ÉRASE UNA VEZ MELILLA

ÉRASE UNA VEZ MELILLA
GRUPO DE ESCUELAS MIXTAS

EN EL BARRANCO DEL LOBO

sábado, 25 de abril de 2009

Coronel Álvarez Cabrera
















Un voluntario a Melilla, el coronel de Infantería


D. Venancio Álvarez Cabrera

Hijo de D. Ramón Álvarez Rodríguez y de Olivia Cabrera de Nevares y Escandón, siendo nieto por línea materna de D. Tomás Cabrera de Nevares y de Olimpia Escandón, tenía al menos, dos hermanos, Adela Álvarez Cabrera de Nevares y de José Álvarez Cabrera de Nevares, contrajo matrimonio con María de las Mercedes de Manzanos y de Chacón. De este matrimonio, nacieron Mercedes Paula de la Cruz, Justa del Perpetuo Socorro, José Luís y, María. El coronel D. Venancio Álvarez Cabrera, había nacido el 18 de febrero de 1858. Gaditano. Había ingresado en el servicio activo en 1874. Ascendió a teniente coronel, en marzo de 1908 y en el momento de su muerte en combate, hacía escasos dos meses que había ascendido de nuevo a coronel, motivo por el cual, tuvo que dejar la jefatura de la Brigada Disciplinaria de Melilla ciudad donde había vivido muchos años y pasar a nuevo destino, esta vez en la zona de reclutamiento de Almería.

Rodríguez de Celis, anotaba para “La Correspondencia de España” del 24 de julio los siguientes apuntes biográficos sobre el coronel D. Venancio Álvarez Cabrera de Nevares, bajo el título “Álvarez Cabrera, apuntes biográficos” y en primera página:
“…Por los informes de nuestro redactor en Melilla, conocen nuestros lectores la noticia dolorosa de haber muerto en el combate de ayer el coronel D. Venancio Álvarez Cabrera. Muy recientes están las líneas que en estas mismas columnas hubimos de dedicarle con ocasión de su marcha a Melilla. Algo de ello, aderezado con más abundantes referencias, tenemos hoy que repetir rindiendo los honores debidos a una actualidad tristísima.

D. Venancio Álvarez Cabrera nació en 18 de febrero de 1858. Contaba ahora, por consiguiente, cincuenta y un años.
Ingresó en el servicio en 1º de enero de 1874. Con una hoja de servicios por todo extremo brillante, llegó a alcanzar el grado de teniente coronel el 16 de marzo de 1898. A la guarnición de Melilla perteneció varios años. El batallón disciplinario estuvo largo tiempo a sus órdenes.
Aprovechó aquella época para estudiar concienzudamente el problema de Marruecos en términos generales y en particular el de nuestra situación en el Riff. Conocía palmo a palmo el campo exterior, y había penetrado como nadie en el carácter de los kabileños. No se limitó a demostrarlo en el gabinete y en la conversación, siempre amena. Lo probó también prácticamente, en momentos como el de la ocupación de La Restinga por tropas españolas, hecho ocurrido el año pasado, en el cual el coronel Álvarez Cabrera, con su batallón disciplinario, se comportó admirablemente.

Hubo de dejar el mando de aquel batallón y la plaza de Melilla al otorgarle el ascenso a coronel, recientemente. Lo hizo con verdadero disgusto.
Nombrado jefe de la zona de reclutamiento en Almería, se resignó con su nuevo destino. Pero antes de abandonar la plaza de Melilla, donde tantos afectos y buenas memorias dejaba, rogó insistentemente al general Marina que le llamase a su lado apenas una situación difícil se planteara que pudiera justificar sus servicios. Diole palabra de hacerlo así el general. Fiel cumplidor de ella, cuanto los acontecimientos actuales se plantearon , el general Marina le llamó.
El coronel Álvarez Cabrera embarcó en Málaga el día 20. Fue recibido en Melilla –nuestro compañero Rodríguez de Celis nos lo telegrafiaba el jueves- con verdadero júbilo: el que correspondía a la alta reputación que el bravo cuanto inteligente coronel se había conquistado como militar y como hombre.
Llegado a Melilla, solicitó un puesto avanzado. Concediéndoselo el general Marina.
El resto de la triste historia está contenido en esas sentidas expresiones con que Rodríguez de Celis honra la memoria de quien se ha sacrificado por la patria, expresiones que con el mismo dolor, hace suyas La Correspondencia de España”…”

Álvarez Cabrera, estuvo en la ocupación de La Restinga en 1908.

“La Correspondencia de España”, daba la noticia el 15 de febrero de 1908, de una ocupación efectuada el dia de antes, en Marruecos, La Restinga, la ocupación de la cual, fue llevada en máximo secreto y discreción, hasta el punto que los corresponsales enviaban sus noticias en clave a sus redacciones en Madrid, tal y como se puede observar en la siguiente. 600 hombres embarcados en el vapor “Ciudad de Mahón” y en el cañonero “General Concha”, llevaron a cabo este desembarco, los cuales habían subido a bordo durante la noche y en medio de un gran temporal. Uno de los embarcados, fue el coronel Álvarez Cabrera, jefe de la expedición, con sus disciplinarios, entre otras fuerzas.

La restinga, se ocupó el 14 de febrero de 1908, sin apenas resistencia por parte de los moros, se hablaba sólo de un balazo que atravesó la tela de una bandera española que ondeaba en un de los botes. Esta ocupación al parecer incluso fue bien vista por algunos moros ya que se temían la invasión por parte de “otra potencia” ¿Francia?. La familia del moro Amar incluso acudió a dar la bienvenida a las tropas españolas y, al parecer, el general D. José Marina Vega, había anunciado esta ocupación al Roghi, advirtiéndolo que cualquier moro que cruzara más allá de la Bocana y en dirección donde se dirigía la fuerza española, sería considerado enemigo. El periodista A.B. Bonnat, narraba de la forma que a continuación sigue, (textual), en primera plana de “La Correspondencia de España” del día 15 de febrero, el desarrollo de los hechos así (textual):
“…España en Marruecos. Ocupación de Mar Chica. Nuestra información

El primer telegrama. Ayer a última hora recibimos el siguiente despacho:
Melilla 14 (11,20). Esta mañana quedó cumplido el encargo de mi viaje. Aún es imposible enviar resultados. Agustín…”
Este telegrama quería decir dos cosas. Que en Melilla había fuerte censura; y que las fuerzas españolas habían salido de la plaza para ocupar Mar Chica, ignorándose a las 11,20 de la mañana el resultado de la operación. Lo cierto es que transcurrió todo el día sin que recibiéramos nuevos despachos, hasta que a las siete y media de la noche, empezaron a llegar a nuestra Redacción los primeros telegramas con:

Detalles de la ocupación. Melilla 14. (Urgente).

Confirmo mi telegrama cifrado en que os di cuenta de haber salido tropas con dirección a Mar Chica. La factoría ha sido ocupada por tropas españolas, después de un corto tiroteo entre nuestros soldados y gente mora.
Las fuerzas salieron esta mañana, a las seis en el “Ciudad de Mahón” y en el “General Concha”. Fueron embarcadas en.., por las playas, guardándose absoluta reserva en todo lo relacionado con esta operación. Las tropas de desembarco componianlas 600 hombres. El general Marina, encargado de dirigir la operación, iba a bordo del cañonero “Concha”, acompañándole su Estado Mayor.
Según las últimas noticias que del desembarco se han recibido, al llegar las tropas a la Restinga, los moros las recibieron a tiros. Contestó a estos disparos el fuego de las ametralladoras, colocadas en los botes, con objeto de facilitar la aproximación a la costa. A poco disparó sus cañones el “General Concha”, y entonces pudo observarse que los moros huían a la desbandada, dejando libre el campo.
Nuestras tropas empezaron entonces a desembarcar, haciéndolo con bastantes dificultades por el estado de la mar.
El campamento español quedó instalado, sin que ocurrieran nuevos incidentes. El tiroteo no ocasionó ninguna baja.
El general Marina ha regresado a esta plaza. Ampliaré detalles, que ahora se empiezan a conocer. La noticia de estos sucesos ha producido aquí una gran sensación…Bonnat”

“…Relato de lo ocurrido.

A las dos y media de la madrugada, después de haber esperado inútilmente toda la noche, desde las siete y media, en que recibimos el anterior despacho, llega a nuestro poder este otro, depositado en Melilla a las ocho en punto e interceptado, sin duda, por la censura, que por lo visto se ejerce para nosotros con rigor extremado. El telegrama de nuestro redactor , relataba así los sucesos de ayer.

Reservas,-El embarque
Melilla 14.
El propósito de ocupar Mar Chica se desarrolló con gran sigilo. Ayer llegó el “Ciudad de Mahón”, dándosele destino de transporte. En el fueron depositadas leña, municiones, galleta y otros víveres. Todo esto fue embarcado durante la tarde. Por la noche recibieron las tropas la orden de prepararse, y durante la noche se efectuó el embarque.
La lluvia caía a torrentes, retumbaban amedrantadores los truenos, y el mar enfurecido batiendo en las costas con espumoso oleaje , parecía amenazar a los osados expedicionarios.
Silenciosa marchaba nuestra gente hacia los muelles, sin producir el menor ruido ocupaba los botes que, con gran lentitud y muchas precauciones, la conducían a bordo del “Mahón”.
La columna expedicionaria quedó formada por 500 hombres, siendo jefe de la expedición el coronel del batallón disciplinario , D. Venancio Álvarez Cabrera. De segundo jefe iba el comandante de Infantería D. Luís Irizarre. En la columna figuraba el batallón disciplinario donde tienen puesto los capitanes D. Fernando Serra y D. Manuel Torres; el teniente ayudante Sr. Aguirre; el abanderado Sr. Carrasco; los tenientes D. José Mandres, D. José Sánchez Prats, D. Carlos Marbella, D.Luís Melisia, don Luís Molina, y D. Saturnino Nuez; el médico Sr. Moreno y el capellán D. Inocente Lechuga.

Van además dos compañías del regimiento de Infantería de África, al mando de los capitanes Solorzano y Naudia, y de los tenientes Ramírez, Albarrán, Martínez Laína, y Ortega Martínez; el médico Sr. Goti, y doscientos cincuenta soldados; una sección de la Administración Militar mandada por el teniente Fernando Canal, con un cabo, doce hombres y un horno de campaña.
A esas fuerzas se ha unido una sección de Ingenieros, con el teniente Alzugaray, treinta soldados y un parque de campaña, palomas mensajeras, telégrafo de señales, heliógrafo sistema Marín, y cinco mil sacos terreros para formar las trincheras.
Y por último, figuraban en la expedición una sección de artillería, con dos piezas de montaña y veinticinco hombres, al mando del teniente Sudal, y otra sección con dos ametralladoras y trece hombres, mandados por el oficial de Infantería Sr. Espinosa.
El embarque de tropas se hizo con orden perfecto. El transporte hacia el “Mahón” se hacia con lanchas grandes. Con el “mahón” fueron varios lanchones, tripulados por cuarenta hombres de la comandancia de mar, mandados por los tenientes Mazarello y Gallego. Terminaron las operaciones de embarque a las cuatro de la mdrugada…”

“…Marina y su Estado Mayor
A esa hora, próximamente, llegó el general Marina. Enterado de que todo se había hecho sin novedad, embarcó en un bote acompañado del coronel de Estado Mayor , D. Francisco Larrea y de sus ayudantes, el comandante Morales y el capitán Morris. Con la primera autoridad embarcó también el intérprete Sr. Marín. Soportando la lluvia , que no había cesado, se dirigieron al “General Concha”, a bordo del cual han hecho el viaje…”

