ÉRASE UNA VEZ MELILLA

ÉRASE UNA VEZ MELILLA
GRUPO DE ESCUELAS MIXTAS

EN EL BARRANCO DEL LOBO

jueves, 16 de abril de 2009

EL COMIENZO ( 1 )









¿Cómo se desarrollaron los hechos, que motivaron la salida de la fuerza militar de Melilla y del Hipódromo, qué fue lo que pasó?.

Los hechos que motivaron la salida de las tropas de Melilla y las del Hipódromo no fueron otros que los dados por los rifeños como respuesta, a la “operación de policía” efectuada por el general Del Real días atrás, en los cuales apresó a los responsables de la agresión que había sufrido un policía por parte de los rifeños y los había conducido a Melilla. No obstante y antes de ser agredido este policía, el 30 de junio, “La Época”, daba la noticia en fecha 1 de julio, de la agresión que había sufrido un español en la zona de El Atalayón, el cual, fue apedreado por los moros. Dicha noticia decía asÍ:

“…Marruecos. (De nuestro servicio particular). Agresión a un español.
Melilla 30 (10 noche). En las inmediaciones del monte Atalayón ha sido apedreado esta tarde por unos kabileños que salían de la plaza para dirigirse a sus aduares, el maestro de obras de la Compañía de minas españolas, Anastasio Sabas, resultando con heridas de poca importancia en la cabeza y en el cuerpo.

Antes del incidente, los montaraces, habían intentado apoderarse del caballo que montaba Sabas, quien acompañado de varios obreros, estaba midiendo terreno para el emplazamiento de la vía férrea. Los agresores intentaron disparar sus fusiles, impidiéndolo un grupo de moros y el guardia indígena.

El gobernador militar, general Marina, ha exigido el inmediato castigo de los culpables. Sabas guarda cama, pero su estado es satisfactorio. Gombee…”

La agresión a un policía indígena.

Sobre dicha agresión, el rotativo madrileño “La Época”, aparecía publicado el 3 de julio de 1909, firmado por Gombeet, una referencia a la misma, que decía lo siguiente, bajo el título “Un policía indígena agredido”.

“…Melilla 2 (8,11 mañana).- Sabido es que una de las acertadas medidas adoptadas por el comandante general de esta plaza, general Marina, ha sido la de crear en La Restinga y Cabo de Agua una fuerza de Policía Indígena, que viene dando excelentes resultados.

El jueves un policía indígena, de la que forma parte de las fuerzas destacadas en La Restinga, fue a realizar varias compras a un Zoco que se celebra los jueves, a tres horas de distancia en el territorio de los Quebdanas, siendo apaleado y desarmado en el camino por dos individuos de dicha kábila.

Regresó maltrecho el policía al campamento, y del suceso se dio cuenta al general Marina, el cual dispuso saliera de esta población, hoy por la mañana, una columna, compuesta por dos compañías de Infantería, con secciones de ametralladoras, Artillería, Caballería, Administración militar y servicio de heliografía a cargo del Cuerpo de Ingenieros, mandando la columna el teniente coronel Ferrando.

Parece que con estas fuerzas y las existentes en La Restinga se organizará un paseo militar al referido Zoco de Quebdana, confiándose el mando de las tropas que han de realizarlo al general de brigada don Pedro del Real.- Gombeet…”

El 5 de julio de 1909, se anunciaba en el periódico “La Época”, un nuevo paseo militar, tras haber apresado a los responsables de la agresión al policía indígena, los cuales al parecer fueron 6, dos de los cuales pertenecían a la misma policía indígena y 4 más que eran claramente rebeldes, fueron conducidos a bordo del cañonero “Martín Alonso Pinzón”, para ser llevados a Melilla y ser puestos a disposición del comandante general de la plaza, general D. José Marina Vega, teniendo que esperar su embarque debido a que dicho barco, capeaba un temporal que le impedía acercarse a la costa. La noticia citada, decía lo siguiente,

“…Marruecos. (De nuestro servicio particular). Nuevo paseo militar.-Tranquilidad.-El santón de Beni- Bu -Ifror, predicando.-
Melilla 4. (11 noche). Según informes que acabo de recibir, el general Del Real, al frente de columna de tropas de todas Armas que visitó el sábado los poblados de la kábila de Guelaya para castigar la agresión de que fue objeto un policía indígena de la Restinga, volverá mañana lunes a recorrer aquel territorio, para afianzar la autoridad de nuestros soldados.

Los moros que trajo presos la columna del general Del Real no pudieron embarcar hoy por la mañana en La Restinga, para ser traídos a esta plaza , porque el cañonero Pinzón tuvo que capear el temporal que reina.

Circuló aquí el rumor que un grupo de jinetes de Ulad-Setat se había presentado en actitud hostil ante nuestros soldados, cuando regresaban al campamento de La Restinga; pero el suceso no tuvo importancia, puesto que los moros se retiraron de la vista de los soldados sin hacer acto alguno de hostilidad.

