuta como cabeza de una línea de invasión deba considerarse nulo. La inseguridad de la comarca es tal, que nadie se atreve a viajar por ella, ni siquiera los mismos naturales. No hay zetat que dé suficientes garantías . Conviene advertir que se llama zetat a un guía, quien al propio tiempo que hace de tal, garantiza la seguridad del viajero a quién acompaña. El zetat es siempre pariente o criado de una familia poderosa, capaz de tomar pronto venganza de cualquier desmán cometido contra aquel a quien concedió su protección y salvoconducto.


En cambio los yebalas pasan por gente culta. Alábanse algunas tribus de que todos los hombres a ellas pertenecientes saben leer. Hay muchas zauias muy concurridas, y dícese que los tolbas que a ellas asisten reciben muy buena instrucción y muy completa.
Las principales son las de Xexauán, Tetuán, Beni Arús (Beni Aros), Rzaua, y Fichtala, a las que acuden desde muy lejos gran número de jóvenes, deseosos de estudiar teología y derecho con maestros de gran reputación. Aún tienen los yebalas más santos y más ermitas que los rifeños. Los Beni Arús y los Beni Zerual se dicen todos descendientes del profeta, lo que significa que todos son chorfa. Aunque berberiscos de raza, hablan árabe y pretenden venir de Koreich, pariente próximo de Mahoma. Son por este motivo, grandes fabricantes de genealogías falsas.
La principal causa de guerra entre las tribus, los pueblos y los barrios es el mérito del respectivo santo patrono. Las romerías que tantas veces acaban en batalla, según he dicho, son muy sangrientas en el país yebala. Pero el sobrado número de santos y chorfa parece haberlos despreciado, y son muchos los yebalas que, sin dejar de salir con furia a la defensa del patrono de su pueblo o tribu, se ríen de los marabús y de los chorfa. Los de Uazzán no puedn ir a Beni-Mesara, sin peligro a que les falten al respeto, y aún de que les roben. Segonzac habla del asesinato de dos chorfa por la gente de Slés.


Los rifeños, aunque rudos, no carecen de industria. De la lana, la pita y el lino hacen groseras telas; del esparto esteras, cuerdas y alpargatas, y de la leña de sus bosques cárabos, puertas y tabiques para las casas, y mil diversos objetos de uso doméstico. Algunos más ingeniosos, son pasamaneros y trabajan el oro. Los pobres y los esclavos son alfareros y hacen gran variedad de vasijas, tales como jarras, teteras, cazuelas, pucheros, etcétera, etc., sirviéndose de los mismos hornos en que cuecen el pan. La caza es muy abundante y el rifeño buen cazador. Hay cantidad grandísima de jabalíes, venados, etc.,y de cuando en cuando se encuentra algún lobo o alguna pantera. Los moros ponen lazos, o acechan a los animales, escondidos tras las chumberas; sólo cuando dan batidas a las fieras, se reúnen muchos y van bien provistos de municiones.
(Todos estos datos están tomados del interesante libro de Reparaz: La política de España en África)…”
Hans Nicolás i Hungerbühler

El combatiente rifeño (2/3)
