“…Tropas acuarteladas.-Los primeros rumore
Las tropas que en Melilla quedaron, recibieron órdenes de permanecer acuarteladas hasta nuevo aviso. Tomó el mando de ellas el segundo jefe de esta Comandancia, general D. Pedro del Real.
Al amanecer, cuando los más madrugadores habitantes de Melilla empezaron a dedicarse a sus faenas, no había en la población el menor síntoma por el que pudiera sospecharse lo ocurrido. A media mañana empezaron a circular los rumores, y bien pronto la fantasía dio a los sucesos una proporción alarmante, pintando como irreductible la hostilidad de los moros. Se habló de formales combates y de sensibles contratiempos.
Verdad es que durante la noche se habían visto en el campo moro grandes hogueras, señal de que nuestros vecinos se preparaban, haciendo señales para que del interior acudieran fuerzas para reforzar a sus huestes.
No necesito decir que la alarma y la expectación excedían a cuanto pueda decirse, esperándose con verdadera ansiedad noticias de lo ocurrido…”

“…El desembarco
Sobre las seis de la mañana zarparon los buques con rumbo a Mar Chica, y serían las once cuando llegaron a la plaza las primeras confusas versiones de lo ocurrido. Ampliadas más tarde resultó que la operación dirigida por el general Marina se desenvolvió del siguiente modo:
El “Mahón” y el “Concha”, seguidos de los lanchones, llegaron frente a la antigua factoría y al sitio llamado Mohamedia a las siete y media de la mañana. La playa estaba desierta y no se veían moros en toda la extensión que la vista abarcaba. El terreno es llano, y únicamente a lo lejos, dibujados sobre el horizonte, se alzan dos montecillos. Confiando nuestras tropas tropas en esa soledad tranquilizadora, echaron al agua los botes para empezar el desembarco. Entonces se oyeron algunos disparos que de tierra partían, y en el mismo momento 50 moros parapetados detrás de un insignificante promontorio delataron, con sus impaciencias, el lazo que la morisma preparaba…”

“…Tiroteo
Dispararon de nuevo los de tierra sus fusiles contra nuestras tropas, y los cañones del “General Concha”, que ya iban preparados, hicieron fuego. Dos ametralladoras, instaladas en los botes, secundaron el plan de defensa, y protegidos por este fuego, cuatro lanchones, cargados de soldados pusieron proa a tierra.
El batallón disciplinario, que en esos lanchones iba, fue recibido a tiros. Desde las barcazas, las tropas contestaron, y otra vez se dejaron oír las detonaciones de la artillería del “Concha”. Cesó el fuego, vararon las embarcaciones, por la imposibilidad de mantenerse a flote, sin peligro de estrellarse, y los soldados con sus oficiales al frente, se echaron al agua, manteniendo las armas sobre la cabeza. El desembarco se realizó con agua hasta el pecho.
Cuando puso pié en tierra nuestra gente, los moros aterrados ante el fuego de los cañones, habían huído, sin que sus disparos hubieran hecho otra cosa que agujerear la bandera izada en uno de los botes. No se sabe que efecto harían en el campo moro los disparos de la fuerza española, aunque se supone que haya heridos. En el “Concha” se advirtieron señales de las balas moras…”

“…Operaciones en tierra
En tierra la fuerza, ordénase que se desplegaran en guerrilla, y así amenazaron hasta el campamento moro, compuesto de varias tiendas. Mientras esto ocurría hacíase el desembarco de la impedimenta, los víveres y las municiones.
Las tropas mandadas por el jefe Cabrera llegaron hasta la posición antes ocupada por los moros enarbolando allí la bandera española, que se había arrancado a uno de los botes. Se procedió inmediatamente a la instalación de las fuerzas, estableciéndose la necesaria defensa, en previsión de un ataque.
Algunos jinetes moros recorrieron a pie las inmediaciones tratando de soliviantar a los labradores para hacer armas contra los nuestros, sin que lograran sus propósitos, pues fueron bien pronto advertidos por los españoles…”

“…Descansando
Tomadas las posiciones se dio descanso a las tropas. Entonces se procedió a confeccionar el rancho, que comieron las tropas con buen apetito, después de las penalidades del desembarco, aumentadas por el frío de la mañana.
Cuando estaban comiendo, presentóse en el campamento la familia del moro Amar, gran amigo de España. Dio la bienvenida a los españoles, y expresó su satisfacción diciendo que tenían grandes deseos de que España los protegiese para vivir tranquilos. Pidieron permiso para continuar sus trabajos agrícolas, y concedido que les fuese retiraron haciendo protestas de amor a nuestro país…”

“…Detalles
El general Marina presenció las operaciones desde el cañonero “Concha” Los ingenieros trabajaron durante toda la mañana para construir con tablones y pescantes un desembarcadero provisional. El resto del día transcurrió tranquilo, y se pudo apreciar por las exploraciones hechas, que la posición alcanzada es excelente. Desde ella se domina una gran extensión de terreno, considerándose imposible el ataque.
Se trabaja en instalar las tiendas de campaña. La expedición lleva todos los servicios necesarios, entre ellos una sección de Sanidad compuesta por un sargento, dos cabos y cuatro enfermeros, y el material para establecer un Hospital de campaña con 16 camas, instrumentos de cirugía, etc…
Los mineros españoles de Beni Buifror, avisados, regresaron anoche a Melilla. No se cree que ocurra ninguna grave alteración en el campo.
Se asegura que el general Marina comunicó al Roghi sus propósitos de ocupar Mar Chica, anunciándole que consideraría enemigos cuantos moros pasaran la Bocana en dirección a aquellas posesiones…”

“…Elogios
La operación felicísima que han realizado nuestras tropas es motivo de grandes elogios. Los soldados han soportado las inclemencias del tiempo con admirable espíritu militar. Los moros aparentan satisfacción de ver que España ocupa posesiones en Mohamedia, pues temían que las ocupara otra Potencia en previsión de sucesos próximos…A.B.Bonnat”



En Melilla de nuevo
Al parecer cuando el coronel D. Venancio Álvarez Cabrera ascendió a coronel, en mayo-junio de 1909, había manifestado al general D. José Marina Vega, comandante general de Melilla, su deseo de regresar a esta plaza si la situación lo requería ya que debido a su ascenso, se había visto obligado a cambiar de destino, esta vez a la península. El general Marina, cumplió su promesa y al estallido de los sucesos que darían lugar a la Campaña de 1909, cumplió su promesa. Dicho llamamiento lo recogía con las siguientes palabras el rotativo madrileño “La Correspondencia de España” del 21 de julio de 1909. Álvarez Cabrera, llegó en el “vapor Sevilla”:
“…Ha embarcado el coronel Sr. Álvarez Cabrera, competentísimo en las cuestiones del Rif, que mandó durante algunos años el Batallón Disciplinario, cesando al ascender. El general Marina le había prometido que le llamaría cuando guerrease, y ha cumplido su palabra en la primera ocasión. El coronel Álvarez Cabrera llegó de Almería, en donde mandaba la zona de reclutamiento…
Los combates del día 23 de julio, narrados por Rodríguez de Celis

Con los refuerzos llegados de la península, el general D. José Marina Vega se ve con fuerzas suficientes para iniciar una mayor preparación militar y con ella, castigar a los insurrectos rifeños, los cuales habían comprometido el despliegue inicial.
Se organizaron dos columnas, una bajo el mando del teniente coronel Aizpuru y otra bajo el mando del coronel Álvarez Cabrera. El objetivo de ambas, era la ocupación de los alomas de Ait Aixa ya que desde sus alturas, se hostilizaba la 2ª caseta del ferrocarril y a las fuerzas allí destacadas, convertida en campo de aprovisionamientos.

Por problemas de coordinación entre ambas columnas, Álvarez Cabrera se vio envuelto por numerosos rifeños y ante tal situación, optó por dejar parte de sus efectivos protegidos en la ladera de Sidi Musa e intentar romper el cerco al grito de “quien sea hombre que me siga” . Cayó herido mortalmente en el acto debido al nutridísimo y acertado fuego moro.

Esta situación, desconocida por el general Marina, ordena avanzar a Aizpuru para contactar con Álvarez Cabrera, cosa que no se consiguió por verse rodeado. Ante estos hechos, Marina ordenó el avance de una nueva columna, mandada esta por el general D. Pedro Del Real y Sánchez Paulete en apoyo de Aizpuru.
El despliegue español era amplio, abarcaba desde su lado izquierdo desde el Barranco del Lobo, este que se introducía hacia el monte Gurugú y por el flanco derecho, hacia la aldea de Mezquita. Se continuó reforzando el despliegue con más efectivos dado que la morisma, no cesaba en presionar a las tropas españolas, motivo por el cual, los cuerpo a cuerpo, fueron incontables.
Por la tarde, se fueron reagrupando grupos de soldados dispersos, recuperando fuerzas de Álvarez Cabrera y se aprovisionó a las posiciones defensivas. Tras ello, se organizó la retirada general, llevándose esta vez la peor parte las fuerzas del teniente coronel Ibáñez Marín, los Cazadores del Batallón de Figueras núm. 6, los cuales, fueron tiroteados casi a bocajarro, sufriendo muchas bajas, entra ellas la de su teniente coronel.
El redactor de “La Correspondencia de España”, Rodríguez de Celis, narraba, bajo el título “El combate de hoy”, el 26 de julio de 1909, a la opinión pública del país, los combates del día 23 de julio de 1909, con las siguientes palabras, combates que costaron la vida a muchos militares españoles, entre ellos, al coronel de Infantería D. Venancio Álvarez Cabrera que no hacía las 48 horas en que había regresado a Melilla. (Textual):
“…A las nueve de la noche última, se supo en la plaza de Melilla que la harka enemiga preparaba un golpe de audacia contra el parque de aprovisionamientos, establecido en la segunda caseta.

El contingente de Beni-Urriaguel llegado a la harka para nutrir sus filas había de entretener el fuego, cayendo sobre la fracción de Mezquita, leal a España, y próxima unos cuatro kilómetros de la plaza.
A las cuatro de la madrugada dos compañías de la brigada disciplinaria, al mando del teniente coronel Aizpuru, sale a tomar las laderas de Mezquita, mientras el coronel Álvarez Cabrera, al mando de seis compañías de África y de fuerzas de cazadores recientemente llegadas, se dirige a Sidi Musa, donde se halla el campamento del teniente coronel Baños, para proteger la segunda caseta.

En el fuerte de Sidi Guariach y en el de Camellos hay dos baterías, en el Hipódromo, en la posición del teniente Baños y en la que ocupan las fuerzas que manda el generaI Imaz hay igualmente emplazadas piezas de artillería.
El avance del disciplinario es silencioso, sin que el enemigo, apostado al parecer en una cañada se presente. Desde la posición de Imazse ve al enemigo, que es castigado con fuego de cañón por las posiciones de Baños e Imaz, obligándole a correrse hacia donde están los del disciplinario, que son hostilizados.

En este momento, seis y media de la madrugada, el empuje del enemigo es formidable, su audacia insuperable; los de la brigada disciplinaria se baten con heroísmo, pero las municiones escasean, llegando un momento en que parece que van a faltar.
Los cañones avanzan sobre las alturas próximas a Mezquita, y los moros, que reciben terribles descargas, no retroceden; parece que una fuerza incontrastable los empuja contra nuestros valientes soldados, que se preparan para cargar a la bayoneta, obligados a perder algunos metros de terreno. Entonces el empuje del enemigo llega hasta las filas de los disciplinarios, que se ven diezmados, recibiendo descargas, pedradas, golpes de gumia…

Uno de los cañones del capitán va a caer en poder de los salvajes guerreros rifeños; ya le tienen en su poder; pero el abanderado del disciplinario, Sr. Carrasco, el oficial señor Artal y cuatro hombres luchan cuerpo a cuerpo con el enemigo y rescatan la pieza, dando muerte a los que la habían arrebatado. Entre estos valientes, cuyo heroísmo es inexpresable, se hallaba el artillero Privato Martínez, que diciendo -Esa pieza es mía y no me separo de ella nunca-, se arrojó como un loco contra los que la habían cogido.Desde el Hipódromo y Sidi Guariach, los cañones lanzan metralla; las fuerzas todas las que están en la plaza salen al campo batiendo al enemigo, que avanza sobre las lomas, sin pensar que los fusiles de nuestros soldados lanzan sin descansar proyectiles.

