ÉRASE UNA VEZ MELILLA

ÉRASE UNA VEZ MELILLA
GRUPO DE ESCUELAS MIXTAS

EN EL BARRANCO DEL LOBO

sábado, 5 de septiembre de 2009

30.09.1909: soldado Víctor Aguayo








“El pequeño gigante”Víctor Aguayo Royuela, el arrojo de un soldado en Exmuart

“…Allá en su pueblo, no soñó nunca con África y quizá sólo había oído hablar de los moros, a algún mozo ya licenciado del servicio que se jactaba de hazañas portentosas ante el mostrador de la taberna…”

Nacido en Valdecañas, Palencia el 15 de junio de 1887, de profesión, labrador su vida eran sus padres y el campo, la tierra que cultivaba, el ganado, el corral y algún pequeño conocimiento de albañilería, compartido con la casa, la chimenea y alguna que otra moza en los bailes dominicales o en los paseos por la era. Esta era la vida de Víctor Aguayo Royuela, hasta que fue llamado a filas este palentino de 1,65 mts. de altura, de aspecto recio y curtido por el sol.

El 1º de agosto de 1908, entró en Caja de Recluta y se incorporó al Regimiento de Infantería de Guipúzcoa núm. 53, el 4 de marzo del año siguiente. El 11 de abril, prestaba juramento de fidelidad a la bandera y, el 7 de septiembre de 1909, parte junto a su batallón con la división expedicionaria que se incorporaba al Ejército de operaciones de África. El 10 de septiembre, embarcó en el vapor “Montevideo” con destino Melilla, lugar donde desembarcó a la mañana siguiente día 11. Acampó en Rostrogordo, empezando a prestar servicio de campaña.

El 20 de septiembre de 1909, asistió a los combates de Taxdirt, permaneciendo en las posiciones ocupadas toda la noche. Regresó a Melilla a la mañana siguiente con un convoy que portaba triste carga, heridos, muertos y enfermos.

22 de septiembre de 1909, asiste con su Regimiento a la toma del Zoco El-Had y participa en la ocupación de Hayara-Amac. Tres días más tarde, el 25 de septiembre pasó a otras posiciones hasta el 1º de octubre que marcha a las avanzadas de Beni-Sicar.
5 de octubre de 1909, los rifeños atacan Beni-Sicar y el soldado Víctor Aguayo participa en ese combate.

Posteriormente, prestó servicios típicos de campaña entre Hayara, Aminac, El Had de Beni Sicar, Rostrogordo, Hidrun, Fuerte Concepción, la reconquista del poblado de Tiza y otros puntos. Otra vez la vida en campaña, sin una guerra abierta declarada ya, sufren las tropas agresiones de los kabileños. La premisa, mantener la paz oficial sin bajar la guardia, hasta el 30 de diciembre día en que cuando todo está tranquilo en Exmuart, es sorprendido por los disparos de unos moros que le intentan arrebatar el fusil, cosa a la que él se niega, recibiendo disparos casi a bocajarro, costándole la vida y siendo recompensado con la Cruz Laureada de San Fernando. (1).

Los hechos. La importancia del agua

Los hechos que costaron la vida al soldado D. Víctor Aguayo Royuela, quedaron recogidos de la forma siguiente en la obra “España en sus héroes”,en 1969 y bajo el título “…El pequeño gigante…”(5).

“…Ya en la paz se produce un hecho heroico el 30 de diciembre de 1909: Necesitan salir de servicio de aguada. Se encuentran en una posición, en Exmuart, cerca de Melilla, y este servicio, aunque casi de trámite, es vital por lo que representa. Van los cuatro: el cabo José Fernández, los soldados Cecilio García, Bernardino Díez y Víctor Aguayo. Los dos soldados anteriores son de Ingenieros, a cuyas fuerzas había sido agregado Víctor, quizás por sus pequeños conocimientos de albañilería. Bernardino conduce el mulo para el transporte del agua. Todo va bien y se han cargado ya las cubas llenas. Se inicia pues el regreso al puesto de la sección. Pero de repente…
Le sorprende una descarga de cuatro tiros disparada desde una zanja a unos seis metros del camino. El cabo Fernández resulta muerto en el acto. Y Aguayo cae herido de un balazo en el muslo. Cecilio y Bernardino echan a correr. Creen que sus dos compañeros están muertos y no quieren seguir la misma suerte. Y corren, corren hasta dar vista al reducto. Hacen dos disparos para llamar la atención de las fuerzas destacadas y, logrado esto, ya más tranquilos, pueden volver la cabeza para ver a sus compañeros caídos allá, al fondo del sendero. Pero lo que ven es una lucha feroz.

Víctor Aguayo está pasando por unos momentos muy duros. Lo rodean cuatro moros, y un de ellos forcejea con él para quitarle el fusil. Nuestro soldado se resiste como un león, y es más, intenta descargar su arma sobre el grupo. No le dejan y le golpean brutalmente en la cabeza y en el pecho. Herido como está, se defiende a puñetazos, a bocados…Los moros sólo desean el fusil y parece no importarles mucho la vida del valiente mozo español. Por eso le gritan:

- “Danos el fusil y salvas tu vida…Mira, tenemos ya este otro (se refieren al máuser del cabo) y queremos también el tuyo…”,
- “No quiero darlo”
- “Tú estás loco…respetaremos tú vida. Venga dámelo”

Y ante la nueva rotunda negativa del soldado, vuelven a golpearle con las culatas de sus armas. Aguayo se resiste valerosamente, forcejea, lucha, reparte puntapiés y agarra con sus manos las chilabas de sus agresores.

Está desecho y pierde mucha sangre, pero no es su vida solo lo que defiende, sino algo que juró un día de primavera con los demás reclutas de su regimiento, allá en Vitoria, en España. Por este recuerdo defiende su fusil y pelea con fiereza. Es su máuser y en su uniforme está la patria. Bien vale la pena jugarse todo por ella.