En cambio el santón de Beni-Bu-Ifruor sigue haciendo todos los esfuerzos para concitar los ánimos contra nosotros, dedicándose ahora a provocar reuniones para que se opongan sus partidarios a los trabajos mineros, si bien sin obtener grandes resultados, puesto que aumenta la afluencia de moros a la plaza, y todos estiman justos los castigos impuestos a los que cometen atropellos…Gombeet”

En Madrid, se tuvo conocimiento de dicha agresión, contestando el ministro de Estado Sr. Allendesalazar dar todo su apoyo a la operación llevada a cabo por el general D. José Marina Vega, comandante general de Melilla, para capturar a los responsables de dicha agresión y no poner en peligro las buenas relaciones con los kabileños, la autoridad de España, en la zona debe de ser respetada todo y los intentos del santón de Beni-Bu-Ifrur en quebrantar esa buena relación. Estas manifestaciónes de apoyo y afirmación española en la zona, quedaron recogidas en el rotativo madrileño “La Época” de fecha 9 de julio de 1909, el mismo día que los kabileños atacaron a los obreros españoles del ferrocarril minero. La citada noticia rezaba lo siguiente bajo el título “Lo que dice el Sr. Ministro de Estado” (textual):

“…El Ministro de Estado Sr. Allendesalazar, que llegó esta mañana a Madrid, recibe frecuentes noticias de Melilla, que le permiten conocer al detalle todo lo que ocurre en la vecindad de nuestra plaza de guerra.

Tuvo noticias a su debido tiempo de la expedición de que ha hablado la Prensa, y que al mando del general Del Real, acompañado de varios jefes de la kábila de Quebdana, se llevó a efecto en el territorio de Chernut y Ledara, para prender a los culpables de la agresión al policía indígena de la Restinga.

El señor ministro de Estado ve en esta excursión el nuevo resultado de la política activa y enérgica, al mismo tiempo que justa y prudente, que sigue allí el digno general Marina.

Preguntado si creía que los provocadores de la agitación contra nosotros tendrían en otros casos tan escas fortuna como han tenido ahora al excitar a los kabileños de Uad Setu para que opusieran resistencia a la columna del general Del Real, contestó el Sr. Allendesalazar que así es de esperar, aunque las discordias y la rivalidades entre las kábilas toman muchas veces pretexto de la amistad que algunas sostienen con España para provocar incidentes. Ejemplo de esto es que los adversarios de las kábilas de Beni Ensar y Frajana, y de los principales aduares de Benisicar, tratan de exaltar a sus enemigos, acusándoles de vivir en gran intimidad con la plaza.

El señor Ministro de Estado estima que si estas rencillas, coincidiendo con predicaciones fanáticas como las del santón de Beni Fuifror (Bu-Ifrur), llegasen a tener otras manifestaciones que las amenazas y los propósitos, hasta ahora por fortuna no puestos en práctica, se plantearía un problema delicado; porque precisamente por faltar autoridad con quien entenderse en el Rif, estamos obligados a velar más por nuestro prestigio, no tolerando que la amistad con España sea reputada como motivo de animaversión.

Seguir otra conducta de prestarse a interpretaciones de falta de lealtad, acabaría rápidamente con todo el respeto a nuestros derechos.

El señor Allendesalazar concluyó manifestando que el general Marina procede con la mayor mesura, conforme a las instrucciones que tiene recibidas del Gobierno y los deseos del país…”

Los rifeños, con su ataque a las obras del ferrocarril, pretendían secuestrar a los obreros españoles para canjearlos por los apresados. En el periódico madrileño “El Imparcial” del 10 de julio de 1909, quedaron recogidos los hechos de la forma siguiente, bajo el título “Rifeños contra españoles. Combates en Melilla, Asesinato de cuatro españoles.-Las tropas en el campo.-Bombardeos.-Carga a la bayoneta.-El teniente López Salcedo muerto.-Tres oficiales y 35 soldados heridos.”, aparecía publicado:

Las sospechas de que algo iba a ocurrir. Regresa el general Del Real a Melilla

El Roghi y su mehalla había llegado al territorio de los Beni Sadden y volvía a reinar la inquietud en el territorio de los Ait Yussi que ocupaba Sefru, sobre el 1º de julio de 1909.

La columna mandada por el general D. Pedro del Real y Sánchez Paulete, recibió órdenes de regresar rápidamente a Melilla dado que se sospechaba que algo iba a ocurrir. Dicha nota, quedó así recogida en “La Correspondencia de España” del 8 de julio de 1909, bajo el título de “La columna española”:

“…Tánger. Ampliando las noticias de procedencia indígena que anteriormente comuniqué, respecto a la columna del general Del Real, aseguran los moros que las tropas españolas tuvieron que regresar precipitadamente a Melilla llamadas con urgencia por el comandante general de la plaza.