Los momentos son terribles. Los batallones de Cazadores, los regimientos de África y Melilla y el disciplinario, teniendo las fuerzas distribuidas al mando de sus jefes, han realizado brillantes hechos de armas.
Por el flanco izquierdo atacan las posiciones enemigas las fuerzas de Álvarez Cabrera, que cae muerto en uno de los ataques, teniendo desdichada igual suerte el heroico capitán Fernando Fernández Cuevas y dos oficiales. El número de los soldados muertos es grande, el de los heridos mayor aún, sin que en estos momentos pueda precisarse exacta ni aproximadamente siquiera.

En las posiciones de Mezquita la lucha es terrible, encarnizada. Un moro situado detrás de un parapeto de piedras, dispara cuatro veces contra el capitán Sr. Gil, del regimiento de Melilla, que le producen otras tantas heridas en el pecho, en la pierna izquierda y en el brazo. El teniente Molina, herido el día 9 y hermano del que el mismo día recibió un balazo grave en un muslo, cae con el pecho atravesado por una bala. El teniente Molina es casi un niño; pero parecía un veterano del deber y del heroísmo. El teniente Sánchez Prats, Sánchez La Corte, y otros muchos y bravos oficiales y soldados encuentran en el fuego enemigo la bala que hiere, pero que no pude contener su bravura hasta el momento de caer a tierra.

En el Hipódromo se ha instalado un hospital de sangre. El médico Sr. Herranz se multiplica para atender a todos. Momentos antes el teniente de Sanidad Sr. Moreno ha recibido una herida en una pierna.

Los paisanos, dando un alto ejemplo de valor y de humanidad, que ha sido muy elogiado, avanzan detrás de los soldados para recoger a los heridos y traerlos a la plaza. En el camino entre Melilla y el Hipódromo una luctuosa procesión de camillas da tristísima expresión de lo encarnizado del combate, de lo terrible de la lucha.
La ansiedad está en todos los semblantes. En el Hospital son recibidos los heridos que llegan casi exánimes.

Mientras en la cañada de Mezquita y en las lomas que dan vista al Hipódromo continua la lucha. El batallón de Figueras que tras el Numancia, presencia mientras dura el desembarco la sangrienta lucha. Llegan al muelle dando entusiastas vivas a España, cantando el himno del batallón; los soldados animosos y fuertes, demuestran su ánimo y su patriotismo; los oficiales no son menos entusiastas; los jefes emocionados ante el espíritu de los solados, los animaban. Pocos momentos después entraba Figueras en fuego. No pasó mucho tiempo sin que demostraran sus oficiales y soldados que sabían batirse y buscaban el puesto de peligro y de honor. El capitán Borrero y un teniente llegan heridos, a las nueve de la mañana ,al hospital de sangre del Hipódromo; varios soldados son también conducidos a hombros de paisanos.

El combate dura hasta las doce y media, sin que el enemigo demuestre el menor cansancio ni la menor vacilación. La jornada ha sido durísima y sangrienta; pero heroica.
En estos primeros momentos que aprovecho para enviar estas notas, ente el temor que la censura no las deje pasar, el enemigo se ha replegado, y ha disminuido el fuego.
La extensa zona en que se han producido los hechos de armas, y el ardimiento con que se ha peleado, no permite hacer una descripción ordenada de la lucha.

El número de bajas de nuestras tropas es muy grande, pues ascenderá a 350, incluyendo en esta cifra el número de muertos que se eleva a 80. Tan rudo ha sido el fuego en algunos momentos, que desde la plaza se han enviado municiones, aprovechando toda suerte de vehículos y carruajes.

Para dar una idea del comportamiento de los paisanos, basta señalar este hecho. Los Sres. Egea y Ferrer, empleados en las obras del puerto, salieron hasta las lomas próximas a Mezquita a recoger heridos. El Sr. Egea, al transportar a uno de los soldados de Infantería que momentos antes cayera herido, recibió un balazo en la pierna derecha…Rodríguez de Celis…”

“…Nuevos detalles de los combates del 23”. Melilla. (Domingo mañana). Continuo ampliando los detalles que he enviado del combate del 23,con nuevas noticias que voy recogiendo, hablando con los que tomaron parte en aquel terrible encuentro.

En la defensa para recuperar el cañón que se llevaba el enemigo, se distinguió el teniente de cazadores de Estella Sr. Gálvez, que se batió cuerpo a cuerpo con los kabileños. En un instante se vio rodeado de tres de ellos, que procuraban alcanzarle con sus gumias, y logró matarlos uno a uno a tiros y sablazos.
La lucha alrededor del cañón fue verdaderamente rabiosa. Algunos de los moros que pretendían llevárselo combatían con arma blanca, y otros con piedras y palos, en medio del fuego general. Varios oficiales y soldados recibieron contusiones de palos y piedras.

La Caballería de Treviño tomó parte muy activa en el combate del 23 y sufrió sensibles bajas.
Como os dije en mis anteriores telegramas, está herido el capitán Borrero. Este señor es D. Francisco Borrero, que tiene otros dos hermanos militares, y también es hijo del general del mismo apellido. El capitán Borrero recibió un balazo que le atravesó el muslo.
El moro de diez y ocho años, a quien aludí en otro telegrama, y que ha sido capturado cuando se dedicaba sigilosamente a desvalijar a los muertos y a los heridos, continua haciendo protestas de afecto a España y asegura que pertenecía al bando del Gato. Según parece el detenido era dueño de un cafetín en el límite de la kábila de Mezquita…”
Fases combates del día 23 de julio de 1909. Telegramas.

Sobre la intensidad en que se produjo el combate del dia 23 de julio de 1909, el mismo Gobernador Militar de Melilla, dejó de transmitir los detalles del combate que se podía estructurar según propias palabras del gobernador, en tres fases. Según dicho Telegrama Oficial , eran (textual).

“…Telegramas Oficiales. Facilitado en gobernación. Gobernador militar a ministro de la Guerra. Por continuo movimiento he dejado de comunicar detalles de las tres fases en que puede dividirse el combate del día 23.

En la primera, la columna coronel Cabrera sale a media noche del Hipódromo con seis compañías y sección Montaña para auxiliar Sidi Musa y caseta núm. 2, presumiéndose ataque: llega madrugada Sidi Musa, arremete contra atacantes y los rechaza, cayendo muerto con gloria frente tropas, así como Fernando Cuevas, de África, y dos oficiales. Regimiento Melilla y trece heridos tropa.
Segunda fase: Al salir del Hipódromo coronel Cabrera, envío en apoyo de este al teniente coronel Aizpuru, con brigada disciplinaria, dos compañías África y sección Montaña, para ponerse en contacto al amanecer con coronel Cabrera ,caso de hallarse en inmediaciones.

Roto fuego con numerosos grupos en las proximidades de los límites y formalizándose acción envié general Del Real con dos compañías de Estella y batería montada para que reforzara y me informase de las ocurrencias, mientras yo esperaba en el muelle desembarco de Figueras y Barbastro. Informado de que fuego se sostenía tenazmente, tan pronto como desembarcó Figueras me fui con dos compañías y su teniente coronel al lugar de la acción, tomando el mando a las nueve de la mañana.
Desplegó una compañía de Figueras, que dirigió teniente coronel, y poco más hubo que hacer, pues las disposiciones adoptadas por el general Del Real no podían ser más acertadas.
Tercera fase. No conviniendo avanzar más, pues se habían dominado primeras estribaciones Gurugú, y pasar a las siguientes hubiera obligado a ocupar frente excesivo, me sostuve en posiciones conquistadas durante todo el día, replegándose fuerzas antes del obscurecer a posición de Lavadero, en las inmediaciones de la Posada de Cabo Moreno.

El repliegue se hizo con verdadera precisión, escalonando las fuerzas para contener al enemigo, caso intentara ataque; fuego artillería bien dirigido basta a contenerle, y sólo en la extrema izquierda, a favor de unas chumberas, acosó a la compañía de Figueras, la cual, en reacción ofensiva, hizo huir al grupo numeroso, haciéndole catorce muertos, como se vio en reconocimiento verificado al día siguiente.
Allí encontró muerte gloriosa Ibáñez Marín, al frente de sus cazadores, que quiso en la primera jornada que con ellos tomaba parte, ocupar el sitio de mayor peligro. Las bajas en las tres fases son las telegrafiadas a V.E., aproximándose a trescientas entre muertos y heridos, habiendo todas las tropas cumplido bien con su deber. Las del enemigo han debido ser considerables, haciendo rebasar los muertos de cien, las noticias que del campo se reciben…”

“…Último parte. Las últimas noticias de Melilla no acusan ninguna novedad…”

El c. Álvarez C. horas antes de los combates del 23 de julio de 1909

Varios periodistas, horas antes de los combates, estuvieron con el coronel D. Venancio Álvarez Cabrera de Nevares, hablando con él. Dichos momentos, quedaron recogidos en la prensa. Así, eran explicados los mismos a la opinión pública en el periódico madrileño “El Imparcial” del 24 de julio de 1909 (textual):
“…Melilla 23 (5,35 tarde).
Varios periodistas estuvimos anoche en el Hipódromo hablando con el coronel D. Venancio Álvarez Cabrera. Estaba en su tienda de campaña y conversó con nosotros afablemente. Acababa de llegar a Melilla a petición del general Marina que estimaba grandemente sus cualidades.
El director de “El Imparcial”, Sr. López-Ballesteros, conversó con varios jefes y oficiales , recogiendo la impresión, de que todos participábamos, de que iban a ocurrir sucesos graves.
El Sr. Rocamora, distinguido redactor del Heraldo de Madrid, que tan brillante campaña viene haciendo desde que llegó a Melilla, conferenció extensamente con el coronel Cabrera, que es el que ha mandado las seis compañías que desde hace once horas vienen sosteniendo el combate.

Rocamora dijo al coronel:
Que tenga usted muy buena suerte.
Con la ayuda de Dios-contestó el coronel.
Brindóle Rocamora un cigarro y lo aceptó el coronel, porque dijo que se la habían acabado. Entonces el corresponsal de “El Heraldo” dio al coronel una cajetilla. Bromeando la aceptó el distinguido jefe y dijo:
La guardaré como recuerdo.
Todas esas minucias anecdóticas no merecerían ser referidas si el regocijado, ameno e ingenioso discreto que las acompañó, no se unieses para siempre a nuestra memoria con la brutal tragedia. Porque el coronel Álvarez Cabrera ha muerto heroicamete al frente de sus tropas…”

El entierro del coronel Álvarez Cabrera
Su muerte, produjo tremenda impresión , cuando fue herido, cayó de su caballo, finando rápidamente, al parecer, una bala rifeña, le alcanzó en el vientre..
El entierro del coronel Álvarez Cabrera, se celebró el sábado 24 de julio de 1909, revistiendo el acto multitudinario y de sentimiento manifiesto. De hecho, “La Correspondencia de España”, del domingo 25 de julio, lo daba a conocer de la forma que a continuación se cita (textual), bajo el título “Entierro de Cabrera”:
“…Melilla. (Sábado tarde). Por la ,mañana, a las diez se ha verificado el entierro del coronel Álvarez Cabrera. El acto ha constituído una verdadera manifestación de sentimiento, por lo muy querido que aquí era el jefe muerto. Su figura popular en estas calles, se enardecía en los momentos de agitación, y del malogrado Cabrera se puede decir que poseía un verdadero espíritu militar, que le animaba en los momentos difíciles para la Patría.
Aún se recuerda cuando recibió la orden para marchar al frente de su batallón disciplinario a ocupar La Restinga. Por Melilla circularon entonces rumores alarmantes de que los moros se preparaban a hacer heroica defensa, cosa que agradaba en extremo al valiente soldado. Su batallón estuvo preparado para la expedición, aún antes de recibir la orden de marchar, lo que prueba la previsión y entusiasmo de Álvarez Cabrera.