El moro que directamente le ha hablado, el que le golpea y recibe asimismo los contragolpes del soldado, parece enfurecerse más de repente y, junto con sus tres compañeros, arrecian en los culatazos sobre el español herido. Y no se conforma el rifeño con este castigo, sino que esgrime su gumia y lanza un peligroso viaje al cuerpo de Aguayo. Menos mal que éste levanta su brazo instintivamente y lo para. Pero a costa de su carne también, porque no puede evitar una larga herida, un tremendo corte, en la mano derecha…Más sangre y una infinita fatiga. Hasta que pierde el conocimiento.

Desde la posición lo han visto todo. Quieren disparar y no se atreven por temor a dar al soldado. Lo hacen al aire mientras se prepara una patrulla cuya salida ha ordenado el teniente Sierra Bustamante. Sale rápido el sargento Sotero con un cabo y varios soldados. Hay que comprobar si aquellos cuatro moros no están acompañados de otros más, emboscados en cualquier parte. Corren hacia abajo, hacia el lugar de la pelea. Los rifeños han conseguido ya el fusil del soldado, al que creen muerto, y huyen velozmente hasta desaparecer.

La patrulla de socorro llega. Allí está Aguayo desmayado en un charco de sangre. Cerca, a unos pasos, el cabo Fernández, muerto. Recogen a ambos, organizan el traslado con sumo cuidado y se destacan unos cuantos por los flancos y retaguardia para mantener la seguridad del regreso. En el camino se ha recobrado algo el herido, lo suficiente para poder hablar, para contar todo al sargento, que le escucha emocionado. Aguayo está nervioso, febril, entusiasmado. Su alegría es grande, como la de un niño que ha hecho algo difícil y meritorio. Él ha luchado, se ha defendido, se ha negado, ha repelido la agresión y ha sido herido dos veces. Por su fusil, por su patria, por saber ser soldado… Y señala al sargento en su pecho porque es el sitio de su cuerpo donde ha recibido más culatazos. Y enseña también la mano, con la falta de un dedo por ese enorme corte de la gumia. Y habla , habla sin cesar.

Le evacuan rápidamente y como pueden, al hospital del Buen Suceso. Antes de llegar, fallece el soldado Víctor Aguayo, el mozo palentino y labrador que pensó iba a deslumbrar a los amigos con sus hazañas africanas. Pero la última, la más interesante, se lo ha impedido…”



La concesión de la Cruz Laureada de San Fernando

La concesión de la Cruz Laureada de San Fernando al soldado D. Víctor Aguayo Royuela, fue publicada en el rotativo madrileño “La Correspondencia de Esapaña”, el viernes 22 de diciembre de 1911. (3).

Bajo el título “…La Laureada para un soldado…”, el periódico madrileño “El Imparcial”, daba a conocer la noticia de la concesión de la citada condecoración, al soldado de Infantería del Regimiento de Guipúzcoa núm. 53, de la forma siguiente (textual):

“…El Diario Oficial inserta la siguiente Real Orden:

Visto el expediente de juicio contradictorio instruido para depurar si el soldado del Regimiento de Infantería de Guipúzcoa, número 53 Víctor Aguayo Royuela, se hizo acreedor a la cruz de la Orden de San Fernando por los hechos realizados el 30 de Diciembre de 1909: resultando que el referido día salió a las órdenes de un cabo con otros dos soldados de la posición de Exmuart (Melilla), para traer agua a dicha posición; que al regresar fueron sorprendidos por una descarga que hicieron varios moros emboscados, cayendo muerto el cabo y gravemente herido el soldado Aguayo, retirándose los otros dos soldados; que acometido aquel por cuatro moros para quitarle el fusil, se defendió, no obstante ofrecerle estos la libertad si lo entregaba, agrediéndole a culatazos al ver la negativa e hiriéndole por último en la mano con una gumia en el momento que intentaba hacer fuego, cayendo entonces sin conocimiento y falleciendo poco después al ser conducido a la posición; y considerando que estos hechos se hallan comprendidos en el caso 35 del art. 25 de la ley de 18 de Mayo de 1862, el rey (q.D.g.), de acuerdo con lo informado por el Consejo Superior de Guerra y Marina, ha tenido a bien conceder al soldado de Infantería de Guipúzcoa núm. 53, D. Víctor Aguado Royuela, la cruz de 1ª clase de San Fernando, con arreglo a lo dispuesto en los artículos 3º y 8º de la ley antes citada…”(4).

En abril de 1910, su familia, junto a otras que tenía familiares muertos en la Campaña del Rif de 1909, recibió provinente de suscripción nacional y de la “Asociación de Señoras”, de la que era presidenta S.M. La Reina, la cantidad de 250 pesetas en concepto de socorro. (59 lista). (2).

Hans Nicolás y Hungerbühler

Fuentes:

“España en sus héroes”, fascículo 6, “La Batería de Beni-Bu-Ifrur”, pág. 190, Madrid 1969. Artículo biográfico firmado por Luque.
“La Correspondencia Militar”, Madrid núm. 9.857, pág. 3, de fecha sábado 2 de abril de 1910.
Fotografía del Soldado del Regimiento de Guipúzcoa núm. 53, D. Víctor Aguayo Royuela, extraída de “España en sus héroes”, fascículo núm. 6, “La Batería de Beni-Bu-Ifrur”, pág. 190, Madrid 1969.
(3). “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm. 19.672, pág.4. De fecha viernes 22 de diciembre de 1911.
(4). “El Imparcial”, Diario Liberal, Madrid núm. 16.097, pág. 3, de fecha sábado 23 de diciembre de 1909.
(5). “El pequeño gigante”, España en sus héroes”, fascículo núm. 6, “La Batería de Beni-Bu-Ifrur”, Madrid 1969.




Fotografía.-



- Cruz Laureada de San Fernando. Buscador de Imágenes de Google.



- Tarjeta postal, colección Juan Díez.