El alma rifeña



En el fascículo núm. 5de la colección editada en 1969, titulada “España en sus héroes”, en artículo titulado “El alma del rifeño” y firmado por las iniciales L.S.G, (Luís Saez de Govantes), se define al rifeño como admirador de la inteligencia del cristiano. En dicha publicación, queda recogida una anécdota protagonizada por el Roghi que había mandado a Uixán a buscar a Tebib Arrumi para que curase en Zeluán al caíd Buchaid.
Al ver que el Tebib vestía como un europeo pero tocado con el clásico fez, el Roghi le dijo:
“…¿Por qué llevar tu traje español y sombrero moro?. Yo no quiero eso; yo quiero verte vestido de moro y con sombrero cristiano. Yo quiero tu cuerpo, tu corazón, de rifeño; tu cabeza de español…”
Sobre el rifeño, se continuaban en dicho artículo, citando sus características y forma de comportarse, las cuales eran (textualmente):
“…El rifeño ama el dinero sobre todas las cosas. El dinero tiene valor en todas partes y se puede decir que en todos los tiempos. Pero en el Rif posee además un mágico poder. Más que Alá, el dinero es el dios, y la codicia el principal sentimiento. No hay que hablar pues de religiosidad o fanatismo, de guerra santa y de odio al cristiano. El dinero, sólo el dinero, está ppor encima de Dios y de la ley escrita del Profeta. Aunque eso no impide que tenga conocimientos rudimentarios del Corán y sea tolerante con todas las creencias. Cumple con las plegarias, las abstinencias del Ramadán, el respeto a los muertos, la negación a ingerir y tomar bebidas alcohólicas y carnes prohibidas…
No suele entablar polémicas religiosas ni con cristianos ni con hebreos. Para los rifeños, la religión se lleva en el corazón sin necesidad de que tenga que salir a los labios.
Es el rifeño un agudo observador y sabe controlar perfectamente sus ímpetus lo mismo que disfraza sus pensamientos. Da rodeos al hablar, sin exponer jamás con claridad sus ideas. Prefiere qu el interlocutor se gaste, se desnude psicológicamente, sin que él entregue ni descubra nada de su forma de ser. Explota las necesidades ajenas en su propio beneficio, y si es tenaz en pedir es más terco en negar. Es recelosos por naturaleza. Y como teme ser engañado, procura engañar antes. Ama el fusil, ama el caballo y ama la rapacidad, que es ley de vida. Su instinto de robo y pillaje, es algo natural y necesario para subsistir. Por vivir así, con ese signo de violencia, actúa como un guerrillero nato, aficionado a las emboscadas, a los ataques solapados, a los golpes de fuerza, a las incursiones rápidas, a las venganzas… De ahí los “razzias” o ataques por sorpresa. Es bravo, es duro, es austero, es paciente y posee una nobleza especial y ruda, ya que no olvida nunca el bien o el mal recibido. La consecuencia es agradecimiento o venganza. También lleva en sus entrañas un fuerte sentimiento de orgullo . Por ser de esta forma, no soporta el desprecio ni la desconsideración.
Buen guerrero, porque reúne las condiciones ideales para la lucha: serenidad, valor, paciencia y aguante físico. De larga andadura y largas esperas, el rifeño no se deja arrastrar por el torrente de los nervios. Acomete con fiereza, con velocidad, con empuje, porque sabe que debe ser así y porque no teme a la muerte. El combate lo lleva en la sangre. Y para combatir, para embriagarse con la galopada y la pólvora, es capaz de aguantar escondido horas tras un palmito o una roca. Pero con su fusil amorosamente cogido entre sus manos, con la mirada atenta, con todos sus sentidos despiertos. Se adapta al terreno bien y casi puede decirse que forma parte de él, de esa jara dura que lo define. Si es buen infante, es mejor jinete. De cualquier forma, el rifeño sabe guerrear, a su manera pero sabe.
No tiene recato en huir si las cosas vienen mal dadas. No tiene escrúpulos de conciencia cuando corre hacia atrás, lo mismo que va ciego hacia adelante, hacia la muerte tal vez. Para él, combatir no sólo es luchar cara a cara, sino ganar como sea, conseguir un objetivo como mejor pueda lograrse.
La huída de hoy puede ser una fase de mala suerte para el triunfo de mañana; un procedimiento, un amago o una fatalidad. Si retrocede lo hace sin remordimientos. Otra jornada será la que traiga el fin propuesto de victoria. Su táctica de guerrilla, a veces con grandes masas, está basada en el terreno y en un estilo que la vida le ha impuesto. El rifeño combate así porque así son sus circusntancias, las de su existencia dura, las de su idiosincrasia.
L.S.G…”
Físico rifeño.
Según una descripción dada de Ismaar, uno de los hijos de El Chaldy, el verdadero tipo rifeño era el de una persona enjuta, fuerte y de tez amarillenta. Por otro lado, los europeos cuando visitaron el Rif, se encontraron que una gran proporción de ellos, eran individuos de piel clara, con ojos azules, grises y verdes, con pelo rubio y pelirrojo.




Censura
Impresiones de campaña.
“…Melilla 23. Si el lector se hubiese hallado alguna vez en el mismo caso en el que se encuentran los corresponsales de los periódicos de Madrid y de provincias que han venido a Melilla para informar de los sangrientos acaecimientos que se desarrollan en esta parte del Riff, perdonaría las inevitables omisiones en los detalles y la natural confusión que se observa en el relato de los combates, confusión que es muchas veces reflejo de la misma en que acaecen.
Como hemos convenido señalar como signo de buen Gobierno la decisión adoptada por el que nos rige de que la opinión no conozca sino una parte de lo que más le interesa, aunque la verdad a medias sea mil veces más perniciosa y de más funestas consecuencias que la mentira, la censura ha encontrado excelente campo de acción en los relatos telegráficos que se envían desde Melilla a los periódicos españoles, y el lápiz rojo tacha sin piedad líneas y líneas, infinitos grupos de palabras, que algunas veces expresan lo más interesante, aunque sea lo más doloroso, quizás la noticia sensacional que costó al periodista salir hasta las avanzadas, exponiéndose en ocasiones a que una bala del enemigo acabase de una vez y para siempre con la información y el informador.