Regreso tan repentino obedeció, según los propaladores de estos rumores, a que las kábilas del interior han iniciado un movimiento de concentración sobre el Atalayón, fortificándose en tan importante sitio estratégico, con el propósito de impedir que continúen por aquel sitio las explotaciones mineras.

Prosiguen las referencias de origen moro añadiendo otros detalles referentes al regreso de la columna, tales como asegurar que testigos presenciales han contado que las tropas llegaron sumamente fatigadas a Melilla, habiendo tenido durante la excursión numerosas bajas, producidas por los rigores de las temperatura y el cansancio ocasionado por las jornadas, pues se calcula que durante los tres días que las tropas permanecieron fuera de Melilla hicieron un recorrido de más de 100 kilómetros, con toda la impedimenta y las dotaciones completas.

Conocida la falta de sinceridad de los moros y la procedencia de tales noticias, deben ser estas acogidas con reserva…”

No obstante, en la misma página del periódico, se citaba que faltas de confirmación pero de fuentes creíbles, la situación en el interior del Rif, era de observar y quizás, esperar acontecimientos ya que se vislumbraban movimientos de las diferentes kábilas rifeñas y serios conflictos entre ellas, pudiendo ser perjudiciales para España. Dichas noticias, decían lo siguiente:

“…Noticias de Marruecos. Dicen en Tánger…

Tánger. Se dice aquí que numerosos kabileños del interior del Riff se están fortificando en el Atalayón. Su plan es impedir por la fuerza que lleguen hasta allí los trabajos mineros. La columna del general Del Real, que salió de Melilla no llegó hasta el Atalayón. Gracias a esto, según los aludidos rumores, no ocurrió un choque entre españoles y kabileños. Tales noticias no están confirmadas…”

“…La anarquía marroquí.

Tánger. Un radiograma de Casablanca dice que en Verab una banda de ladrones intentó robar unos ganados en un aduar. Los guardianes se apercibieron y emprendieron a tiros con los ladrones, los cuales contestaron, resultando de estos varios muertos.
Las noticias de Wassan explican la rebelión allí habida.

La guarnición hafidiata comete toda clase de excesos, por lo cual una Comisión de vecinos se presentó al bajá para protestar de los hechos. Hubo tiros, golpes, y el bajá pudo salvar la vida por haberse acogido a un santuario. En la refriega murieron varios jefes de la mehalla, dos vecinos y muchos soldados.

La mehalla se vio obligada a evacuar la población, pidiendo órdenes a Fez. En toda la región de Garb, reina la más completa anarquía.

La cantidad que Muley Hafid dio a las de Zemar para que la entregaran a Muley Kebir, fue de 20.000 duros…”

“…Gravísimas noticias de Fez.

Tánger. Acaba de llegar un correo procedente de Fez, portador de noticias que han causado profunda sensación. Las fuerzas del Roghi, después de batir a las mehallas que marcharon contra él, persiguieron su avance hasta Fez, que se encuentra actualmente cercada por completo.

El Pretendiente, que ha conseguido que la mayoría de las kábilas de los alrededores se subleven a su favor, sólo espera, para dar el asalto a la ciudad a que estalle en el interior de la misma un movimiento insurreccional contra Hafid.

Otras noticias hablan de la entrada de Muley Kebir en Mequinez al frente de grandes contingentes, suministrados por las kábilas que han proclamado nuevamente a Abdel-Aziz. Suponen otras versiones que, quien ha sido aclamado Sultán, es Muley Kebir.

La situación del actual Sultán se juega comprometidísima, por carencia de medios con que hacer frente a las fuerzas del Roghi.

Todas estas noticias no han recibido confirmación en los Centros oficiales, pero proceden de buena información…”

Hans Nicolás i Hungerbühler

EL COMIENZO ( 2 )









La agresión a los obreros del ferrocarril

“…Por el cable.(De nuestros corresponsales)

“…Agresión de los rifeños.-Cuatro españoles muertos. Melilla 9, (7,20 tarde). Urgente. Esta mañana un grupo de moros emboscados cerca del sitio en que se hacen los trabajos para construir un puente sobre la torrentera de Sidi Musa, han hecho fuego sobre los obreros, matando a cuatro españoles.
Tropas a las órdenes del general Marina salieron en el acto, imponiendo duro correctivo a los agresores y cañoneando sus aduares.
La tranquilidad se ha restablecido, y las obras continúan. Ampliaré esta información…”

“…Anuncios de la agresión.-La hostilidad contra España.-Amenazas de la kábila de Quebdana.-Actitud de los obreros rifeños. Melilla 9, (10,50 noche). Comunicada en mi anterior despacho la breve síntesis de lo ocurrido esta mañana, haré ahora el relato completo de los acontecimientos, que, a pesar de ser esperados, determinan aquí una gran agitación.