30.09.1909: Primer teniente Isidoro Oderiz




30 de septiembre de 1909: Los combates del Zoco El Jemis de Beni Bu Ifrur. 1r teniente de Infantería D. Isidoro Oderiz Domínguez. Batallón de Cazadores de Chiclana núm. 17

Primer teniente de Infantería D. Isidoro Oderiz Domínguez

Beruete, es una localidad de Navarra, ubicada al abrigo de las montañas, y a cuatro escasos kilómetros de Jauntsarats, hallándose su caserío distribuido en cuesta y en las estribaciones de monte Ernaitzu de 1.197 metros de altitud. Su parroquia, dedicada a San Juan Butista, domina todo el caserío y, sus orígenes son medievales todo y que fue ampliado y reformado en épocas anteriores, adquiriendo elementos barrocos y góticos, como la portada y algunas capillas y una esbelta torre herreriana. En su casco urbano, se pueden ver casas de los siglos XVIII y XIX , con tejados a dos y cuatro aguas con portaladas de medio punto y rebajadas, ostentando muchas de ellas, escudos heráldicos, alguno de ellos, datado en el siglo XVI. Destaca la Casa Concejil, de estilo barroco, con porche y tres arcadas, y el lavadero, construcción de ocho columnas de madera, apoyadas sobre bases de piedra, que soportan la antigua escuela. Destaca también, la ermita de Santa Cruz (0). El 3 de mayo de 1865, nació en esta localidad,, el que sería Caballero Laureado de San Fernando, D. Isidoro Oderiz Domínguez. Era hijo de D. Fermín Oderiz Abad y de doña Juana Domínguez Alejandre.

Con 27 años recién cumplidos, el 5 de mayo de 1892, ingresó como como corneta voluntario en el Batallón de Cazadores de Barbastro núm. 4, siendo soldado de infantería al año siguiente por elección. Se licenció a los tres años de su ingreso, en marzo de 1895 pero, no habían pasado 7 días, que volvía a ingresar como voluntario en el Batallón de Manila núm. 20, lugar donde ascendió a cabo de infantería.

Cuba

Embarcó en Cádiz, en el vapor “Cataluña”, con rumbo a Cuba, el 24 de noviembre de 1895 y, arribó a Cienfuegos el 9 de diciembre de ese mismo año, donde se incorporó a la 2ª Brigada de la 2ª División del 2º Cuerpo de Operaciones, tomando parte en los hechos de armas, llevados a cabo por la columna del general D. Guillermo Pintos Ledesma.

Integrado en la fuerza mandada por el coronel Francés, participa en los combates de Cabañas, Ingenio, Manolita, Lomas del Vigía, e Ingenio Cano. Avanza con la columna del general D. Valeriano Weyler y con la del teniente coronel Arana, combate en Potrero Clavellinas, La Zambubia y Asiento del Toro. Con la columna del coronel Tovar, participa en los hechos de armas de Sábanas Hermosas, Bota Montoscuro, Torna de Guía y Mangos de la Playa.

“…Allá por el año 1895, cuando España nuevamente comenzaba la guerra con los separatistas, las filas de voluntarios que iban a luchar por la integridad de la patria en la perla de las Antillas, hollada por el espíritu ambicioso y egoísta de los desalmados partidarios de la independencia cubana, ibánse nutriendo , formando compactas masas, y un joven llamado Isidoro Oderiz Domínguez arrobado por ensueños de gloria y de grandeza, tomó el arranque hermoso y patriótico de filiarse como soldado voluntario en el entonces Batallón de Cazadores de Puerto Rico, y con el orgullo propio de quien hace una bella acción, aquel sentíase engrandecido vistiendo el honroso uniforme de centinela avanzado de la Patria, tan enaltecido y glorificado por todos los que en otras épocas llevaron grabado en él el núm. 19 de los Cazadores.

Luchando con os secuaces de Maceo, logró hacerse notar por su esforzada bizarría el soldado Oderiz Domínguez, siendo brillantísimo su comportamiento en un combate que su batallón sostuvo en el distrito de La Habana, con una gruesa partida insurrecta, capitaneada por el cabecilla Quntín Banderas, en el que, habiendo sido muertos el sargento y el cabo de la sección a que pertenecía hízose cargo de ella en lo más recio de la lucha, como soldado distinguido que era, y contribuyó, con la dirección de su escasa fuerza a la completa derrota del adversario, siendo ascendido a cabo, poco tiempo después.

En el combate sostenido con las fuerzas enemigas en el Ingenio Garro, hace catorce años , su inaudito arrojo le costó ser gravemente herido, como otros cuatro soldados de su compañía; y aunque extenuado por la sangre que se le escapaba, aún tuvo fuerza en su alma para animar con la voz y con el ademán de un héroe a sus compañeros. Mantuvose entre la vida y la muerte por espacio de bastante tiempo, hasta que su fuerte vigor venció, con el auxilio de su sufrimiento y de la paciencia, a las fatídicas horas que preceden al sepulcro. La recompensa que mereció fue inmediata : los dorados galones de sargento eran el mejor adorno para quien, como el cabo Oderiz Domínguez, soñaba con colocarse en las bocamangas las estrellas de segundo teniente, ganadas por méritos de guerra.

En grado superlativo las conquistó en la reñidísima acción de Potrero Lage, donde mandando su sección en la extrema vanguardia , rechazó las repetidas cargas al machete que los insurrectos daban con el loco entusiasmo de quien se consideraba mimado con las palmas de la victoria. La sección del sargento Oderiz mantuvo a raya , con el Escuadrón de Lanceros de Farnesio, al enemigo muy superior en número, y el bizarro general en jefe de aquella isla, el hoy capitán general Excmo. Sr. D. Valeriano Weyler Nicolau, ascendió al empleo tan inmediato a tan denodado sargento, al tener conocimiento de aquel hecho meritorio.

Aquella infausta guerra terminó desgraciadamente con la pérdida de nuestro imperio colonial; lo último que nos quedaba de los que descubriera el espíritu aventurero de las carabelas de Colón, pasó a poder de otra nación , que era más fuerte por los elementos materiales con que contaba; pero si fuimos vencidos, España no necesitaba abroquelarse tras las vividas aureolas de las imperecederas glorias, que aún florecen en el Caney y Baler, porque los dos lugares sacrosantos en donde tantos españoles reposan, forman una muralla inexpugnable; algo que no vence el juego del cañón; el alma numantina de aquellos sublimes defensores del pendón morado de Castilla, que es el consuelo más querido, que nos ha resarcido de las amarguras de la derrota…”

Por los méritos contraídos y su comportamiento en campaña, es recompensado con 8 Cruces al Mérito Militar de plata, con distintivo rojo.
Regresó a la Península el 29 de diciembre de 1903, después de haber permanecido en Cuba durante 8 años. Contrae matrimonio en Cáceres con Doña Misericordia Mendieta Cantero.
El 28 de junio de 1909, asciende a segundo teniente de Infantería de la Escala de Reserva.