Pero como todo esto parece ser inevitable, hay que aceptarlo, creyendo firmemente que la contrariedad es sufrida en igual proporción por todos los periodistas, que, por serlo pasan amargas horas de inquietud y de vigilia, se dan caminatas fatigosas a través de estos incultos campos y obligan a sus periódicos a hacer enormes gastos, inútiles muchas veces.
La verdad de la actual campaña, la que no puede dejarse deslizar siquiera por el cable, ni envuelto en el laconismo del estilo telegráfico; la dolorosa verdad que debe conocer España, es que en cada nuevo combate que nuestras tropas sostienen contra los moros, la harka enemiga aumenta de un modo aterrador y que las kábilas de la parte oriental del Rif se verán pronto auxiliadas con la colaboración guerrera de todo el centro rifeño.
El contingente de adversarios que hoy reúnen las fracciones de Guelaia llamadas Beni-Buifrur, Beni-Sidol y Beni-Flakan, y las de Beni-Bu-Iahi, Tafersit, Beni-Ul-lirec y algunas de Tamensan y de Beni-Uriael, es respetable por el número, por el armamento y por el empuje que demuestran en la acometida. Después del combate del día 18, en que cayeron en poder del enemigo algunas mulas de nuestras tropas, que fueron paseadas como trofeo y botín de guerra en algunos zocos de las kábilas próximas, las predicaciones de los jefes rifeños rebeldes han producido nuevos guerreros, que por todas partes encuentran voluntarios para la guerra santa y leales adictos a Si Mohamed Mesian, de Zgangan, a Hach Omar M’Falsi y al Chadly, actuales caudillos de las huestes rifeñas que pelean contra España.
Mañana, como digo más arriba, a estas kábilas y fracciones de kábila se unirán todas las del Rif central, y entonces seguirán su ejemplo las del valle de Iuaun y las del Garb-el-Isar, gracias a las excitaciones del cherif Ajamrix, más venerado y de más fuerza religiosa y política que los actuales caudillos, el cual parece no esperar más que una ocasión favorable para servir a su fanatismo para pelear contra los cristianos.
De los zocos del interior, en donde la noticia de los últimos sucesos ha causado extraordinario ardimiento, llegan a la plaza de Melilla noticias que demuestran el espíritu guerrero que alienta los traidores corazones rifeños. Cada uno de los moradores de estas kábilas vende sus ganados, sus granos, todos sus bienes, en suma, para adquirir armamento y municiones, viéndose en manos de nuestros enemigos fusiles máuser de los últimos modelos, con cartuchería de 1907.
Si los de Guelaia no son excelentes guerreros, si no se hacen temer por su bravura, en cambio, los de Beni Bu-Iahi y los de M’talsa, que unidos disponen de unos 20.000 fusiles, son terribles luchadores, que combaten con imponderable arrojo. Algunas fracciones de estos últimos son los que han tomado parte en los combates de los días 18 y 20 del actual, los que llegaron a romper las alambradas del campamento del cuartel general, los que, colocados detrás de las chumberas y de las piedras, esperan horas y horas la ocasión de dar la acometida decisiva, sin cuidarse para nada de las segura muerte que les espera en la boca de nuestros cañones.
Los de Beni Said y los de Beni Ul-lixec, que disponen de cerca de siete mil fusiles, no son, en general tan bravos como los M’talsa y los Beni Bu-Iahi. Sin embargo algunas fracciones, tales como las de Uardana y Taielut, pueden competir en empuje y en desprecio de la vida con las más feroces de todo el Rif.



Se puede, pues, asegurar que, reunidas todas las fracciones de las kábilas que pelean hoy contra España, no sumarán más de siete mil fusiles; pero el día en que el ejército español avance hacia Nador y Zeluán, todas las kábilas citadas podrán oponerse al paso de nuestros soldados con más de treinta y cinco mil fusiles y unos mil doscientos cincuenta caballos, sin olvidar tampoco que entre todas las kábilas del Rif poseen más de treinta mil fusiles modernos.
Pero ese enemigo formidable será y es, aún más temible que por el número y por su empuje, por la singularísima y traidora táctica que emplea en la lucha. No son enemigos francos y leales que pelean pecho a pecho y frente a frente; sopn traidores que se reúnen a favor de las chumberas, de los brezales y de los accidentes del terreno, marchando uno a uno, arrastrándose por el suelo, tomando caminos distintos para llegar a un punto determinado.
Uno, oculto entre las piedras, hostiliza a las tropas españolas ; estas contestan con una descarga de fusilería, dirigida al sitio de donde partió la agresión, y en aquel momento treinta o cuarenta fusiles enemigos, emboscados a cien metros del lugar del primer disparo, hacen fuego contra nuestros valientes soldados, que no sospechaban siquiera tal agresión. Contestan las armas españolas; pero ya el enemigo ha desparecido, cuando una nueva descarga, que parte de otra maleza lejana, les advierte que están rodeados de enemigos.
Los moros no pelean todos con armas. Cada uno de los tiradores suele llevar a su lado a otro, que sin fusil ni arma de fuego de ninguna clase, le acompaña, blandiendo en la amano derecha un largo varal, en cuya extremidad anterior está sujeto un gancho curvo de afilada punta. El fanatismo de los moros no les permite dejar en poder del enemigo los cadáveres de los que mueren en la lucha, y el acompañante de cada guerrero tiene por misión el enganchar con el extremo del váral los muertos, llegando si es preciso hasta las trincheras enemigas para conseguirlo.
De igual modo intentan apoderarse de sus adversarios, y si lo logran sacian con ellos sus sanguinarios instintos.
Un caso he presenciado, que aún me hace cerrar los ojos de terror al recordarlo. Un muchacho , casi un niño, cabo del batallón de cazadores de Mérida, cayó herido de un balazo en la cabeza, hallándose en las avanzadas. Cuando llegó al cementerio de Melilla se veían en su guerrera grandes desgarrones. El infeliz había sido enganchado por uno de los moros que usan ese instrumento de guerra, apoderándose del cuerpo del valiente soldado; con un golpe de gumia casi le separó la cabeza del tronco, y si un grupo de cazadores no logra rescatar el cuerpo de su desventurado compañero, el cruel enemigo le hubiera hecho víctima de salvajes mutilaciones.
Es inútil seguir detallando actos inhumanos que indignan y crispan los nervios.
La importancia de esta campaña, aún no comprendida en España todavía, está reflejada débilmente en los combates de los días 9, 18 y 20 del actual, en cuya relación no insisto porque en estos momentos se está librando uno terrible y doloroso por las bajas que ha causado en nuestro valiente Ejército.
La precipitación con las que escribo estas líneas, después de haber sido testigo de gloriosos hechos y de tristes acaecimientos, no me permite detallar como merece el combate que desde las cinco de la madrugada de hoy 23 de julio sostienen nuestras tropas contra más de 16.000 moros de casi todas las kábilas fronterizas, y de algunas , como las de Beni Burriagel, lejanas…”