En mis telegramas de los tres días anteriores he venido apuntando todos los rasgos que se advertían en relación de los rifeños con la plaza y en la actitud de los obreros moros que trabajan en el ferrocarril de las minas.

La activa propaganda de los agitadores, las predicaciones del Santón Messian, de Beni-Buifrur, la actitud del Caid Chaldy y su retirada del vecino poblado de Mezquita, eran señales que anunciaban la tormenta. El afán de los rifeños que se dicen amigos de España de cobrar rápidamente sus créditos pendientes de pago, y la intranquilidad de los que trabajan en las minas, añadían detalles por los que era fácil colegir la inminencia de una agresión.

Sin duda todos estos datos eran estimados por el digno general Marina en todo su valor, y ya tendría tomadas sus disposiciones para que si el conflicto surgía se impusiese inmediatamente la dura corrección que el caso reclamara.

Otra observación se ha hecho: en la noche última se divisaron en los campos inmediatos algunas hogueras que en la estación presente sólo podían ser encendidas como anuncio o convenida señal entre los diferentes elementos belicosos de las kábilas.

Confidencias de ayer decían que en las kábilas de Chelanit y de Scheedara circulaban rumores de un ataque a la plaza , para lo que se esperaba únicamente la llegada de algunos centenares de rifeños que estaban trabajando en las plantaciones y “chantiers” de Argelia.
Sabiáse también que en la kábila de Quebdana había gran indignación por las prisiones que realizó el general Del Real en los moros que se suponían autores de la anterior agresión a las obras mineras.

A pesar de todos estos indicios no se creía realmente que tan pronto ocurrieran los acontecimientos que estoy relatando…”

El ingeniero jefe Sr. Becerra, es informado de los hechos.

“…El aviso de un capataz.-La emboscada.-Traición de los obreros rifeños.-La agresión.-Las víctimas.-Castigo inmediato. Desde hace días estaba el personal directivo de las minas dispuesto a evitar cualquier incidente violento y se tenían dadas órdenes rigurosas a los capataces para que comunicaran a la Dirección cuanto observasen de anormal.

Esta mañana poco antes de las siete, el ingeniero de la Compañía Sr. Becerra acababa de desayunarse e iba a subir al carruaje en el que recorre e inspecciona diariamente las obras del ferrocarril, cuando se le presentó un obrero para darle un recado urgente.

He hablado con el Sr. Becerra, que me refirió de esta manera lo sucedido entonces:

-En el momento que me disponía a marchar y ya tenía un pie en el estribo del carruaje, llegó a mi corriendo un jornalero español y me dijo que traía un recado urgente del capataz Otero. Este capataz es uno de los que dirigen el trabajo de la línea férrea. El obrero que me enviaba me participó que entre los rifeños que trabajaban en la construcción de la vía férrea, algunos, al recibir esta mañana las herramientas, que se les entregaban por lista, manifestaron que no se atrevían a seguir en el trabajo porque iba a haber tiros.. Gregorio Otero, que así se llama el capataz que me enviaba el aviso, insistió cerca de aquellos jornaleros rifeños para que precisasen sus noticias. Entonces dijeron ellos que en los poblados de Quebdana había gran indignación contra los españoles por las prisiones que allí realizaron y estaban decididos a dar en la mañana de hoy un golpe de mano con el que demostraran su fuerza. Se proponían coger prisioneros el mayor número posible de obreros españoles para pedir el canje con los individuos de la kábila de Quebdana que estaban presos en nuestro campo. Los moros de Quebdana y los de Seheedara estaba de acuerdo , según estos informes, para acometer en los que trabajaban en la línea férrea.

-Los informes del que me traía este aviso- siguió diciendo el Sr. Becerra –me merecían completo crédito pero me participaba también al mismo tiempo que, en el punto avanzado de los trabajos no se veían moros. A pesar de estas últimas noticias atendí las previsiones que desde hace días observaba, y dispuse que el mismo obrero portador del aviso comunicara a los capataces que se interrumpiesen los trabajos y se retiraran al campo español los obreros. Partió rápidamente el portador de la órden, y yo, poco después en mi carruaje emprendí mi habitual visita a las obras. Antes de llegar a los límites del campo español supe que había habido un ataque, que algunos de nuestros obreros habían sido muertos, y que la emboscada había sido tan astuta que ninguna previsión podía evitarla-.





1ª fuerza en intervenir: Regimiento de Infantería de África núm. 68

A estas manifestaciones, añadió el señor Becerra las frases de más viva indignación por la conducta de los rifeños expresando su dolor porque obreros españoles, tan honrados como laboriosos, hubieran sido víctimas de la alevosía rifeña.
Continuó su relato el Sr. Becerra diciendo que al mismo tiempo que las anteriores noticias le fue comunicada la de que el teniente coronel Baños, al mando de dos compañías del regimiento de África, había salido inmediatamente del puesto militar del Hipódromo y había penetrado en el campo rifeño. El capataz Gregorio Otero, a la vez que avisaba al ingeniero Sr. Becerra, enviaba un volante al jefe del destacamento del Hipódromo.