Participó en la campaña de Marruecos de 1909 y el 30 de septiembre de ese año, en los combates del Zoco de El Jemis de Beni Bu Ifrur, halla muerte heroica en combate, siendo ascendido a primer teniente y concediéndosele la Cruz Laureada de San Fernando.

Empleos del 1r teniente de Infantería D. Isidoro Oderiz Domínguez
1.892. Corneta.
1.893. Soldado de Infantería.
1.895. Cabo.
Sargento.
2º teniente.
05/10/1909 1r teniente.

Por Real Órden y como recompensa a los extraordinarios méritos y servicios contraídos en la Campaña de Melilla, donde murió (entre otros), gloriosamente al frente de sus tropas, el 2º teniente de Infantería del Batallón de Cazadores de Chiclana núm. 17, D. Isidoro Oderiz Domínguez, fue ascendido a primer teniente. (6).

Cuadro de mando, del Batallón de Cazadores de Chiclana núm. 17 en fecha 31 de julio de 1909

El batallón de Cazadores de Chiclana núm. 17, junto a los batallones de Cazadores de Cataluña núm. 1, Cazadores de Tarifa núm. 6, Cazadores de Talavera núm. 18, una sección de Artillería, dos compañías de Ingenieros y Sanidad Militar, formaban la Brigada del Campo de Gibraltar, que fue destinada a Melilla en los albores del 31 de julio de 1909. Concretamente, el cuadro de mando del batallón de Cazadores de Chiclana núm. 17, del cual formaba parte, el entonces segundo teniente de Infantería D. Isidoro Orderiz Domínguez, estaba formado por:

Teniente coronel jefe D. Bernardo Álvarez del Manzano.
Comandante D. Teodosio Vega.
Comandante D. Eugenio Franco Romero.

Capitán D. Antonio Gardón.
Capitán D. Pedro Claudio Rodríguez.
Capitán D. Lope Alvendín.
Capitán D. Santiago Benito Marqués.
Capitán D. Joaquín Arcuza.
Capitán D. Antonio Espejo.
Capitán D. José Medina Jiménez.
Capitán D. Raimundo García Jiménez.

Primer teniente D. Arturo Baquero.
Primer teniente D. Juan Pedraza.
Primer teniente D. Ricardo Salinero.
Primer teniente D. Fernando Fernández Loaysa.
Primer teniente D. Rafael Gómez de las Cortinas.
Primer teniente D. José Sánchez Fernández.
Primer teniente D. Leopoldo Galán.
Primer teniente D. Alfredo Maroto.
Primer teniente D. Francisco Conejo Muñoz.

Segundo teniente D. Mateo González García.
Segundo teniente D. Camilo Granado.
Segundo teniente D. Alejandro Albarracín.
Segundo teniente D. Manuel Pérez Almendro.
Segundo teniente (e.r). D. Isidoro Orderiz Domínguez.

Médico primero D. Vicente Vidal.
Capellán segundo D. Pascual Gil Martín.
Músico mayor D. Pablo Echegayen.
Armero D. Francisco González Fernández.


El 1r teniente D. Isidoro Oderiz Domínguez, participa en la Campaña de 1909
“…El voluntario Oderiz, de simple y obscuro soldado que marchó a las maniguas cubanas, regresó a España con las estrellas de segundo teniente y con una señal imborrable en su cuerpo, fidelísimo reflejo de la gravísima herida que recibió. Si embargo, once años llevaba en este empleo , hasta el año 1909, en el que asesinados cobardemente cuatro obreros españoles por los kabileños fronterizos a Melilla, marchó a esta plaza africana con los Cazadores de Chiclana, para castigar tan mezquino delito y llevar con la fuerza de las armas las brisas de civilización al imperio mogrebino.

De todos es de sobra conocido el heroico comportamiento del Batallón de Chiclana, en la memorable batalla de Taxdirt, en unión de otros bizarros cuerpos y del célebre escuadrón de Alfonso XII, que reverdeció con sus épicas cargas la invicta fama de la Caballería española. No me detendré pues , a hacer constar la parte que en este combate tuvo el teniente Oderiz; pero el sangriento reconocimiento ofensivo sobre el Zoco El Yemis de Beni-Bu-Ifruor, su comportamiento fue sobresalientemente heroico, perdiendo gloriosamente la vida en el campo de batalla, y recompensado póstumamente con la laureada de la inclita orden de San Fernando…”

El combate del 30 de septiembre de 1909
El rotativo madrileño, “La Correspondencia de España”, del sábado 2 de octubre de 1909, narraba en la forma siguiente y bajo los titulares “…Combate del 30 (De un corresponsal)…” el hecho de armas de aquella fecha (textual)(7).

“…Kabilas hostiles. Nemours 30.(Por el sudexpreso a Madrid desde Hendaya). Las fracciones de Uixán, Ixuren y Beni-Bu-Hamed, de la región de Beni-Bu-Ifror, donde están emplazadas las minas francoespañolas, realizaban actos hostiles contra las avanzadas españolas de Zeluán, y desde anteayer bajaban a las últimas estribaciones del monte Milon, otro Gurugú, de unos 900 metros de alto y lleno de barrancadas que se unen a las de los montes de Argán y de Uixán.

La fracción de Ixuren, que es la más próxima a Zeluán, recibió refuerzos considerables de Beni-Said, Beni-Buyagui y M’Talsa, kabilas rifeñas al Sur de Kelaya, y además a juzgar por las hogueras, llegaron también otros refuerzos de Beni-Bugafar y Beni-Sicar.