El armamento
El Rif era una de las regiones mejor armadas de Marruecos y de las más difíciles de conquistar dado lo accidentado del terreno. El armamento que en dicha región se podía hallar, iba desde el “Winchester” de 16 tiros hasta la espingarda.
La espingarda, era el arma insustituible del marroquí en el interior del Rif. Se decía que ofrecía hasta cierto punto (según narración de Rittwagen), mayores ventajas que un fusil moderno ya que el funcionamiento de este, era complicado para el moro y no era entendido del todo por el tirador. El fusil moderno, requería cartuchos los cuales, no siempre podían ser conseguidos por el contrabando, cierta era la comparación que hacía Guillermo Rittwagen del fusil con el bastón ya que el primero, sin cartuchos y munición, no dejaba de ser y usarse como el segundo. La espingarda, podía ser cargada incluso por piedras y, dada la orografía del Rif tampoco era necesario el disponer de armas de largo alcance, motivo por el cual la espingarda bastaba.
Las armas con las que los rifeños combatían a los españoles, provenían en su mayoría del contrabando, cierto es que cualquier arma de fuego, desde la espingarda de un solo tiro a los “Remington” hasta los “máuseres” robados a los españoles heridos o muertos en el campo de batalla sin olvidar, los que pudieran ser comprados provinentes del contrabando, así como las gumias, piedras y palos, cualquier objeto susceptible de ser usado en un ataque, era hecho servir por el combatiente rifeño, pobre de por sí y dependiendo de su poder adquisitivo, podía comprar más o menos cartuchos sin olvidar tampoco, los procedentes de la rapiña en el campo de batalla, de ahí, la importancia del botín. En la siguiente noticia aparecida en el periódico madrileño, “La Correspondencia de España”, del 26 de julio de 1909, bajo el título “El contrabando”, deja constancia de lo mismo, incluso, se atisba, la sospecha de asesoramiento militar.
“Melilla. (Domingo madrugada). Preocupa seriamente al general Marina y a cuantos siguen con atención el estado del campo enemigo un fenómeno digno de ser anotado.
Los moros han debido de recibir importantes provisiones de armamento y de cartuchería, porque han quemado un número enorme de cartuchos, a gran distancia, cosa que ellos no hacen cuando los cartuchos escasean o van caros, porqué el moro es pobre, y sólo tira cuando sabe que va a hacer blanco.
Muchos de los máuseres y remingtons cogidos en el campo junto a los muertos, o abandonados por los heridos, son nuevos, con las culatas flamantes y las correas aún con la grasa de la fábrica, y el pelillo en su dorso, característico de ser nuevas.
Los cartuchos recogidos son casi todos nuevos y llevan en su mayoría la manteca que les da carácter de recién extraídos de los paquetes. Y como los moros los llevan siempre a granel en sus carteras, y por el roce pierden grasa, se deduce que han sido desembalados y distribuidos hace poco tiempo.



Las alzas
Otro detalle interesante es el de haber recogido varios fusiles de moros con las alzas levantadas para 500 metros; caso digno de ser meditado, pues los moros no usan nunca el alza, y tiran sólo con la mira, por lo cual sus tiros a larga distancia quedan siempre cortos y bajos.
La abundancia de fusiles nuevos y el consumo enorme de cartuchos que han hecho los moros, confirma los recelos que el general Marina tenía acerca de grandes contrabandos de armas, preparados desde hace tiempo y anunciados por los confidentes, por noticias que en los zocos circulaban.
Esos contrabandos no han podido haber sido hechos por mar, porque los cruceros y cañoneros vigilan sin cesar, y se teme que hayan sido realizados por tierra, burlando la vigilancia de nuestros buenos amigos y vecinos los franceses, los cuales sería bueno redoblasen su vigilancia por el Kiss.
El uso de las alzas y en la forma que combatían anteayer son también cosas que conviene no perder de vista, por indicar que entre ellos hay alguien que no ignora el uso del alza, el cálculo de distancias y el empleo de los modernos procedimientos de combate.
Los moros sólo han atacado en masa por la noche, o al amanece, al amparo de la neblina. De día cuando nuestros soldados llevan la ventaja de conocer bien el arma, del cañón y de la disciplina, se presentan desplegados en guerrilla, y solamente cuando se emboscan se les ve reunidos…



El tirador rifeño
El rifeño de por sí, era buen tirador, de hecho, Rittwagen, lo definía así, en su artículo sobre el Rif, publicado en la revista de la época, “La Ilustración Española y Americana” del 15 de julio de 1909 (textual):
“…Los rifeños son en general buenos tiradores, pero solamente con sus espingardas logran hacer buenos tiros, porque desconocen el mecanismo y la práctica del alza de los fusiles modernos, y cuantas explicaciones se les den son inútiles, porque siendo cristianos quienes se las dan, creen ser engañados.
Así como los árabes forman cofradías de carácter exclusivamente religioso, los bereberes todos, y muy en especial los rifeños, se afilian a sociedades de tiro, cuya misión no es más que adiestrarlos en el manejo de las armas.
La sede principal de esta cofradía o asociación de tiradores radica precisamente en el corazón del Rif, y el patrón no fue un santo varón, ningún asceta, como los fundadores de las cofradías religiosas musulmanas, sino un tirador extraordinario que se llamaba Ali-Ben-Nacer, que al igual que Guillermo Tell, derribaba cuantas naranjas se pusiera cualquiera sobre su cabeza y a cualquier distancia.