Hoy, con motivo de su entierro, oí contar muchos rasgos de su carácter bondadoso y afable. Los soldados que estuvieron a sus órdenes le amaban como a un padre, y sintieron gran alegría cuando le han vuelto a ver, que animoso y y valiente venía de Almería para combatir junto a ellos.
Pocos días permaneció entre sus antiguos amigos y soldados, pues enseguida, destinado a operaciones, ha hallado la muerte, que sin duda soñó.
Esto me referían cuando pasaba el cadáver del bravo coronel, y yo, que apenas le había hablado, pero que en este poco tiempo he visto en él los rasgos de un gran militar y de hombre afectuoso, uní mi dolor al que todos sentían, comprendiendo que España había perdido a un gran soldado, dispuesto a verter su sangre como lo ha hecho.

Detrás del cadáver marchaba muchos jefes y oficiales. Sobre el féretro iban algunas coronas dedicadas a la memoria de Álvarez Cabrera por sus compañeros. También iban en el fúnebre acto Comisiones de todos los Cuerpos y muchos paisanos.
Los demás cadáveres han quedado depositados en el cementerio. Melilla entera ha llorado sobre los cuerpos de los héroes que, al frente del enemigo, perecieron animados de entusiasmo y de valor…”


Ascenso de Álvarez Cabrera a general de brigada.

Por los méritos contraídos en el combate del 23 de julio de 1909 y la heroicidad demostrada, al perseguir a los moros más allá de 2 kilómetros de las líneas españolas, habiéndolos puesto antes en fuga y, hallar la muerte en acción de guerra, S.M. el Rey D. Alfonso XIII, ascendía a general de brigada, a propuesta del gobierno español al coronel de Infantería D. Venancio Álvarez Cabrera. Dicho nombramiento fue recogido así en el también rotativo madrileño “La Época”, el martes 27 de julio de 1909 (textual), bajo el título, “Recompensa a un héroe. Ascenso del coronel Álvarez Cabrera”:
“…Rindiendo el merecido tributo al heroísmo del coronel Álvarez Cabrera, que en el memorable combate del día 23 después de luchar como un bravo al frente de las fuerzas de su mando, coronó una vida consagrada por entero al servicio de la Patria dando su existencia por el honor de la bandera, el Gobierno ha propuesto a S.M., el ascenso de aquel a general de brigada, y el Monarca se ha dignado expedir el siguiente Real decreto que hoy publica la Gaceta:

-En consideración al bizarro comportamiento del coronel de Infantería D. Venancio Álvarez Cabrera, que en la noche de ayer salió de la plaza de Melilla con refuerzos para Sidi Musa, rudamente atacada por los rifeños, y después de cooperar a la defensa de esta posición y rechazar al enemigo, perseguióle, al mando de una columna, hasta más de dos kilómetros de distancia, tomándole nuevas posiciones y muriendo gloriosamente al frente de sus tropas.
Vengo a promoverle de acuerdo con el Consejo de Ministros, al empleo de General de brigada con la antigüedad del día de ayer, en que realizó tan brillante hecho de armas.
Dado en Santiago a veinticuatro de julio de mil novecientos nueve…”
El Diario Oficial del ministerio de la Guerra, publicaba este ascenso el 28 de julio de 1909.

La Cruz Laureada de San Fernando para el coronel D. Venancio Álvarez Cabrera
“La Época”, del 22 de agosto de 1909, anunciaba la apertura de juicio contradictorio para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando, al coronel de Infantería D. Venancio Álvarez Cabrera, por los méritos contraídos en el combate del día 23 de julio que le costaron la vida.

Estadística de munición, muertos y heridos que se daban a conocer por la prensa en fecha 27 de julio de 1909, en “La Correspondencia de España”, desde los combates del día 9 hasta el 20 de julio.

- Munición (cartuchería sólo el día 23 de julio de 1909) : 850.000 cartuchos.
- Proyectiles de artillería : Se desconocía en ese momento.

Bajas humanas, (sobre ellas, se informaba no estar acorde las cifras privadas con las oficiales), según datos dados por el Hospital Militar:
Día. Oficiales. Sargentos. Cabos. Soldados. Total.

9. 3. -- 22. 25.
18. 2. 1. 26. 29.
20. 2. 3. 61. 66.

Según se decía el resumen general era 3 oficiales, 26 sargentos, y 108 entre cabos y soldados, dando un total de 180, cuando si se suma, eran 137. Sobre los muertos, se citaba la cifra de 80 aproximadamente.
D. José Álvarez Cabrera de Nevares, un libro oportuno.

El coronel D. Venancio Álvarez Cabrera, tenía un hermano, D. José Álvarez Cabrera, teniente coronel de Caballería, el cual, mientras su hermano sucumbía frente a los rifeños, presentaba un libro del cual era autor. “La Correspondencia de España”, bajo el título “Un libro oportuno”, recogía así aquel evento el 27 de julio de 1909 (textual):

“…Mientras su heroico hermano D. Venancio Álvarez Cabrera sucumbía valerosamente en Melilla, el teniente coronel de Caballería, D. José, daba a la publicidad un notable libro sobre columnas de operaciones en Marruecos, cuya oportunidad no puede ser mayor en estos momentos.
El Sr. Álvarez Cabrera, al igual que su heroico hermano, es un africanista de abolengo, que ha pasado largos años en Marruecos, y fruto de sus estudios son los notables libros que sin interrupción ha publicado constantemente, a los cuales viene a sumarse el nuevo.
El libro es un estudio político-militar, que comprende artículos sumamente interesantes e instructivos, que debieran tenerse muy en cuenta en esta campaña, ya que el Sr. Cabrera es una reconocida autoridad en la materia.
Al público, y especialmente el militar, ha de interesar de sobremanera esta nueva producción del Sr. Cabrera, a quien felicitamos sinceramente en tan tristes momentos en que su hermano acaba de sucumbir tan heroicamente frente al enemigo, en Melilla, al mismo tiempo que le testimoniamos una vez más nuestro sentido pésame por la pérdida de tan ilustre jefe, honra del Ejército español y de los africanistas, entre los que los hermanos Cabrera se destacaban por sus muchos méritos…”

Fuentes
- “La Correspondencia de España”, Diario político independiente y de noticias, Edición de la mañana, Madrid, núm. 18.266, pág. 1, de fecha Sábado 15 de febrero de 1908.
- “Venancio Álvarez Cabrera de Nevares”, “Geni (genealogía en Internet, datos introducidos por Pablo Menéndez-Ponte Alonso), Internet.
- : “Anexo II” Internet, “La guerra de Marruecos 1909 -1927”.
- Fotografía coronel D. Venancio Álavarez Cabrera de Nevares, “Anexo II” Internet, “La guerra de Marruecos 1909 – 1927”
- “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid, núm. 18.788, pág. 1, de fecha miércoles 21 de julio de 1909.
- “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm. 18.791, pág 1, de fecha sábado 24 de julio de 1909.
- “El Imparcial”, Madrid, núm. 15.219, pág. 1, de fecha sábado 24 de julio de 1909.
- “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm. 18.792, pág. 1, de fecha domingo 25 de julio de 1909.
- :”La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm. 18.793, pág 2, de fecha lunes 26 de julio de 1909.
- “El Imparcial”, Madrid, núm. 15.221, pág.1, de fecha, lunes 26 de julio de 1909.
- “La Época”, Últimos telegramas y noticias de la tarde, Madrid, núm. 21.104, pág.1, de fecha martes 27 de julio de 1909.
- “La Correspondencia de España”, edición de la mañana, Madrid, núm. 18.794, págs, 2,6 de fecha martes 27 de julio de 1909.
- “La Vanguardia”, Barcelona 1 de agosto de 1909.
- ” La Época”, Últimos telegramas y noticias de la tarde, Madrid núm.21.130, pág. 2, de fecha domingo 22 de agosto de 1909.


Hans Nicolás i Hungerbühler


jueves, 23 de abril de 2009

LOS HERMANOS MOLINA
















Cuatro hermanos, los tenientes D.Manuel ,


Luis , Alberto y Eugenio Molina Galano

Cuatro hermanos, Cuatro oficiales de infantería, hijos del difunto general Molina. Dos de ellos en Melilla, el tercero, D. Eugenio Molina Galano, recibió el despacho con su nombramiento de manos de S.M. el Rey D. Alfonso XIII en Toledo, casi el mismo día en que sus hermanos, D. Luís y D. Alberto, resultaban heridos en los enfrentamientos que hubo con los kabileños en los alrededores de Melilla en acción de guerra, la primera desde que S.M. Alfonso XIII, comenzara su reinado en 1902, naturales de Málaga, e hijos del general Molina, distinguido de la guerra de Cuba y fallecido recientemente. El teniente D. Luís Molina, formó parte de las tropas de Casablanca. Un tercer hermano, D. Eugenio Molina Galano, también militar, fue promovido a oficial, en la Academia de Infantería de Toledo, el sábado 10 de julio de 1909 y su despacho, entregado el martes 13 del mismo mes. D. Luís Molina Galano, fue herido gravemente en los combates del 9 de julio de 1909, una bala le atravesó el muslo izquierdo.

D. Luís Molina Galano, coronel de la Legión
El cuarto hijo, D. Manuel Molina Galano, era ayudante en la Academia de Infantería de Toledo.
D. Luís Molina Galano, pertenecía al Batallón Disciplinario. Su hermano Alberto, fue herido contuso en un pié.
Entrega de reales despachos en la Academia de Infantería de Toledo
El segundo teniente, Eugenio Molina Galano, recibió su despacho de teniente en la Academia de Infantería de Toledo, de manos del monarca. Dicho acto, quedó recogido así en el rotativo madrileño “La Correspondencia de España”, del martes 13 de julio de 1909, bajo el título “El Rey en Toledo. Llegada de S.M.-Los nuevos oficiales.-El teniente Molina”.
“…Toledo (Lunes tarde). Desde las primeras horas de la mañana se ha notado gran movimiento en la ciudad. La cuesta del Alcázar está engalanada, y el histórico patio de la Academia hállase adornado con soberbios tapices de la Catedral. El valioso dosel del “Tanto monta”, en el estrado que había de situarse S.M. el Rey, está adornado también con trofeos militares, que represntan el sol y sus rayos.

Hermosas mujeres y las famílias de los nuevos oficiales ocupan las galerías altas del Alcázar. En el patio están las Comisiones civiles y militares, y en la puerta el batallón de alumnos en la plaza mayor, esperando al Rey.
A la estación bajaron a recibir a S.M., el gobernador civil y el alcalde, que tomaron asiento en el coche de D. Alfonso.
Con el Rey han venido la Infanta doña Eulalia y sus damas, el ministro de la Guerra, el general (ilegible), el teniente coronel Sr. Agulla y los ayudantes de S.M. Entre las Comisiones se veía al obispo de Ávila. Al llegar el Rey se le tributaron los honores de ordenanza.
Ya en el Alcázar, el ministro de la Guerra procedió a leer los reales despachos que eran entregados por S.M. el Rey a los nuevos oficiales.
Al entregar el despacho al Infante D. Alfonso, S.M. le dirigió una cariñosa sonrisa. Al presentarse el nuevo teniente Molina, hermano del herido en Melilla, el Rey le dirigió la palabra y habló brevemente con él…”
Arenga de S.M. (A los nuevos oficiales)
“…Terminada la entrega de los reales despachos, bajó el Rey del estrado, y dirigiéndose al centro del patio; arengó a los nuevos oficiales con las siguientes palabras:

“-En el día de hoy habeis recibido vuestros reales despachos de oficilaes de Infantería, prueba de la confianza que tengo en vosotros. Os la habeis ganado. Perteneceis a la gloriosa arma que desde tiempo inmemorial ha dado pruebas que sabe luchar por la patria. Precisamente en estos días un puñado de valientes del Disciplinario de Melilla lo ha demostrado, y estoy seguro de que en todo momento os acordareis que sois soldados del Rey. ¡Viva España!.-
A estas sencillas y sentidas palabras, contestó un ¡viva el Rey!...”