El teniente coronel Baños que tenía ya órdenes tan discretas como previsoras del general Marina, invadió inmediatamente el campo ocupado por los moros hostiles, procurando así la retirada de los obreros que bajo el fuego de los rifeños procuraban escapar.

Kábila de Bujeman,(Beni Ensar), solicitud de protección.

Siguió avanzando el Sr. Becerra en su carruaje, pero al ver que toda aquella zona había sido abandonada por los trabajadores y que más allá sonaban disparos de fusilería, se dirigió a una locomotora de la Compañía francesa titulada “Norte Africano” en la que iba el ingeniero francés M. Beaufort. Los obreros de ambas compañías se habían replegado al mismo tiempo. Caminaba la locomotora despacio , deteniéndose de cuando en cuando, para recoger a los fugitivos. Por ellos supo el Sr. Becerra que cuatro obreros españoles habían muerto bajo el fuego de los rifeños y que otro obrero estaba herido con lesiones graves en un antebrazo, el cuello y en la cabeza.

Siguió avanzando la locomotora de la Compañía francesa cuando, al llegar al trayecto de la primera a la segunda caseta, se le presentaron varios moros de la familia Bujeman que pertenecen a la kábila de Beni Ensar. Suplicábanles que las tropas españolas les protegieran porque los moros rebeldes iban a invadir sus fincas, que estaban más allá del Atalayón y en las que pastaban sus ganados.
Manifestaron los moros de Bujeman que eran inocentes de aquel atentado, que eran amigos de España y que habían procurado ocultar a los obreros españoles que escapaban del tiroteo de los de Quebdana. El Sr. Becerra trasmitió el ruego de aquellos moros que al parecer son amigos nuestros, al teniente coronel Sr. Baños.

Llegada de más compañías del Regimiento de África al escenario del combate

Desde la plaza de Melilla se observaban los movimientos de las tropas. Las dos compañías del regimiento de África al mando del teniente coronel Baños, avanzaron rápidamente haciendo fuego. De entre los declives del terreno surgían grupos de moros, todos armados de fusiles. Las compañías del regimiento de África que estaban en el Hipódromo avanzaron briosamente hacia el Atalayón y aún pasaron este límite. Recibían una granizada de proyectiles. Una muchedumbre rifeña, que tan pronto se reunía como se dispersaba, hacía fuego. Nuestros soldados seguían avanzando y sus certeros disparos sembraban el pánico entre el enemigo.

Hans Nicolás i Hungerbühler


EL COMIENZO ( y 3 )











El general D. José Marina Vega, entra en territorio enemigo

Desde la plaza se veía como el general Marina con siete compañías de infantería, la artillería correspondiente y todos los servicios anejos, penetraba en el campo moro. Pronto fueron colocados los cañones, y comenzó su fuego que fue incesante y afortunado.
Media hora después de comenzar el cañoneo empezaron a arder los aduares. Elevánse aquí y allá columnas de humo. Legiones rifeñas corrían en todas direcciones. La infantería avanzaba,y el pánico cundía entre la morisma.

El general Marina, ejecutando esta operación con la certeza del éxito, distribuía sus fuerzas hábilmente. Los que colocados en las terrazas de Melilla contemplaban el despliegue de las fuerzas, enviaban su aplauso al insigne general que mandaba esta plaza…”

El capataz Otero.

“…Referencia del capataz Otero. He hablado con el capataz Gregorio Otero, que me ha referido de este modo los hechos de que fue testigo:

-Según costumbre, antes de las seis de la mañana me dirigí a la zona en que se está reconstruyendo el ferrocarril. Me encontré con un moro, que me saludó, porque me conoce hace mucho tiempo, y me dijo que no siguiera avanzando, porque nos iban a fusilar a los españoles y a los moros que nos siguieran. Procuré averiguar si esta era una de tantas alarmas como a diario circulan por aquí. El moro insistió en el peligro que nos amenazaba, añadiendo: “Ahora es verdad. Los de Quebdana quieren amedrentar a los españoles y tomar venganza de las prisiones que se les han hecho.. No sigas adelante porque corre peligro tu vida”.

