ÉRASE UNA VEZ MELILLA

ÉRASE UNA VEZ MELILLA
GRUPO DE ESCUELAS MIXTAS

EN EL BARRANCO DEL LOBO

domingo, 5 de abril de 2009

PINTOS - 4 LA ÚLTIMA MARCHA








General Pintos: La última marcha.

Como se podrá leer más adelante, en “Llegan las primeras noticias de la muerte
del general de brigada D. Guillermo Pintos Ledesma”, y de forma textual, daré
aquí una breve pincelada a esta marcha la cual, tenía por objetivo abastecer las
avanzadas del Ejército español, sobre todo en agua. Cosa que por ferrocarril no
se podía hacer dado que la morisma había saboteado entre 1ª y 2ª caseta, unos 200
metros de vía férrea.

La fuerza militar, se componía básicamente de dos columnas, la de escolta que
iba fuertemente protegida y en la cual iban al frente los coroneles Palacio del
batallón de Cazadores de Las Navas y el coronel Axó y la de escolta que salió
también del Hipódromo, compuesta por el batallón de Cazadores de Madrid, al
frente del cual iba el general de brigada D. Guillermo Ledesma Pintos.

Para proteger la buena marcha del convoy, era necesario tomar unas lomas en las
estribaciones del monte Gurugú, en poder de los moros cosa que correspondió a
los cazadores del general Pintos y que de hecho, se consiguió y defendió hasta
que por la tarde, regresó el convoy. Entonces se inició el repliegue de forma
ordenada. En un descanso, al bajarse el general Pintos del caballo, recibió un
balazo en la cabeza que le causó la muerte.

El último combate.

“…Telegrama oficial. Melilla 27, a las 23:15. Gobernador Militar a Ministro de
La Guerra. Esta mañana nueva noticia que grupo numeroso, colocado a nuestra
derecha en cañada Gurugú, había destrozado 200 metros de vía férrea, entre
primera y segunda caseta.

Ante imperiosa necesidad de enviar agua a posiciones avanzadas, tuve que
organizar un convoy de carros aljibes y carricubas, y organizar dos fuertes
columnas, una con los coroneles Fernández Cuerda y Axó, de protección y la
brigada del general Pintos, que había de apoderarse de algunas lomas en la falda
del Gurugú, ocupadas por los moros amenazando nuestras líneas.

La brigada del general Pintos en su brioso avance se apoderó de posiciones
descritas sosteniéndose en ellas todo el dia hasta que de vuelta del convoy
dispuso el repliegue a nuestros campamentos, repliegue hecho con toda precisión y
serenidad por parte de la tropa. El combate ha sido duro y tenaz por parte de los
moros, rechazado varias veces por fuegos en descargas y fuego de artillería, de
querer avanzar hasta nosotros.

Llegan las primeras noticias de la muerte del general de brigada, D. Guillermo
Pintos Ledesma .

Dentro de la incertidumbre y la reserva, empezaron a llegar las noticias de la
muerte en combate del general Pintos, tras haber efectuado con éxito escolta de
protección de un convoy a las estribaciones del monte Gurugú, habiendo salido del
campamento militar del Hipódromo el cual, fue atacado por la morisma a su
regreso. Dicha noticia, publicada en “La Correspondencia de España”, bajo el
título “El último combate”, decía así

“…No obstante la reserva en la que se encerraron los ministros, por referencias
de uno de ellos, a quién habló un redactor de “LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA” ,
pudimos adelantar algunas noticias sobre el hecho de armas desarrollado en
Melilla.

Una columna, mandada por el general Pintos, salió del campamento del Hipódromo
para proteger la marcha de un convoy. Este tenía por objeto aprovisionar los
puntos avanzados que ocupan nuestras tropas. La marcha se hizo de un modo feliz y
ordenado, demostrándose una vez más el excelente espíritu que anima a nuestras
tropas.

Consideróse necesario para la protección del convoy el que la columna ocupase
unas alturas inmediatas, situadas en las estribaciones del Gurugú.
La operación se hizo con acierto, y el éxito coronó los deseos del jefe de la
expedición. El convoy llegó a su destino y realizó su misión, emprendiendo luego
el camino de la plaza. Terminada la protección del convoy, las fuerzas que
ocupaban las alturas ya dichas comenzaron a replegarse hacia la plaza, por haber
terminado el objeto que hasta allí las hizo llegar.

Los moros, que indudablemente habían estado observando el repliegue de nuestras
fuerzas, a las que habían hostilizado insistentemente, surgieron en número
considerable, iniciándose un combate de grandísimas proporciones.