Despedida del Rey
“…Después de desfilar ante él y los nuevos oficiales y todo el batallón de alumnos, S.M. se retiró a la Dirección, acompañado de su séquito, y allí almorzó. En este momento se dirige a la estación y sube en el tren militar especial en que había venido. El batallón de alumnos ha bajado a la estación a despedir al Monarca, con todo el profesorado y numeroso público. El acto ha resultado solemne y hoy es día de gran fiesta en la población…”

En Melilla, dos de los hermanos Molina, D. Luís y D. Alberto
D.Luís Molina Galano: Hijo del general Molina, fallecido en Badajoz. Había nacido el 2 de febrero de 1880 e ingresó en el servicio activo el 1 de octubre de 1893. Había cursado sus estudios con aprovechamiento y al finalizarlos, fue destinado al ascender a primer teniente a la Brigada Disciplinaria de Melilla., lugar donde prestaba sus servicios al estallido de la Campaña de 1909. Herido en el muslo izquierdo, con pronóstico grave en los combates del 9 de julio de 1909. Sirvió en África en todos sus empleos, Además de sus muchos méritos militares, recibió la Orden Xerifiana por el Gran Visir de Ceuta y con la Orden de África dada por el Consejo de Ministros en 1934.
De su ejercicio del mando en la Legión como jefe de la misma (12/04/1932 – 26/07/1936),, son destacables, la reorganización que implicó la disolución del Escuadrón de Lanceros , VII y VIII Banderas, y el establecimiento de la 1ª y 2ª Legión.
Participó en el sofocamiento del movimiento revolucionario y restablecimiento del orden en Asturias en 1934, con la Legión y por orden del entonces gobierno de la IIª República española.

Por los méritos contraídos en los combates del 9 de julio de 1909, le fue concedida la Cruz de María Cristina.
Sobre los combates en que el teniente de la brigada Disciplinaria, D. Luís Molina Galano, fue herido, ya fueron descritos, al hablar del primer oficial muerto en la Campaña de 1909, el teniente de la también brigada disciplinaria de Melilla, D. Eduardo López Salcedo.De dicha brigada, en el períodico que se cita a continuación y referente a la acción de guerra del día 9, se decía que había ido siempre en vanguardia, batiéndose bizarramente en todo momento y con verdadero heroísmo y que por esa causa, había sufrido duro castigo de fuego que produjo el mayor número de bajas. De dichos combates, bajo el título “El avance de nuestras tropas.-Detalles de los combates.-Las bajas de nuestro Ejército”, el diario madrileño “El Imparcial”, citaba el sábado 10 de julio de 1909, lo siguiente (textualmente):
“…Melilla 9 (11 noche). El combate de hoy ha sido rudísimo. Apenas cabe concebirlo uniendo las sospechas de conjura rifeña que ayer telegrafié y el resultado de los sucesos de hoy. Por muy previstos que estuvieran los sucesos ha superado a todo cálculo lo acontecido.

Después de ello se comprende que los alarmistas tenían razón. Venía preparándose con la astucia peculiar de los rifeños el golpe de mano que hoy se ha realizado. El calor asfixiante ha contribuído a hacer más recia la jornada y en ella han cumplido prodigiosamente sus obligaciones los jefes, oficiales y soldados. No ha habido un momento de titubeo a pesar de que el enemigo había organizado la resistencia, insistía en ella con valor indiscutible.

Nuestras fuerzas han pasado las últimas colinas, creyéndose que tomarían posiciones para pernoctar en el campo moro. La columna expedicionaria comunica perfectamente con la plaza por medio de las patrullas de caballería, el heliógrafo y de las palomas mensajeras.

Los víveres y municiones se han enviado desde la plaza con gran exactitud, demostrando la excelencia de los servicios.
Nuestras bajas han sido las siguientes: Ha muerto el teniente de la brigada disciplinaria Sr. Salcedo. Han sido heridos gravemente: El capitán de Infantería D. José Riquelme. El teniente D. Luís Molina. Treinta y cuatro soldados de infantería.
El teniente D. Luís Molina realizó actos de heroísmo al frente de una sección de la brigada disciplinaria, tomando por asalto a la bayoneta lomas defendidas por multitud de moros. Esta parte del combate merece honores especiales. Los rifeños resistían con denuedo y hacían fuego incesantemente. Disponían de armas modernas y las manejaban con gran destreza. Las ametralladoras han jugado un papel importante. El teniente Espinosa, que las mandaba, enfiló nutridos grupos de moros, haciendo en ellos estragos.

Las tropas se han conducido brillantemente. Todas las posiciones que ocupaban los moros han sido tomadas y el enemigo se halla muy lejos del lugar del combate…”
Sobre los heridos que hubo el 9 de julio, se daba la noticia que eran los siguientes, expresando en la misma, el destino de cada uno:
Muertos un oficial, tres soldados y cuatro obreros.
Brigada Disciplinaria
Primer teniente D. Eduardo López Salcedo. Muerto.
Primer teniente D. Luís Molina Galano. Herido en el muslo izquierdo, grave.
Segundo teniente D. Alberto Molina Galano. Herido contuso en un pie.
Soldado D. Francisco Garbis Pino.
Soldado D. Ricardo Acedo.
Soldado D. Marcos Larra.
Soldado D. Antonio Molina.
Soldado D. Vicente Guarch.
Soldado D. Elías Rodríguez.
Soldado D. Emilio García.
Soldado D. Miguel Mosco.
Oficina Indígena.
Capitán D. José Riquelme López-Bago, herido. Por los méritos contraídos en los combates del 9 de julio, le fue concedida la Cruz de María Cristina.
Regimiento de Infantería de África núm. 68
Soldado D. Gregorio García.
Soldado D. Luís Resta.
Soldado D. Vicente Querol.
Soldado D. José Carcéles.
Soldado D. Fausto Caballero.
De Artillería.
Artillero D. Francisco León.
Artillero D. José Franco.
Artillero D. Juan Hernández.
Artillero D. Manuel Ramadán.
Artillero D. Miguel Calians.
Artillero D. Miguel Martín.
Obreros del ferrocarril.
Sr. Emilio Esteban. Muerto. Natural de Jérica (Castellón), casado con dos hijos.
Sr. Tomás Almeida. Muerto.
Capataz, Sr. Cristóbal Sánchez. Muerto. Casado sin hijos.
Sr. Salvador Pérez. Muerto.
Hubo un quinto obrero herido en un brazo cuyo estado era grave.

Sobre las bajas de los moros, “El Imparcial” del domingo 11 de julio, decía lo siguiente bajo el encabezado “Las bajas de los moros”:
“…Sobre este punto las noticias no pueden ser completas. Es indudable que los rifeños sufrieron grandes daños. La artillería en guerrillas al mando del capitán Lobera, contribuyó mucho al castigo de los agresores. Se asegura que los moros tuvieron de cuarenta a cincuenta muertos y más de ciento treinta heridos. Así lo han dicho los comisionados rifeños que visitaron hoy al general Marina.

Entre los detalles que se cuentan, se halla el de que una granada estalló bajo el vientre de un caballo, destrozando a este y al jinete que lo montaba. Otro proyectil de la Artillería cayó sobre una chumbera, detrás de la que tres moros hacían fuego sobre los españoles: el proyectil deshizo a aquellos rifeños…”


D. Alberto Molina Galano. Hijo del general Molina, fallecido en Badajoz. Había nacido el 2 de agosto de 1884 e ingresó en el servicio activo, el 16 de abril de 1903. Era definido como un muchacho estudioso en extremo y muy agradable. Pertenecía a la última promoción de oficiales de la Academia de Infantería de Toledo. Al terminar sus estudios y haber obtenido el empleo de 2º teniente en julio de 1908, deseoso de servir en el mismo Cuerpo que sus hermanos, solicitó y obtuvo el ser destinado también a la Brigada Disciplinaria de Melilla. Fue herido en los combates del 9 de julio de 1909, resultando contuso en un pié y en los combates del 23 del mismo mes, falleciendo a causa de las heridas recibidas el día 31 del mismo mes en Melilla. Por los méritos contraídos en el combate del día 23 de julio de 1909, el segundo teniente D. Alberto Molina Galano, fue ascendido a primer teniente.
Los combates del 22 y 23 de julio en los que resultó herido de gravedad el segundo teniente D. Alberto Molina Galano.
“La Época” del sábado 24 de julio de 1909, daba a conocer detalles de los combates del 23 de julio, combates en los que resultó herido entre otros, el segundo teniente de Infantería D. Alberto Molina Galano, recibiendo heridas que le costarían la vida ya que finó a consecuencia de las mismas, el día 31 de ese mismo mes. La acción militar, fue narrada por el corresponsal Gombeet, en dicho rotativo madrileño, adjuntando los telegramas oficiales dirigidos al ministro de la Guerra, con las siguientes palabras (textual), bajo los encabezamientos de, “En el Rif. Combates Heroicos. (De nuestro servicio particular):
“…Sangrientos combates en la madrugada del viernes.-Doce horas de fuego.-La lucha en Sidi Musa y en el Cerro de Ahfer.- Muerte del coronel Álvarez Cabrera.-Oficiales muertos.-Soldados muertos y heridos.-El enemigo, rechazado y perseguido.
Melilla 23 (6,15 mañana).- El combate que se inició poco después de las cuatro de la tarde del día 22, y que parecía terminado en las primeras horas de la noche, cuando la Artillería de Sidi Musa y el Hipódromo barrían los grupos de moros que aparecieron en el famoso barranco que da paso a las laderas del Gurugú, se reanudó con gran fuerza en las primeras horas de la madrugada de ayer, 23. Poco después de la media noche, hasta cuya hora no se había interrumpido la tranquilidad desde las ocho y media, empezaron a divisarse grupos numerosos de rifeños, generalizando el combate en las primeras horas de la madrugada con un ataque terrible contra el campamento de Sidi Musa y las fuerzas destacadas en la Posada del Cabo Moreno.

El general Marina que ya tenía conocimiento de los planes del enemigo, que eran cortar la comunicación del cuartel general del general Imaz, establecido en Sidi-Ahmet el Hachs, con la plaza, había reforzado la posición de Sidi Musa, en la cual como en todos los puestos, se ejercía exquisita vigilancia.
Los moros avanzaron primero en silencio por la cañada, descendiendo del Gurugú, y desplegándose después en una amplia línea de combate, con objeto de sorprender simultáneamente las tropas destacadas entre el cuartel general de Imaz y la primera caseta del ferrocarril.

El fuego de artillería y de fusil se hizo general al amanecer, siguiendo sin descanso hasta bien entrado el día.
Desde el primer momento de iniciarse el ataque, es decir poco después de media noche, dispuso el general Marina que salieran del Hipódromo, en dirección de la Posada del cabo Moreno, tropas de refuerzo, formadas por seis compañías de Cazadores y una sección de Artillería de campaña, al mando del coronel de Infantería D. Venancio Álvarez Cabrera, que destinado a la zona de Almería, se había presentado en Melilla, voluntario, hace dos días, llamado por el comandante general de esta plaza.
La llegada de estos refuerzos a Sidi Musano pudo ser más oportuna, puesto que en el cerro de Ahfer se veía un numeroso contingente de rifeños, que daba embestidas terribles para apoderarse de aquella posición.

Álvarez Cabrera, al frente de sus soldados, que se batieron heroicamente, según todas las referencias, entre ellas las del redactor del “Heraldo”, Sr. Rocamora, allí presente, y la del corresponsal de la “Agencia Fabra”, Sánchez del Arco, , la del fotógrafo de “Heraldo de Madrid”, Sr. Alfonso, cargó sobre el enemigo, apoyando la acción de fuerzas de los regimientos de Melilla y África, Cazadores de Alfonso XII, Estella y de Reus, y de Caballería de los escuadrones de Treviño y Melilla, cayendo herido del caballo y muriendo poco después.
También resultaron muertos en este ataque un capitán del regimiento de África y dos oficiales que con Álvarez Cabrera hicieron una salida que puso en fuga a los rifeños, a los cuales persiguieron avanzando dos kilómetros. Estas fuerzas tuvieron, además, siete soldados muertos y 17 heridos.

