ÉRASE UNA VEZ MELILLA

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GRUPO DE ESCUELAS MIXTAS

EN EL BARRANCO DEL LOBO

domingo, 8 de marzo de 2009

Royo y Guiloche: Héroes de Sidi Ahmed el Hach
















Sidi-Ahmed-el-Hach, un Jefe y un Oficial de Artillería Laureados, el comandante D. Diego Royo de Diego y el capitán D. Enrique Guiloche Bonet.


El comandante de artillería D. José Royo de Diego.

El comandante de artillería D. José Royo de Diego, había nacido el 28 de marzo de 1860 en Madrid e ingresó en el Ejército, como cadete de la Academia de Artillería el 23 de junio de 1879, lugar de donde saldría como primer teniente encuadrado en la 164 promoción y siendo destinado al 2º Regimiento de Artillería de Montaña.

En febrero de 1889, se incorporó al 8º batallón de la Plaza de Mahón, estando destacado entre Mallorca e Ibiza, hasta que solicita el destino a las Filipinas. Embarcó en el barco “Isla de Panay” y llega a Manila en 1890 lugar donde es destinado al primer batallón del Regimiento de Artillería. Desde el mes de mayo, ocupa la Comandancia de Mindanao hasta que se integró en la Columna Marina en la que interviene en los combates sostenidos entre “Parang-Parang” a “Pallot”.

En junio de 1891, asciende a capitán de Ultramar. Contrajo fiebres tropicales y se le ordena ir a reponerse a “Cotabatto”. No acabó su convalecencia y a los 20 días, se presentó reclamando un puesto en la columna.

El carácter y determinación de D. José Royo de Diego, no pasaron inadvertidas a su coronel, nombrándolo este por esos motivos, su ayudante, combatiendo así en la acción del “Mercado de Moros” de Tiranofui. Posteriormente, es designado para el mando de la 5ª compañía, destacando en los combates de “Linamón” y de “Marchurí”.

En marzo de 1894 regresa a Mindanao donde a pesar que las fiebres habían quebrantado su salud, toma parte en varias operaciones.
En abril de 1896, regresa a España donde es destinado a Madrid, pasando de la capital más tarde a Cartagena y posteriormente a Lugo.

Desde 1897, las fiebres que había contraído, se recrudecen, motivo por el cual ha de alternar constantemente las licencias por enfermo y los más variados destinos, intentando encontrar un clima que le aliviase.

En 1905, asciende a comandante y toma el mando del Grupo de Artillería de “Trincabotijas” en Cartagena hasta el 15 de marzo de 1909, fecha en que es designado para el Grupo Mixto de la Comandancia de Artillería de Melilla.

Destinado en la comandancia de Melilla, procedente de la de Cartagena, mandaba un grupo mixto el cual, estaba formado por una batería de montaña y otra montada.

La noche del 18 de julio de 1909 las baterías de Sidi Ahmed El Hach son atacadas por los rifeños, los cuales logran desbordar la línea de defensa, hecho que pondrá en crítica situación a los defensores españoles. Ante esta situación, el comandante Royo, ordenó municionar para “disparar a cero” y junto con su compañero el capitán Guiloche, se dirigen a toda prisa, revólver en mano con la intención de salvar las piezas. Una descarga de fusil, alcanzaría de lleno al comandante Royo, el cual moriría al pie de las piezas de artillería minutos después.

Por su heroico comportamiento, a título póstumo le fue concedida el 22 de abril de 1910, la Cruz Laureada de San Fernando de 1ª clase.

El capitán de artillería D. Enrique Guiloche Bonet.