Hans Nicolás i Hungerbühle



El combatiente rifeño ( 3/3 )








La fuerza rifeña
Extraída del rotativo madrileño “La Época”, La Vanguardia del 14 de agosto de 1909, en el apartado “Hojeando la prensa”, explicaba de la forma siguiente la manera de combatir del rifeño e incluso, “El Imparcial” del 31 de julio, narraba algún ardid moro para camuflarse en el terreno. Ambas narraciones dadas en los periódicos, decían textualmente lo siguiente:
“…De La Época:
Los rifeños en contra de lo que se piensa, no carecen de organización: la tienen a su manera, y es bastante adecuada a la guerra irregular en que son maestros, en un terreno que conocen y les es favorable.
Como Infantería, cumplen todas las condiciones que se le puede exigir a la mejor. Son tiradores excelentes, cuidan su arma como un tesoro, y conservan sus municiones como puede recomendarse en la más severa disciplina en fuego: se ciñen a los accidentes de sus riscos, con habilidad pasmosa para cubrirse, y llegado el momento del ataque, se lanzan a él con fé ciega.
Su Caballería, poco numerosa, es también buena como irregular. Firmes a caballo, sabiendo usar sus fusiles cual si estuviesen a pie, y salvando todos los obstáculos con ágiles cabalgaduras, no so despreciables en un encuentro en que nuestros escuadrones no pudiesen maniobrar y aprovecharse de la superioridad táctica que da la instrucción y la disciplina. Carecen de Artillería, y esta es nuestra gran ventaja; pues nuestras tropas poco tienen que temer de su acción antes de los 1200 metros. Ellos en cambio están batidos a partir de 4000.
Las cualidades enumeradas igualan de tal modo las condiciones de sus infantes y jinetes con las del Ejército expedicionario, que en el momento del combate es indispensable disponer de un efectivo idéntico para lograr un éxito franco y decisivo.A esto hay que añadir que nuestro frente de avance tiene que ser algo extenso , y por lo tanto, que es preciso llevar reservas fuertes y bien situadas, para acudir al punto amenazado con la oportunidad que el caso requiere…”
“El Imparcial” de Madrid, del 31 de julio, publicaba sobre la forma de combate de los rifeños y la importancia que tenía el saber mimetizarse con el terreno, lo siguiente:
“…Ardides de los moros. Los moros han adoptado un singular procedimiento para presentar menos blanco a las balas de nuestros cañones y nuestra artillería. Recientemente adquirieron muchos millares de sacos. En la plaza se creyó que los querían para llenarlos de tierra y formar trincheras. Ahora se ha visto a que los destinaban. Cada combatiente coge un saco; le baña para darle mayor consistencia, en una lechada de cal y tierra, le abren agujeros para meter las piernas y los brazos y se visten con él. De este modo creen librarse mejor de la vista de los soldados españoles…


