ÉRASE UNA VEZ MELILLA

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GRUPO DE ESCUELAS MIXTAS

EN EL BARRANCO DEL LOBO

lunes, 1 de noviembre de 2010

EL CEMENTERIO DE LA SEGUNDA CASETA


Hace unos cien años, la prensa local promovió su construcción
por iniciativa de Rafael Fernández de Castro

por Juan Díez Sánchez
( de la Asociación de Estudios Melillenses )

Desde comienzos del mes de febrero y hasta los primeros días de diciembre de 1912, un tema de piedad cristiana mantuvo la atención de los melillenses: La existencia de un pequeño cementerio levantado en septiembre de 1909 que permanecía sumergido por las aguas de la Mar Chica desde agosto de 1910.
Entonces, a los dos años, gracias a la iniciativa de Rafael Fernández de Castro y Pedrera secundada por el diario local "El Telegrama del Rif", así como colaboración económica de la ciudadanía local se erigiría un sencillo Mausoleo sobre las aguas de la laguna a fin de asegurar el reposo eterno de los compatriotas que en aquel lugar descansaban.


En el transcurso de las Campañas de Marruecos, entre los años 1909 y 1927, en algunos parajes se establecerían pequeños cementerios provisionales en donde encontrarían cristianas sepultura los restos de muchos soldados españoles que en sus cercanías murieron.
Estos cementerios se construirían generalmente próximos a campamentos y posiciones militares. Cuidando las guarniciones de éstos las sencillas tumbas que coronadas de cruces con breves inscripciones se resistían al olvido.
El minúsculo camposanto de la Segunda Caseta se ubicaría en las inmediaciones del campamento militar denominado Segunda Caseta, frente al cerro de Sidi Musa, más tarde convertido en cantera donde se extraería la piedra necesaria para la construcción del Puerto de Melilla. Y junto a la antigua entrada que desde Nador conducía al poblado de Beni - Enzar.
Según describió en el diario "El Telegrama del Rif" su autor, Teodoro Fernández de Cuevas y Ramón. En septiembre de 1909 al realizar un reconocimiento de los barrancos de Sidi Musa como capitán de Infantería y al mando de un grupo de soldados, encontró varios cadáveres, ya descompuestos, que fueron trasladados en mantas al campamento de Segunda Caseta.
Los fallecidos resultaron ser soldados de los regimientos de Africa y Melilla que perdieron la vida en la madrugada del 23 de julio de 1909 en un enfrentamiento bélico en el que también pereció un hermano de Teodoro Fernández de Cuevas.
Tras abrir algunas fosas en terrenos de un antiguo huerto, se cubrieron las sepulturas con conchas, se cercó con alambre de espino y se colocó una cruz de madera con el siguiente texto: "Juntos supieron dar la vida por la Patria y juntos también duermen el sueño eterno de la Gloria".
Se formó entonces un pequeño cementerio que desde los primeros días del mes de agosto del año 1910 adquiría notoriedad al quedar sumergido por las aguas de la laguna de Mar Chica. Al mismo tiempo que fue cubierta por las aguas una gran extensión de terreno en su entorno y el Muelle de Nador, al restablecerse con medios mecánicos la comunicación de las aguas de la Mar Chica con las del Mar Mediterráneo.
No obstante, sobresalían de la superficie del agua cuales brazos humanos demandantes de atención, tres cruces de madera. Todo un lamentable espectáculo que incluso sería observado por el Rey Alfonso XIII en la jornada del 10 de enero de 1911, en el transcurso de su segunda visita a Melilla.
Ante tal situación, casi a la vista de la ciudad, Rafael Fernández de Castro, entonces empleado de la Compañía Trasatlántica, tomaría la feliz iniciativa secundada por el diario "El Telegrama del Rif" del que era redactor, de iniciar una suscripción pública para recaudar fondos." Un puñado de pesetas... pudiera asegurar para siempre el reposo de los gloriosos muertos...". Escribiría en el mencionado periódico el 9 de febrero de 1912.
Una iniciativa más que calaría hondo en el corazón de los melillenses, quienes ya hicieron gala de sus buenos sentimientos con motivo de suscripciones populares, como la abierta en agosto de 1904 por "El Telegrama del Rif" a la muerte del general Venancio Hernández para levantarle un sencillo monumento en el parque que lleva su nombre. Los melillenses años más tarde respondería de igual manera ante la suscripción nacional pro damnificados de la catástrofe de la explosión del polvorín de Cabrerizas Bajas, ocurrida el 26 de septiembre de 1928.
En 1912, los conciudadanos respondieron como cabía de esperar, de forma inmediata y entusiasta; pues al día siguiente tan sólo el Sr. Antonio Rivas, de la cervecería "La Inglesa", había logrado recoger entre sus parroquianos 130 pesetas.
El 22 de abril del mismo año 1912 comenzarían las obras del nuevo cementerio de la Segunda Caseta, cubriéndose el antiguo con piedra y comunicándolo con la playa. Formándose una pequeña península-Mausoleo presidido por una gran Cruz de cemento armado y rodeado por una verja de hierro.
Su construcción costearía unas dos mil pesetas y fue bendecido por el vicario Miguel Acosta el 19 de septiembre de 1912, acudiendo al emotivo acto un gran gentío gracias a contar los organizadores con la colaboración de la Compañía Española de Minas del Rif, que aportó un tren de forma gratuita.

A finales de noviembre del mismo año tendría lugar un nuevo acto patriótico en este Cementerio al llevarse a él los restos de algunas tumbas dispersas por la zona. En esta ocasión la Compañía Española de Minas del Rif dispuso dos trenes especiales y prueba de su gran trascendencia fue que el diario "El Telegrama del Rif" publicara a los pocos días fotografías del acontecimiento, algo poco usual entonces.

Fernández de Castro
Como hemos mencionado anteriormente, la iniciativa de la construcción del Cementerio de la Segunda Caseta partió de Rafael Fernández de Castro y Pedrera, un insigne melillense de adopción que trabajó por su ciudad de mil maneras diferentes.
Como periodista, su gran vocación, fue director y fundador del diario "EL Cronista", redactor de "El Telegrama del Rif" y colaborador de algunas publicaciones nacionales y regionales.
Investigador y divulgador de la historia de Melilla y su entorno geográfico, plasmaría sus trabajos en numerosos libros, dirigiría las excavaciones arqueológicas del cerro de San Lorenzo ( 1913 - 1916 ) y Cazaza ( 1939 - 1942 ), sería Cronista Oficial de la Ciudad, Académico de la Historia y fundador del primer Museo Municipal de Melilla.
Igualmente cabe reseñar que desempeñó el cargo de secretario de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Melilla, y representó a los melillenses durante más de veinticinco años como concejal y teniente de alcalde en el Ayuntamiento.
En las páginas del diario “El Telegrama del Rif”, pocas fechas después de la inauguración del nuevo cementerio de la Segunda Caseta, el 20 de septiembre de 1912 publicó unos sentidos versos obra de su popular redactor José Ferrin Fernández.

Honrando a los héroes

Los bravos, los que en instantes
aciagos para la Patria
no rescataron su pecho
al empuje de las balas

Los que entregaron su vida
al grito de ¡Viva España!
desde ayer tienen espléndida,
digna y plácida morada,
entre el rumor de las olas
y los besos de las auras

Artículo publicado en los diarios "El Telegrama de Melilla" el martes 3 de noviembre de 1992 y
"Melilla Hoy" del jueves 28 de octubre de 2010. Suplemento Gaceta Local.