En las primeras horas de la mañana el fuego fue haciéndose más lento, retirándose el enemigo con grandes pérdidas, debiéndose el triunfo de nuestras tropas a la oportunidad de los refuerzos enviados con Álvarez Cabrera, cuya heroica muerte ha causado terrible impresión en Melilla, donde era de todos querido y respetado.
A las cinco y media de la mañana todavía seguían en las líneas avanzadas los generales Marina y Del Real. El combate ha tenido una duración de doce horas.-Gombeet…”
“…La harka.-Heroísmo de los jefes y oficiales.-Esfuerzo admirable de los soldados.-Figueras y Barbastro, desembarcan, y entran inmediatamente en fuego.-
Melilla 23 (6,30 mañana).- Los rifeños que han tomado parte en los combates de anoche y esta mañana pertenecen en su mayoría, según las confidencias, a las kábilas de Beni Buifrur y Beni-Bu-Yahi.

No hay palabras para elogiar el valor de los jefes y oficiales que se baten siempre en primera línea, animando al soldado y no regateando en el sacrificio de sus vidas. Así se explica el número de bajas que sufren. En cuanto al esfuerzo y la resistencia de nuestros soldados, es admirable. Las horas del combate apenas les dejan tiempo del preciso descanso , aumentado esta madrugada por un calor asfixiante.
La Sanidad militar ha hecho prodigios, atendiendo con todo esmero, y sin reparar en el peligro, a la recogida de muertos y heridos; tarea en la que no le han regateado su ayuda muchos paisanos de esta población, y el mismo Sr. Rocamora, corresponsal del “Heraldo de Madrid”.

Las primeras tropas de la brigada Pintos que desembarcaron hoy, han recibido su bautismo de sangre, saliendo inmediatamente al campo para hostilizar al enemigo fugitivo que pasaba en dirección al Gurugú por las cercanías de la Posada del Cabo Moreno.
Puede asegurarse que el combate que acaba de terminar, por ahora, ha sido el más tenaz y rudo desde el principio de las hostilidades.-Gombeet...”


“…Telegramas oficiales.
Melilla 23 (6,30 tarde).- General gobernador a ministro Guerra:
Esta madrugada se ha generalizado el ataque a nuestras posiciones, principalmente a Sidi Musa y Posada del Cabo Moreno. A media noche salió columna Álvarez Cabrera para proteger ataque Sidi Musa, llegando oportunamente con seis compañías y sección montaña, y al hacer salida para rechazar enemigo, objeto que logró persiguiéndolo más de dos kilómetros, murió al frente de sus tropas, con un capitán de África y dos oficiales, teniendo también 13 heridos.

Combate siguió encarnizado hasta bien entrado el día, en que el enemigo se alejó por Posada Cabo Moreno, continuando el fuego, aunque débilmente, por parte enemigo, ocupando nuestras tropas, al avanzar, posiciones que abandonaré al anochecer, por falta de tiempo para atrincherarlas.
Cazadores Figueras y Barbastro, acto seguido desembarcar, se han empleado en línea de fuego. Cuando sepa exactamente el número bajas, daré cuenta…”

“…Últimas noticias oficiales.
Melilla sábado 24 (2,10 madrugada).- General segundo jefe a ministro Guerra:
A estas horas tenemos un coronel muerto, un teniente coronel herido o muerto, en poder de los moros; cinco oficiales muertos; un jefe, cuatro capitanes y siete oficiales heridos; un número que ignoro de tropa, muertos, y 260 de tropa heridos: todos del combate de hoy. Estas cifras no son más que aproximadas; pues los Cuerpos han ido directamente del muelle al campo de batalla, sin dejar representaciones ni oficinas, y probablemente menores de la realidad.

Seguimos ocupando todas las posiciones avanzadas y fortificadas de camino minas, y general Marina, que avanzó a repeler ataque a las mismas, ayer antes obscurecer se retiró a situarse de nuevo en aquellas; pues se había internado mucho en el campo moro, y allí no podía pernoctar…”

“…Últimas noticias. Detalles de un sangriento combate
Diez y seis mil moros atacan nuestras posiciones.-Heroísmo de la brigada disciplinaria.-Momentos de angustia.-Este cañón es mío, y no me separo de él.-Oficiales muertos y heridos.-Bajas de tropa.
Melilla 24 (7 mañana).- Van conociéndose detalles que pueden ampliar la relación del durísimo combate sostenido por nuestras tropas desde las primeras horas de la noche del jueves, hasta bien entrada la mañana de ayer, viernes, y en el cual hemos tenido tan numerosas y sensibles bajas.
Por confidencias supo el general Marina aquella misma noche que el proyecto de la harka, cuyo número no bajaría de 15 ó 16.000 hombres, era el de cortar las comunicaciones del cuartel general con la plaza, y apoderarse del parque de aprovisionamientos, establecido como es sabido, en la segunda caseta de la vía férrea, atacando también a la kábila de Mezquita, amiga de España, y cuyo territorio se encuentra a cuatro kilómetros de esta plaza.
Poco después de las tres y media de la mañana, dos compañías del disciplinario, al mando del teniente coronel Aizpuru, se dirigieron a posesionarse de las alturas de Mezquita, y el coronel Álvarez Cabrera, con seis compañías del regimiento de África y los Cazadores que acababan de desembarcar, marchó precipitadamente hacia Sidi Musa, con objeto de proteger, en combinaciones con las fuerzas del teniente coronel Baños, que ya se encontraba allí, la posición de la segunda caseta.

Al mismo tiempo que sucedía todo esto, la Artillería se distribuyó en esta forma: Una batería completa en el fuerte de Sidi Guariach, otra en el de Camellos, otra en el Hipódromo, otra en la posición ocupada por el teniente coronel Baños y otra en el cuartel general de Imaz.
Aunque el disciplinario avanzó silencioso para sorprender a los moros, no pudo conseguirlo por haberse ocultado, viéndoseles, en cambio desde las posiciones del general Imaz y del teniente coronel Baños.
A las seis de la mañana se estableció el contacto entre la columna de Álvarez Cabrera y el enemigo trabándose un combate salvaje, en el que los moros barridos por la metralla, no cejaban en su propósito, mientras la brigada disciplinaria, alentada por el heroico coronel Álvarez Cabrera, se batían con desesperado denuedo.
En el momento culminante faltaron a los soldados las municiones. Entonces la Artillería se adelantó, haciendo magníficos disparos, que sembraban la muerte entre los rifeños, que ciegos de furor se dirigían hacia nuestros cañones.

Fue aquel un momento sublime del combate. Españoles y rifeños se batían cuerpo a cuerpo, conteniendo el avance de los moros una brillante carga a la bayoneta.

Se habían apoderado estos de una pieza de Artillería pero el abanderado del disciplinario Sr. Carrasco; el oficial Sr. Astal; un artillero Primitivo Martínez y cuatro soldados se arrojaron como locos sobre los moros, recobrando el cañón, al cual se abrazó, ciego de coraje, Primitivo Martínez, gritando:- Este cañón es mío, y aquí muero, pero no me separo de él.-
En esos terribles momentos perdieron la vida el coronel Álvarez Cabrera, al frente de las tropas: el capitán Cuevas y otros dos oficiales.
Figueras, que hacía apenas una hora que había pisado tierra, se batió con brío, desapareciendo su teniente coronel, el bravo y pundonoroso Ibáñez Marín, tan querido de todos, el cual fue después encontrado muerto. Hubo momentos en que se creyó que había caído en poder de los moros.

También resultaron heridos el capitán Gil del disciplinario; el teniente Molina, hijo del general del mismo apellido y tercero de los hermanos heridos en esta campaña; el teniente Borrero hijo del general, y el teniente José Sánchez Gómez sobrino del director general de la Guardia Civil e hijo del difunto teniente general D. José.
La población civil de Melilla ha dado un gran ejemplo de patriotismo improvisando con toda rapidez socorros para los heridos y acudiendo a prestarlos en los puestos de verdadero peligro.
Los moros sufrieron enormes bajas, retirándose al Gurugú. Las nuestras son todavía desconocidas pero el número de oficiales heridos es grande, y el de soldados se hace ascender a 270.-Gombeet…”

“…Telegrama oficial
Melilla 24 (7,15 mañana).- General segundo jefe a ministro:
Hasta ahora se sabe han ingresado heridos en el Hospital y locales habilitados al efecto los jefes y oficiales siguientes: Comandante Ricardo de la Coma y segundos tenientes Fernando Hueso, Luís Carbonell, Antonio Pérez y José Ochoa, del batallón de Cazadores de Alfonso XII; capitán Mariano Sánchez la Corte,, del escuadrón de Melilla; capitán Francisco Borrero y primer teniente Luis Calvet, del batallón de Figueras; capitán Gabriel Gil y segundo teniente Carlos Suárez Madariaga, del Regimiento de Melilla; capitán Agustín Gómez y Morato, de Cazadores de Barbastro y primero y segundo tenientes de la brigada disciplinaria José Sánchez Gómez y Alberto Molina, de los cuales ha fallecido el segundo teniente Antonio Pérez Prats…”

FUENTES
- “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm. 18.777, pág. 1, de fecha sábado 10 de julio de 1909.
- “El Imparcial”, Madrid, núm. 15.205, pág 1, de fecha sábado 10 de julio de 1909.
- “El Imparcial”, Madrid, núm. 15.206, pág. 1 de fecha domingo 11 de julio de 1909.
- “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid, núm. 18.778, págs.. 1 y 2, de fecha domingo 11 de julio de 1909.
- Fotografía “Toledo olvidado, blogspot.com/2008/11alfonso
- Fotografía coronel D. Luís Molina Galano, “Jefes de la Legión” , Historia, en internet.
- ”La Correspondencia de España” Edición de la mañana, Madrid núm.18.780, pág. 3, de fecha martes 13 de julio de 1909.
- : “La Época”, Últimos telegramas y noticias de la tarde, Madrid núm. 21,101, págs.. 2 y 3, de fecha sábado 24 de julio de 1909.
- ”La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid, núm. 18.811, pág. 2 de fecha viernes 13 de agosto de 1909.
- “El Imparcial”, Madrid, fecha 8 de octubre de 1909, pág.2.




Hans Nicolás i Hungerbühler




miércoles, 22 de abril de 2009

Teniente E. López Salcedo, primer oficial muerto








Apuntes sobre el primer oficial muerto en combate al inicio de la Campaña
del "9" en Melilla, el cual pertenecía a la Brigada Disciplinaria, que fue la
primera en entrar en fuego, después de la intervención del Regimiento
de Infantería de África 68 y de la Artillería de Montaña.
Este primer teniente, era D. Eduardo López Salcedo, joven de 33 años,
que halló la muerte en los combates del 9 de julio de 1909, después que los
rifeños, atacaran a los obreros del ferrocarril minero, causando 4 muertos.

El teniente de Infantería D. Eduardo López Salcedo, de la Brigada
Disciplinaria, el primer oficial muerto en la Campaña del “9”.

La noticia de la agresión de los kabileños a los trabajadores españoles del
ferrocarril minero llegó rápidamente a Melilla, circulando entre sus habitantes,
españoles, moros y judíos como un reguero de pólvora, en este ataque, habían
perdido la vida cuatro obreros que eran: Emilio Esteban, Tomás Almeida, Cristóbal
Sánchez y Salvador Pérez al parecer de edades jóvenes.
Esta noticia, causó gran alarma e indignación entre los melillenses, tanto
españoles como moros y hebreos, no dando crédito a lo que oían sobre los sucesos,
efecto este último del que la prensa de la época resaltó en sus artículos.

El conocimiento de esta agresión, motivó inicialmente la salida del teniente
coronel Baños desde el campamento del Hipódromo en dirección al kilómetro 7 del
ferrocarril, al frente de 2 compañías del Regimiento de África 68, notificándose
la misma al comandante general de la plaza, general D. José Marina Vega.

Una vez conocida la noticia, comenzaron a correr las órdenes, produciéndose un
inusual movimiento el cual apercibido por los civiles, no pasó inadvertido.

