General Pintos: La última marcha. Como se podrá leer más adelante, en “Llegan las primeras noticias de la muerte del general de brigada D. Guillermo Pintos Ledesma”, y de forma textual, daré aquí una breve pincelada a esta marcha la cual, tenía por objetivo abastecer las avanzadas del Ejército español, sobre todo en agua. Cosa que por ferrocarril no se podía hacer dado que la morisma había saboteado entre 1ª y 2ª caseta, unos 200 metros de vía férrea. La fuerza militar, se componía básicamente de dos columnas, la de escolta que iba fuertemente protegida y en la cual iban al frente los coroneles Palacio del batallón de Cazadores de Las Navas y el coronel Axó y la de escolta que salió también del Hipódromo, compuesta por el batallón de Cazadores de Madrid, al frente del cual iba el general de brigada D. Guillermo Ledesma Pintos. Para proteger la buena marcha del convoy, era necesario tomar unas lomas en las estribaciones del monte Gurugú, en poder de los moros cosa que correspondió a los cazadores del general Pintos y que de hecho, se consiguió y defendió hasta que por la tarde, regresó el convoy. Entonces se inició el repliegue de forma ordenada. En un descanso, al bajarse el general Pintos del caballo, recibió un balazo en la cabeza que le causó la muerte. El último combate. “…Telegrama oficial. Melilla 27, a las 23:15. Gobernador Militar a Ministro de La Guerra. Esta mañana nueva noticia que grupo numeroso, colocado a nuestra derecha en cañada Gurugú, había destrozado 200 metros de vía férrea, entre primera y segunda caseta. Ante imperiosa necesidad de enviar agua a posiciones avanzadas, tuve que organizar un convoy de carros aljibes y carricubas, y organizar dos fuertes columnas, una con los coroneles Fernández Cuerda y Axó, de protección y la brigada del general Pintos, que había de apoderarse de algunas lomas en la falda del Gurugú, ocupadas por los moros amenazando nuestras líneas. La brigada del general Pintos en su brioso avance se apoderó de posiciones descritas sosteniéndose en ellas todo el dia hasta que de vuelta del convoy dispuso el repliegue a nuestros campamentos, repliegue hecho con toda precisión y serenidad por parte de la tropa. El combate ha sido duro y tenaz por parte de los moros, rechazado varias veces por fuegos en descargas y fuego de artillería, de querer avanzar hasta nosotros. Llegan las primeras noticias de la muerte del general de brigada, D. Guillermo Pintos Ledesma . Dentro de la incertidumbre y la reserva, empezaron a llegar las noticias de la muerte en combate del general Pintos, tras haber efectuado con éxito escolta de protección de un convoy a las estribaciones del monte Gurugú, habiendo salido del campamento militar del Hipódromo el cual, fue atacado por la morisma a su regreso. Dicha noticia, publicada en “La Correspondencia de España”, bajo el título “El último combate”, decía así “…No obstante la reserva en la que se encerraron los ministros, por referencias de uno de ellos, a quién habló un redactor de “LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA” , pudimos adelantar algunas noticias sobre el hecho de armas desarrollado en Melilla. Una columna, mandada por el general Pintos, salió del campamento del Hipódromo para proteger la marcha de un convoy. Este tenía por objeto aprovisionar los puntos avanzados que ocupan nuestras tropas. La marcha se hizo de un modo feliz y ordenado, demostrándose una vez más el excelente espíritu que anima a nuestras tropas. Consideróse necesario para la protección del convoy el que la columna ocupase unas alturas inmediatas, situadas en las estribaciones del Gurugú. La operación se hizo con acierto, y el éxito coronó los deseos del jefe de la expedición. El convoy llegó a su destino y realizó su misión, emprendiendo luego el camino de la plaza. Terminada la protección del convoy, las fuerzas que ocupaban las alturas ya dichas comenzaron a replegarse hacia la plaza, por haber terminado el objeto que hasta allí las hizo llegar. Los moros, que indudablemente habían estado observando el repliegue de nuestras fuerzas, a las que habían hostilizado insistentemente, surgieron en número considerable, iniciándose un combate de grandísimas proporciones. Nuestras tropas resistieron con el heroísmo de siempre el empuje del