-A pesar de estas noticias- siguió diciendo Otero- continué mi camino. En toda la planicie no se divisaba nada que me alarmase. Al llegar a la segunda caseta vi allí reunidos a los rifeños que trabajan en la vía, los cuales conversaban tranquilamente con los obreros españoles. Hizose allí, según costumbre, la distribución de herramientas. Entonces observé algo que me alarmó. Los obreros rifeños s e negaban a ir a trabajar en los puntos avanzados, algunos de ellos contestaban de mala manera a mis órdenes. Otros se alejaban con sus herramientas, como si fueran a cumplir la orden recibida, pero no ejecutaban aquella que yo tenía dispuesta. Advertiase en todos resistencia pasiva. Miraban hacia el Atalayón y de cuando en cuando conversaban entre sí. –Conocían entre sí- dije yo a Otero- el plan de los enemigos de España.
-Ciertamente que lo conocían-me contestó Gregorio Otero. Solo los obreros españoles, con la obediencia que les caracteriza y con el valor que les es propio, fueron donde se les mandaba sin pedir explicaciones y como sin enterarse del peligro que les rodeaba. A eso de las siete de la mañana trece obreros españoles comenzaron a mis órdenes y bajo mi dirección las obras de asiento del puente sobre el arroyo Sidi-Musa. Unos diez minutos llevaban trabajando los obreros españoles, cuando de repente sonó una descarga de fusilería. Yo había examinado atentamente el horizonte y no había visto señal alguna que permitiera esperar aquel ataque. Calculo que los disparos fueron hechos a unos cien metros de nosotros… Entre la humareda vi caer a tres españoles. Cuando levantaban en lo alto sus hazadones para hundirlos en la tierra, dieron bruscos saltos y rodaron con sus herramientas agarradas…No sé ¡lo que sucedió después; carecíamos de armas para defendernos. Tuvimos que huir. El fuego de los rifeños nos perseguía. Ví que algunos moros saltando de los escondites en que estaban, querían rematar a los heridos apedreándolos. Al retirarnos seguía el fuego y otro obrero español caía en tierra interrumpiendo bruscamente su carrera. Un balazo rifeño le había herido rompiéndole un brazo. Los proyectiles llovían en torno nuestro. Nuestra fuga era inevitable, y, ardiendo el alma en ira, seguimos corriendo. Nos seguían los enemigos y el fuego continuaba. No sé como nos libramos ni uno solo de aquel inesperado ataque.

-¿Y qué hicieron entonces los trabajadores rifeños que estaban a las órdenes de ustedes?-Son unos miserables-contestó el capataz Otero-Los moros jornaleros que se habían quedado atrás en nuestra retirada, nos abandonaron indignamente. Hasta hubo algunos que nos agredieron con piedras. Otros quisieron robar una mula que estaba delante de un carro, y que al recibir el primer latigazo escapó dando coces y tomando el camino de la plaza. Todos se fueron hacia el campo enemigo, todos olvidaron las atenciones y bondades que les dispensamos…Yo conseguí tomar la locomotora de la Compañía francesa y con ella llegué al campo español, dando aviso de lo que ocurría al comandante militar del Hipódromo, quien dispuso que saliera inmediatamente fuerzas hacia el campo moro…”

La fuerza militar que partió inmediatamente, fueron la 1ª y 3ª compañías del Regimiento de Infantería Africa núm. 68, bajo el mando del teniente coronel D. Enrique Baños Pérez.

El rotativo madrileño, ABC, daba a conocer a la opinión pública lo sucedido en las obras para la construcción del puente del ferrocarril minero de la forma que a continuación se citará textualmente, pudiendo comprobar la verosimilutud entre ambas noticias con algunas variaciones:

“…El parte oficial.
Melilla 9. El Gobernador militar al ministro de la Guerra. Esta mañana, a eso de las ocho, cayeron grupos de moros sobre trabajadores de las vías férreas, pasando a cuchillo a varios españoles. Inmediatamente salí con brigada disciplinaria y, seis compañías de África seguidas de cerca por otras de Melilla, las baterías de Artillería, una compañía plaza, sección de Ingenieros y escuadrón, encontrando fuerzas enemigas parapetadas en los obstáculos naturales del terreno sobre las alturas que dominan el camino a las vías por el flanco derecho.
Después de convenientemente cañoneada la posición han sido desalojadas sucesivamente de tres alturas por el frente y otra más a la derecha hasta coronar la estribación del grupo designada en el croquis con el nombre del V el Sidi Ahmetil Hach.
El combate ha terminado a eso de las trece, quedándome con las fuerzas en las posiciones conquistadas. Las bajas aunque sensibles, no parecen numerosas; hasta ahora se conoce muerto el teniente Salcedo, de la brigada disciplinaria; heridos capitán Riquelme, de la oficina indígena; teniente Molina, de la brigada, y, unos treinta individuos de tropa entre muertos y heridos. El espíritu de la guarnición excelente…”

“…Las primeras noticias
Melilla 9. (de nuestro corresponsal por cable). Coma ya indicaba en mis últimos despachos, ayer se reanudaron los trabajos en los ferrocarriles mineros. Los obreros moros que con fútil pretexto habían abandonado las obras el día anterior volvieron a ellas espontáneamente. Todo hacía creer que la tranquilidad estaba restablecida.