Los confidentes, entre ellos, los hermanos Bu-Sfia, Solimán de Ulad Settut, El Hach Ben-Omar y otros de Kebdana, avisaron que se reunían en Zoco El –Jemis de Beni-Bu-Ifror, y ordenó el general Marina que la Brigada Díez Vicario hiciese un reconocimiento por las estribaciones del monte Milon explorando las cañadas de Ixu en que conducen al Zoco El-Jemis.

Las fuerzas enemigas
Por la noche, tuvimos noticia de que la operación iba a ser realizada, y nos dedicamos a obtener informes de moros de toda nuestra confianza, que desde el principio de la campaña nos sirevn muy bien.
Nos dicen que la harka ha engrosado mucho con gentes de Beni-Sicar, que se han corrido huyendo del Norte, para hacerse fuertes en las gargantas occidentales del Gurugú y de los Montes de Beni Faclán.
El Chaldy y Sidi Mohamed Mizzián, que se creía estaban en Argelia, están en Beni-Bu-Ifror, habiendo establecido su campamento en Zoco El-Had de Beni-Bu-Ifror, adonde llegó el día 27 el célebre Kaid Omar de M’Talza con caballos de Beni-Ukil y Beni-Buyagui.
Los moros nos dicen que los refuerzos pasaron por las cañadas de Sidi-Alí-Musa y de Beni-Sidel, concentrándose en las vertientes orientales del macizo montañoso de Beni-Bu-Ifror.

Tiroteo nocturno
La noche del 29 fueron ya hostilizadas las avanzadas desde los barrancos de Sidi-Ali-El-Karani, al Norte de Zeluán, y por el Sur fueron también tiroteados los campamentos pero a gran distancia. Los fogonazos indicaban que el enemigo estaba a más de 1000 metros, y que ocupaba un gran semicírculo.
No hubo que lamentar bajas, y por la mañana, las avanzadas de exploración sólo vieron a la larga distancia pequeños grupos de moros, que se dirigían a las cañadas de Zoco El-Jemis de Beni-Bu-Ifror.
Al amanecer, llegaron confidentes de Quebdana, asegurando que la harka se concentraba en el monte Milon, con propósitos de hostilizar los campamentos. Añadían que el enemigo era muy numeroso, y que ocupaba todos los barrancos que forman las estribaciones de los montes Milon, Argan, Axara y Hassan.
En vista de estos informes, decidió el general Marina que la columna fuese mucho más fuerte, y después de una conferencia con el general Tovar, quedó formada la fuerza expedicionaria, a las órdenes de este general, y se emprendió el avance.

Los primeros tiros
A unos dos kilómetros de Zeluán comenzó a ser hostilizada la columna, que ocupaba un frente muy extenso. Las parejas de exploración llegaron a dar cuenta de que el enemigo ocupaba todas las cañadas del frente, en una larga extensión, y entonces comenzó la batería Schneider a batir las posiciones, mientras los escuadrones de María Cristina robustecían la exploración y avanzaban los cazadores , desplegados en guerrilla.
Ocupadas unas lomitas del lado Norte, al pie de Sidi-Ali-Karani, fue emplazado el grupo de montaña, que batió todo el flanco derecho, y permitió a la Infantería avanzar hacia el poblado de Amix, sobre el Zoco El-Jemis.

Resistencia sangrienta
El número de moros era cada vez más grande, la resistencia más fuerte, y el enemigo se corría hacia el flanco izquierdo, amenazando ocupar las posiciones que rodean el valle.
Visto el movimiento, hicieron los cazadores un cambio de frente, muy habilísimo, y las baterías, sin abandonar sus posiciones, rectificaron sus fuegos para proteger el avance de la segunda brigada de la división Orozco, que mandada por Díez Vicario, contuvo el movimiento de los moros por el flanco izquierdo, y los batió con fuego muy nutrido.

Los Húsares de la Princesa protegieron el movimiento, apoyados por otra batería de campaña, y la brigada Díez Vicario pudo ocupar una buena posición.
El avance era difícil porque el enemigo ocupaba posiciones muy ventajosas; pero Tovar, siguiendo órdenes del general Marina, que con su Estado Mayor estaba en los altozanos de Amix, logró avanzar hacia las laderas occidentales y ocupar posiciones, desde donde la Artillería impidió que los moros avanzasen.

Mientras todo esto sucedía, la Caballería aprovechaba los momentos favorables para operar, y logró en varias ocasiones poner en fuga a grupos numerosos que pretendían correrse hacia el Sur para atacar por el flanco izquierdo.

En esta primera parte tuvimos bastantes bajas, llevando el peso del combate , que fue encarnizado, la brigada de cazadores.

Ataque furioso
Avanzaban los batallones de cazadores, y al llegar a la cañada que separa las estribaciones de los montes Milon y del monte Aragan, que parecen dos colosales pilones de azúcar, encontraron que el enemigo ocupaba una especie de cuña, sobre la cual hubiese sido temerario avanzar, pues las posiciones de los dos flancos eran formidables.

La Artillería cañoneó con éxito, impidiendo el avance de los moros, y conteniéndolos en sus posiciones; pero el fuego era muy grande, y se decidió retirarse protegiendo el movimiento por el flanco izquierdo, que era el Occidente de Zeluán, la brigada de Díez Vicario.



Cuando las fuerzas iniciaron la retirada, quedó la columna Díez Vicario en la retaguardia, y el enemigo, aprovechando las ventajas del terreno, se corrió por los barrancos del monte Milon, e inició un ataque sobre nuestra extrema izquierda, reforzado por kabileños de Beni-Buyagui, que llegaron al oír los cañonazos.

Los momentos fueron de herosimos supremos, y la retirada se hizo paso a paso, defendiendo con valor sin igual el terreno de las acometidas de los moros, que amparados en el terreno, hacían un fuego terrible.
La Artillería y la Caballería los contenían, y la brigada Díez Vicario realizó esfuerzos supremos para contener al enemigo, sin dejarle avanzar sobre el flanco. Como en un ejercicio fue efectuada la retirada, recogiendo casi todos los muertos y heridos, que fueron desgraciadamente muchos.