Nuestras tropas resistieron con el heroísmo de siempre el empuje del enemigo,
llegando en la lucha a combatir cuerpo a cuerpo. Son muchos los casos aislados de
heroísmo por parte de jefes, oficiales y soldados.

En lo más encarnizado del combate cayó muerto el general Pintos, que, como es
sabido salió de Madrid hace poquísimos días al frente de la primera brigada de
cazadores. Casi al mismo tiempo hallaban heroica muerte los tenientes coroneles
de Arapiles y de Las Navas Sres. Ortega y Palacios.
La lucha debió ser tan encarnizada que las bajas fueron numerosas, llegando a
algunos cientos.

Las tropas conservaron siempre su espíritu militar y continuaron su repliegue
hacia la plaza de un modo admirable. Las referencias acusan que las bajas de los
moros fueron también importantísimas.

Como se ve, solo se ha tratado de un hecho aislado, como resultante de una
expedición para aprovisionamiento de las posiciones avanzadas. La situación de
estas últimas continua siendo la misma, y los respectivos campamentos siguen
instalados en los sitios ya conocidos…”

El combate del martes 27 de julio de 1909.

Según publicaba en primera página “La Correspondencia de España” de fecha 31 de
julio de 1909, los combates del día 27 de dicho mes, que costaron la vida a
tantos soldados españoles, jefes, oficiales, suboficiales, soldados y hasta un
general en el Barranco del Lobo, se desarrollaron de la forma que a continuación,
se relatará textualmente citando las palabras del periodista del citado rotativo
madrileño, Rodríguez de Celis en su artículo, “El combate del martes” al parecer
recibida la información por correo.

“…Decíase ayer que la harka se había fraccionado, y entre sus contingentes se
notaba desaliento. Pero me abstuve de decirlo, porque lo consideré falso, dado el
coraje demostrado días pasados por los feroces kabileños que la componen.
Hoy se ha comprobado que tenía razón al desconfiar de tales noticias.

La harka, en vez de disgregarse, se ha visto aumentada por grupos muy numerosos
llegados de las kábilas del Rif Central.

A las diez de la mañana, salió un convoy en dirección a la segunda caseta. El
enemigo había volado, con dinamita, más de 300 metros de vía.

Escoltaban el convoy los disciplinarios y un batallón de la brigada Pintos.
Grupos de kabileños hostilizaron el convoy, y en breve el fuego se generalizó.
Los carros y las acémilas seguían su marcha bajo las balas, y la escolta del
convoy procuraba protegerles, batiéndose con la bizarría acostumbrada.

A la una de la tarde entró en fuego la brigada Pintos, y acto continuo comenzó
el avance hacia las estribaciones del Gurugú. El enemigo que peleaba usando su
táctica acostumbrada, recibió a los cazadores y a los disciplinarios y fuerzas de
África y de Melilla que los apoyaban, con un fuego horrible.
De todas las laderas, macizos, riscos, peñones, barrancos, chumberas y casuchas
del Gurugú, salían los moros en número enorme.

Los cazadores subían por el Gurugú a la carrera, ya disparando en descargas
cerradas, ya comenzando furiosas luchas a la bayoneta. En lo más rudo del avance,
que dirigía el general Pintos, este bravo jefe cayó muerto de una bala en la
cabeza.
Fueron ocupadas diversas posiciones y el convoy pudo aprovisionar sin riesgo
los puestos avanzados, regresando luego a la plaza.

Una vez la operación terminada, dióse órden a las tropas de volver a las
antiguas posiciones. El repliegue efectuóse con un órden y serenidad
maravillosos. Los moros, que durante todo el día habían hecho un fuego
nutridísimo menudeando en sus ataques para desalojarnos de las posiciones que les
habíamos tomado, bajaron de sus altos riscos, dando saltos como lobos, e
intentaron envolver diversos Cuerpos.
No lo consiguieron, naturalmente, pues los fuegos combinados de artillería y
fusilería, que les hacían caer por docenas, frustraron sus propósitos.

A las siete seguía el fuego y disparaban todas las baterías enumeradas en mis
despachos telegráficos, y los cañones del “Pinzón” y del “Numancia”.

La lucha gloriosa para nuestras armas, nos ha costado sensibles pérdidas, que
especificarán sin duda los partes oficiales. Yo solo puedo adelantar algunos
nombres de jefes y oficiales muertos o heridos en el sangriento combate que acaba
de terminar…” Rodríguez de Celis.

Hans Nicolás i Hungerbühler.

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