Valerosa y humanitaria actuación de la población civil melillenses
Algunos nombres de los caritativos vecinos de Melilla que prestaron inestimables servicios durante la jornada del viernes 23 y 27 de julio
Mujeres del barrio de Triana que socorrieron a los heridos con refrescos, caldos y víveres:
Andrea Serrano, María Martín Gutiérrez, Manuela Fuentes, Josefa Lorente, Josefa Robles, Carmen Urbano, Antonia Navas, María del Corral, Ana Rueda Cano, Victoria Cabrera, Josefa García, Josefa Cuello, Rita Ruiz Ruiz, Antonia Martínez, y María Antonia Durán, anciana de 82 años que ofreció una cena, quedándose sin nada para ella.
Condujeron heridos al Hospital:
Luís Nieto, Juan Valderrama, Juan Sánchez Morales, José Sánchez Morales, , Diego Vázquez, Francisco Vega, Miguel Sancho, José Vargas Villena, Antonio Martínez, Salvador Vargas Villena, Ubaldo Sánchez, Antonio Álvarez, José Valderrama, José Valverde, Francisco Oviedo, José Alba, Fernando Moreno, Antonio Moreno, Enrique Alcalá, José Ruiz, Enrique Pérez, Antonio Torralba, Francisco Moyano Galán y Adolfo Olavarrieta Castro.
Recogieron heridos en la línea de fuego y llevaron a los combatientes agua y municiones:
Lázaro Galán Ponce, Román Bonilla, Miguel Guerrero, Agustín Callejón Barriga, Antonio Moreno, José López, Miguel Criado, Eulogio Euchán, Telesforo Molina, luís Gutiérrez, Joaquín Rama, Emilio Ponce, Antonio Estan Vega, José Millán, Sebastián Rodríguez, José Martín, Sebastián garcía, Manuel Fernández Vallejo, Francisco García Villodu, Juan Bonilla López, Juan Quintana, Manuel García Ramos, Luís Moreno Carreras, Emilio Rodríguez, Fernando Gálvez, Camilo Pérez Sevillano, Indalecio Quero, Adolfo Pérez, José Moya, Rogelio Pascual, Federico Casares, Emilio Villena, Andrés Millán, Ana Martínez, Ángel Olavarrieta, Rafael Santos, Manuel Gordillo, Francisco Ríos, Benito Heredia, José Sevilla, Pedro Echevarria.
Don Rafael Alba, Juan Alba, Plácido Rubio, José Magano, Miguel Criado, Juan Martínez, José Copete, José Bueno, Antonio Medero, Pedro Infante, Antonio Marqués, Diego Vargas, José Sánchez, Manuel Fernández, Gabriel Sánchez, Manuel Vega, Francisco Gil, Sebastián Rodríguez, Antonio Amaya, Francisco Villodre, Manuel Quintana, Francisco Periana, Juan Barrionuevo, Sebastián Sánchez, Manuel Anaya, Francisco López, Juan Quintana, Laureano de Priego, Apolo Parkinson, Felipe Parkinson, y Josefa Zapata Barrabina.
También llegaron hasta la línea de fuego para recoger a los heridos José Sánchez Martín, José Cabrera Araque, Sebastián Guerrero y José López Caballero.
Don Manuel Ferrer, organizó un núcleo que fue tiroteado por los moros, y él personalmente cargó sobre sus hombros a un herido.
Constituían este grupo que fue tiroteado: Luís Granados, Mariano Egea García, Domingo Villena, Rogelio Soto Pérez, Román Díaz Moraleda, Antonio Medero, Salvador González España y Alfredo Corbalán. Juan de Dios Egea resultó con un balazo en el pie.
En las guerrillas hicieron fuego sobre el enemigo, provistos de fusiles Rafael Santos, Ángel Olavarrieta, José y Francisco Torres Guillén.
El maestro armero de Caballería Manuel Cimadevilla, organizó también otro grupo que prestó sus humanitarios servicios en las proximidades de la Segunda Caseta.
Un joven de catorce años avanzó hasta las guerrillas llevando municiones con verdadero valor dando vivas a España. Sentimos no conocer el nombre de éste pequeño héroe.
El Vocal inspector de jardines y vivero de la Junta de Arbitrios Joaquín López de la Blanca, teniendo a sus órdenes al Celador de la misma José González y primer jardinero Basilio Fernández trabajó con el personal obrero muchas horas, acudiendo a los sitios donde los servicios reclamaban más urgencias, y confeccionando en menos de cuatro horas, seis camillas para conducir heridos.
Los carreros transportaron agua y municiones tanto de día como de noche así como también son dignos de elogio doce obreros que voluntariamente se ofrecieron a dar sepultura a los soldados.