La hoguera :comunicación entre las tribus kabileñas del Rif
Las tribus rifeñas, para comunicarse entre sí, usaban un sistema muy primitivo el cual era visto desde kilómetros de distancia, cosa que también advertía a los militares españoles sobre las intenciones de sus enemigos, según la disposición que pudieran tener. Las siguientes noticias al respecto, nos lo indican: “…En previsión de un ataque.
Melilla (viernes madrugada). Acabada de transmitir mi crónica anterior, me entero de que se han dictado órdenes terminantes para que la vigilancia se refuerce durante la noche. Hay la sospecha, y parece fundada porque la noticia la han traído moros leales, de que algunos kabileños intentan cortar la línea telegráfica por encima de la segunda caseta, aunque para ello tenga que agredir a la fuerza que la defiende.Esta fuerza la forman dos compañías del regimiento de África, al mando del teniente coronel Sr. Baños. La Artillería de Sidi-Hamed está prevenida y ha calculado ya las distancias para barrer el barranco de Sidi-Musa, pues se sabe que por allí intentará desembarcar la morisma. Se ha pedido un reflector de campaña, que hará proyecciones desde el campamento.
Hasta la hora en que envío este despacho, los temores no se han confirmado; porque entre los moros hay gran movimiento es indudable. El resplandor de las grandes hogueras nos lo dice.
Rodríguez de Celis, “La Correspondencia de España”, del 16 de julio de 1909…”
“…A lo lejos se ven columnas de humo denunciadoras de hogueras de guerra con las cuales se llaman una kábilas a otras. Felizmente, hasta la una de la madrugada , hora en que telegrafio, esas hogueras no han dado resultado, pues no se ha oído ni un solo tiro. Por si acaso todas las fuerzas están prevenidas, y el servicio de vigilancia es ta exquisito, que el general ha comprobado a media noche que los escuchas vigilan de tal manera, que a más de doscientos metros le han dado a él, ¡quién vive!.
Sidi-Ahmed-El-Hachs, N. Rodríguez de Celis. “La Correspondencia de España”, del 11 de julio de 1909. “…En el Gurugú fueron encendidas hogueras convocando a las tribus sin duda para proseguir la lucha…” “Los kabileños atacan, sangrienta jornada” “La Correspondencia de España” del 20 de julio de 1909”. “…En el campo moro. Constantemente se ven hogueras en los montes inmediatos, señal de que los moros siguen llamando en su auxilio a los de las kábilas inmediatas. He hablado con un moro que , aunque amigo de España, está enterado de lo que ocurre en el campo enemigo. Me dice que la actitud de los kabileños es expectante, esperando el desarrollo de las circunstancias. No es creíble que por ahora intenten un ataque…”
“En el campo moro”. “La Correspondencia de España” del 30 de julio de 1909.
“…Otra observación se ha hecho; en la noche última se divisaron en los campos inmediatos algunas hogueras que en la estación presente sólo podían ser encendidas como anuncio o convenida señal entre los los diferentes elementos belicosos de las kábilas…” (Víspera del ataque a los obreros del ferrocarril el 9 de julio de 1909).
“El Imparcial”, del 10 de julio de 1909.
“…Tal es el resumen de los sucesos ocurridos en los días 25 y 26, y que noto, porque constituyen el principio del recio combate de ayer. Dije en uno de mis despachos que en la noche del 26 al 27 se habían visto hogueras en las cumbres del Gurugú. Eran señales de las que acostumbran los rifeños cuando quieren reunirse para algún combate. También se vieron estas hogueras en la noche anterior al 23, que será inolvidable en nuestras crónicas…”
“Hogueras en el Gurugú”, “El Imparcial”, del 29 de julio de 1909.
Las diferentes tribus
Según Guillermo Rittwagen, los BEREBER (masa humana en general, que poblaba el norte marroquí),constituían uno de los grupos humanos más interesantes a estudiar. Los consideraba la representación más antigua de la humanidad cuando vivía, incluso afirmaba, “en las antiquísimas edades prehistóricas”, Decía que si no fuera por las modernas armas de fuego que usan, se creería el visitante, transportado a los tiempos en que se vivía de los productos del suelo, mal labrados, calzando sandalias de esparto, vistiendo indumentarias elaboradas por las mujeres con pelo de cabra o lana. Sus necesidades, estabn reducidas a mínimos posibles y, la intelectualidad al más bajo nivel, desconociendo por completo toda idea de cultura.