Los moros, que poco a poco lograron llegar hasta una barrancada que hay bajo los montículos de Ibran-Maxden, atacaron por la extrema izquierda con fuego terrible, y fueron rechazados con bajas muy grandes; pero tuvimos la enorme desgracia de que muriera el general Díez Vicario, que cayó entre un diluvio de balas, al mismo momento en que la descarga mataba a un oficial y varios soldados.

Momento épico
Hubo un momento que pasará a la Historia. Cuando el fuego era más terrible y el suelo estaba lleno de muertos y heridos, formaron una línea los cazadores, rodilla en tierra, contuvieron al enemigo, haciendo descargas cerradas con precisión admirable, mientras otros soldados recogían los muertos y los heridos entre un fuego terrible.
Unos doscientos heridos han sido recogidos así, entre un fuego mortífero, mientras los escuadrones cargaban, aprovechando cuantas ocasiones se presentaban. Esta retirada constituye un timbre de gloria para los generales , jefes, oficiales y soldados, que la han ejecutado, pues su serenidad, su heroísmo, su disciplina y su abnegación, han sido inimitables.
Las ambulancias recibían los heridos y los muertos, llevándolos a Zeluán, y los médicos han realizado curas bajo el fuego, mientras llegaban los camilleros.

Las bajas
Es imposible saber exactamente el número de bajas, porque aún no se ha pasado lista; pero por cálculos muy aproximados pasan de trescientas, siendo el número de muertos llegados hasta ahora unos cuarenta, y el de heridos unos doscientos veinte; pero aún no han llegado todas las ambulancias.
No puedo esperar a más detalles, porque salgo para Port-Say, y en el camino redactaré el despacho para que llegue a buena hora a la frontera y pueda alcanzar el tren. En el momento de salir me dicen que hay dos capitanes muertos, y diez y ocho oficiales heridos, cuatro de ellos gravísimos…”

El combate de Zoco El-Jemis, según crónica de Rodríguez de Celis

El corresponsal del diario madrileño, “La Correspondencia de España”, el Sr. Rodríguez de Celis, daba la noticia de los combates del Zoco El-Jemis de Beni-Bu-Ifrur, del 30 de septiembre de 1909, en el periódico del día 2 del mes siguiente, en la siguiente forma (textual) (7) y, bajo el título “…Encuentro con los moros (De nuestro corresponsal Rodríguez de Celis…”

“…Melilla (viernes tarde). Con verdadera ansiedad se esperan en la plaza nuevos detalles de la acción empeñada como consecuencia del reconocimiento ejecutado por el Zoco Jemis de Beni-Bu-Ifrur. Todas las referencias son de que nuestras tropas han dado una nueva y gallarda prueba de su heroísmo y que los moros han visto chasqueada su astucia.

Los cazadores iban mandados por el general Díez Vicario, que apoyaba con su columna la retirada efectuada por nuestras tropas, después de practicado felizmente el reconocimiento.
Durante este, grupos de moros hostilizaron a nuestras tropas, si bien lo hicieron desde lejos y sin ponerse al alcance de ellas. En estos encuentros la acción careció de importancia y apenas tuvimos bajas que lamentar.

Terminado el reconocimiento, la columna, al mando del general Tovar, dio por terminada su misión y comenzó el repliegue al punto de donde había salido. Los moros hasta entonces habían permanecido ocultos y constantemente fuera del tiro de las tropas, aparecieron por la izquierda en número considerable. Nuestras tropas no vacilaron ni un solo instante y se prepararon a rechazar debidamente al enemigo.

La Artillería fue emplazada en sitio conveniente y comenzó a bombardear a los moros. El choque fue rudo y valientemente sostenido por nuestras tropas.
Los moros, ante la imposibilidad de cortar nuestra retirada, tuvieron que considerarse vencidos y desalojaron las alturas y sitios donde se habían colocado. Nuestras tropas rehicieron sus filas y continuaron su marcha.
En el combate tuvimos bastantes bajas; pero hay que confesar que han sido en número escaso con relación a la importancia de la acción y el gran número de combatientes que tomaron parte. Los moros estaban en gran número.

Todos los heridos y muertos fueron recogidos por la sección de camilleros y sanitarios llevándolos al campamento, a donde llegaron las fuerzas expedicionarias. No se sabe aún de un modo cierto las bajas; pero estas son sensibles, figurando entre ellas el general Díez Vicario. También según me informan, hay tres oficiales muertos y quince soldados. Los heridos entre oficiales y soldados, pasan de 200…”



Telegrama Oficial del General Marina sobre el combate

“…Melilla 1, 5.45. Comandante en jefe desde Zeluán me ordena transmita a V.E. lo siguiente:
Con objeto de ver estado de vitalidad kabilas próximas a esta Alcazaba, y poder cerciorarme de su posición respecto de nosotros ordené efectuara hoy 30 un reconocimiento por el Zoco Hemis de Beni-Bu-Ifrur.

La columna se componía de seis batallones de la división de cazadores, tres baterías de montaña, una Schneider y tres escuadrones de Caballería. Esta fuerza estaba protegida por la izquierda por la segunda brigada de la primera división, al amndo del general Díez Vicario; una batería Schneider protegiendo la extrema izquierda, dos escuadrones de húsares.
La marcha y el reconocimiento practicado sin dificultad, aunque teniéndose que rechazar numeroso enemigo que lo impedía, causándonos numerosas bajas.

Al iniciarse la retirada, organizada con mucha pericia por general Tovar, el enemigo favorecido por condiciones terreno, y deseando dar muestras de su vitalidad, atacó con furioso empuje a nuestras tropas que lo rechazaron briosamente, causándole bajas vistas de mucha consideración, auxiliados además por dos compañías y una batería Schneider, situadas en una posición importantísima que ocupan estas fuerzas, con las que yo me encontraba.

Artillería ha tomado un aparte activa muy importante en el combate y todas las tropas han estado animadas del mejor espíritu. Nuestras bajas, sensibles e importantes, consisten en un general, dos capitanes, un teniente y catorce de tropa muertos, y unos ciento ochenta heridos entre oficiales y tropa, que precisaré más tarde, cuando tenga datos fidedignos de la ambulancia. El general muerto es el Sr. Díez Vicario…”

Algunas bajas, entre muertos y heridos

General D. Darío Díez Vicario, jefe de la brigada, muerto.