De carácter agradable, resuelto, el capitán de artillería D. Enrique Guiloche Bonet, natural del pueblo de Mentrida (Toledo) lugar donde consta como hijo ilustre, es hijo del médico titular de dicha villa, había nacido el 8 de mayo de 1874 e ingresó en la Academia General Militar con 18 años y el 30 de agosto de 1892 pasó a la Academia de Artillería lugar donde finalizó sus estudios en 1898, perteneciendo a la 183 promoción. Habiendo obtenido la graduación de teniente en la Academia de Artillería, pasó por diferentes destinos como primer teniente para perfeccionar sus conocimientos sobre el arma de Artillería, sus procedimientos y sus materiales como fueron el Regimiento de Artillería de Mahón, el Regimiento de Sitio de Segovia y el Regimiento Montado de Vicálvaro lugar donde asciende a capitán en 1906.
En febrero de ese año, se le concedió por los servicios prestados, la Cruz al Mérito Militar con distintivo blanco.
Al ascender a capitán, el 16 de agosto de 1906, marchó con destino en la Comandancia de Melilla, lugar donde demostró su excelente formación profesional cualidad que hizo de él, un eficaz colaborador en el mando artillero de la plaza, siendo además un perfecto conocedor del sistema de municionamiento.

En Sidi Ahmed el Hach, mandaba la batería de Montaña de la cual junto a la Montada, era jefe el comandante D. José Royo de Diego.

Comenzada la Campaña del Rif, ya entrada la noche, del 18 de julio de 1909, los rifeños, atacan el campamento militar de Sidi Ahmed El Hach, lugar donde el capitán Guiloche prestaba servicio como ya se ha citado anteriormente, los cuales abrieron una brecha intentando apoderarse de los cañones. El capitán Guiloche, revólver en mano junto al comandante Royo, corrieron hacia la batería, llegando el capitán a la 4ª pieza, un cañón de bronce comprimido de 9 centímetros y numerado con la cifra 268. Los atacantes, repuestos de la sorpresa inicial, dispararon a quemarropa alcanzando al capitán Guiloche en el pecho, murió heroicamente defendiendo sus piezas de artillería, abrazado a la rueda del citado cañón en Sidi Ahmed el Hach, motivo por el cual, le fue concedida en fecha 22 de abril de 1910 a título póstumo, la Cruz Laureada de San Fernando de 1ª clase. El cañón fue enviado al Museo de artillería conservando, las huellas de los impactos de las balas de los enemigos. Posteriormente, fue trasladado al Museo del Ejército.

Ambos oficiales, fueron sustituidos en cuanto el Ministerio de La Guerra tuvo conocimiento de su muerte por el comandante de Artillería D. Joaquín Perteguer y el recién ascendido a capitán D. Ángel Álvarez.

Sobre esta sustitución, se publicaba en prensa, concretamente en “La Correspondencia de España”, lo siguiente:

“…SEVILLA.- (Miércoles, mañana). En el tren correo ha marchado para Málaga, con objeto de revistar y despedir a las tropas expedicionarias, el capitán general de la región, señor Delgado Zuleta.

También ha salido para incorporarse a filas el comandante de Artillería Sr. Perteguer que debe sustituir a su malogrado compañero el Sr. Royo muerto en defensa de La Patria.

En la estación han sido despedidos por todos los generales que aquí residen, por el Coronel de la Guardia Civil y por Comisiones de todos los Cuerpos de la guarnición…”

Sobre la muerte del comandante Royo y el capitán Guiloche.

El combate de Sidi-Ahmed-el Hach, fue dado a conocer a la opinión pública y en el diario “La Época” fecha 19 de julio de 1909, de la forma siguiente y cito textualmente:

“…Últimas noticias. Se reanudó anoche el combate que dura hasta el amanecer de hoy.-Esfuerzo heroico de nuestros soldados.-Seis mil moros toman parte en la lucha.-El general Marina.-Bajas de nuestras tropas y las de los moros-.

Melilla 19 (12:45 tarde).-(Urgente).- El combate que empezó ayer tarde ha sido rudísimo. Durante más de cuatro horas no se interrumpió el fuego de artillería y el de fusil. Cuando todo parecía concluido, los moros, aprovechando la oscuridad de la noche, después de las ocho y media, intentaron un esfuerzo supremo, atacando por tres lados el campamento.

En este combate tomaron parte 5.000 rifeños de infantería y 300 caballos, apareciendo por la llanura de Zelouan y siguiendo su avance bordeando la laguna de la Mar Chica. Su ataque de ímpetu increíble, quedó contenido ante el heroico esfuerzo de nuestra Infantería y Artillería que se batieron con verdadero denuedo.