El general Marina, tiene conocimiento de la agresión y parte al campo enemigo.

“La Correspondencia de España”, firmado el redactor del mismo en Melilla, Sr.
Rodríguez de Celis, explicaba a la opinión pública la reacción del comandante
general de la plaza, general Marina, en los siguientes términos y bajo el título
“Nuevos detalles, (Telegramas urgentes de la 1,40 de la madrugada; recibidos en
la central de Madrid a las 2,22, en nuestra redacción a las 8,45).

“…Melilla (sábado madrugada). Cuando el general Marina tuvo noticia de la
brutal agresión realizada por los moros, salió del Gobierno militar de la plaza
solo y a pie, ordenando que le llevaran el caballo a su encuentro. Minutos
después salían en la misma dirección las tropas que más tarde mandaba
personalmente el general…”

Marcharon al campo, el general Marina, el general Del Real y Sánchez Paulete,
el jefe del Estado Mayor Sr. Larrea y cuatro tenientes. No obstante, el teniente
coronel Baños, ya había partido y al llegar al lugar donde se hallaban los
cadáveres de los trabajadores, observó que los kabileños ya les habían mutilado y
les habían prendido fuego.

Las fuerzas con las que el general Marina había partido, eran dos compañías del
Regimiento de África núm. 68, la Brigada Disciplinaria, una Batería de Artillería
de la plaza, una sección del Escuadrón de Cazadores, y la Batería de Montaña. Más
tarde, se solicitaría la Batería de Artillería rodada y el resto del Escuadrón de
Cazadores. El general Del real, quedó en el Hipódromo distribuyendo las tropas y
preparando la defensa de este y de Melilla, en caso de agresión.

La Artillería, rompe el fuego.

Los combates, iniciáronse sobre las 10:15 horas mediante la preparación del
ataque por el fuego, correspondiendo la rotura de este, a la Batería de Montaña
contra caseríos, chumberas y otros lugares vecinos de los moros atacantes,
susceptibles de servir de parapetos y escondrijos a los mismos. Sobre este
cañoneo, escribió en “La Correspondencia de España” el redactor del mismo en
Melilla, Sr. Rodríguez de Celis,el 10 de julio de 1909, lo siguiente:

“…El Combate. A las diez y cuarto de la mañana comenzamos a percibir el
estampido del cañón. Era que la batería de montaña había roto el fuego contra los
caseríos vecinos a los territorios de las kábilas agresoras.
Se prolongaba el fuego y los disparos de cañón eran continuados, muy
frecuentes, mediando tiempo escasísimo de unos disparos a otros.

Indudablemente, el efecto del cañoneo en el campo moro debía de ser terrible,
debida la abundancia de los disparos, la proximidad de las residencias de los
kabileños y las facilidades con que nuestros artilleros podían hacer seguros
blancos.

Más tarde, continuando todavía el fuego emprendido por la batería de montaña,
por virtud de órdenes que acababa de enviar a la plaza el general Marina, envió
el general Del Real la batería rodada y el resto del escuadrón de cazadores, del
cual había salido ya al campo, como dije antes, una sección.

Dicho escuadrón lo ha dividido el general Marina sobre el terreno en secciones
mandadas por oficiales. Las secciones mencionadas y las demás fuerzas, han sido
colocadas diligentemente en los distintos límites y en orden de combate…”

Los combates.

“La Época” del 10 de julio de 1909, informaba de los combates dimanantes de la
agresión que hubo a los cuatro trabajadores del ferrocarril minero el 9 del mismo
mes, de la forma siguiente (textual) y bajo el título, “Combates con los
moros.-Los moros de Beni Ensar se unen a los españoles en la lucha.- Toma del
Atalayón.-Nuestros soldados se posesionan de Nador.-Detalle de la lucha.-Las
bajas.”:

“…A las diez y cuarto de la mañana las tropas del general Marina se pusieron en
contacto con los moros, trabándose rudo combate, que inició la batería de
montaña, cañoneando los caseríos vecinos de las kábilas agresoras. El efecto de
nuestra Artillería fue terrible, viéndose poco tiempo después los estragos del
incendio.

El combate de infantería lo iniciaron dos compañías, mandadas por el coronel
Baños, las cuales se proponían recoger los cadáveres de los obreros asesinados, y
al encontrarse con que la colina de Xifar estaba ocupada por los moros, que
hacían nutridas descargas, avanzó sobre ellos con gran denuedo.

Minutos después llegaba el general Marina, el cual apoyó el movimiento del
coronel Baños, destacando las fuerzas disciplinarias y rompiendo nutrido fuego de
Artillería, que destrozó las chumberas y demás parapetos en que se ocultaban los
moros. En este combate, que duró una hora, hemos sufrido un soldado muerto y
varios heridos.

Nuestros soldados ocuparon la posición de la colina de Xifar a las once y
cuarto, quedando en ella fuerzas suficientes para conservarla, y dirigiéndose el
resto, a las órdenes del general Marina, a tomar la importante posición del
Atalayón.
La lucha fue aquí muy ruda; los moros defendieron la posición con gran
esfuerzo; pero nuestra Infantería cargó a la bayoneta, recibiendo de frente las
descargas de los rifeños, mientras las ametralladoras hacían nutrido fuego con
una precisión admirable.
En este combate rudo, terco y en el que los moros han reunido fuerzas que no
bajarían de los 4.000 hombres, se han batido en primera línea, unidos con
nuestras tropas, los moros de la kábila de Beni-Ensar. Que con sus Kaídes se
unieron al general Marina cuando este salió al campo.

La toma del Atalayón quedó efectuada a las dos y media de la tarde, habiéndonos
costado dolorosas pérdidas. Los rifeños las han sufrido tremendas, viéndose los
efectos mortíferos de la artillería de tiro rápido. Hombres y armamento volaban
por el aire, y corrían buscando refugio contra lo certero de nuestros disparos.
La posesión del monte Atalayón es de gran importancia estratégica; pues es una
altura de forma cónica, de cien metros de cota, situada al principio de Mar
Chica, en su parte más próxima a la playa, a unos 10 kilómetros.

El general Marina no dio por terminado el combate hasta después de posesionarse
también de Nador; posición que domina el primer trozo del ferrocarril que va a
las minas de Beni-Bu-Ifrur, cuyo trozo tiene 12 y ½ kilómetros, y parte del
segundo trozo; pues en él esta enclavada la estación que lleva aquel nombre…”
La población civil de Melilla, fue felicitada por el general D. Pedro Del Real
Sánchez Paulete, por su comportamiento durante esta jornada ya que iniciados los
combates, se presentaron en el campamento militar del Hipódromo, con carruajes
para el traslado de heridos al hospital.

La acción llevada a cabo por la Brigada Disciplinaria, quedó recogida en “El
Imparcial” de Madrid de 10 de julio de 1909 y durante la descripción de los
combates, relata el momento en que cayó el teniente Salcedo el cual, dice
textualmente y sitúa la acción en las lomas dominantes de la segunda caseta del
ferrocarril:
“…Tomada esta loma, los moros se retiraron, situándose en las alturas del
barranco de Sidi-Musa y allí continuaron la resistencia. Entonces nuestras
baterías reanudaron su fuego. Fue obra rápida. Los rifeños se vieron rápidamente
arrojados de aquella posición. Sus pérdidas fueron grandes. A medio día era
ocupada aquella segunda loma, no sin dura resistencia ni sin pérdidas sensibles.

Entonces el general Marina ordenó un nuevo ataque para dominar la alta loma,
que es clave en el desfiladero. Habiánse allí reconcentrado muchos rifeños. El
terreno les protegía y las ondulaciones del declive les consentían una
resistencia de difícil vencer.

Cumpliendo las órdenes del general Marina, nuestros soldados avanzaron. Fueron
recibidos con un fuego terrible. Aquel momento fue tremendo y digno de ser
relatado con toda la grandeza del estilo épico.
Las compañías del disciplinario de África subieron la abrupta pendiente, dando
un ataque a la bayoneta. El fuego enemigo aumentaba. Produciánse bajas en las
filas. El teniente Salcedo con el gesto y la palabra animaba a sus soldados, cayó
a tierra como herido por el rayo: una bala de fusil Remington le había atravesado
la cabeza en el momento en que llegaba junto a un parapeto de piedras formado
por el enemigo.

El avance de los soldados no se interrumpe, ni se interrumpe tampoco el fuego
de los rifeños. Poco después caen a tierra heridos el capitán Riquelme, que tiene
un muslo atravesado y el teniente Molina.
Después de ratos de lucha durísima, el avance es rápido. Las tropas ocupan
sucesivamente el Atalayón y Nador…”

Las bajas del 9 de julio de 1909, fueron:

- Teniente D. Eduardo López Salcedo, del batallón disciplinario, muerto.
- Capitán D. José Riquelme y López Bago, agregado al Gobierno Militar y
prestando servicios en la oficina indígena, herido en una pierna por una bala de
fusil que le atravesó el muslo izquierdo, causando fractura, grave..
- Primer teniente D. Luís Molina Gaiano, del batallón disciplinario, herido de
bala en la pierna, también le atravesó el muslo izquierdo.
- Segundo teniente D. Alberto Molina Gaiano, hermano del anterior, contusión en
un pie.
- Soldado D. Francisco García Pino, herido.
- Soldado D. Ricardo Acedo cano, herido.
- Soldado D. Marcos Larra, herido.
- Soldado D. Antonio Molina Gil, herido.
- Soldado D. Gregorio García Pérez, herido.
- Soldado D. Vicente Buadé, herido.
- Soldado D. Elías Rodríguez, herido.
- Soldado D. Luís Restay, herido.
- Soldado D. Emilio García González, herido.
- Soldado D. Vicente Querol, herido.
- Soldado D.Francisco León, herido.
- Soldado D. José Francés Torres, herido.
- Soldado D. Juan Hernández Mateu.
- Soldado D. Manuel Ramadán, herido.
- Soldado D. José Carcelés Serrano, herido.
- Soldado D. Faustino Caballero, herido.
- Soldado D. Miguel Cabanes, herido.
- Soldado D.Gregorio Agulló, herido.
- Soldado D. Miguel Marco, herido.
- Soldado D. Miguel Martín Navarro, herido.

Una anécdota con un artillero herido
Un artillero al terminar el combate, hizo entrega de la acémila que había
retenido en su poder todo el tiempo y le dijo a sus compañeros: “Mirad a ver si
tengo algo en el brazo”. Los compañeros, levantáronle la manga de la guerrera y
de la camisa, observando que una bala le había atravesado el brazo. Rápidamente,
se avisó al médico el cual practicó la primera cura, siendo el soldado
posteriormente evacuado al hospital.

Bajas entre los kabileños
Según noticias que se recibieron en Melilla de fuente mora, es que entre
muertos y heridos, los kabileños tuvieron entre 40 y 50 muertos y los heridos
siendo 140 casi todos graves, de los cuales 40, lo fueron a la bayoneta.