Batallón de Cazadores de Figueras núm. 6

Capitán D. Antonio Ripoll Sauvalle, “mano de plata”, muerto.
Capitán D. José Sanjurjo Sacanci, herido.
Primer teneiente D. Antonio Aspiazu Ramos, herido.
Segundo teniente, D. Adrián Salinas.

Batallón de Cazadores de Madrid

Capitán D. Pedro Bermejo.
Capitán D. Celestino Rodríguez Salgado, herido.
Primer teniente D. José Semprún Ramón, herido.

Soldado D. Mariano Hidalgo Cardes, natural de Valladolid. Herido de bala en el brazo izquierdo. Evacuado desde Melilla a Málaga en el vapor “Ciudad de Mahón”, e ingresado el 13 de octubre de 1909, en el Hospital Civil.

Batallón de Cazadores de Chiclana núm. 17

Segundo teniente D. Isidoro Oderiz Domínguez, natural de Beruete, Navarra, muerto.
Soldado D. Juan Carmona Navas, natural de Puerto Serrano, Cádiz, herido en el pecho, atravesado por una bala. Evacuado en el vapor “Ciudad de Mahón” desde Melilla a Málaga e ingresado, en el Hospital Noble el 13 de octubre de 1909.

Soldado D. Rafael Ruíz Castaño, natural de Yunquera, Málaga. Herido, quemaduras en el pie derecho. Evacuado en el vapor “Ciudad de Mahón” desde Melilla a Málaga e ingresado en el Hospital Civil el 13 de octubre de 1909.

Soldado D. José Vázquez Mendoza, natural de Gaucín (Málaga), herido en el Zoco El-Jemis, en la pierna izquierda. Evacuado desde Melilla a Málaga en el vapor “Ciudad de Mahón” e ingresado el 13 de octubre de 1909 en el Hospital Civil.

Soldado D. Antonio Moya Ramos, natural de Benarraba (Málaga), herido de bala en la rodilla derecha. Evacuado en el vapor “Ciudad de Mahón”, desde Melilla a Málaga e ingresado en el Hospital Militar el 13 de octubre de 1909.
.

Batallón de Cazadores de Llerena

Segundo teniente D. Rafael Lucas Soriano, herido.
Segundo teniente D. Eustaquio Solá Escobar, herido.

Soldado D. Vicente Herranz Gadea, herido en la mano derecha. Natural de Casa-Riera (Segovia). Evacuado en el vapor “Ciudad de Mahón” desde Melilla a Málaga, ingresado en el Hospital Civil.

Soldado D. Juan Cruz Expósito, natural de Puebla, herido en el pie derecho. Evacuado en el vapor “Ciudad de Mahón” desde Melilla a Málaga e ingresado en el Hospital Militar el 13 de octubre de 1909.


Batallón de Cazadores de Ciudad Rodrigo

Primer teniente D. Vicente Amillategui, herido.
Segundo teniente D. Francisco Plana, herido.

Artillería Montada

Primer teniente D. Jesús Martínez García, herido..

Regimiento de Infantería de Línea de León, núm. 38

Primer teniente D. José Lucio Villegas, herido.

Regimiento de Wad Ras

Registró 49 bajas, en el combate del 30 de septiembre de 1909.

Comandante D. Hilarión Martínez Santos, herido.
Primer teniente D. Agustín Monasterio, herido.

Soldado D. Pablo Navarrete de Miguel, natural de Villar del Pozo, Ciudad Real, herido de un balazo en la rodilla izquierda. Evacuado desde Melilla, en el vapor “Ciudad de Mahón” a Málaga e ingresado en el Hospital Noble el 13 de octubre de 1909..

Soldado D. Fidel Díaz Leal, natural de Garganta de la Olla, Cacéres, herido de bala en la pierna derecha. Evacuado desde Melilla, en el vapor “Ciudad de Mahón” a Málaga e ingresado en el Hospital Noble el 13 de octubre de 1909.

Soldado D. Hermenegildo Jiménez Fuentes, natural de Ciudad Real, herido de un balazo en el pie izquierdo. Evacuado desde Melilla en el vapor “Ciudad de Mahón” a Málaga e ingresado en el Hospital Noble. El 13 de octubre de 1909.

Soldado D. José Tavera de la Cruz, natural de Sandos (Salamanca), herido en el pie izquierdo. Evacuado desde Melilla en el vapor “Ciudad de Mahón” e ingresado el 13 de octubre de 1909 en el Hospital Civil de Málaga.

Soldado D. Manuel Muñoz Menchel, herido en el brazo derecho. Era natural de Membrilla (Cudad Real). Herido en el brazo derecho. Evacuado en el vapor “Ciudad de Mahón” desde Melilla a Málaga e ingresado en el Hospital Civil el 13 de octubre de 1909.

Soldado D. Francisco Pérez Hernández, natural de Condado de Castilnovo en Segovia. Herido de bala que le atravesó el muslo derecho. Evacuado desde Melila a Málaga en el vapor “Ciudad de Mahón”, e ingresado en el Hospital Militar de Málaga el 13 de octubre de 1909.

Segundo Regimiento de Montaña

Soldado D. Gervasio Maside Riega, natural de La Lastra (Lugo), herido de máuser en el brazo derecho. Evacuado desde Melilla, en el vapor “Ciudad de Mahón” a Málaga e ingresado en el Hospital Noble el 13 de octubre de 1909.

Administración Militar

Soldado D. Cristóbal Carmona Maestre, natural de Gibraleón (Huelva), herido, quemaduras en el pie izquierdo. Fue evacuado desde Melilla a Málaga en el vapor “Ciudad de Mahón”, e ingresado en el Hospital Militar el 13 de octubre de 1909.

Concesión de la Cruz Laureda de la Orden de San Fernando de 2ª clase. al teniente D. Isidoro Oderiz Domínguez.