Hubo momentos emocionantes, en que los moros favorecidos por la oscuridad de la noche avanzaron sobre nuestras posiciones a la carrera, sin que les intimidara la metralla que les hacía caer diezmados, avanzando los que les seguían pasando por encima de los muertos.

En este momento culminante del combate cayeron muertos cuando dirigían el fuego en las guerrillas y animaban a los sirvientes de las piezas, el comandante de Artillería Sr. Arroyo (por Royo) y el teniente (por capitán) del mismo cuerpo Sr. Guiloche.

Antes de esto había muerto también el teniente coronel del Regimiento de Infantería de Melilla, señor Ceballos, y había sido herido el capitán Mena, del batallón de Cazadores de Barcelona, recientemente desembarcado.

El general Marina, que dirigió personalmente el combate, permaneció durante todo el tiempo imperturbable, enardeciendo a los soldados en el momento de mayor peligro, gritando ¡Hijos míos!, ¡Viva España!. Nuestras bajas conocidas hasta ahora han sido 12 muertos y 22 heridos. Los moros se retiraron a sus posiciones, barridos por la metralla, dejando en el campo gran número de muertos. Se hace ascender sus bajas hasta 300 hombres. La lucha ha durado hasta el amanecer del día de hoy lunes…” (Firma Gombeet).

“…Las víctimas del combate. Entre las sensibles bajas registradas ayer en el combate librado en Melilla, figuran las del teniente coronel de Infantería Sr. Ceballos; el comandante de Artillería Sr. Royo, y el oficial de la misma Arma señor Guiloche, muertos gloriosamente.

El teniente coronel D. Feliciano Ceballos Isasi era un jefe pundonoroso y estimado, que estaba en posesión de su empleo desde Septiembre de 1907. El comandante de Artillería d. José Royo y Diego ingresó en el servicio en Junio del año 1879. Contaba con efectividad en el empleo desde Diciembre de 1905. figuraba en el escalafón con el número 148.
El oficial D. enrique Guiloche Bonet ingresó en la Academia de Artillería el año 1892. Cuenta de efectividad en el Cuerpo , como primer teniente desde el año 1906. En los telegramas de Melilla se dice era capitán…”

Sobre el comportamiento heroico del comandante D. José Royo de Diego y del capitán D. Enrique Guiloche Bonet, recogía el periódico “La Correspondencia” los siguientes detalles (textual):

“…Ambos perecieron por la noche, cuando los moros atacaron por segunda vez el campamento. A eso de las ocho y media varios grupos de moros que se había acercado valiéndose de la oscuridad, rompieron las alambradas y entraron en el campamento.

Nuestros soldados les contuvieron haciendo descargas cerradas. Mientras otros moros atacaban al arma blanca la batería de cañones de 9 centímetros, que mandaba el capitán Guiloche. Alrededor de las piezas trabose una lucha horrible. Los moros avanzaban con salvaje fanatismo, despreciando a la muerte.

Nuestros artilleros cargaban y disparaban sus piezas con asombrosa serenidad. Unos cincuenta moros se precipitaron sobre uno de los cañones, que se encontraba emplazado en una posición saliente. El capitán Guiloche acudió para animar a los artilleros. Asióse a una de las ruedas, y disparando su revólver logró que los moros que se adelantaban retrocedieran para escapar a la muerte. Por su propia mano mató a varios de ellos. Los sirvientes de la pieza, enardecidos por el valor de su jefe, rechazaron a tiros y culatazos a los salvajes asaltantes. De pronto el capitán Guiloche desplomóse moribundo. Con un último esfuerzo abrazóse a la pieza, que tan bravamente había defendido, y expiró sin exhalar un grito. Había recibido una bala en el pecho.

Momentos después llegó corriendo el comandante Royo. Disparaba su revólver contra los moros que replegados a alguna distancia, hacían fuego nutridisimo , y con la voz y el gesto enardecía a los artilleros.

Hubo un momento de respiro, pero de pronto sonó una nueva descarga. El comandante Royo desplomóse moribundo, con el cuello atravesado por un balazo. A los pocos momentos expiró.