enemigo, llegando en la lucha a combatir cuerpo a cuerpo. Son muchos los casos aislados de heroísmo por parte de jefes, oficiales y soldados. En lo más encarnizado del combate cayó muerto el general Pintos, que, como es sabido salió de Madrid hace poquísimos días al frente de la primera brigada de cazadores. Casi al mismo tiempo hallaban heroica muerte los tenientes coroneles de Arapiles y de Las Navas Sres. Ortega y Palacios. La lucha debió ser tan encarnizada que las bajas fueron numerosas, llegando a algunos cientos. Las tropas conservaron siempre su espíritu militar y continuaron su repliegue hacia la plaza de un modo admirable. Las referencias acusan que las bajas de los moros fueron también importantísimas. Como se ve, solo se ha tratado de un hecho aislado, como resultante de una expedición para aprovisionamiento de las posiciones avanzadas. La situación de estas últimas continua siendo la misma, y los respectivos campamentos siguen instalados en los sitios ya conocidos…” El combate del martes 27 de julio de 1909. Según publicaba en primera página “La Correspondencia de España” de fecha 31 de julio de 1909, los combates del día 27 de dicho mes, que costaron la vida a tantos soldados españoles, jefes, oficiales, suboficiales, soldados y hasta un general en el Barranco del Lobo, se desarrollaron de la forma que a continuación, se relatará textualmente citando las palabras del periodista del citado rotativo madrileño, Rodríguez de Celis en su artículo, “El combate del martes” al parecer recibida la información por correo. “…Decíase ayer que la harka se había fraccionado, y entre sus contingentes se notaba desaliento. Pero me abstuve de decirlo, porque lo consideré falso, dado el coraje demostrado días pasados por los feroces kabileños que la componen. Hoy se ha comprobado que tenía razón al desconfiar de tales noticias. La harka, en vez de disgregarse, se ha visto aumentada por grupos muy numerosos llegados de las kábilas del Rif Central. A las diez de la mañana, salió un convoy en dirección a la segunda caseta. El enemigo había volado, con dinamita, más de 300 metros de vía. Escoltaban el convoy los disciplinarios y un batallón de la brigada Pintos. Grupos de kabileños hostilizaron el convoy, y en breve el fuego se generalizó. Los carros y las acémilas seguían su marcha bajo las balas, y la escolta del convoy procuraba protegerles, batiéndose con la bizarría acostumbrada. A la una de la tarde entró en fuego la brigada Pintos, y acto continuo comenzó el avance hacia las estribaciones del Gurugú. El enemigo que peleaba usando su táctica acostumbrada, recibió a los cazadores y a los disciplinarios y fuerzas de África y de Melilla que los apoyaban, con un fuego horrible. De todas las laderas, macizos, riscos, peñones, barrancos, chumberas y casuchas del Gurugú, salían los moros en número enorme. Los cazadores subían por el Gurugú a la carrera, ya disparando en descargas cerradas, ya comenzando furiosas luchas a la bayoneta. En lo más rudo del avance, que dirigía el general Pintos, este bravo jefe cayó muerto de una bala en la cabeza. Fueron ocupadas diversas posiciones y el convoy pudo aprovisionar sin riesgo los puestos avanzados, regresando luego a la plaza. Una vez la operación terminada, dióse órden a las tropas de volver a las antiguas posiciones. El repliegue efectuóse con un órden y serenidad maravillosos. Los moros, que durante todo el día habían hecho un fuego nutridísimo menudeando en sus ataques para desalojarnos de las posiciones que les habíamos tomado, bajaron de sus altos riscos, dando saltos como lobos, e intentaron envolver diversos Cuerpos. No lo consiguieron, naturalmente, pues los fuegos combinados de artillería y fusilería, que les hacían caer por docenas, frustraron sus propósitos. A las siete seguía el fuego y disparaban todas las baterías enumeradas en mis despachos telegráficos, y los cañones del “Pinzón” y del “Numancia”. La lucha gloriosa para nuestras armas, nos ha costado sensibles pérdidas, que especificarán sin duda los partes oficiales. Yo solo puedo adelantar algunos nombres de jefes y oficiales muertos o heridos en el sangriento combate que acaba de terminar…” Rodríguez de Celis. Hans Nicolás i Hungerbühler. |
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