Telegrama de S.M. el Rey D. Alfonso XIII
La muerte del teniente Salcedo en combate, fue a primera sufrida durante el
inicio de la Campaña de 1909 por un oficial así como también, fue el primer
combate que tuvo el Ejército español durante el reinado de S.M. D. Alfonso XIII,
cosa que nos queda reflejada en el telegrama enviado por este al general D. José
marina Vega, comandante general de Melilla, y cuyo texto, era el siguiente:
“…El comandante general de la plaza, general Marina, cuya dirección en la
operación militar ejecutada el viernes es objeto de merecidísimos elogios, ha
recibido de S.M. el Rey D. Alfonso un telegrama de felicitación cuyo texto es el
siguiente:
“Con verdadero entusiasmo felicítole, y a las fuerzas a sus órdenes, por su
valor y conducta en el combate de ayer. Enorgulléceme la primera acción de guerra
librada en mi reinado. Han quedado plenamente confirmadas las grandes esperanzas
que tengo cifradas en el Ejército y en el porvenir de la Patria.
Lamento las bajas sufridas. Salude a los heridos, y manifieste a la viuda del
teniente Salcedo mi pésame, debiendo servirle de consuelo lo honroso y glorioso
de su muerte.
Dios concede el premio siempre a los que saben morir por el cumplimiento de su
deber.-Alfonso”


El primer teniente de Infantería D. Eduardo López Salcedo
La biografía del teniente de Infantería D. Eduardo López Salcedo, el primer
oficial muerto en combate de la Campaña de 1909, apareció publicada en los
siguientes términos, en el periódico “La Correspondencia de España”, del domingo
11 de julio de 1909 y, en primera página. La misma, decía así, bajo el título de
“Biografía de López Salcedo, manifestaciones de duelo en Ávila”:

“…Ávila (sábado, noche). D. Eduardo López Salcedo, muerto en Melilla durante el
combate que ayer libraron nuestras tropas con los moros, nació en esta ciudad el
día 10 de octubre de 1876. Su padre, D. Eduardo López, ejercía por entonces su
profesión de farmacéutico, con botica abierta en esta misma capital. Murió hace
algunos años. Su madre, la señora doña Enriqueta Salcedo, vive aún, y tiene
establecida su residencia en Valladolid.

D. Eduardo López Salcedo permaneció en Ávila fijamente hasta que hubo cumplido
la edad de diez y siete o diez y ocho años.
En el Instituto de segunda enseñanza de esa capital cursó, con gran
aprovechamiento, los estudios de bachillerato.
Habíase ya graduado de bachiller , cuando marchó a la isla de Cuba, en calidad
de soldado, durante la insurrección última.

Llevóle a aquella guerra su decidida vocación por el ejercicio de las armas.
Operó en algunos encuentros con los rebeldes, demostrando, con el ardimiento de
los pocos años, el valor de un hombre hecho. En Cuba fue donde el joven Salcedo
se afirmó en el propósito decidido de seguir la carrera militar.
Al efecto, los ratos que le dejaba libres su deber de soldado –que no eran
muchos, en aquellos días de incesante lucha- los dedicaba por entero a prepararse
con ánimos de ingresar cuanto antes en la Academia General de Infantería de
Toledo. Dabánle aquellos ratos de estudio de que su vocación era decidida y de
que su laboriosidad y aprovechamiento eran tan grandes como la misma vocación.
Sus compañeros de armas y de fatigas se maravillaban de la seriedad y del tesón
con que se entregaba al estudio, huyendo invariablemente de las distracciones que
se suscitan en los campamentos cuando los paréntesis de calma dejan a los
luchadores lugar para reconciliarse con la vida siempre pendiente de los
caprichos del azar.

Vuelto a España, Eduardo López Salcedo pudo ver satisfechas bien pronto sus
aspiraciones: unos brillantes ejercicios le abrieron las puertas de la Academia
general. En Toledo estuvo hasta que fue promovido a oficial de Infantería.
Cada curso fue una demostración más de la inteligencia clara, de la
laboriosidad grande, de la vocación inquebrantable del joven López Salcedo.
Apenas salió de la Academia con las insignias de segundo teniente, fue
destinado a formar parte del regimiento de Toledo, con guarnición en Zamora.
Tan admirablemente supo en aquella plaza demostrar sus condiciones de militar
modelo entre los más pundonorosos, que hubo de merecer que le rindieran un
homenaje, iniciado por sus compañeros , en el que tomaron parte juntamente el
elemento militar y el pueblo de Zamora, con la representación de todas las clases
sociales.

Después de lo anotado, puede calcularse cual sería el sentimiento general que
en Zamora produjo un día la nueva de que el teniente López Salcedo era trasladado
a otro regimiento y otra guarnición.
Se le hizo allí, al marchar para su nuevo destino, la despedida más cariñosa y
entusiástica que puede imaginarse.
Pasó López Salcedo al regimiento de Isabel II, de guarnición en Valladolid.
Allí su vida entró en nueva fase. Unos apasionados amores determinaron el cambio.
Allí contrajo matrimonio con doña Elvira Santamaría Iracheta, perteneciente a
distinguida familia vallisoletana.
Esta parte de la vida de López Salcedo es cosa muy reciente, como que la
ceremonia de matrimonio fue celebrada el 27 de mayo último.

Próximamente un mes hará que fue trasladado a la plaza de Melilla. Con él
marchó su esposa.
Lo demás de la historia –harto triste en su término- lo conocen perfectamente
los lectores: un combate empeñado con los moros; un momento heroico para López
Salcedo, y otro momento infausto en que una bala enemiga, por desgracia certera,
corta para siempre una existencia santamente sacrificada en los altares del más
excelso patriotismo…”

Cuerpo a cuerpo con un moro
El rotativo madrileño “La Correspondencia de España” del 11 de julio, narraba
de esta manera el comportamiento del teniente de Infantería D. Eduardo López
Salcedo durante el combate y la muerte que halló en él (textual):

“…Formando parte de la brigada disciplinaria la primera que ha de entrar en
fuego, según la ordenanza, se hallaba en primer término. El jefe ordenó que los
soldados se desplegasen en guerrilla, echándose al suelo. El fuego entre los
disciplinarios y los moros fue grandísimo y continuo. De repente un balazo
enemigo alcanzó a uno de los soldados , el cual quedó muerto. Salcedo, de un
salto se lanzó sobre el fusil del soldado muerto y se proveyó de la dotación de
cartuchos, para seguir disparando.

Los españoles y los moros se encontraban a una distancia de cincuenta metros.
Algunos moros llegaron a salir de la trinchera, tratando de entablar la lucha
cuerpo a cuerpo, dirigiéndose al teniente Salcedo, que en pie seguía disparando.

Un enorme moro, que llevando parda chilaba se dirigió hacia él, después de
haberle disparado el fusil, sin acertarle, fue muerto. De pronto, una bala
alcanzó en la frente al teniente Salcedo, el cual, dando un salto cayó sobre
tierra.

En su auxilio acudieron algunos soldados, el médico del batallón y el capellán,
cogiéndole en brazos y retirándole de la línea de fuego.

Mientras tanto, los soldados de la guerrilla deseosos de vengar la muerte de su
teniente, arreciaron en su acometida, logrando causar grandes bajas entre los
moros…”

En reconocimiento a los méritos contraídos en el combate del 9 de julio de 1909
que entre otros, costó la vida al primer teniente de Infantería, con destino en
la brigada Disciplinaria de Melilla, D. Eduardo López Salcedo, le fue concedido
por el S.M el Rey D. Alfonso XIII, el empleo de capitán a título póstumo.
“La Época” del 3 de septiembre de 1909, daba la noticía de la instrucción de
expediente de juicio contradictorio para la concesión al teniente Salcedo de la
Cruz Laureada de San Fernando.

Entre otros homenajes que se le hicieron, a iniciativa del Ayuntamiento de
Ávila, su ciudad natal y por suscripción popular, se hizo una lápida que fue
colocada en la casa donde nació.

El sepelio del teniente Salcedo

De esta forma y en los siguientes términos, se daban a conocer los detalles en
“La Correspondencia de España” del mismo 11 de julio, del sepelio de los soldados
caídos en combate y del entierro del teniente D. Eduardo López Salcedo, el
finamiento del cual fue muy sentida tanto en su tierra natal, Ávila, como en
Valladolid y Melilla y entre sus compañeros de armas.

“…Al entierro. Por la mañana, el general D. Pedro Del Real, acompañado
únicamente de su ayudante, el capitán Zegrí, y de su ordenanza a caballo, salió
del campamento del Hipódromo, marchando por el camino de Nador al encuentro del
general Marina.
Ambos generales conferenciaron durante un rato, regresando Marina a la posición
ocupada por nuestras tropas, y Real a Melilla para ocuparse de los detalles del
entierro del oficial y soldados muertos.

También ha regresado a la plaza una compañía de Artillería que manda el capitán
D. Cándido Lobera, y la compañía del batallón Disciplinario, a que pertenecía el
heroico teniente Salcedo. Según ya digo en telegramas anteriores la muerte de
éste fue frente al enemigo.

Había disparado continuamente contra los moros, aprovechando el fusil que dejó
libre el soldado muerto, cuando sonó el toque de ataque a la bayoneta. López
salcedo avanzó decidido y entonces recibió el balazo en la frente…”

“…El entierro. Melilla. (Sábado tarde).

Depositado urgentemente en Melilla a las 14,25; recibido en la Central a las 14,55, y en la redacción a las 10,15.(Treinta minutos de Melilla a Madrid. Setenta minutos de la plaza de Pontejos a factor 7).

El entierro del oficial y soldados muertos se ha verificado a las doce de la
mañana. La comitiva se organizó en la plaza, junto a la puerta de Santa Bárbara,
donde está establecida la guardia del Principal.

Un público enorme se agolpó en las inmediaciones, reflejándose en todos los
semblantes la impresión de tristeza que producía el fúnebre acto. Allí fueron
acudiendo Comisiones de todos los Cuerpos de la guarnición y de los distintos
organismos de la población civil. También han concurrido numerosas
representaciones del clero castrense.

Formó la presidencia el general Del Real, el teniente coronel Aizpuru y los
allegados a la familia del teniente López Salcedo. El cortejo se puso en marcha,
llegando al cementerio a las doce y treinta.

Los cadáveres se colocaron en la capilla, rezándose un responso. Primero fueron
enterrados los soldados y después el teniente López Salcedo, que ocupó un puesto
en el panteón, donde se guardan los restos de los que perecieron cuando los
sucesos de 1898.

El féretro fue conducido a hombros de los oficiales de la Brigada Disciplinaria
Sres. Serra, Vinader, Torres-Madrid, Roig y otros.
En las afueras del cementerio formó la primera compañía del Batallón
Disciplinario, de la que formaba parte el teniente muerto, haciendo una descarga
para rendir el debido tributo al oficial que pereció en la lucha.

Al llegar el cadáver al cementerio se desarrolló una tristísima escena. La
esposa de López Salcedo presentóse llorando y abrazándose al cadáver de su
esposo. Como ya dije anteriormente, los esposos Salcedo se habían casado hacía
quince días.(1). Gran trabajo costó separarla del féretro, consiguiéndose, por
fin, apartarla y dar cristiana sepultura al teniente.

Las coronas que se han depositado son de la brigada Disciplinaria, compañía de
Minas del Riff, Cuerpo de Artillería, de sus compañeros de batallón y otros. La
nuestra dice: “A los héroes de la jornada de ayer, La Correspondencia de España”.

La salida del cementerio se hizo con el mayor orden, resultando un acto
solemnísimo…”

Nota
(1).- En la biografía publicada en este mismo diario, constaba que se
habían casado el 27 de mayo de 1909 y haría próximo el mes al 11 de julio que el
teniente Salcedo había llegado destinado a Melilla, dato del que se deduce que
había llegado sobre el 11 de junio, llegando ya a la plaza casado, motivo por el
cual, no podía hacer 15 días que se había casado.


Fuentes
- “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm,
18.777, pág. 1, de fecha sábado 10 de julio de 1909.
- “La Época”, Últimos telegramas y noticias de la tarde, Madrid
núm.21.087, pág. 1, de fecha sábado 10 de julio de 1909.
- “El Imparcial”, Madrid, núm.15.205, pág. 2, de fecha sábado 10 de
julio de 1909.
- “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid, 18.778,
pág.s 1 y 2 de fecha domingo 11 de julio de 1909.
- “La Época”, Últimos telegramas y noticias de la tarde, Madrid, núm.
21.089, pág. 2, de fecha lunes 12 de julio de 1909.
- “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid,
núm.18.811, pág. 2, de fecha viernes 13 de agosto de 1909.
- Fotografía: “Nuevo Mundo”, Madrid, pág. 26, de fecha 22 de julio de 1909.
- “La Época”, Últimos telegramas y noticias de la noche, Madrid
núm.21.142, pág.2 de fecha viernes 3 de septiembre de 1909.
- “La Vanguardia”, Barcelona, pág 9, de fecha viernes 2 de octubre de
1909.
Hans Nicolás i Hungerbühler