Kalaya. (Kelaya)
Próxima a Melilla, debe su nombre a la traducción del árabe que significa “Atalayas”, por los riscos de sus alturas. Todo y que era considerada como integrante del Rif, se asemejaba más a los Zenetas de Beni-Snassen, por sus costumbres y vestimentas.
Sobre esta kábila, escribía en “La Ilustración Española y Americana de fecha 8 de agosto de 1909, Guillermo Rittwagen, el siguiente arículo, describiendóla de esta forma, bajo el título “Nuestros enemigos. La Kábila de Kaleia” (Kelaya). Habla de su situación geográfica, de las conexiones de su orografía con la española, de sus recursos, de las minas de Beni-Buifrur, que bien explotadas podrían convertir Melilla en segundo Bilabao, de la población, de la casa en la que vivían los Kaleias, de los zocos (mercados), del contrabando, de sus orígenes, y del pasado histórico romano, único vestigio latente en el lugar. (textual):
“…La kábila de Kaleia, actualmente lucha contra España, ocupa las postreras estribaciones orientales del sistema orográfico del Rif, conocido geográficamente con el nombre de Pequeño Atlas, y cuyas últimas vértebras se extinguen bruscamente en los acantilados del Cabo de Tres Forcas, en dirección del pico de Muley Hacen de Sierra Nevada, en la orilla opuesta. Entre ambos sistemas orográficos, y precisamente enfilando Tres Forcas, el Gurugú y la cumbre de Muley Hacen, se alza en medio del Mediterráneo el islote de Alborán, de la misma naturaleza geológica, como punto de emersión que surge del fondo del mar para probar la continuidad natural y geológica de ambas cordilleras gemelas que paralelamente corren desde el Estrecho de Gibraltar, encabezadas por Sierra Bullones en África y por Gibraltar y Sierra Carbonera en Europa. El pico más elevado del Pequeño Atlas en Kaleia es el célebre Gurugú, que tanto dio que habalr en la guerra del 93, y que vuelve a mercer nuevamente los honores de la publicidad, como punto desde donde los marroquíes dirigen todos sus ataques a nuestras fuerzas, por ser el más culminante de la región, que domina todas las vecinas. El Gurugú alcanza una altura de cerca de mil metros sobre el nivel del mar; pero hay otros muchos picachos que llegan hasta los ochocientos y aún novecientos metros de altura, sobretodo en la región minera de Beni-Buifrur, la más montañosa de Kaleia.
A pesar de ocupar los kaleias un territorio que geográficamente pertenece al Rif, no pueden considerarse etnográficamente como rifeños auténticos, pues difieren por muchos conceptos de ellos. En realidad, el río Kert es el que marca la división entre el Rif y las kábilas zenetas que pueblan el oriente de Marruecos, entre las que hay que clasificar también a los kaleias. Los kaleias forman una kábila de la s más complejas de Marruecos, amalgama de todos los pueblos que integran su población, dominando sin embargo, el elemento zaeneta, cuya más importante confederación, la de los Beni-Snassen, no está muy lejos, al otro lado del Muluya. Y zenetas son también nuestros vecinos de Chafarinas y Cabo de Agua, los Kebdanas, y casi todas las del Oriente septetrional de Marruecos.
El elemento árabe se manifiesta también bastante preponderadamente por la más inmediata proximidad de la kabila nómada de los Ulad-Settut, que pasan por ser los marroquíes que hablan el más clásico árabe y los más celebrados poetas y trovadores del pequeño desierto del Garet que pueblan. Los verdaderos rifeños, amacirgas o cheljas, que pueblan ya todos los territorios al Oeste de Kaleia, son los que menos fuerza social y étnica tienen en esta kábila, desconociendo el rifeño y hablando, por el contrario, un árabe muy vulgar, muy influenciado por el dialecto zaneta.
Kaleia es el plural de “Kalá”, que con el artículo árabe “al”, forma nuestra voz Alcalá, y que significa “Atalaya”, cerro, risco, nombre muy justificado por lo abrupto del terreno de Kaleia, que ya en la península de Tres Forcas es completamente impracticable.
Los kaleias participan de todas las condiciones y costumbres de los bereberes, que no otra cosa son los zanetas, si bien difieren, por muchos conceptos, de las demás subdivisiones bereberes. Los kaleias, al igual que los demás bereberes, son sedentarios y habitan casas o chozas de barro, de la misma forma que las antiquísimas edificaciones sabeas. No son, por lo tanto nómadas ni viven en aduares movibles. Las casas constan, por lo general, de un patio central, a cuyo alrededor están las habitaciones, nada confortables por cierto, sin huecos ningunos al exterior más que las aspilleras de defensa, completada por unos espesos cercados de chumberas o espinos y media docena de galgos achacalados muy peligrosos, porque ladran y muerden, y que no faltan en ningún caserío rifeño.
Ya hacia Mar Chica, las abruptidades montañesas deponen sus riscos y el terreno se torna más fácil y practicable hacia la alcazaba de Zeluán, la antigua corte del Roghi, única existente en la actualidad en todo el territorio de kaleia, puesto que la de Frajana, donde había antiguamente una guarnición de tropas del Sultán, quedó destruida en 1903 por las del Roghi. La alcazaba de Zeluán está estratégicamente situada en la confluencia de varios caminos naturales que ponen en fácil comunicación respectiva, Melilla, taza y la región del río Muluya, dando paso a Argelia por Marnia y TIemecen.
Gracias a la proximidad de Melilla se desarrolló entre los kaleias el espiríritu del comercio, y a los numerosos zocos que semanalmente y en distintos días se celebran en diferentes puntos de su territorio, acuden kabileños del interior y de las tribus vecinas, que, por no entender el castellano o por escrúpulos de fanatismo no se avienen a entrar en el impuro recinto infiel de Melilla. Pero los kaleias, más prácticos y comprendiendo casi todos el español, han explotado siempre en su provecho su vecindad. Sirviendo de intermediarios para todo, revendiendo a los otros kabileños,con natural sobreprecio, el azúcar, el té, el café y demás contados artículos imprescindibles para las pocas necesidades de los marroquíes.
Los zocos se escalonan de modo que las distancias sucedan a los días de la semana en que tienen lugar, y con cuyos nombres son llamados. A cada fracción de Kaleia corresponde un zoco, excepto a la de Beni-Buifrur, que es, precisamente, donde radican las minas, y que celebra dos mercados a la semana, uno el domingo al pie del monte Taurart Essefert, y otro el jueves, en Iazuren. Los demás zocos son el de had (domingo), frente a Melilla, en Frajana; el del yama (viernes), en Mazuza; el de tiatza (martes), en Beni-Bugafar, y por último, eld el arba (miércoles), en Beni-Sidal.
Calcular la población de Kaleia (como la de cualquier kábila) es imposible de todo punto, por no existir en Marruecos ni asomo de Registro civil ni Censo de alguna clase. Por tanto, cuantas cifras se den son hipotéticas y poco seguras. Entre sí, los marroquíes cuentan por fusiles, pero como su fantasía exagera, y más si lo comunican a los europeos, el único dato que pudiera servirnos de alguna base, hay que comenzar por rechazarlo a primera vista por inseguro. A Kaleia se le calculan unos diez mil fusiles, que darían una población aproximada de treinta mil habitantes en cifras redondas; pero puede ser erróneo este número, tanto en diez mil de más como de menos.
Gracias a la situación tan favorable cerca de Mar Chica, cuyas fáciles playas se abordan sin dificultad, se han alijado los más importantes cargamentos de armas y municiones que justificaron nuestra ocupación de La Restinga, y por eso los Kaleias están bastante bien armados, mejor que todo el Rif seguramente, desconociendo ya la espingarda, que todavía es el arma indispensable y clásica del marroquí en el interior.
Pero el repuesto de municiones no debe ser muy abundante, pues bien si hubo tiempo en que los cartuchos abundaban extraordinariamente, las continuas luchas en que han tomado parte a favor o en contra del Pretendiente y el Sultán han debido agotar los recursos, y la activa represión del contrabando les imposibilita el fácil repuesto. Por eso se puede calcular que los elementos de lucha de que disponen nuestros actuales enemigos no son inagotables ni mucho menos, sino que mientras más pródigos se muestran al principio en derrochar los tiros, más los economizan después.
Los kaleias, como todos los montañeses marroquíes, son infantes. Apenas los jefes principeles tienen caballos, por lo cual hay que suponer que la caballería que atacó el día 19 nuestras posiciones del Yebel Sidi Hamed debía ser de la kábila árabe de los Ulad-Settut, que son consumados jinetes y cuyos territorios comienzan al Sur de Zeluán.
Los bereberes parecen sentir de antiguo una profunda adversión hacia la vida ciudadana, tanto, que son escasísimas las ciudades marroquíes cuya fundación se les deba, a pesar de ser los verdaderos aborígenes del Imperio. Por eso en Kaleia, como en las demás kábilas bereberes, apenas existen importantes agrupaciones de dohares (habitaciones de los marroquíes sedentarios, en contraposición de aduar, chozas de los nómadas) que pueden llegar a formar siquiera una aldea.
Kaleia es terreno rico y pobre a la vez. En sus manos pobre, muy pobre, porque se limitan a cultivar someramente la parte de terreno que les es imprescindible para no morir de necesidad, y no más, con objeto de evitar ser víctimas de las rapiñas de los caídes, imperiales o rebeldes, que todos son unos mismos en el arte de quedarse con el producto del trabajo de sus administrados. En cambio, mejor administrado y explotado, Kaleia sería riquísimo, y son garantía de esa futura riqueza que se vislumbra, las minas, ya célebres, de Beni-Buifrur, que parece han de convertir a Melilla en una segunda Bilbao.
En la vertiente Sur del Gurugú, en un lugar llamado Tazuda, existen unas ruinas, atribuídas a los romanos, que debieron poseer allí una fortaleza, necesario complemento de su colonia de Melilla, que entonces se llamaba Russadir.
Son las únicas antigüedades que quedan del pasado histórico de Kaleia. Estas ruinas fueron visitadas por el explorador español Sr. Puga de Lorenzana, que creyó señalar una basílica cristiana.
Cuando la paz reine de nuevo en Kaleia, sería interesante para los arqueólogos hacer detenidas exacavaciones para sacar algo más en claro, porque el pasado de la Mauritania Tingitana, del poder romano en Marruecos, es uno de los períodos históricos más interesantes y más obscuros también.
Guillermo Rittwagen…”
Beni-Said
Cercana al Peñón de Alhucemas, se dedicaba a la fabricación de molinos de piedra tallada, iguales a los antiguos molinos prehistóricos que se encontraban en el interior de las cavernas. Rittwagen deducía de esto que desconocían el trabajar los metales y que vivirían prehistóricamente sino fuera por el uso de arma modernas.
Bocoyas
En su tiempo, había practicado la piratería, motivando reclamaciones de España. Vivía de la pesca especialmente. Eran navegantes consumados manejando los débiles esquifes que eran sus cárabos. Recorrían las costas del Mediterráneo que bañaban Marruecos, dedicados al tráfico y contrabando.
Otras kábilas
Eran esencialmente labradores, dedicados a la agricultura, su modo de vida y sustentación. Durante las épocas de la recolección de cereales emigraban desde hacía algunos años a Argelia desde el Rif, para prestar sus servicios como temporeros segadores, embarcando en Melilla o Alhucemas hasta Orán y de allí, a sus puntos de destino. Dicha emigración, contaba ya con algunos millares y siendo relativamente importante. La emigración, se hacía en verano y una vez finalizada la siega, volvían al Rif.