Esta mañana, a la hora de costumbre, los obreros españoles salieron de la plaza para dirigirse al trabajo. Pocas horas después, a las ocho y media en punto de la mañana, llegaban a todo correr al campo militar del Hipódromo el contratista de la compañía española don Vicente Barrachina, y el intérprete de la misma don Carlos Cuevas, para dar cuenta al comandante que en el kilómetro 7 de la línea del ferrocarril de España nuestros obreros acababan de ser víctimas de una inesperada y brutal agresión por parte de los moros.
La noticia circuló por la plaza como un reguero de pólvora, causando enorme alarma. Los moros de Melilla, la mayoría de los hebreos y muchísimos españoles se lanzaron inmediatamente al campo exterior en busca de detalles…”

“…La agresión
He aquí lo ocurrido, según la versión que he recogido de los labios de uno de los testigos presenciales del hecho, el capataz de los trabajos de la línea Gregorio Otero.
Preparábase esta mañana con una brigada de obreros españoles y muchísimos trabajadores moros a proseguir las obras de replanteo en el kilómetro 7, cuando recibió confidencias que los cabileños habían acordado anoche en una reunión intentar esta mañana un golpe de mano para apoderarse de algunos obreros españoles de la vía férrea y ofrecerlos en canje de los cabileños hechos prisioneros por la columna del general Del Real.
Aunque en todos los alrededores no se advertía el menor movimiento que justificase estas sospechas, el capataz Otero se creyó en el caso de dar cuenta de ello al ingeniero de la compañía señor Becerra, el cual, como primera medida preventiva, ordenó que se suspendiesen los trabajos.
Mientras llegaba la contestación del ingeniero, el capataz Otero se decidió a reanudar las obras. Llamóle la atención que, al repartir como de costumbre las herramientas, la mayoría de los trabajadores indígenas se resistían a aceptarlas con pretextos fútiles y objeciones ridículas como si temieran algo y quisieran ganar tiempo; pero como seguía sin verse en el campo ningún moro, el capataz logró imponerse, distribuyó las herramientas y comenzaron los trabajos.
Bruscamente sonó una descarga cerrada y tres obreros españoles cayeron al suelo. Los demás suspendieron el trabajo, alzaron la cabeza, y como a unos cien metros de distancia vieron un grupo de 400 moros de a pie y 30 jinetes que hacían fuego sobre los españoles.
Los trabajadores moros salieron a todo correr hacia el campo. Lo mismo hicieron los guardias indígenas al servicio de la compañía española, y lo mismo tuvieron que hacer también los españoles.
Los moros seguían haciendo fuego sobre los fugitivos. Uno de ellos, español también, cayó muerto de un balazo en la espalda. Los restantes, con el capataz Gregorio Otero, consiguieron una locomotora de la compañía francesa y llegar al camnamento del Hipódromo…”

“…La represión.
En cuanto el jefe del destacamento supo lo que ocurría, aconsejó al señor Barrachina que fuese a dar parte al Gobierno Militar de la Plaza, mientras él se dirigía al lugar del suceso con dos compañías de Infantería.
Al llegar a la segunda cuesta del ferrocarril, se les presentaron unos moros, suplicando que recogiesen los ganados de ellos, que pastaban más allá del Atalayón. Luego se supo que estos moros fueron los únicos que han favorecido a los españoles.
El señor Barrachina llegó a la Plaza e inmediatamente salieron al campo los generales Marina y Del Real y el jefe del Estado Mayor señor Larrea. El primero con dos compañías del regimiento de África, la brigada disciplinaria, una compañía de Artillería de Plaza, una sección del escuadrón de Cazadores y la batería de montaña, marchó a castigar a los culpables.
El general Del Real se quedó recorriendo el Hipódromo y colocando fuerzas en los puntos estratégicos de defensa de la Plaza, para el caso improbable de una agresión.
A las diez y quince de la mañana la batería de montaña rompió el fuego contra los caseríos de las cábilas vecinas de las agresoras. Éstos pertenecen a las tribus de Beni Buifrur y Nador y fracciones de una cábila cercana de la de Mazza.
Poco después, a petición del general Marina, el general Del Real envióle la batería rodada y el resto del escuadrón de Cazadores, dividido en secciones, mandadas por oficiales, que se colocaron en distintos límites.
El combate comenzó, como he dicho a las diez y quince de la mañana. Las dos compañías de Infantería mandadas por el jefe del destacamento del Hipódromo, teniente coronel Baños, que salieron a recoger los muertos, encontraron la colina de Xifar coronada de fuerzas enemigas que avanzaban osadamente. Las dos compañías rompieron el fuego. Diez minutos después llegó el general Marina. Destacó las fuerzas disciplinarias, y las baterías emplazadas comenzaron a destruir los caseríos y chumberas tras de los cuales los moros estaban apostados. El combate duró una hora. Nuestros soldados se batieron admirablemente.
Al sonar ¡alto el fuego! Se recogieron seis soldados muertos y varios heridos. A las once y quince de la mañana quedó tomada la posición.
El resto de las fuerzas en las baterías de a pie se dirigieron al Atalayón para tomarlo, a la bayoneta. El combate fue muy duro, porque el enemigo se batía a la desesperada. A las dos y media de la tarde el Atalayón quedó en poder de los españoles.
El espíritu de las tropas fue admirable y heroico. El general Marina dirigió personalmente las operaciones, sin apartarse un momento de la línea de fuego…”