Fuerzas de Infantería avanzaron entonces haciendo fuego por descargas, y los moros se retiraron sin dejar de disparar. Los cadáveres de Guiloche y Royo fueron recogidos calientes todavía…”
El periódico “La Correspondencia de España”, bajo el titulo (textual) “El combate del Atalayón. Relato de un testigo presencial.-Nuevos e interesantes detalles.-Repartiendo el rancho.-Como murió el capitán Guiloche.-El comandante Royo trata de auxiliarle y muere también.-auxilio de López Ochoa.-Se reorganizan las fuerzas y rechazan la agresión.-Los moros auxiliares desertan, llevándose los mulos y las armas.-“ de fecha 24 de julio, describía el heroico comportamiento del comandante Royo y del capitán Guiloche, de la siguiente forma:

“…La casualidad ha hecho llegar hasta nosotros la versión de lo ocurrido en el sangriento empeño del Atalayón. ¿Para que darnos importancia sobre la importancia de esta información, si es más debida al azar más que a nuestros esfuerzos ni a nuestros méritos?. Este saber que es exactísima y verídica, como hecha por un testigo presencial de los sucesos, al cual ni la vanidad le ciega en el relato, pues que su nombre no figura en él, ni ningún otro sentimiento le impone trabas para relatar la verdad de los sucedido, que fue lo siguiente:

Después del avance de nuestras tropas a consecuencia de los sucesos del día 9, y establecido un destacamento en el Atalayón, el general Marina, conociendo a los moros y comprendiendo que atacarían probablemente de noche, se apresuró a colocar los cañones en los sitios que consideró más oportunos, pues aunque carecían de reflectores, procuró con el emplazamiento sacar el mejor partido de la posición, emplazándolos hacia los sitios donde el enemigo podía avanzar más racionalmente, a fin de que, aunque disparados en la oscuridad los tiros, lograsen el mejor resultado posible.

Preparadas a todo evento estaban las fuerzas cuando acaeció el suceso sangriento que relatamos.

Había llegado la hora del rancho. Habían quedado en sus puestos los oficiales y soldados que estaban de servicio. El resto de la fuerza se hallaba, los oficiales en la cantina, los soldados en el reparto de su modesta comida.
El capitán Guiloche, que tenía a su familia en Melilla, había recibido la comida de su casa, llevada por su asistente, y atento al cumplimiento de su deber, no se separó de la pieza que servía; junto a ella se dispuso a comer, por no faltar un momento a su obligación de militar pundonoroso y aguerrido.

En esto, los moros, que, sin duda, espiaban escondidos entre los accidentes del terreno, todos los movimientos de nuestras tropas, aprovecharon el momento en que habían quedado solos los que reglamentariamente debía de ocupar los puestos, y se lanzaron como una avalancha sobre nuestros soldados.

El momento fue terrible. El ataque impetuoso, verdaderamente salvaje. El valor y ardimientos de nuestras tropas, heroicos sobre toda ponderación. No hay palabras para describirlo con todos sus verdaderos colores.

Al oír los primeros tiros y los alaridos de la morisma, oficiales y soldados, todos cuantos se hallaban un poco alejados de las posiciones avanzadas, comprendieron el riesgo en el que se hallaban sus compañeros, y corriendo, mejor dicho volando, se lanzaron en su socorro.

El primero que acudió fue el comandante Royo, el cual comprendiendo rápidamente lo que pasaba exclamó: “¡El capitán Guiloche está perdido!” y se lanzó como una flecha en socorro de su desdichado compañero.

Era tarde, no obstante. El heroico capitán Guiloche, después de defenderse como un león (no es frase retórica, como un león) había muerto de un golpe de gumía que le cercenó el cuello.
Pocos momentos después perdía la vida, también luchando heroicamente contra infinitos enemigos, el noble y pundonoroso comandante Royo.

Entretanto nuestras fuerzas se habían rehecho, habían llegado todos los soldados, se habían ordenado con rapidez maravillosa, y lograr tenerlos a distancia en respeto al enemigo.