El pueblo de Melilla dio una muestra más con motivo de los combate del 23 y 27 de julio de su caridad y de sus entusiasmos inextinguibles.
Los paisanos en la línea de fuego, recogían a los heridos y los conducían con exquisitos cuidados hasta el Hipódromo ayudando a las tropas de Sanidad Militar en su hermosa misión. Más de un paisano que trasportaban heridos, cayeron dañados por el fuego enemigo.
Contrastando su conducta con la de algunos pequeños industriales que vendieron a los soldados durante los combates sus refrescos a precios elevadísimos, fue objeto de merecidos elogios el acto realizado en dichos días por Juan Martínez, “Barriga”, y su hijo Asensio, que, en las mismas guerrillas, sirvieron gratuitamente refrescos a los soldados que caían heridos. Además recogieron nueve fusiles de soldados muertos, entregando dicho armamento al teniente de la Guardia Civil.
Hombres, mujeres y niños se apresuraban a ofrecer refrescos a los heridos, prodigándoles además palabras de consuelo.
A fin de que los heridos estuviesen con mayor amplitud, se habilitaron como hospitales de sangre el Teatro Alcántara, el Casino Militar y el cuartel de San Fernando, multiplicándose los médicos militares que fueron espontáneamente auxiliados por los titulares y particulares de la población.
Los cocheros se negaron a alquilar sus carruajes dedicándolos con preferencia a transportar heridos.
Personas de cualquier posición social, llevaron heridos a los hospitales; hombres, mujeres y niños, les asistieron solícitos, dándoles caldos y alimentos; y los médicos civiles compartieron con sus compañeros del Ejército la magna tarea de curarlos. Durante los días de los combates (23 y 27) y días siguientes, dejaron sus enfermos para atender a los soldados. En esta tarea caritativa participaron los Srs. Herrera, Solanilla, Orad, Marina y Martínez.
En los hospitales Central (del Rey), teatro Alcántara, Casino Militar y cuartel de San Fernando, era consolador el espectáculo que se presenciaba; mujeres del pueblo y hermanas del Buen Consejo, se desvivían atendiendo a los heroicos defensores de la Patria. Se les llevaba caldos, leche y otros alimentos, habiéndose establecido guardias permanentes para que en todo momento hubiera en ellos número bastante.
Los señores Miret, Bernardi y Viuda de Buendía llevaron a sus casas heridos, que mantenían hasta su total curación.
Los periodistas fueron también solícitos en llevar camillas y cuidar heridos.
El personal de la Junta de Arbitrios, de la Trasatlántica, de la “Norte Africano” y de la Junta del Puerto, estuvieron infatigables ofreciendo sus instalaciones y participando en todo lo que pudieran hacer en bien de los soldados heridos.
Resaltar que el clero Parroquial prestó día y noche los auxilios de su sagrado ministerio.
Hubo hechos vergonzosos como el que algunos comerciantes del alto Polígono, Cañada y Triana se dedicaban al criminal y vergonzoso comercio de víveres con los moros amigos de la harka enemiga. Las investigaciones practicadas por el jefe de la Policía Sr. Alemán dieron por resultado la comprobación de tres acciones de aquella naturaleza, las cuales las evitó dicha autoridad. Con tal motivo quedó terminantemente prohibido la venta de ningún artículo a los enemigos.
Resaltar que desde el combate del día 27 auxiliaban a las madres del Buen Consejo en la caritativa tarea de cuidar a los heridos del Teatro Alcántara y Casino Militar, varios niños y niñas (Ángeles de la Caridad), los cuales se relevaban en turno riguroso. Los nombres de algunos de ellos son: Elisa García, Antonia Jiménez, Piedad Segovia, Mercedes Muñoz, Teresa y Lola Chaves, Joaquín Aranda, Fernando Segovia, Pablo Bellido y Mariano Estébanez. Ellas y ellos llevaban los alimentos evitando muchas fatigas a las madres del Buen Consejo.
Por Real Decreto de 11 de marzo de 1913 se le otorgó a la ciudad de Melilla los títulos de “Valerosa y Humanitaria”. Concedidos, como recompensa a los patrióticos servicios prestados por la población civil durante las campañas de 1893, 1909 y 1911-12.
José Antonio Cano Martín
Con la inestimable colaboración de
Manuel Tomás Galán
(de la Asociación de Estudios Melillenses )
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El presente texto formó parte del artículo titulado:
“En el Centenario de la Guerra de África, del Rif o de Melilla, más conocida como la Campaña del 9 (1909)” Capítulo VI.
Rememorando los combates de Sidi Ahmed el Hach, Sidi Musa, proximidades del Barranco del Lobo, Taxdirt y Beni Bu Ifrur”
Publicado en el diario Melilla Hoy, suplemento dominical La Voz, de fecha 31 de mayo de 2009
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