“ABC, 10 de julio de 1909”

Protesta del gobierno español al sultán

Ante la a agresión sufrida por los trabajadores del ferrocarril, el gobierno español, presentó una queja al Sultán de Marruecos, protestando enérgicamente ante aquel ataque que se había sufrido. Dicha protesta presentada mediante telegrama, decía lo siguiente:

“…El ministro de Estado al Encargado de Negocios de España en Tánger. Telegrama 10 de julio de 1909.
Gobernador de Melilla telegrafío anoche lo siguiente:
“Ocho mañana grupo moro acuchillaron varios trabajadores vías férreas. Inmediatamente salí con fuerza cañoneando enemigo y atacando, desalojándoles sucesivamente tres alturas hasta Yebil Sidi Ahmed-El Hach. Combate terminó a eso de las trece, quedándome en posiciones conquistadas. Hasta ahora se conocen bajas un oficial muerto y dos heridos y unos treinta tropa entre muertos y heridos. Sírvase comunicarlo delegado sultán, agregando Gobierno de S.M., que por falta existencia autoridades y fuerzas Majzén, no haya podido evitarse el ataque a españoles”

Firmado: Allendesalazar.

Fuerzas militares que había en Melilla el 9 de julio de 1909, eran las siguientes:

Las fuerzas que había de guarnición en Melilla, el 9 de julio de 1909, aparte del ya citado Regimiento de Infantería de África núm. 68, eran:

- Regimiento de Infantería de Melilla núm. 59.
- Batallón Disciplinario (Infantería).
- Escuadrón de Cazadores de Melilla.
- Artillería de la Comandancia de dicha arma de Melilla.
- Compañía de Ingenieros Zapadores.
- Compañía de Mar.
- Una sección de Administración Militar.
- Una sección de Sanidad Militar.

Los efectivos de dichas fuerzas, estaban estructurados de la forma siguiente:

- Regimientos de Infantería, compuestos de 3 batallones con 800 hombres cada uno, siendo un total de 2.400.
- Batallón disciplinario, como su nombre indica, su plantilla, no es fija. El 9 de julio contaba con 4 compañías y un total aproximado de unos 390 hombres.
- Escuadrón de Cazadores de Melilla, (Caballería), tenía 126 hombres y 117 caballos.
- Artillería de la Comandancia de Melilla, tenía: 803 artilleros.
30 caballos de silla.
50 caballos de tiro.
52 mulos.
2 Baterías de 4 piezas.
Batería Montada.
Batería de Montaña.

- Compañía de Ingenieros zapadores, 90 hombres con su material.
- Compañía de mar de Melilla, 90 hombres.
- Sección de Administración Militar: 115 hombres.
2 caballos de silla.
36 mulos.
22 carruajes.

- Sección de Sanidad Militar, contaba con 37 sanitarios.

Por lo tanto, los efectivos militares en Melilla al estallido del conflicto que dio lugar a la Campaña de 1909, eran de aproximadamente unos 5.190 hombres, 149 caballos de silla, 50 caballos de tiro, 88 mulos, 8 piezas de artillería y 22 carruajes del Cuerpo de Administración Militar.

FUENTES

- Fuente: ”La Época”, Últimos telegramas y noticias de la tarde, Madrid núm. 21.078, pág. 1, de fecha jueves 1 de julio de 1909.
- Fuente: “La Época”, Últimos telegramas y noticias de la tarde, Madrid, núm. 21.080, pág. 1, de fecha sábado 3 de julio de 1909.
- Fuente: “La Época”, Últimos telegramas y noticias de la tarde, Madrid, núm.21.082, pág.2, de fecha lunes 5 de julio de 1909.
- Fuente: “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm,18.772, pág 7 de fecha lunes 5 de julio de 1909.
- Fuente: “La Correspondencia de España”, Informaciones del extranjero, Madrid, núm. 18.775, pág. 2 de fecha jueves 8 de julio de 1909.
- Fuente:”La Época”, últimos telegramas y noticias de la tarde, Madrid, núm. 21.086, pág. 1, de fecha viernes9 de julio de 1909.
- Fuente: La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm. 18.791, pág. 2, de fecha martes 24 de julio de 1909.
- Fuente: “El Ejército y la Sociedad Española, la cuestión ,marroquí 1904-1926” (Agresión a los trabajadores españoles en Melilla), diario ABC, Madrid de fecha 10 de julio de 1909.
- Fuente:”El Ejército y la Sociedad Española, la cuestión marroquí 1904-1926” (El Gobierno español se queja al sultán, 10 de julio de 1909). Internet.


Hans Nicolás i Hungerbühler