La llegada de los refuerzos del señor López Ochoa, que hizo verdaderos prodigios de valor y serenidad, salvó la situación. Ordenó las descargas a la voz de mando de modo que no se perdiera un tiro, haciendo retroceder al enemigo con enormes pérdidas. La acción estaba ganada y vengados nuestros hermanos por el momento.

Un detalle importantísimo conviene hacer constar para conocimiento de lo presente y enseñanza para el porvenir.
Como es sabido los moros se llevaron 13 mulas, un caballo, una tienda y algunas armas; pero todo esto no se lo llevaron por la fuerza de los asaltantes; se lo llevaron los individuos de la Policía mora, los marroquíes que pelean al lado de España, de los cuales, a los primeros tiros desertaron más de la mitad, llevándose cuanto pudieron, y que es así, lo prueba el hecho de que las alambradas no fueron cortadas de fuera a dentro por los asaltantes, sino de dentro a afuera, por los que al abrigo de ellas se hallaban.

Esto es lo ocurrido en el terrible encuentro del Atalayón, donde no se sabe que admirar más, si el valor y la serenidad de los jefes y oficiales, o el entusiasmo y la disciplina de los soldados.
¡Acompáñeles la fortuna en proporción de su constancia y de su patriotismo!...”

La muerte del comandante D. José Royo de Diego, tuvo incluso alcance político ya que según se publicaba en el periódico “La Correspondencia de España”, de fecha 6 de agosto de 1909, que:

“…Alcance Político. Se indica para el gobernador de Barcelona al de La Coruña, Sr. Crespo de Lara. Cuando supo el fallecimiento de su camarada el comandante de Artillería Sr. Royo, pidió al gobierno la vacante (frente al enemigo) y el gobierno contestó que había diversas maneras de servir a la Patria, siendo una de ellas gobernando una provincia…”

Al parecer, según se publicaba también en prensa y calificándolo como hecho heroico, los moros intentaron llevarse los cadáveres del comandante Royo y el capitán Guiloche, hecho que impidió un pelotón de artilleros, capitaneados por los capitanes de Artillería Sr. Pastorfido, Sr.Trujillo y Sr. Barbeta y los tenientes Sr.Judel, Sr. Espinosa y Sr. Zabaleta, los cuales consiguieron rescatarlos abriéndose paso revólveres en mano y trasladándolos a la tienda que ocuparon en vida. Este episodio de nuestra historia, y en el que participó la compañía de López Ochoa, destacábalo el periódico “La Correspondencia de España”, de fecha 26 de julio de 1909, como nota saliente del día.

La Cruz Laureada de San Fernando.

A ambos militares, y a propuesta del general Marina, se les propuso por su heroico comportamiento para que les fuera concedida la Cruz Laureada de San Fernando, quedando tal propuesta recogida en el periódico “La Correspondencia de España”, anunciada de tal manera:

“…Según ha manifestado el general Marina, ha dispuesto que se abra juicio contradictorio para la concesión de la Cruz Laureada al comandante Royo y al capitán Guiloche, por su heroico comportamiento en el combate que les costó la vida…”



En las noticias oficiales, procedente de Melilla, en fecha 19 de julio de 1909, a las 8:45 horas de la noche, el general segundo jefe, ordenaba vía telegrama, la apertura de juicios contradictorios para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando al comandante Royo y al capitán Guiloche, por el comportamiento observado en la defensa de sus piezas durante el ataque a la posición de Sidi-Ahmed-el-Hach, publicándose en “El Imparcial”, en fecha 21 del mismo mes.

De hecho y al respecto en un banquete ofrecido en Madrid con motivo de la marcha del 2º Regimiento de Artillería de Montaña, cuyas baterías procedentes de Vitoria y que marchaba a Málaga para embarcar hacia Melilla por pertenecer a la primera Brigada Mixta, a los postres, se levantó el general Fernández Grande recordando en bellísimas frases al parecer, que se habían iniciado los dos primeros juicios contradictorios para conceder al comandante Royo y al capitán Guiloche, la Cruz Laureada de San Fernando.