FUENTES
“El Imparcial”, Madrid núm. 15.205, pág 1, de fecha sábado 10 de julio de 1909.
“La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm.18.778, pág. 2, de fecha domingo 11 de julio de 1909.
“La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm. 18.783, pág. 2, de fecha viernes 16 de julio de 1909.
“La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm.18.787, pág. 1, de fecha martes 20 de julio de 1909.
“La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm. 18.793, pág. 1, de fecha 26 de julio de 1909.
“La Vanguardia”, Barcelona, pág.2, de fecha lunes 26 de julio de 1909.
Fotografía de Rifeño, buscador de imágenes de Google, en Internet.
Fotografías “Rifeños” y “Ardides morunas, tiradores detrás de las chumberas”, Revista Nuevo Mundo. (Biblioteca Nacional de España).
“El Imparcial”, Madrid núm. 15.224, pág.1, de fecha jueves 29 de julio de 1909.
“La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm.18.797, pág. 1, de fecha viernes 30 de julio de 1909.
“El Imparcial” (descripción de individuo rifeño), Madrid núm. 15.226, pág.1, de fecha sábado 31 de julio de 1909.
“La Vanguardia”, Barcelona, pág. 5, de fecha sábado 14 de agosto de 1909.
“EL RIF”, de Guillermo Rittewagen, pags, 19 y 22 de “La Ilustración Española y Americana”, núm. XXVI, de fecha 15 de julio de 1909,.
“Nuestros enemigos, La Kábila de Kaleia”, de Guillermo Rittwagen, “La Ilustración Española y Americana”, págs. 74, 75 y 78 del núm. XXIX, de fecha 8 de agosto de 1909.
“EL RIF”; Wikipedia, enciclopedia en Internet.
“Alma rifeña”, España en sus héroes, núm. 5. Madrid 1969.

Hans Nicolás i Hungerbühler