“…He aquí como el Diario oficial explica el hecho del teniente de Infantería D. Isidoro Oderiz Domínguez, del Batallón de Cazadores de Chiclana núm. 17:

“Visto el expediente de juicio contradictorio instruido para esclarecer si el primer teniente de Infantería escala reserva , D. Isidoro Ode4riz Domínguez, se hizo acreedor a la Cruz de la Orden de San Fernando por su comportamiento en el combate del Zoco El Jemis de Beni-bu-Ifruor el día 30 de septiembre de 1909: resultando, que el expresado día el teniente Oderiz, estando en la línea de fuego con su batallón, que era el de Cazadores de Chiclana núm. 17, recibió orden de avanzar y apoderarse de una elevada posición, llevando a sus órdenes tres escuadras de su compañía; resultando que al efectuar movimiento bajo un fuego nutrido , fue gravemente herido, no obstante lo cual animando a sus fuerzas con el ademán y la voz, siguió adelante hasta llegar a la posición, que ocupó, cayendo muerto poco después a consecuencia de las heridas recibidas, considerando que, el hecho realizado por el primer teniente D. Isidoro Oderiz Domínguez es de los comprendidos en el caso 7º del art. 27 de a ley de 18 de mayo de 1862, el Rey (q.D.g.), por resolución de 20 del actual, de acuerdo con lo informado por el Consejo Supremo de Guerra y Marina, ha tenido a bien concederle la cruz de 2ª clase de la Orden de San Fernando con la pensión anual de 1000 pesetas, que podrán disfrutar las personas de su familia citadas en el art. 11 de la ley…”

La Vanguardia de Barcelona, publicaba al respecto, el 25 de abril de 1910, la noticia de la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando, al 1r teniente de Infantería del Batallón de Cazadores de Chiclana núm. 17, con las siguientes palabras: (4).

“…El Diario Oficial del Ministerio de la Guerra publica dos reales órdenes concediendo la Cruz de San Fernando a los siguientes jefes y oficiales: (por un lado, al comandante de Artillería D. José Royo de Diego), y por otro, al primer teniente de Infantería (escala de reserva) don Isidoro Oderiz Domínguez por su comportamiento en el combate del zoco Jemis, de Benibuifrur, el 30 de septiembre de 1909, en el cual, estando dicho teniente en la línea de fuego con su batallón, el de Cazadores de Chiclana, núm. 17, recibió orden de avanzar y apoderarse de una elevada posición, llevó a sus órdenes tres escuadras de su compañía y siendo gravemente herido al efectuar el movimiento de avance bajo un fuego nutrido. No obstante lo cual, animando a sus fuerzas con el ademán y la voz, siguió adelante hasta llegar a la posición, que ocupó cayendo muerto poco después a consecuencia de las heridas. Se le concede además la pensión anual de 1.000 pesetas…”.

En esa misma orden, se concedía el empleo de segundo teniente de Infantería (escala de reserva), al sargento de esa arma D. Aniceto Hernáez Hernáez, del Batallón de Cazadores de las Navas por los méritos contraídos y el comportamiento observado en los combates del 30 de septiembre en el zoco El Jemis, de Beni-bu-Ifrur y, asimismo, también era publicada una orden, recompensando con la Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo, pensionada con 7,50 pesetas y 2,50 pesetas, al sargento del segundo Regimiento Mixto de Ingenieros D. Ángel Valle, y, al soldado del mismo cuerpo D. Antonio Sánchez Anglada, , por su comportamiento en la última campaña, prestando el servicio de conductores de automóviles y descarga.

Baja en el Ejército

Tras su finamiento en los combates del 30 de septiembre de 1909, fue publicada la baja en el Ejército español, en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, del 17 de octubre de 1909. Atrás quedaban 17 años de servicio de España, por un navarro, natural de Beruete, que alistado en 1892 como corneta, alcanzó el empleo de 1r teniente de la escala de reserva, habiendo sido condecorado por los méritos observados en combate y su comportamiento durante los mismos, 9 veces, siendo la última ya a título póstumo, con la máxima condecoración otorgada en combate, la Cruz Laureada de San Fernando.

Hans Nicolás y Hungerbühler

- Fuentes:
(0). “Guía pueblos.es”, Beruete (Navarra), en Internet.
(1). “España en sus héroes”, fascículo núm. 6, “ La batería de Beni-Bu-Ifrur”, pág. 174, Madrid 1969.
Fotografía del 1r teniente de Infantería D. Isidoro Oderiz Domínguez.
(2). “El Globo”, Madrid núm. 12068, pág.2, de fecha lunes 30 de mayo de 1.910, crónica firmada por Luís Gil Pérez de la Trasmiera, bajo el título “Figuras Gloriosas”.
(3). “El País”, Diario Republicano, Madrid núm. 8020, pág. 2, de fecha sábado 31 de julio de 1909.
(4). “La Vanguardia”, Barcelona, pág. 4, de fecha lunes 25 de abril de 1910.
(5). “El Imparcial”, Madrid núm. 15305, pág. 4, de fecha lunes 18 de octubre de 1909.
(6). “La Correspondencia de España”, Madrid núm. 18.867, pág. 2, de fecha viernes 8 de octubre de 1909.
(7). “La Correspondencia de España”, Madrid núm. 18.861, pág. 1-2, de fecha sábado 2 de octubre de 1909.
(8(. Litografía de “Momento de la llegada de las tropas españolas a la Alcazaba de Zeluán, en cuyos alrededores, fueron librados los combates del 30 de septiembre de 1909”, “La Correspondencia de España”, Madrid núm.18.861, pág. 1, de fecha sábado 2 de octubre de 1909.
(9). Retrato “General Díez Vicario”, búsqueda de imágenes de Google, en Internet. “Cuadernos de campo núm. 13”, Septiembre de 1998, “La Guerra de Cuba en la prensa de Campoo”, de Ramón Rodríguez Cantón.
(10). “La Correspondencia de España”, Madrid núm. 18.863, pág. 1, de fecha lunes 4 de octubre de 1909.
(11). “El Imparcial”, Diario Liberal, Madrid núm.15.301, pág. 3, de fecha jueves 14 de octubre de 1909.

Imágenes:

- Tarjeta postal que recoge la muerte del general Díez Vicario.
- Primer teniente Isidoro Oderiz