En fecha 12 de agosto de 1909, el rotativo madrileño “La Época” publicaba que por méritos contraídos en los combates de los días 9, 18, 20, 22, 23 y 27 de julio y, 1º y 3º del actual (agosto), los jefes y oficiales eran ascendidos al inmediato empleo superior, entre otros, el comandante D. José Royo de Diego (teniente coronel) y al capitán D. Enrique Guiloche Bonet (comandante).

El 25 de octubre de 1910, se presentaba en el Senado una proposición de Ley mediante la cual el senador Sr. Maestre, solicitaba al Senado se sirviera declarar que el comandante Royo y al capitán Guiloche, ambos del Arma de Artillería, muertos heroicamente la noche del 18 de julio de 1909, defendiendo sus piezas de artillería y no abandonarlas en Sidi-Ahmed-el-Hach, eran merecedores de la Cruz Laureada de San Fernando ya que habían dado su vida por España. El acta en la que figuraba dicha proposición, fue aprobada a la mañana siguiente 26 de octubre.

Les fue concedida a ambos, la Cruz Laureada de San Fernando de 1ª clase el 22 de abril de 1910.

Entierro del comandante Royo y del capitán Guiloche.

El 19 de julio de 1909, los cuerpos del comandante Royo y del Capitán Guiloche, fueron trasladados junto al del teniente coronel Ceballos y los de los soldados muertos a Melilla, donde quedaron depositados en el Hospital Militar de dicha Plaza, verificándose el entierro de los militares el mismo día 19 de julio a las cinco de la tarde, previéndose la asistencia de toda la población civil de Melilla, oficiales francos de servicio y Comisiones de los Cuerpos. Las fuerzas de Infantería y Artillería, les rindieron honores. La viuda del comandante Royo, desembarcó en Málaga el 25 de julio de 1909, proviniendo de Melilla y habiendo hecho la travesía en el vapor “Menorquín”. Ambos, recibieron cristiana sepultura en Melilla con todos los honores.

Por Hans Nicolás Hungerbuhler



- Fuentes. “La Correspondencia de España”, núm.18.787, pág. 2, de fecha martes, 20 de julio de 1909.
- Fuentes. “Wikipedia, enciclopedia libre en Internet”.
- Fuentes. “Web del pueblo de Mentrida (Toledo)”.
- Fuentes. “Web de historia en Internet, El Gran Capitán”.
- Fuentes: “La Correspondencia de España”,Madrid, núm.18.788, pág 1, de fecha miércoles, 21 de julio de 1909.
- Fuentes. “La Correspondencia de España”,Madrid núm. 18.789, pág. 2 de fecha jueves, 22 de julio de 1909.
- Fuentes. “La Correspondencia de España”, Madrid, núm. 18.790, pág. 2 de fecha viernes, 23 de julio de 1909.
- Fuentes. “La Correspondencia de España”,Madrid, núm. 18.791, pág. 2 de fecha sábado, 24 de julio de 1909.
- Fuentes. “La Correspondencia de España”, Madrid, núm. 18.793, pág. 3, de fecha lunes 26 de julio de 1909.
- Fuentes. “La Correspondencia de España”, Madrid, núm. 18.804, pág.6 de fecha, viernes 6 de agosto de 1909.
- Fuentes. “La Época”,Madrid, núm 21.096, pág. 2, de fecha lunes 19 de julio de 1909.
- Fuentes. “La Época”,Madrid, núm. 21.097, pág. 2, de fecha martes 20 de julio de 1909.
- Fuentes. “La Época” Madrid, núm.21.120, pág,2 de fecha jueves 12 de agosto de 1909.
- Fuentes. “El Imparcial” Madrid, núm. 15.220, pág 2, de fecha domingo de 25 de julio de 1909.
- Fuentes. “El Imparcial” Madrid núm.15.218, pág 2, de fecha viernes 23 de julio de 1909.
- Fuentes. “El Imparcial” Madrid, núm. 15.216, pág 2, de fecha miércoles21 de julio de 1909.
- Fuente. “La Vanguardia” Barcelona, pág. 7, de fecha martes y miércoles 25 y 26 de octubre de 1910


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